Voces

Monday 17 Jun 2024 | Actualizado a 07:06 AM

Criminalización colonial y racial

/ 21 de julio de 2022 / 01:01

Los movimientos sociales (MS) son la construcción-transformación dialéctica de las organizaciones sociales, representan intereses colectivos, objetivos comunes, no reivindican una demanda gremial sino cambio social, cultural o político. Están articulados en estructuras de movilización con mecanismos deliberativos y decisionales, su identidad es colectiva y plural, sus repertorios de movilización combinan experiencia y temporalidad.

Los MS se construyen en el enfrentamiento contra estructuras del Estado, representando horizontes contrahegemónicos. Los sindicatos cocaleros agrupados en federaciones tienen su punto de inflexión en la resistencia a la aprobación de la Ley 1008, al Plan Trienal de Lucha contra el Narcotráfico que tipificó la hoja de coca como “sustancia peligrosa”, la masticación de la hoja como “uso indebido de drogas”, por la represión y masacre de productores de la hoja de coca en junio de 1988 en la Villa Tunari; es el tiempo de su propia transformación cualitativa como movimiento.

El Estado republicano colonial y neoliberal asume como suyo una tesis impuesta por el imperio, explícitamente identifica y construye un enemigo, que son los productores de la hoja de coca; la reacción de los cocaleros, constituidos en MS, es una respuesta orgánica, sindical, territorial, cultural y política, trascienden de la defensa a la producción a luchar por la hoja de coca como identidad cultural y soberanía nacional.

La visión y el horizonte sobre la hoja de coca son contrapuestos, el Estado empieza a caracterizar peyorativamente al productor y al dirigente como narcoproductores y narcodirigentes, y despliega toda una infraestructura política, militar, policial, racial y comunicacional violenta, represiva; el comandante que lidera todo el despliegue de esta maquinaria era la DEA.

La estrategia bicéfala planificada fue represión, asesinato, violación de los derechos humanos y criminalización al productor y al dirigente cocalero, la criminalización partía de códigos raciales- coloniales, lo que implicó la legitimación de la violencia estatal.

La organización sindical cocalera constituida en MS, liderando en conjunto con las organizaciones del Pacto de Unidad una propuesta contrahegemónica, en 2002, bajo las reglas de la democracia representativa, le disputa el poder a todo el sistema político; el embajador norteamericano Manuel Rocha sale al auxilio, en un acto público y en presencia del entonces presidente Tuto Quiroga llama a no votar por el MAS y Evo.

Este hecho en sí mismo demuestra la crisis estructural del sistema político criollo que necesita oxígeno externo para sobrevivir, el nuevo horizonte liderado por lo nacional-popular era la utopía posible.

La estrategia racial-colonial de la criminalización y descalificación volvió a ser retomada como línea permanente de invalidar un movimiento y un liderazgo anticolonial y antiimperialista. Recurren e instrumentalizan lo interno para implosionar, como hecho formal está la aparente constitución de corrientes, pero lo central, como eje estructural, es la destrucción del MS como sujeto político hegemónico.

La casualidad es la utilización de la palabra “renovación” para validar la palestra pública, que habilita mediáticamente la utilización recurrente de un personaje que ostenta la condición de “militante y parlamentario del instrumento político” para acusar, con toda la cobertura comunicativa del establishment antinacional- popular, de “narcofinanciamiento” al proyecto y liderazgo que tiene las posibilidades políticas-culturales de seguir liderando el horizonte del “vivir bien”.

La validez de un proyecto no está solo en la enunciación, sino en la capacidad de interpelación y adscripción democrática de los pueblos y las sociedades plurales que tenemos en las urbes.

Este proyecto de lo nacional-popular es la certeza, para vencerlo —las derechas— no parten de lo alternativo como propuesta, sino de la inhabilitación moral y política, el dispositivo central de todo el ataque parte de los mismos códigos del siglo pasado que son colonial y racial.

