Voces

Friday 3 May 2024 | Actualizado a 07:14 AM

Los zombis de la tierra prometida

/ 19 de agosto de 2023 / 03:16

No hay luz en sus ojos, duermen de pie, deambulan por las calles sin saber hacia dónde se dirigen, son las víctimas de una nueva peste que arrasa al país de la libertad y la democracia. Según el presidente de Colombia, Gustavo Petro, el fentanilo, llamado también apache, ha desplazado a la cocaína. Si el polvo de la muerte se llevaba cada año las vidas de 3.000 personas, apache se lleva las almas de más de 100.000 cada año.

Según Noam Chomsky, intelectual norteamericano, la mayoría de los estadounidenses creen en los zombis y en Santa Claus, sin embargo, les cuesta creer en el cambio climático que ha enloquecido los termómetros de los cinco mares y la tierra.

Una vez que el fentanilo entra en el torrente sanguíneo y de allí al cerebro, controla el dolor y las emociones, todo cambia rápidamente: genera primero una sensación de euforia, bienestar, optimismo; posteriormente, surgen sentimientos de apatía, molestia, desazón, tristeza, pena difícil de soportar, alteración de la capacidad de juicio, somnolencia y estados de coma.

Según Chomsky, la población estadounidense vive en una constante sensación de miedo, por lo que “la gente urde tramas en las cosas horribles que suceden, tal vez por escape o por alivio». Quizá por eso desde hace unos años, los zombis acometieron masivamente en todos los formatos y géneros visuales, llegando incluso a hacerse tangibles en calles y avenidas de las ciudades de Estados Unidos.

“A diferencia de la marihuana y la cocaína, el fentanilo no fue creado para vivir la vida intensamente, sino para morir”, señaló Petro.

Es altamente adictivo, tiene la capacidad de ser letal en cuestión de segundos, una ínfima dosis es capaz de enviar rápidamente a las almas al paraíso, y de allí al purgatorio.

Mientras el poderoso país del norte financia una guerra a miles de kilómetros de la Casa Blanca, una nueva invasión amenaza sus fronteras, no son los desheredados de todas las latitudes del planeta, sino que éstos tienen los documentos en regla, creen en la democracia, van a misa cada domingo y pagan puntualmente sus impuestos. A diferencia de quienes bregan por entrar a Estados Unidos, éstos forcejean por salir de la vida a como dé lugar.

Como salidos de una pesadilla de Jason Voorhees y Freddy Krueger (juntos), han perdido toda motivación, no tienen aspiraciones, no le temen a la muerte porque ya están sumergidos en ella. El Estado los ha olvidado en la acera de las angustias, ninguna palabra los conmueve o reflexiona.

Para ellos, Dios es un ser distraído, desatento.

Como si quedase espacio para más desventuras; según el periódico Los Ángeles Times, aproximadamente 49.500 personas se quitaron la vida el año pasado en Estados Unidos, la cifra más alta jamás registrada, de acuerdo con los datos del gobierno.

Estados Unidos cierra sus puertas con siete llaves, pero los demonios están adentro. Ya no es la marihuana, ni la cocaína ni sus promeses de conocer el cielo y regresar a la vida para contarlo.

Esta vez no hay promesas de felicidad infinita ni sueños de éxtasis, quien entra en el fentanilo sabe que no hay manera de regresar a quien fue uno, antes de conocer el infierno.

Willy Maydana Esprella es comunicador.

Comparte y opina:

América y Europa, con maratónicas elecciones

Panamá elegirá este domingo 5 de mayo un nuevo presidente, marcada por la incertidumbre y una alta complejidad política

Alfredo Jiménez Pereyra

/ 3 de mayo de 2024 / 07:10

Varios países de Latinoamérica, Estados Unidos y de Europa están inmersos en una intensa carrera electoral a efectuarse en los próximos seis meses y cuyos resultados impondrán un fuerte impacto en el quehacer político de ambos continentes.

Panamá elegirá este domingo 5 de mayo un nuevo presidente, marcada por la incertidumbre y una alta complejidad política, económica y social. José Raúl Mulino encabeza todas las encuestas, pero su candidatura corre peligro puesto que la Corte Suprema de Justicia analiza la legalidad de su candidatura.

