Deuda externa sostenible
Bolivia es pionero en el transporte público con energía eléctrica en el sistema de teleféricos.
Marco Gavincha
Recientemente, se ha insinuado que la deuda externa es insostenible. Sin embargo, parafraseando al economista argentino Calvo se podría decir que la sostenibilidad de la deuda es muy parecida a la honestidad, nunca se puede certificar por completo y las pruebas tardan en materializar.
Si bien la sostenibilidad es difícil de comprobar, se pueden recolectar algunas pruebas para dar luz sobre el asunto. Una deuda sostenible significa que un gobierno es capaz de pagar su deuda con ingresos futuros.
Al respecto, Bolivia para honrar su deuda externa necesita alrededor de 2% de su PIB, la cual es inferior al servicio de la deuda de la década de los años 70 cuando se necesitaba entre 10 y 15% del PIB. Por tanto, se puede decir que Bolivia es solvente para pagar su deuda externa.
Además, se puede añadir que una deuda es sostenible si la división Deuda/PIB o Deuda/Exportaciones son estables, declinan o son suficientemente bajos. A octubre de 2022, la deuda externa total alcanzó 29,9% del PIB, la cual es menor a gestiones anteriores. Por ejemplo, en 2020, la deuda externa alcanzó 33% del PIB. Por tanto, la deuda externa es sostenible porque está descendiendo.
La deuda externa igual es sostenible porque al 2022 la relación entre deuda externa y las exportaciones alcanzó, aproximadamente, 97%, lo cual es muy inferior al umbral del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 180%. Una vez más, la deuda externa es sostenible en este sentido.
La deuda externa boliviana es sostenible porque es una deuda a largo plazo, de hecho, Bolivia no tiene deuda externa a corto plazo, lo cual implica que las necesidades de financiamiento son bajas. Una deuda de largo plazo ayuda a minimizar riesgos de iliquidez. Al respecto, en 2021 el servicio de la deuda externa con relación al nivel de exportaciones alcanzó, aproximadamente, 7%, el cual fue inferior al umbral de referencia del FMI, 15%.
Los anteriores datos muestran que la deuda externa es sostenible y todavía hay un espacio para aumentarla si fuese necesario. En este sentido, Bolivia podría calificar para incursionar en el mercado internacional de bonos verdes, sociales y sostenibles.
De acuerdo con el informe de Climate Bonds Initiative, Encuesta sobre bonos soberanos verdes, sociales y sostenibles, El poder transformador del mercado, países como Bolivia pueden adquirir deuda externa si aplican a ciertas características como la promoción de inversión en infraestructura de transporte público que usa electricidad. Según el informe, otro gasto elegible financiado por deuda externa es la inversión en pesca sostenible.
Al respecto, Bolivia es pionero en el transporte público con energía eléctrica en el sistema de teleféricos. De igual manera, está desarrollando pesca sostenible con sustitución de importaciones en el lago Titicaca. En el mismo sentido, está promoviendo incentivos tributarios a la importación de bienes de capital y autos eléctricos. Por su parte, los municipios también podrían dar incentivos para promover que las familias usen menos sus autos y más los buses públicos eléctricos, con financiamiento externo, lo cual sería innovador.
Muchas de estas medidas reducirían posibles daños ambientales y disminuiría la subvención a los hidrocarburos. En el caso de las plantas piscícolas sostenibles se profundizaría la sustitución de importaciones.
Los indicadores recientes de solvencia y liquidez de la deuda externa denotan sostenibilidad, pero no se debe bajar la guardia. Lo peor sería dictar un alto abrupto a la deuda externa y generar un parón económico como de 2020. Lo importante de la deuda externa es el uso de los recursos externos. Por ejemplo, se podría adquirir deuda externa para disminuir la contaminación y promover la estabilidad económica sin perder de vista la justicia social.
Marco Gavincha Lima es doctor en Ciencias Económicas