La “denuncia y la carta” son la excusa para que analistas políticos eternos, pastores religiosos, titulares de prensa, dirigentes cívicos, profesionales de círculos clasemedieros reiteren como plegaria las frases adornadas con mayor énfasis folklórico, pero concluyendo que estamos viviendo en un “narco Estado”, que tenemos un “narcopartido y narcodirigentes”.

Su deseo es reinstalar en el sentido común urbano lo antinacional-popular como dispositivo movilizador, para que sus grupos parapoliciales y neofascistas tengan la validez y bendición para desplegar sus actos de violencia que den sentido a su sinrazón política.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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La recolonización de extrema derecha

En nuestro país, las derechas fueron absorbidas por la extrema derecha, sus ejes discursivos están en sintonía con códigos ultraconservadores

César Navarro

/ 6 de junio de 2024 / 11:36

La recolonización europea/americana partió por instalar en los territorios independientes repúblicas coloniales, capitalistas y confesionales, sus agentes fueron los criollos y mestizos autoproclamados republicanos independentistas; nos impusieron y las élites asumieron que fuimos y somos periferia de Europa y de los EEUU. Esa condición colonial y de dependencia también es cultural e ideológica.

La construcción de los Estados en los países de nuestra América tiene sus propias peculiaridades, pero con grandes similitudes, y es la importación del fascismo italiano del nazismo alemán, de la Falange española a nuestra región, e impuesta por los golpes militares impulsados por los EEUU para instalar no solo sistemas de terrorismo de Estado, sino para anular y en lo posible aniquilar a los movimientos de liberación que se fueron construyendo en el seno de las sociedades latinoamericanas.

Consulte: Las derechas periféricas

Nuestra historia en el siglo XIX se caracterizó por tener movimientos independentistas anticoloniales; en el siglo XX, la lucha contra las oligarquías y las dictaduras militares, la lucha de los pueblos, de los campesinos, del proletariado, de sectores urbano-populares; en el siglo XXI contra el neoliberalismo, fueron luchas por derechos principalmente políticos, sociales, culturales, colectivos. Los movimientos indígena-campesinos del anterior y del actual siglo se caracterizaron por luchas anticoloniales, por los derechos de los seres vivos: humanos, animales y de la Madre Tierra, por el reconocimiento de los pueblos como sujetos políticos de derechos.

Nuestras luchas de siglos fueron por la vida, la forma para validar nuestros movimientos era ser Estado, es decir, llegar a ser las autoridades políticas electas democráticamente para que dirijan los gobiernos. Cada uno de los gobiernos progresistas y de izquierda electos en este siglo fueron sujetos de presión externa constante, de golpes civil-militar-parlamentarios e intentos de golpes, derrocamiento y encarcelamiento de presidentes. Los gobiernos que no pudieron ser derrocados fueron sometidos hasta ahora a bloqueos inhumanos a nombre de la libertad y la democracia; el derecho a ejercer la soberanía nacional fue sancionada por las potencias imperiales con la complicidad de las élites políticas, oligárquicas, eclesiales, mediáticas criollas.

Europa dio un giro hacia la extrema derecha, en España Santiago Abascal, líder de Vox; en Francia, Jean-Marie Le Pen del Frente Nacional; Thierry Baudet, líder del partido Foro para la Democracia en Holanda; Viktor Orbán, primer ministro húngaro; el exprimer ministro polaco Jaroslaw Kaczyński; la primera ministra italiana heredera del fascismo de Mussolini, Giorgia Meloni; los herederos del nazismo en Alternativa para Alemania (AfD). En las elecciones parlamentarias europeas a realizarse en junio, la extrema derecha será una de las principales fuerzas, estos liderazgos y partidos son movimientos civiles políticos cada vez más influyentes. Lo común de estos movimientos es que son xenófobos, antimigrantes, racistas, anticomunistas, religiosos, expresan su superioridad por la blanquitud de su piel.

