El día del trabajo virtual
El trabajo virtual, también llamado trabajo remoto, a distancia o teletrabajo, es el que se efectúa fuera de la oficina o empresa para realizar tareas utilizando herramientas tecnológicas, como una conexión a internet, una computadora y un teléfono celular. Si Marx se despertara después de cerca de 140 años ¿se sorprendería en encontrar empresas casi vacías, reducidas con pocos empleados y obreros accionando las máquinas con un botón?
El primero de mayo (1886), Día Internacional de los Trabajadores —aunque en EEUU el labor day es el primer lunes de septiembre—, es un día para meditar los tremendos cambios que se han dado en el modelo de trabajo no solo por mejores salarios sino por las condiciones de trabajo y la lucha por la jornada laboral de ocho horas. Así, durante la segunda revolución industrial, dadas las extenuantes jornadas que prevalecían a principios del siglo XX, se empezó a imponer la jornada de ocho horas, pero incluido el día sábado. El Convenio internacional de la OIT en 1919 limitó el trabajo a ocho horas al día y 48 horas a la semana. En 1926, Henry Ford, que revolucionó la forma de trabajar en sus instalaciones con el Método Ford, adoptó la jornada de ocho horas con dos días de descanso e incluso vacaciones pagadas y, contra lo esperado, aumentó la productividad del trabajador. La tendencia en los países adelantados fue a la reducción de las horas trabajadas; según la OIT, en 1913 se trabajaba entre 2.500 y 2.600 horas al año, mientras que para 2000 se trabajaba menos de 2.000 horas al año y en algunos países como Francia, Países Bajos y Alemania, se trabajaba 1.500 horas al año.
La reducción de la jornada laboral en los países adelantados se utilizó para combatir el desempleo y aunque su adopción se mantuvo lenta, en EEUU el 5% trabajaba una semana más corta; la pandemia ha generado un replanteamiento como política de empleo. Alemania es la pionera con una semana de 35 horas, Suecia con la reducción a seis horas la jornada laboral e Islandia, con la semana laboral de cuatro días con 36 horas.
Según la BBC Mundo, “existen diferentes modelos de semana laboral de cuatro días: desde recortar una jornada, reducir la jornada laboral y cobrar el mismo salario; a jornadas laborales intensas, en las que cinco días de trabajo se acumulan en cuatro turnos más largos”.
Si bien la Recomendación Nº 116 (1962) de la OIT se refiere a las 40 horas semanales, en los países de la región, según la OIT (2022), predominan aún las jornadas semanales de 48 horas, el máximo de horas por semana está entre 49 y 59, y en algunos casos es superior a 60 horas. En Bolivia no excederá de ocho horas por día y de 48 por semana (artículo 46, Ley del Trabajo), mientras que Chile tiene una jornada de 45 horas dividida en nueve horas diarias, y una propuesta en el Congreso para reducir la jornada a 40 horas semanales. Los asalariados en el sector privado representaban un 59% del total de los ocupados en Chile, mientras en Bolivia llegaban a 26,7%.
Con motivo de la pandemia se aceleró el teletrabajo en la región, empero, según la OIT, la legislación sobre teletrabajo es reciente y presenta una gama amplia de situaciones que van desde la mantención de la jornada pactada en el contrato, pasando por la posibilidad de pactar jornadas flexibles, llegando incluso a dar al trabajador la autonomía para distribuir la jornada laboral de acuerdo a sus necesidades.
El problema del teletrabajo es que, por un lado, la organización del tiempo de trabajo tiende a ser más flexible para quienes teletrabajan, mientras que, por otro lado, se alarga la jornada de trabajo. Para la OIT (2022), “El teletrabajo hace que los límites entre las horas habituales y las extraordinarias sean menos nítidos (…) Esto ha llevado a plantear la necesidad de establecer con claridad un periodo de desconexión —un derecho, en rigor— que permita un descanso efectivo del trabajador”.
Si Marx resucitara se preocuparía con el alargamiento y la intensificación de la jornada laboral que aumentan la plusvalía absoluta, y se reafirmaría en que la tecnología es a la vez una fuente potencial de emancipación de la sociedad y un medio para aumentar la explotación del trabajador.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.