Del Buey al Tigre: desafíos 2022
Desde la antigüedad los chinos realizaron estudios muy detallados sobre el movimiento del sol, de la luna y de la tierra alrededor del astro rey, y determinaron una serie de ciclos que se convierten en lo que hoy conocemos como el Año Nuevo Chino. Este 1 de febrero de 2022 dejamos atrás al Buey para ingresar en la etapa del Tigre de Agua, según la ciencia Bazi, que se conoce popularmente como astrología china.
El tigre es el animal que representa la astucia y el sigilo. Se espera que este 2022 el año del tigre de agua será el más guerrero para definir el rumbo de gran parte de la humanidad después de dos años consecutivos de pandemia de COVID- 19. Este nuevo año trae consigo una serie de desafíos ambientales, vinculados a una pandemia que nos ha hecho repensar la relación del ser humano con la naturaleza, pero al mismo tiempo plantea una necesidad de reactivación económica urgente, y ambas dimensiones no están siendo consideradas en su justa dimensión en los planes de recuperación a nivel global.
Cambio climático, el desafío desapercibido. Se considera que la crisis climática es una de las peores crisis que experimentará la humanidad. Incansablemente se ha advertido que si no se toman medidas drásticas hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro. Sin embargo los esfuerzos mundiales por frenar el calentamiento global son insuficientes. Si bien Bolivia no es uno de los causantes del cambio climático, necesitamos reforzar nuestro compromiso de contribución a la lucha del cambio climático en los sectores de cambio de uso de suelo e incendios forestales. También es urgente movilizar financiamiento climático y encarar la adaptación al cambio climático en todas las escalas y dimensiones, y dejar de tratar a los efectos del cambio climático solamente a través de la atención a desastres.
Los incendios forestales de 2019 pusieron el tema en la agenda ambiental. Y aunque en 2020 y 2021 la cantidad de área quemada ha ido disminuyendo, no significa que hemos hecho lo suficiente por responder a esta problemática tan compleja. Los regímenes de incendios están cambiando los paisajes de todo el mundo, y los efectos combinados del cambio climático y el uso del suelo son factores principales en la duración más prolongada de las temporadas de incendios. Es urgente una revisión de la normativa actual y abrogación de las normas contraproducentes. Las políticas públicas deben ser consistentes para atender el problema adecuadamente. Las respuestas efectivas al problema deben estar incorporadas en instrumentos de políticas públicas, que a su vez estén integrados en un contexto más amplio de gestión del territorio y contribuyan al manejo sostenible de los recursos naturales, el desarrollo local y la conservación del medio ambiente, donde la articulación entre los diversos sectores y actores es clave y, por el momento, aún es incipiente.
En el país la deforestación es uno de los desafíos más importantes en materia ambiental. Mientras en Bolivia seguimos viendo cifras de incremento de deforestación que nos posiciona entre los países con mayor deforestación a nivel regional y mundial, existe un consenso de más de un centenar de países de que es necesario tomar las medidas necesarias para frenar la deforestación e inclusive ponerle fin hasta 2030, del cual Bolivia no ha formado parte. Existe una evidente no-articulación intersectorial en la agenda de tierras y bosques, y una delicada situación en cuanto a los avasallamientos. La lucha contra la deforestación no es tarea de una sola institución, necesita ser abordada de manera transversal e intersectorial por todo el Estado y en todos sus niveles: municipal, departamental y nacional. A esto se suman las políticas de apertura de nuevos mercados para los commodities relacionados con la deforestación en Bolivia —carne y soya— sin explicitar claramente cómo se evitará el aumento de la frontera agrícola y las exigencias de sostenibilidad de estos mercados.
Áreas protegidas bajo presión. En Bolivia, nuestra Constitución Política del Estado (CPE) reconoce que éstas constituyen un bien común y forman parte del patrimonio natural y cultural del país, ya que cumplen funciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el desarrollo sustentable. Sin embargo, la viabilidad y permanencia de estos espacios hace mucho tiempo que están en riesgo debido al aumento de las presiones como asentamientos no controlados, tala ilegal, comercio ilegal de fauna silvestre, narcotráfico, los devastadores incendios forestales y el cambio climático, además del evidente y continuo debilitamiento de su gestión.
Estos son algunos de los desafíos ambientales más importantes en el país. Esperamos que transitemos de la lentitud del buey a la agilidad del tigre a la hora de tomar decisiones que tienen que ver con los principales desafíos ambientales que enfrenta el planeta y nuestro país.
Natalia Calderón es Directora Ejecutiva Fundación Amigos de la Naturaleza.