Revise: Noboa y su reprochable irrupción a una embajada

El 19 de mayo, Republica Dominicana acudirá a las urnas en medio de un panorama muy tenso. El Partido Revolucionario Moderno, encabezado por el presidente Luis Abinader, busca la reelección con el objetivo de consolidar su liderazgo y afianzar las reformas impulsadas durante su primer mandato. Los opositores: el exmandatario Leonel Fernández, de la Fuerza del Pueblo; Miguel Vargas, del PRD; y Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana, se presentan con pocas perspectivas.

El próximo 2 de junio, la política mexicana marcará un hito histórico puesto que existe la posibilidad de que el país elija a su primera presidenta, al presentarse dos mujeres que gozan del apoyo electoral: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. La candidata del oficialista Morena, Sheinbaum, encabeza por amplio margen las encuestas contra la coalición opositora Frente Amplio por México, liderada por Gálvez. La exjefa del gobierno de Ciudad de México, Sheinbaum, quien goza del respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha prometido continuar con su agenda de transformación social y económica. En tanto, Gálvez representa una alternativa para aquellos que desean un cambio en la dirección política del país, aunque su postulación enfrenta el desafío de unificar a una oposición poco organizada.

El 28 de julio se llevará a cabo la elección presidencial en Venezuela, en una coyuntura marcada por la crisis política y económica. El presidente Nicolás Maduro se presentará a la reelección y no hay dudas que se imponga en la contienda electoral puesto que no tiene contrincantes de peso. La principal opositora, María Corina Machado, no pudo inscribirse por estar inhabilitada. Tampoco lo pudo hacer por problemas “técnicos” su sucesora Corina Yoris. Ante esto, debieron proponer un candidato in extremis, que recayó en Edmundo González Urrutia.

El 27 de octubre se llevarán a cabo las elecciones generales en Uruguay. Hay que aclarar que el próximo 30 de junio se llevarán a cabo las elecciones internas para elegir a los partidos políticos que participen en la contienda electoral.

Marcada por la guerra entre Rusia y Ucrania, además del genocidio por parte de Israel contra Palestina, los europeos celebrarán, del jueves 6 al domingo 9 de junio, comicios parlamentarios. Cada cinco años se celebran elecciones europeas para elegir a los representantes en el Parlamento Europeo, la única asamblea transnacional del mundo elegida por sufragio directo. Estos representantes defienden sus intereses y pueden dar forma y decidir sobre la nueva legislación de la Unión Europea (UE).

Finalmente, el martes 5 de noviembre se celebrarán las presidenciales en Estados Unidos. Los votantes elegirán al presidente que comande a la nación que se halla inmersa en diversos problemas de política internacional.

El presidente demócrata Joe Biden se ha presentado como un protector de la democracia y basa su campaña en sus logros bipartidistas, como un importante proyecto de ley de infraestructura, y su apoyo a las prioridades demócratas, como el derecho al aborto, al que los republicanos se oponen con firmeza. Biden se postula para la reelección siendo la persona de mayor edad en ocupar la presidencia, lo cual es un tema de preocupación entre muchos demócratas.

Por su parte, el expresidente Donald Trump vuelve a postularse a la presidencia que perdió en 2020, aunque luego negó su derrota hasta el punto de incitar a una turba de sus partidarios para que atacaran el Capitolio. A pesar de que ha disminuido un poco su influencia en el Partido Republicano —y aunque enfrenta investigaciones legales, tanto de las autoridades estatales como del Departamento de Justicia—, conserva una amplia base de seguidores.

Así, los países mencionados y Europa enfrentan sus propios retos con la finalidad de reafirmar sus democracias o de dar continuidad a los oficialismos caracterizado cada vez más por la tendencia del voto castigo a los gobiernos de turno, que no supieron cumplir con sus promesas electorales.

(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional

Temas Relacionados

Comparte y opina:

¡Qué triste espectáculo!