Estos movimientos también tienen su incidencia en nuestra región, los exponentes influyentes son Bolsonaro, que ha instalado el bolsonarismo más como forma de acción y reacción violenta en sectores urbanos con el apoyo de iglesias evangélicas; Milei, el outsider que reivindica la dictadura, niega los más de 30.000 desaparecidos y proclama su admiración a Margaret Thatcher; José Antonio Kast, del Partido Republicano de Chile, que disputó la segunda vuelta presidencial contra Boric, su plataforma es Pinochet; en El Salvador, Nayif Bukele fue reelecto presidente exhibiendo la violación de derechos humanos como plataforma electoral; en Ecuador, Daniel Noboa, el presidente millonario que ingresó militar y violentamente a la embajada mexicana en Quito violando la Convención de Viena; en Perú, Dina Boluarte, la presidenta luego de la represión y asesinato de decenas de peruanos, se mantiene en el poder con el sustento del fujimorismo.

La frecuencia y la forma con que se presentan estos hechos y temas que eran la imagen y recuerdo negativo de un tiempo: fascismo, nazismo, genocidio, desapariciones, racismo, violencia… se están constituyendo en cierta normalidad en esta coyuntura de manera indefinida.

En nuestro país, las derechas fueron absorbidas por la extrema derecha, sus ejes discursivos están en sintonía con los códigos ultraconservadores. La recolonización es una constante, las matrices ideológicas siguen siendo euroamericano-céntricas.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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Las derechas periféricas

No será nada extraño que asistamos las y los ciudadanos al maximalismo discursivo ultraconservador como oferta electoral

César Navarro

/ 23 de mayo de 2024 / 07:03

En estas semanas circuló información sobre una reunión en EEUU convocada por una fundación a varios partidos de derechas para buscar una fórmula unitaria para las próximas elecciones, unos salieron a validar la información y resaltaron el hecho, otros no quisieron darle mucho realce y los que no participaron descalificaron el evento; cada facción dio su versión y el tono folklórico de la reunión. Pero qué son las derechas en nuestro país. La matriz de estas corrientes ideológicas gira en torno al Estado, la raza, la clase, la religión, el regionalismo y la supremacía urbana sobre lo rural, sin estos ejes es imposible entender a las derechas en la política y el poder.

Además, las derechas siempre fueron colonias ideológicas y políticas de la metrópoli imperial, su accionar nunca estuvo en función del interés del criollaje local, porque los grupos económicos y políticos actúan como la periferia, pero se autoconsideran clases dominantes y dirigentes.

Revise: Sionismo

La titularidad en el poder de las derechas en el siglo pasado se restituyó a través de los golpes de Estado, fue la reapropiación militar con características fascistas del control estatal que no perdieron las derechas con la democracia; por el contrario, fue un viraje en la forma de acceder al poder, es decir las derechas siempre estuvieron en el Estado y su reproducción en el poder dependía de su control y presencia estatal.

En 2005, la élite eterna del poder fue sustituida por la movilización social. Los movimientos sociales campesino, urbano, populares y el soberano, a través de voto; este hecho es trascendental, porque no hacemos referencia solo a un resultado electoral sino a la construcción activa de la autoconciencia de los sectores subalternos, ello implica que estamos superando la visión lineal de la democracia representativa y vamos describiendo que la noción de pueblo y democracia tiene sentido por la constitución del sujeto histórico como movimiento social anticolonial.

Las derechas creyeron que su derrota era electoral y en esa dimensión elaboraron su respuesta con diferentes frentes políticos desde 2005, se organizaron al calor del corto tiempo electoral, duraron mientras existe campaña y las elecciones, es decir menos que una estación del año. El apelativo de autonombramiento es ser “oposición”, porque no tienen otra forma de presentarse públicamente.

