Hacer las paces con la Naturaleza
La Asamblea General de Naciones Unidas designó el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra a través de una resolución adoptada en 2009, aunque su origen se remonta a 1970, un periodo donde la protección del medio ambiente no era una prioridad en la agenda política. Desde entonces, los Estados miembros reconocieron que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar común y expresaron su convicción de que es necesario promover la Armonía con la Naturaleza para lograr un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Hasta ahora poco hemos hecho para honrar esos compromisos.
Aunque se trata de un día de celebración, hoy tenemos poco o nada que celebrar. La evidencia científica nos advierte que se está traspasando una serie de límites planetarios y nos acercamos a un punto de inflexión para el planeta y la humanidad. La pérdida de biodiversidad, la desertificación, el cambio climático, los incendios forestales y el aumento en la tasa de deforestación son la manifestación de nuestro desprecio por la Naturaleza y la integridad de sus ecosistemas y procesos que sustentan la vida.
En Bolivia, los principales indicadores de la salud de la Madre Tierra no son nada alentadores. Según datos de la Fundación Amigos de la Naturaleza, desde 1975 hasta 2019 se deforestaron 8.087.284 hectáreas, el equivalente de 33 canchas de fútbol por hora. A partir de 2015 la deforestación tuvo un incremento acelerado de 73%, pasando de un promedio de 200.000 a 346.000 ha/año. En cuanto incendios forestales, la superficie quemada en la gestión 2020 fue de 4,5 millones de hectáreas, una cifra preocupante, aunque menor a las 5,9 millones de hectáreas de 2019. Estas cifras nos muestran claramente la devastación de la Naturaleza y no así el cuidado de nuestra Madre Tierra.
Hoy, cuando todo el planeta enfrenta algunos de sus mayores desafíos: la crisis climática, la degradación de los paisajes, los incendios forestales y una gran pandemia global, el sentido de urgencia se convierte en emergencia. Imaginar un mundo nuevo requiere una nueva relación con la Tierra y con la propia existencia de la humanidad. La recuperación de la pandemia del COVID-19 ofrece una oportunidad de que el mundo emprenda un camino más limpio, ecológico y sostenible.
En el Día Internacional de la Madre Tierra, hacemos un llamado urgente a actuar y comprometernos todos a trabajar con ahínco para restaurar nuestro planeta. Necesitamos aumentar nuestros compromisos y redoblar nuestros esfuerzos para reducir la deforestación, mitigar los incendios forestales y restaurar nuestra Madre Tierra. La Naturaleza nos está pidiendo a gritos que hagamos las paces con ella por un futuro mejor.
Natalia Calderón es directora ejecutiva de la FAN.