Lucía Sauma, periodista

/ 2 de mayo de 2024 / 06:55

Hace unos días, la BBC publicó la lista de las 100 mejores universidades del mundo, entre las que figuran tres de Latinoamérica: la Universidad de Sao Paulo (Brasil), la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires, de Argentina. Además de ocupar un lugar entre ese prestigioso centenar, en la de México se graduaron tres premios Nobel y en la de Argentina, cinco de sus egresados fueron galardonados con ese premio. ¡Qué privilegio! ¡Qué honor! Las tres son universidades públicas y gratuitas. En las tres, la exigencia es muy alta y el esfuerzo que hacen los estudiantes para aprobar las materias y concluir la carrera es también muy alto porque saben que cuanto mejor sea su rendimiento y cuanto antes finalicen, mayores serán sus oportunidades de trabajo. 

Revise: Dejarlos ser

Por esas casualidades que a veces uno no termina de entender, en el preciso instante que estaba pensando en ese ranking de universidades, el taxi en el que me transportaba pasaba por un costado de la UMSA, cuando finalizaba uno de los actos de fin de campaña por la elección de rector, la máxima autoridad de la principal universidad de Bolivia. Mientras el taxi redujo al máximo la marcha por la JJ Pérez, pensé tristemente que la San Andrés está a años luz de figurar entre las 1.000 (mil) mejores de Latinoamérica. El espectáculo que ofrecían los estudiantes era degradante. Hombres y mujeres estaban en un patético estado de ebriedad, caminaban por mitad de la calle sin poder mantenerse parados, este era el motivo de la congestión vehicular que ocasionaban a las 10 de la noche. Las aceras o cualquier lugar, y a vista de todos, se convirtieron en baños públicos. La música que se reproducía desde un escenario armado en el atrio universitario invitaba a beber y continuar con la decadencia de los miles de estudiantes que tienen fecha de ingreso pero nunca de salida, de jóvenes que no están dispuestos a leer un libro entero y recurren a los resúmenes que ofrece el internet o “encargan” la lectura, sus tareas e incluso sus tesis a los negocios que frente al Monoblock ofrecen realizar estos trabajos por un monto, generalmente negociable, con los que se obtienen los títulos universitarios.

Por supuesto que no todos los alumnos, ni todos los docentes de la UMSA, están de acuerdo con ese comportamiento, pero qué impotencia la que deben sentir ante tan bochornoso espectáculo. Ese mismo sentimiento de vergüenza e impotencia deben experimentar quienes saben de los casos de acoso, violencia, extorsión que se presentan a diario en las diferentes facultades de esa casa de estudios. Es cierto que en varias oportunidades se hicieron algunos intentos de poner en claro lo que sucede dentro de la universidad pública, pero el sistema que rige tiene un tejido demasiado siniestro y profundamente entramado. Apenas se vislumbra un resquicio de cambio que pretende corregir la desfiguración que sufre la UMSA, salen todos los “defensores” de inconscientes y profanos detractores del saber y el conocimiento que han invadido la universidad. ¡Qué lástima! ¡Qué difícil ser optimista frente a este panorama!

(*) Lucía Sauma es periodista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Engaño

Grandes empresas, públicas y privadas, hacen uso del engaño para librar de culpa a sus ejecutivos

Claudio Rossell Arce

/ 2 de mayo de 2024 / 06:52

Distorsión intencional de la verdad para inducir a alguna persona a actuar o creer de manera que beneficie a alguien, usando para tal fin técnicas como la mentira, la omisión de información, y la manipulación de hechos. Tal descripción se ajusta a lo que las ciencias sociales llaman desinformación. También funciona, aunque con matices, como descripción de la postverdad. En rigor, no es ni más ni menos que aquello que se nombra como engaño.

Existe toda clase de engaños. Desde aquellos que se presumen inofensivos y se producen por doquier bajo el nombre de mentira blanca, hasta aquellos capaces de cambiar la historia, para bien y para mal; los ejemplos abundan. Unos son estratégicos y operan a lo largo del tiempo, alimentándose de dosis homeopáticas de mentiras, que sin embargo no dejan de ser tales. También están los tácticos, que se emplean al calor del momento y buscan resolver los temas a la brevedad posible, a menudo sin medir consecuencias de mediano o largo plazo.