Ahora que estamos en la fase preelectoral, la agenda es reiterativa de anteriores elecciones, discursiva y emotivamente tiene la misma connotación, hablan de unidad para “recuperar la democracia y la libertad, liberar a Bolivia del totalitarismo masista y de la dictadura sindical”. Los convocantes y convocados son siglas con y sin personalidad jurídica, plataformas ciudadanas, cada uno tiene el cartel rimbombante que unirá a las oposiciones y será el salvador del país; ofrecen una cartelera sin contenido, son organizaciones sin militantes, evitan presentarse ideológicamente, puede ser por vergüenza o porque no tienen la capacidad de autoidentificarse, pero su narrativa  exacerba el “anti” izquierdismo indígena acompañado de adjetivos raciales, regionales, religiosos, como el sumun de la verbalización política. 

La fraseología empleada es válida para estar en los medios de comunicación, pero no es el factor de cohesión alternativa, si quieren tener alguna posibilidad electoral necesitan tutela imperial, como lo tienen todas las derechas de la región, por ello no es casual ni novedoso la noticia difundida sobre la reunión y la firma secreta del “Pacto de Washington”.

Los voceros y las cabezas de las diferentes facciones están reafirmando lo que naturalizaron como forma de vida las derechas, ser la periferia colonial de la metrópoli imperial, los pasos que dan tienen huellas impuestas y aceptadas sumisamente, saben que sin la intervención del padrinazgo del norte no irán más allá de la retórica, por ello las reuniones dentro y fuera del país se irán dando con mayor frecuencia, necesitan forzar un acuerdo, imponer o fabricar una candidatura, inventar la narrativa que les dé la plataforma ideal para las elecciones.

En la ruta delineada, la extrema derecha absorberá a las derechas, no será nada extraño que asistamos las y los ciudadanos al maximalismo discursivo ultraconservador como oferta electoral con similitudes a Trump, Bolsonaro y Milei, graficando dramáticamente la condición servil de las múltiples derechas criollas bolivianas.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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Sionismo

Lo que hoy está en el poder israelí son judíos sionistas ideológicamente de extrema derecha

César Navarro

/ 9 de mayo de 2024 / 06:59

El mundo asiste al drama criminal que se ha vuelto cotidiano y normal; ojo, no es un eufemismo el genocidio en la Franja de Gaza contra el pueblo palestino.

Decenas de millones de hombres y mujeres en los cinco continentes, en cientos de ciudades importantes del mundo, universidades europeas, latinoamericanas y ahora norteamericanas… hay multitudinarias movilizaciones de condena al genocidio perpetuado por el ejército israelí, de rechazo al apoyo económico, militar y la protección diplomática que otorgan republicanos, demócratas y el gobierno de EEUU al gobierno sionista.

Consulte: Rózsa

Hay una denuncia ante la Corte Penal Internacional contra el primer ministro Natenyahu por “genocidio en la Franja de Gaza”, presentada por Sudáfrica y a la que se sumaron Brasil, Colombia y otros países; más de 250 juristas españoles le exigen al gobierno de Sánchez sumarse y varios gobiernos rompieron relaciones diplomáticas.

En febrero, los países árabes presentaron una resolución ante la ONU para el “cese de fuego” en Gaza y la ayuda humanitaria; en el Consejo de Seguridad, 13 países apoyaron la moción, Reino Unido se abstuvo y EEUU la rechazo, fue el tercer veto a ese tipo de iniciativas en menos de tres meses.

Argelia presentó un proyecto de resolución en representación de la Liga Árabe con respaldo de más de 60 países, para que Palestina sea reconocido como miembro pleno de derechos de la ONU: el país que vetó, como siempre, fue EEUU.

En la sesión del Consejo de DDHH de la ONU, la relatora y experta en materia de DDHH, Francesca Albanese, dijo que lo que “está sucediendo en la Franja de Gaza es genocidio”, funcionarios del Departamento de Estado y de la oficina de Democracia, Derechos Humanos para Medio Oriente de EEUU renunciaron porque no están de acuerdo con el apoyo militar a Israel y la negativa a reconocer el genocidio por el gobierno de Biden. El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, manifestó: “en lo que respecta a Estados Unidos, no estamos viendo ninguna acción que constituya genocidio”.

