Moody’s: ¿Qué está detrás de la reducción de rating?
La calificación de Moody´s para Bolivia no es sorpresiva, es parte de una estrategia
Jaime Jordán Costantini
Recientemente Moody´s redujo su calificación del riesgo soberano de Bolivia desde un rating “en revisión” a “negativo”; su argumentación apunta a riesgos de conflictos económicos y políticos en el país. La reacción del Gobierno no se dejó esperar: el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, expresó —el 04/06/2023— que es sintomático que esta baja de calificación emerja después de que Bolivia firmara importantes contratos con empresas chinas y rusas, y el marcado interés estadounidense por el litio.
El negocio de calificación de riesgos es un mercado oligopólico dominado por tres grandes estadounidenses (Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch Ratings) que controlan el 95% del mercado del rating. El daño que eventualmente produce una reducción de rating es que dificulta encontrar créditos en donde EEUU ejerce poder e influencia.
EEUU exportó el sistema de ratings a escala mundial; sin embargo, Europa lo recibió con desconfianza porque favorece abiertamente a las empresas estadounidenses.
Las calificadoras tienen otros negocios; por ejemplo, califican instrumentos financieros que se comercian en los mercados de capital como bonos, acciones y operaciones estructuradas, lo cual crea un conflicto de intereses para las empresas de ratings. Por un lado, contribuyen al financiamiento y, con posterioridad, emiten ratings sobre la misma empresa.
Pero este no es el único caso de conflictos de intereses; por ejemplo, cuando la economía mundial está en auge hay una tendencia a otorgar ratings más favorables y —al mismo tiempo— los honorarios de las calificadoras son más altos. El negocio oligopólico de las calificadoras es altamente lucrativo desde 1970. El margen de utilidad sobre costos de Moody´s en 2017 fue de 49%.
Este panorama creó episodios de gran escala que dañaron la economía mundial. Recordemos que cuatro días antes de la quiebra de Enron, Moody´s le mantenía ratings positivos. Esta caída representó el escándalo más grande en la historia corporativa de EEUU. Pero no fue la única, le siguieron otras grandes quiebras como WorldCom y el caso más icónico de Lehman&Brothers, que tenía un rating de Standar&Poors altísimo, nada menos que “A”. La quiebra de este importante banco precipitó la gran crisis financiera mundial de 2008.
Este contexto sumergió en el desprestigio al oligopolio de las calificadoras estadounidenses. Una declaración de los dirigentes de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y del presidente de la Comisión Europea criticó el papel de estas agencias en los productos estructurados y sus conflictos de intereses. A partir de 2013, Europa impuso una nueva legislación para evitar que un mal uso de los ratings llevara a una nueva crisis financiera. Japón y otros países siguieron caminos similares.
El sesgo político de las clasificadoras fue extensamente examinado por el mundo académico. Investigadores estadounidenses (BartaJohnstonCPSFinal.pdf) estudiaron 23 países, entre 1995 y 2014, que recibieron ratings de las tres grandes calificadoras. Los resultados se resumen en lo siguiente: primero, los gobiernos de izquierda tienen mayor probabilidad de recibir ratings negativos que similares de derecha, en parecidas condiciones.
Segundo, este rating se produce justo antes o al inicio de un mandato de izquierda; es decir, antes de que el nuevo gobierno tome medidas tiene ya la presión de un rating negativo, que funciona como una inducción para adoptar políticas ortodoxas en contrasentido con su programa de Gobierno, creando tensiones políticas. El tercer resultado y el más paradójico es que los inversionistas institucionales no seguían las recomendaciones de las calificadoras.
La calificación de Moody´s para Bolivia no es sorpresiva, es parte de una estrategia para afectar, dañar, presionar a un país que no sigue políticas ortodoxas que favorezcan a la industria financiera internacional. La respuesta a estos actos de presión económica contra Bolivia es integrarse financiera y comercialmente a otros bloques económicos como Mercosur, Eurasia y los BRICS. Los acuerdos suscritos con empresas chinas y rusas para la explotación del litio es un paso en esa dirección. A futuro vendrán otros.
(*) Jaime Jordán Costantini es doctor en Economía y docente universitario