No es suficiente
Natalia Calderón
Estamos a una semana de que inicie la vigesimoctava cumbre climática de las Naciones Unidas, cuyo objetivo principal es evaluar los esfuerzos globales para mantener al alcance del objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Meta acordada por 195 países en el Acuerdo de Paris de 2015, un punto de inflexión en la lucha contra el calentamiento global. Después de mucho tiempo, miramos con optimismo que ya no se trataba de debates, observaciones o declaraciones de intenciones, sino de un compromiso real, con cifras, hecho ante el mundo entero y sobre todo un compromiso con la vida y las generaciones futuras.
Sin embargo, han pasado ocho años y nos encontramos en un momento crítico para el mundo. El planeta enfrenta temperaturas récord y fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo, desde sequías, incendios devastadores hasta tormentas catastróficas e inundaciones que han amenazado vidas, economías y ecosistemas. Ninguna parte del mundo está ajena a los impactos del cambio climático. Y por supuesto Bolivia no es la excepción.
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Las sucesivas cumbres climáticas apenas han logrado avances significativos y hace algunos días Naciones Unidas nos advirtió que los esfuerzos no son suficientes y que los países deben tomar medidas más ambiciosas ante el cambio climático durante la próxima COP28, a realizarse en Dubái. Tristemente afirmó que de acuerdo con sus previsiones se alcanzará un pico en la cantidad de emisiones contaminantes globales esta década, pero sin que se registre “la disminución acelerada que la ciencia dice es necesaria”, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deben reducirse en 45% a finales de esta década en comparación con los niveles de 2010, para cumplir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C.
Este escenario solo nos muestra que no hemos hecho lo suficiente. Esta COP tiene la oportunidad de marcar la diferencia, sin embargo, se requiere una serie de factores habilitantes que hasta ahora no están claramente puestos sobre la mesa, como la voluntad política de los líderes mundiales de comprometerse con acciones ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la movilización de recursos financieros para apoyar la acción climática en los países en desarrollo y la capacidad de superar la oposición de los interés económicos detrás del uso de combustible fósiles.
No perdamos la esperanza que aún podemos y debemos hacer algo para enfrentar esta crisis climática juntos. Como sociedad es momento de actuar, esforzarnos en el espacio colaborativo y del multilateralismo, pero además buscar otros espacios. La mayor parte de los progresos en la lucha contra el cambio climático se articulan gracias al compromiso de la sociedad civil, algunas empresas que buscan la sostenibilidad, gobiernos locales y acuerdos de cooperación bilateral, además bajo la presión de la opinión pública.
Urge pasar la página, y no quedarnos cada año con los sinsabores de las constantes desilusiones diplomáticas. Desde nuestro lugar debemos hacer cambios para que todos nos comprometamos a realizar los esfuerzos necesarios para encaminar al mundo hacia un futuro más próspero, que hasta ahora las cifras de la ciencia nos muestran que está muy lejano.
(*) Natalia Calderón es directora ejecutiva de la FAN