Según denunciaron organismos internacionales, cerca de 35.000 palestinos murieron, la mayoría niños, es decir, desde la invasión militar del ejército israelí, por día 158 personas fueron asesinadas.

Toda trama política, militar requiere de una narrativa que justifique sus acciones, pero a su vez una línea discursiva para atacar a quienes critican o rechazan su accionar.

La narrativa que impusieron fue “en defensa legítima ante la incursión de Hamás en nuestro territorio”, para justificar la invasión militar y el genocidio; la línea discursiva: los movimientos que critican al gobierno, al presidente y al pueblo israelí son “antisemitas”. Sobre estas dos líneas generales, los gobiernos y políticos de derecha, extrema derecha, multimedias transnacionales, justifican el apoyo a Netanyahu y niegan el genocidio.

Me adhiero a la opinión de millones en el mundo: “no somos antisemitas”, somos respetuosos del pueblo judío descendiente de Sem, uno de los hijos de Noé; somos respetuosos de su historia, su espiritualidad y tradición religiosa; condenamos al nazismo criminal que asesinó y exterminó a millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial. El antisemitismo es la manifestación de violencia racial contra la comunidad judía.

Lo que representa hoy el gobierno israelí y Netanyahu es el “sionismo”, que según la Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos No. 33 de la Universidad de Sevilla, es una ideología caracterizada por tres aspectos clave desde sus comienzos: el nacionalismo, el racismo y el colonialismo; convergió ideológicamente con la extrema derecha europea, americana y los movimientos xenófobos.

Esta afirmación no es una acusación, sino la identificación y caracterización del régimen sionista, por ello sus formas de manifestación política son los mismos métodos del fascismo y el nazismo.

Investigadores judíos identificaron que el origen del sionismo es antisemita, convergió previo al Holocausto con corrientes de extrema derecha antisemita europea. La descripción de M. Shaid Alam, docente pakistaní en universidades norteamericanas, es precisa: Hitler proscribió todas las organizaciones judías, excepto las que tenían objetivos sionistas, por ello la Federación Sionista Alemana ofreció colaboración al nazismo, porque compartían los mismas valores raciales y nacionalistas.

Lo que hoy está en el poder israelí son judíos sionistas ideológicamente de extrema derecha, que están empleando métodos nazistas y fascistas, y consideran al pueblo palestino una raza inferior que deben exterminar.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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Rózsa

La toma estratégica implicaba el control sobre la tierra y los recursos naturales

César Navarro

/ 25 de abril de 2024 / 11:34

Volvió a ser agenda mediática lo sucedido en el hotel Las Américas en abril de 2009, pero modificando el escenario, convirtiendo en samaritanos a los extranjeros y eximiendo de responsabilidades a los actores regionales de ese momento.

La presencia del grupo Rózsa en Bolivia no se entiende sin describir la coyuntura de 2008, que definió y marcó indefinidamente el tiempo de la revolución democrática cultural.

Consulte: ‘Fake news’

Los grupos de poder del oriente son los hijos putativos del centralismo y se constituyeron en el núcleo articulador del Estado, principalmente desde la dictadura militar de Banzer hasta la huida de Sánchez de Lozada, y la desaparición del viejo sistema político.

En 2005, las derechas —políticas y económica—, ante su inminente derrota, decidieron la retirada táctica del Estado y la toma estratégica de los departamentos, a eso se debe que los principales dirigentes de las derechas fueron candidatos a prefectos.

La toma estratégica implicaba el control sobre la tierra y los recursos naturales, sin ello no se entendía la noción oligárquica del poder regional; la autonomía era la excusa, el objetivo, el federalismo. Para lograr esta meta tenía que fracasar la Asamblea Constituyente y derrocar al gobierno indígena de izquierda anticolonial.

