El hipocondríaco
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La enfermedad es algo que nadie quisiera experimentar, por tal motivo estamos pendientes de nuestra salud y ante cualquier síntoma, por ejemplo, de resfrío, buscamos un antigripal para que el efecto sea menor. Cuando contraemos una infección vamos al médico y éste nos receta algún medicamento para superar el mal lo antes posible, sin mayores sobresaltos. Además, nos toman la temperatura, la presión, el pulso y miden el oxígeno en la sangre, y si todo está dentro de rangos normales nos dicen que nos encontramos bien, no hay de qué preocuparse. Pero también, bajo el consejo de especialistas, es importante una revisión médica general cada año, en la que, con exámenes de orina, sangre, electrocardiograma, radiografías, se revise todo nuestro organismo.
Sin embargo, existen personas, aunque no lo crean, que a pesar de tener buena salud y no presentar síntomas atípicos, se sienten constantemente preocupados porque piensan que tienen una enfermedad grave que los médicos no identifican, a partir de una interpretación personal de alguna sensación corporal o algún otro signo que podría aparecer en su cuerpo, a los que denominan hipocondríacos, quienes mantienen su preocupación pese a que los médicos (especialistas en salud) les señalen su buen estado de salud.
Luego de leer una entrevista a Gonzalo Chávez en Página Siete acerca de la economía, recordé esta enfermedad porque Chávez hace referencia a que los síntomas, la superficie de la economía está bien, que hay buenos signos, sin embargo, en su interior hay un cáncer haciendo metástasis. Al principio me pareció risible, pero luego me dio coraje, porque se agarra de fantasías para denostar una gestión económica importante y positiva.
Partamos como los médicos revisando los síntomas de la economía con indicadores como todos lo hacen (organismos internacionales, gobiernos, inversionistas, etc.) a través del PIB, inflación, balance fiscal, balance comercial y desempleo, solo consideraremos éstos para no extendernos. Antes, remarcar que en el contexto internacional muchos países presentaron inflación elevada, por lo que subieron sus tasas de interés y devaluaron sus monedas, ocasionando la ralentización de sus economías.
Al tercer trimestre de 2022, Bolivia marcó un sólido crecimiento del PIB de 4,3%, reflejado en la evolución de la mayoría de los sectores, donde sobresalen Transporte y Almacenamiento; Servicios, Electricidad, gas y agua; Agropecuaria y Construcción que crecieron por encima de 4,3%.
La inflación, aquella variable a la que tememos porque diluye nuestros ingresos, cerró la gestión con 3,1%, siendo la más baja de la región, en contraste con el 13,1% de inflación de Colombia y 12,8% de Chile. Como sabemos, no hay almuerzo gratis, por lo que esta se mantuvo dentro de las bandas del Banco Central gracias a la subvención a los hidrocarburos, la estabilidad del tipo de cambio y las medidas de apoyo del Gobierno a la producción de alimentos.
El balance fiscal registró un déficit de 7,2% del PIB, criticado por todos, pero nadie reconoce su disminución en 5,5 puntos respecto al déficit de 2020 (12,7% del PIB) y 2,1 menor al déficit de 2021. Esta es una hazaña del Gobierno porque ha controlado el gasto y ha incrementado los ingresos públicos, siendo esto último lo de mayor expansión gracias a una economía en recuperación y creciente. Además, resaltar que el balance corriente cerró 2022 en equilibrio con -0,3% del PIB, por lo cual el déficit fiscal una vez más se explica por la inversión pública, dinamizadora de la demanda interna.
La balanza comercial registró un saldo superavitario de $us 603 millones, un elemento positivo porque las exportaciones superaron las importaciones que se incrementaron a raíz del mayor costo de los combustibles y mayor importación de bienes de capital, esto último para fortalecer el aparato productivo. Otro elemento importante es el desempleo, el cual fue de 4,3% en 2022, menor al de 2021 y el más bajo de la región.
Claramente, pese a un contexto externo adverso y con alta incertidumbre, los síntomas de nuestra economía son positivos: crecimiento económico positivo, baja inflación, menor déficit público, mayor inversión, balance comercial positivo, menor desempleo, y más aún si consideramos que pasamos por una enfermedad en 2020 causada por el COVID-19 y unas políticas públicas desacertadas. Entonces, podemos afirmar que nuestra economía se recupera favorablemente y que gracias a la restauración de sus defensas está superando ese mal episodio y un contexto externo complicado. Por ello el análisis de Chávez sobre la economía es semejante al autodiagnóstico de un hipocondríaco.
Deysi Mamani Tola es economista.