Consulte: Decadencia

Entre las filosofías de Oriente se considera que la vida humana transcurre detrás de un velo de engaño llamado Maya: la ilusión o la apariencia de la realidad que engaña a las personas, haciendo que perciban el mundo de manera distorsionada. Para el pensamiento marxiano, esta idea adopta la forma de una cámara oscura, ese dispositivo óptico descrito hace ya un milenio por un científico árabe, que consiste en una caja sellada excepto por un pequeño orificio, por donde penetran los rayos de luz que, al cruzarse, se invierten, proyectando la imagen de la realidad de manera invertida, tanto horizontal como verticalmente. Esta imagen representa a la ideología, entendida como falsa conciencia.

Mucho antes del siglo XIX la idea ya había sido planteada por Platón en La República, donde se dice que la existencia humana transcurre en una caverna, donde las personas solo ven de la realidad sombras de objetos que se proyectan al pasar frente a una fogata detrás de ellas. Quien se libera de la esclavitud de la caverna conoce la realidad y las cosas verdaderas, por lo que regresa para avisar al resto, pero no le creen: víctimas del engaño comprenden las cosas al revés. Han pasado más de 23 siglos desde que se escribió esta alegoría, y las cosas no han cambiado ni un ápice.

La palabra engaño proviene del verbo engañar, que a su vez tiene su origen en el latín vulgar ingannãre, derivado del término latino innocãre, que significa “hacer inofensivo” o “librar de culpa”; difícil saber si en aquellos tiempos, como hoy, la gente buscaba evadir responsabilidades a través del engaño, especialmente en comisarías, fiscalía y juzgados, y mejor si con ayuda de un abogado.

En la era de la postverdad, el engaño parece ser aún más intenso: las emociones y las creencias personales, casi siempre manipuladas, pueden dominar sobre los hechos objetivos en la formación de opiniones públicas. Eso explica no solo el ascenso de líderes con rasgos autoritarios y fascistas (sin importar el color de las banderas que agitan), sino también el éxito que parecen tener entre sus leales. Se dice que la mentira fascista es más que un simple engaño, pues los líderes que la enarbolan son víctimas a su vez de su propio engaño, y lo dan por verdadero.

Además del típicamente propagandístico e ideológico origen, probablemente, de la postverdad, existen otros engaños, como el que se produce cuando una persona busca obtener beneficio de otra. Grandes empresas, públicas y privadas, hacen uso del engaño para librar de culpa a sus ejecutivos o para mantener en la sombra manejos inescrupulosos del patrimonio ajeno, apelando incluso a muertes que parecen suicidios.

Escapar del engaño, si tal cosa es posible, pasa por reconocer su existencia y buscar la discrepancia entre lo que se sabe y lo que se cree, lo cual exige un ejercicio crítico a menudo agotador y, peor, solitario, pues consiste en poner en duda todo lo que se conoce y abandonar las certezas, que son como la roca debajo del suelo que se pisa. También sirve escuchar a quienes se han librado de la caverna y sus sombras, pero, ay, cuando se mira con desconfianza, ¿cómo se distingue quién cuenta la verdad y quién trata de engañar?

(*) Claudio Rossell Arce es profesional de la comunicación social

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Biden no está ganando

La respuesta demócrata a esta coherencia combina una confianza injustificada con un fatalismo injustificado

Ross Douthat

/ 2 de mayo de 2024 / 06:47

En febrero, hubo un intenso debate sobre si la avanzada edad de Joe Biden y su aparente debilidad en un enfrentamiento con Donald Trump significaban que debía hacerse a un lado. Escribí una columna sobre ese tema, pero las voces más notables (es decir, no conservadoras) que argumentaban que Biden debería considerar retirarse de la carrera incluyeron al experto en encuestas Nate Silver y mi colega Ezra Klein. El informe del fiscal especial Robert Hur, que indicaba problemas de memoria del presidente, también formó parte de la discusión o, si se prefieren los términos favorecidos por los aliados del presidente, parte del pánico innecesario.

Lea: ¿Izquierda feliz?