Durante décadas construyeron y dirigieron “su” institucionalidad, constituyéndose en la plataforma “civil” como “gobierno moral”, es decir, ser el guía espiritual que impone y preserva la ética de la cruceñidad del establishment, las autoridades políticas: parlamentarios, gobernadores, alcaldes subordinados al orden instituido; el corporativismo empresarial, síntesis del modelo de desarrollo y la sociedad urbana, el rostro de su modernidad.

En enero de 2008 decidieron la ruptura constitucional. Con el control político sobre la Corte Electoral Departamental, convocaron al referéndum anti e inconstitucional sobre el estatuto autonómico que tenía un triple efecto: desconocer la Asamblea Constituyente y al proyecto de CPE, invalidar explícitamente la condición de autoridad gubernamental del Presidente y el Vicepresidente, y poner en duda la unidad territorial.

Después de la derrota que sufrieron las derechas en el referéndum constitucional que ratificó al Presidente/Vicepresidente con el 67%, los cuatro prefectos de la “media luna” decidieron en reunión (agosto 2008) el desconocimiento y el desacato a los resultados del referéndum nacional, con bloqueo de carreteras, toma de instituciones públicas nacionales. El objetivo del control cívico-político de los cuatro departamentos era el despliegue del golpe cívico-prefectural, se manifestó en la represión/masacre por instrucción del prefecto de Pando contra los campesinos que marchaban rumbo a Cobija para su ampliado departamental y la toma violenta de las instituciones gubernamentales en Santa Cruz.

El escenario que presentaban de Bolivia era de crisis estatal. Santa Cruz y el Gobierno enfrentados, al borde de la violencia militar-civil, con esta narrativa e imagen trajeron a Eduardo Rózsa Flores al país, él reconoció esta radiografía en la entrevista que concedió al periodista húngaro András Kepes: “Me llamaron para organizar o ayudar a organizar la defensa de la ciudad de Santa Cruz, así como la de la provincia. Teniendo en cuenta que se puede contar con la actuación del gobierno central, con la intervención del ejército, y diferentes milicias indígenas”, es decir, en la opinión de Rózsa, el Gobierno estaba por intervenir con militares e indígenas armados, por lo tanto se tenía que organizar la defensa en esa misma condición. 

Rózsa continuó su relato: “La relación entre las dos partes del país se empeoró a tal profundidad que solo se puede solucionar la situación, uno, arrasando la mitad de la población, manteniendo unido al país de modo violento”. Según su percepción, con la violencia armada era la única forma que el Presidente podía gobernar. Además, Rózsa describió qué hacer: “Hay que llevar la situación, con recursos políticos, pero señalando la fuerza y estamos preparados (para) que dentro de un par de meses lleguemos a que, si no hay autonomía, si no hay convivencia con autonomía, proclamaremos la independencia y fundaremos un país nuevo”.

La meta trazada es explícita, no venía a un viaje de visita familiar o turística, sino que lo “convocaron” y trajeron por la experiencia militar que tenía en la Guerra de los Balcanes que terminó en la ruptura territorial de la ex Yugoslavia, por el origen cruceño y la identificación que tenía con la visión de las élites que impulsaban el conflicto/enfrentamiento contra el Presidente indígena del centralismo “colla/aymara”. Crisis, terrorismo y separatismo, era el escenario que quisieron imponer.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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‘Fake news’: el ‘fraude’

La fase para desconocer el resultado electoral se dio los primeros días de octubre

César Navarro

/ 11 de abril de 2024 / 06:52

Las fake news o noticias falsas se han constituido en fuentes decisivas para imponer como verdad fáctica percepciones negativas en la opinión pública e inicios de procesos penales sobre hechos y liderazgos políticos, más conocidos como lawfare.  

Se volvió a recurrir a la narrativa del fraude con la acusación de la Fiscalía al ingeniero Villegas, los medios titulan y los políticos corean: “persecución judicial al que descubrió el fraude”. 

