Loro y oro
Los periódicos, y más los periódicos de papel, siguen siendo los misteriosos espejos de sus sociedades de carne y hueso. Lo son en sus informaciones, lo son en las opiniones de sus colaboradores o columnistas, lo son en sus interpretaciones periodísticas pero también tienen reflejo sus publicidades, sus necrológicos o sus fríos avisos clasificados. Recuerdo ahora mismo el trabajo del profesor e investigador belga Gabriel Ringlet que, en la Universidad Católica de Lovaina, publicó un largo análisis de los necrológicos de los diarios. Resulta apasionante constatar cómo en estos espacios pagados para anunciar la partida de nuestros seres queridos, se dibujan los contornos de los imaginarios que nos definen como colectividades. La manera de evocar la muerte, como las formas de expresar nuestro dolor y enviar condolencias, nos pinta de cuerpo entero y pone de manifiesto nuestros esquemas de creencias, de valores en los universos colectivamente compartidos. De una manera muy similar, los anuncios comerciales nos retratan en los códigos de nuestro relacionamiento: «Divorcios rápidos. Servicio garantizado. Bs 800»; «Gema divina, doctora del amor. Psíquica mentalista vidente. Elogiada y respetada en países internacionales de alto nivel. Avala amplios estudios, nuevas y antiguas técnicas en macumba blanca y magia africana. Sacude a tu pareja con habilidad. Domina el corazón y la mente con el elixir del amor, fumadas reales, acaba con los infieles humillados a tus pies. Eficacia y garantía, absoluta reserva», o un sencillo «¡Personal femenino! Aspecto ejecutivo. Asistentes auxiliares( traje formal)». Cientos de ejemplos dan cuenta de la manera cómo vendemos, compramos, buscamos, nos relacionamos.
Es en estas páginas, que en el caso de LA RAZÓN son las Páginas azules del Loro de Oro, donde una poeta cruceña decidió sembrar su palabra. Se llama Graciela González, es también artista visual y tocó las puertas de este periódico buscando compartir un arranque de locura creativa que, sin pensar un segundo, este medio escrito aceptó seguramente porque el apego a la palabra escrita nos hace más sensibles a la palabra creadora, a la que inaugura sentidos y nos inventa mundos. Con entusiasmo a izquierda y derecha, nos lanzamos con esta poeta a la piscina de los avisos del Lorito de Oro. Allí, en la sección Buses y minibuses, Graciela publicó: «Línea 57/confieso/que me siento cómoda en esta familiaridad/esta ruta siempre cambiante que/transitamos todos. Más abajo, en la sección Repuestos escribió: PANDEMIA EN TRÁNSITO/Vuelve a circular/volvemos a compartir/ el mismo aire». En otra hoja, bajo el título Profesionales, Graciela requiere: ¡URGENTE! JARDINERO/Marchito el recuerdo/lo riego y ya no florece./Está podrido amor mío/no trates de revivirlo/pertenece al olvido/Graciela María 70926721. Así, estos avisos/poemas se han insertado en varios rubros de estas páginas comerciales que no se fijan en la belleza de lo escrito, de lo sentido. Sin embargo, ese domingo 12 de septiembre, más de una persona en modo «compro/vendo/busco/encuentro» seguramente experimentó un quiebre rotundo en su quehacer comercial. Encontrar un poema mientras uno busca alquilar un departamento es el gol de media cancha que esta cruceña acaba de anotar en su carrera.
Graciela María González forma parte del colectivo «Por la recuperación de la memoria» y del taller de poesía «Llamarada verde», ha publicado sus primeros textos, ha ganado más de un premio y ha hecho más: ha sacado la poesía de su contexto natural. Todo comienza cuando cruza en la calle una persona que trae bolsas en los pies y, tiempo después, piensa reiteradas veces en buscar a este desconocido a través de un anuncio en el periódico. La idea no hizo sino prosperar en su cabeza. Nada raro: de niña, sus ojos se acostumbraron a pasear con deleite y curiosidad por estos anuncios clasificados deteniéndose en las ilustraciones, en las maneras de decir y de comunicar públicamente. Ya entonces ella inventaba historias para ella a partir de esos minúsculos textos. Y en este septiembre 2021 toma la decisión de escribir textos para cada categoría comercial que encuentra en nuestro Loro de Oro. Ese desafío la lleva a nuestra cotidianidad para ofrecernos poemas que se visten de anuncios. ¿Cómo no acompañar esta locura? ¿Cómo decir «no» a esta voz cruceña dispuesta a emocionarnos cuando menos lo esperamos? ¿Cómo privar a nuestros lectores de perlas de papel como: «RECUERDO EXTRAVIADO/ No es recuerdo tuyo./Me sumergí buscando tu nombre/para encontrarte palabra/ oculta/distante.»? ¿Cómo no subirnos a este sueño con Graciela? ¿Cómo negar papel periódico y tinta a la palabra alada?
Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.