El discurso se desvaneció en el ruido de fondo. Pero aquí estamos en mayo, a solo seis meses de las elecciones, y la dinámica básica que inspiró la discusión/el pánico original todavía está con nosotros. El mini-aumento de Biden fue, bueno, en miniatura. Todavía está ligeramente por detrás en las encuestas nacionales, y todavía está detrás de Trump en los estados indecisos que ganaron el Colegio Electoral para los demócratas la última vez: Georgia, Michigan, Arizona, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. La brecha es estrecha: dependiendo de su promedio de encuestas preferido y de lo que usted haga con las cifras de las encuestas de Robert F. Kennedy Jr., Biden probablemente necesite recuperar solo unos pocos puntos para salir adelante: tal vez tres puntos, tal vez cuatro. Pero también es bastante consistente. Desde el otoño pasado, ambos candidatos oscilan dentro de un rango muy estrecho.

La respuesta demócrata a esta coherencia combina una confianza injustificada con un fatalismo injustificado. Por un lado, existe la creencia de que la ventaja de Trump es insostenible, porque tiene un límite máximo y no puede superar el 50% (pero ¿importa eso en una contienda con varios candidatos de terceros partidos bien conocidos?), y porque sus juicios aún no han surtido efecto (pero ¿y si es absuelto?). Por otro lado, existe un “¿qué podemos hacer?”, irritación con cualquiera que sugiera que Biden debería desviarse de la forma en que ha abordado la política y la política hasta la fecha.

He aquí una visión alternativa de la situación de Biden. Una lección plausible de los años de Trump es que si uno le gana sistemáticamente en las encuestas, hay que ser temperamentalmente cauteloso, centrarse en los fundamentos de su campaña y en los esfuerzos para conseguir el voto, y proyectar normalidad en cada oportunidad. Esto fue lo que hicieron bien los demócratas en 2018 y 2020, sus años de éxito anti-Trump.

Si, por otro lado, estás perdiendo contra Trump (como lo fueron sus rivales republicanos en las primarias de 2016 y 2020), no puedes confiar en que los acontecimientos o la fatiga de Trump vengan mágicamente a rescatarte. En lugar de ello, es necesario formular una estrategia que sea acorde con el desafío y estar dispuesto a romper las reglas normales de la política (como no lo hicieron los rivales republicanos de Trump ni en 2016 ni en 2020) para hacer frente a la anormalidad del propio Trump.

Significa evitar el tipo más pequeño de posible reorganización de las candidaturas, en el que Kamala Harris, el peor respaldo posible para un presidente envejecido, cede ante un candidato a la vicepresidencia que en realidad podría ser tranquilizador, incluso popular. Y significa dejar que la formulación de políticas de la administración siga funcionando con el piloto automático progresivo.

¿Un conjunto de nuevas y agresivas órdenes ejecutivas sobre inmigración, para demostrar que si los republicanos no llegan a un acuerdo, entonces Biden actuará unilateralmente para mejorar la seguridad fronteriza? Bueno, tal vez la Casa Blanca lo haga algún día.

Para ser claros, Biden puede ganar absolutamente estas elecciones. Unos pocos puntos no es un déficit imposible. Podría programar algunas triangulaciones brillantes para los últimos días de la campaña, cuando más votantes prestan atención. Podría verse impulsado por un alto el fuego en Medio Oriente y buenas noticias sobre la inflación. Trump podría ser condenado y perder, digamos, dos puntos porcentuales cruciales de apoyo en Pensilvania y Michigan. La parte izquierdista del apoyo a Robert F. Kennedy Jr. podría recaer en Biden, mientras que la parte favorable a Trump se queda con el saboteador de terceros. Los partidarios de Trump descontentos y con baja propensión a votar podrían no acudir a las urnas el día de las elecciones.

Pero es bueno tener una revisión de la realidad cada pocos meses sobre lo que realmente está sucediendo con la campaña para detener a Trump que Biden decidió que él y solo él podía presentar. Y lo que está sucediendo ahora es que Biden se acerca a la derrota.