También lea: Censo y el acarreo de prejuicios coloniales

El fraude, como fake new, fue construido en los laboratorios políticos con mucha anticipación a las elecciones de 2019. El tiempo apropiado para la enunciación del fraude como eje discursivo fue noviembre de 2017, cuando el Tribunal Constitucional emitió la SC 084/2017 que habilita la “reelección indefinida”, articularon “reelección y fraude” como factores interdependientes.

Como hecho político consumado, el fraude fue a partir de las renuncias del vicepresidente y la presidenta del Tribunal Supremo Electoral en octubre de 2018; las derechas entre políticos y analistas; medios de comunicación entre titulares, noticias, artículos, entrevistas, etc.; opiniones de autoridades católicas y evangélicas; los comités cívicos “denunciaron” que el TSE y el gobierno estaban organizando el fraude; fue la campaña sistemática para imponer una fake new como verdad. La encuesta presentada por el periódico Página Siete el 1 de octubre de 2019 sentenciaba que el 68% de los “bolivianos” creía que existiría fraude en las elecciones. Se cumplió con el objetivo.

La fase para desconocer el resultado electoral se dio los primeros días de octubre, semanas antes de los comicios los comités cívicos de Santa Cruz, Potosí y Chuquisaca —presidida por un militante trotskista— determinaron no reconocer el triunfo electoral del MAS porque sería producto del fraude y convocaron a la resistencia civil.

La violación de nuestra soberanía: los veedores internacionales la materializaron con la primera acción de la Misión de Observación Electoral de la OEA; al día siguiente de las elecciones, sin esperar la conclusión del cómputo electoral oficial del cual eran partícipes como veedores, “recomendaron segunda vuelta”, violaron el Código de Ética de observadores electorales de la OEA, que prohíbe que “emitan opinión política pública, anticipada y parcializada”.

El 23 de octubre, Camacho y el Comité pro Santa Cruz decidieron desconocer el resultado por fraude y exigieron que se convoque a nuevas elecciones.

La crisis política se instaló, la fake new era la realidad irrebatible que movilizó a miles de ciudadanos en las nueve capitales de departamento; en ese contexto, el ingeniero informático Édgar Villegas, en una entrevista el 24 de octubre en Televisión Universitaria, en el programa Jaque Mate, utilizando la comparación de las imágenes de las actas del TREP y del cómputo electoral, expresó que existía alteración de resultados, es decir, fraude electoral.

Esta opinión dejó de ser política, él fue presentado como “reconocido analista e ingeniero de sistemas que ha participado en una serie de equipos nacionales e internacionales relacionados con la información pública y la transparencia”, por la ONG Amnistía Internacional, en una carta del 28 de octubre dirigida al ministro de Gobierno Romero, exigiendo garantías porque su vida corría peligro.

En el informe final del equipo internacional de la OEA sobre el proceso electoral 2019, se presentó el “Anexo 7 Registro de Denuncias sobre Irregularidades”, con un total de 217, y en el punto 46 está el “informe del Ing. Villegas publicado en redes sociales”.

La valoración de las denuncias está consignada en las páginas 80 y 81 del informe final: “Al digitar las actas (que realizó el equipo auditor de la OEA) y al tener en cuenta las observaciones que estas incluyen (Anexo 7), se tomó nota de que la cantidad de votos asignados a cada partido político en el cómputo oficial (TSE) coincidió en 34,495 imágenes de actas (TREP), en 99,8%”. Es decir que existió coincidencia absoluta de tres fuentes: las actas escaneadas por la OEA, las del TSE y las imágenes de las actas del TREP, o sea, las denuncias de alteración de actas que modificaron el resultado electoral no son validadas por los auditores.

Las fake news no solo son noticias falsas, son la construcción ideológica política sistemática sobre hechos y líderes, el objetivo estratégico es imponer sentimientos negativos: el y la ciudadana se sienten agredidos.

La violencia es la reacción inmediata, emerge como legítima, la fake new es la “verdad” que moldea las reacciones y delinea indefinidamente las opiniones políticas y mediáticas, como sucede hoy.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda

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