(*) Ross Douthat es columnista de The New York Times

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Aterrizaje suave pese a todo

/ 1 de mayo de 2024 / 07:43

Es interesante hacer un seguimiento de los informes del FMI sobre las Perspectivas de la Economía Mundial (WEO por sus siglas en inglés) que emite con una periodicidad de dos veces al año (abril y octubre), con actualizaciones en enero y julio. El último informe de abril hace una revisión de los pronósticos de crecimiento al alza y una revisión a la baja de las previsiones de inflación, y reiterando su tendencia a la baja, concluyendo que la economía mundial va hacia un aterrizaje suave.

El excesivo énfasis en la inflación del FMI es en las normas o recetas en materia de política monetaria, que, aunque no es un Banco Central, trató de imitar mandando subir las tasas de interés cuando la inflación era alta, junto con reducir el gasto público para contraer el exceso de demanda que identificaba como causa principal de las presiones inflacionarias, cuando la mayoría de los análisis de los propios bancos y analistas mostraban la incidencia de los shocks de oferta y el riesgo geopolítico.

El problema de fondo es la utilidad de los informes y las proyecciones sobre la economía global. Desde que me inicié en el seguimiento del entorno mundial a principios de los años 90, no encontré un informe oficial público que alertara anticipadamente sobre el efecto Tequila y la crisis de México, en pleno triunfalismo del FMI por la liberación total de la cuenta de capitales, aunque sí algunos papers, como el de Guillermo Calvo sobre el frenazo súbito, ignorados por los altos ejecutivos del FMI. Pasó lo mismo con la crisis asiática, en Tailandia y Corea, y después con las crisis del real en Brasil, en pleno auge de la liberación global. Tuvieron que irrumpir esas crisis para que se moderara la recomendación de la apertura de capitales por parte del FMI, una institución supuestamente encargada de prevenir y enfrentar los desequilibrios externos, pero que más bien los acentuaba. El caso más patético fue con la crisis financiera mundial de 2007 y 2008, que no fue solo una crisis de las hipotecas, sino de un sistema financiero con supervisión laxa y centrada en los derivados financieros. Se dice que un economista como Nouriel Roubini previno la crisis, lo que es preocupante, ya que las tres instituciones internacionales más grandes (FMI, BM, OECD) solo se limitaban a repetir los mismos datos y mantras, y ni siquiera tocan madera para prevenir las crisis.

Ahora, mientras los informes de la troika tenían consenso del aterrizaje suave, un solo dato como la tasa de crecimiento del PIB de los EEUU cambió el entorno optimista a uno pesimista donde se duda del aterrizaje suave. Así, el crecimiento del 1,6% anualizado en el primer trimestre de 2024, frente al 3,4% del trimestre anterior fue por debajo de las previsiones triunfalistas del 2,5%, afectó a los mercados y analistas. Fue el crecimiento más bajo desde las contracciones de la economía en el primer semestre de 2022, que mostraron una recesión técnica no aceptada oficialmente, puesto que hasta ahora se espera el pronunciamiento oficial del NBER, institución oficial sobre el tema de recesiones.

La cereza que cuestionó el aterrizaje suave del dato a marzo de 2024 del Índice de Precios de los Gastos de Consumo Personal (PCE Price index), que muestra un aumento de su tasa anualizada de 2,5% en febrero a un 2,7% en marzo, y que, si se excluyen combustibles y alimentos, lo que se denomina la tasa subyacente, se mantiene en un 2,8%. Es decir, la inflación no está queriendo aterrizar al 2% que espera la Fed, sino se mantiene terca, cercana al 3%, mostrando que los datos no siguen a las autoridades monetarias ni al FMI, por supuesto.

Lo que más me preocupa es que en medio de los informes sobre el aterrizaje suave, el 8 de abril, sea el CEO de JP Morgan Chase, el banco más grande de los EEUU, Jamie Dimon, quien alerte a sus accionistas, según recoge The New York Times, de que la inflación y las tasas serán más firmes de lo que esperan los mercados y se mostró más escéptico sobre las probabilidades de un aterrizaje suave. Advirtió que las preocupaciones geopolíticas deberían estar por encima de cualquier preocupación económica.

Pareciera que Dimon estaba mejor informado que el FMI sobre los datos de inflación subyacente y del PIB.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias