Filipo
El septenio banzerista lo pasó en la clandestinidad, autocríticamente concluyó que las cosas se hicieron mal
José Pimentel Castillo
El 27 de agosto se inauguró en Catavi un monumento a Filemón Escobar; más allá de la celebración, está la historia.
Filipo llegó a Uncia en 1952 en busca de su familia; la necesidad le llevó a trabajar en la mina; su impresión era de asombro —estos mineros quieren producir más que la Patiño y trabajan casi gratis. A los dos años fue elegido secretario de Cultura del Sindicato de Siglo XX, como secretario general Irineo Pimentel y control obrero, Federico Escobar.
El golpe, preparado por el MNR, derivó en revolución. El torbellino revolucionario dejó las cosas volcadas: el ejército acuartelado, las minas en manos de los trabajadores, la tierra repartida por los sindicatos, la defensa del gobierno por milicias, crisis económica; la dirección la disputaban la COB y el MNR.
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Poner orden: el camino, la institucionalización de la revolución vía democracia representativa. El parlamento se tiñó de rostros cobrizos encorbatados, el gabinete de Siles Zuazo era señorial. Las medidas no se dejaban esperar: reorganización del ejército, código del petróleo Davenport, plan de estabilización monetaria Eder-Siles
Surgió la resistencia de los sindicatos de Siglo XX y Catavi, que habían cuidado los costos de producción, sobreviviendo con la pulpería; señalaban los problemas de la minería: la succión de los dólares baratos por los importadores y la necesidad de la fundición de estaño.
La comunidad de abril se hizo trizas: el MNR se dividió, el PCB volcó sus cuadros a las minas y captaron a Federico Escobar, César Lora retornó de Pulacayo e Isaac Camacho ingresó a trabajar. Enfrentaron juntos la lucha contra Siles; en Huanuni —enero 1959 —, los de Siglo XX-Catavi hicieron respetar los resultados de las elecciones sindicales, que ganó el sector de izquierda, hubo 11 muertos, entre ellos, tres “poristas”.
El gobierno de Paz-Lechín (1960-1964) fue proclamado por el sector de izquierda, para retomar las banderas de abril; contra lo esperado, siguió con la racionalización del Plan Triangular: para que los mineros lo aprobaran, se recurrió al destierro de la dirigencia de Siglo XX a Puerto Villarroel, entre ellos estaba Filipo. Los mineros rompieron con Paz, aprobando la tesis de Colquiri (1963), que sostenía que todo era mejor a Paz. La respuesta fue la detención de Pimentel y Escobar, los mineros respondieron, tomando rehenes a cuatro norteamericanos.
En 1964 Paz fue reelecto, la resistencia era generalizada, la represión en Oruro provocó dos muertos, el entierro con la presencia de mineros fue reprimido, los mineros de Siglo XX marcharon a Oruro y fueron detenidos en Sorasora, a la cabeza iban los “poristas”. El 4 de noviembre, el vicepresidente Barrientos dio un golpe, para hacer lo que Paz no hizo: rebajar los salarios, proscribir los sindicatos, ocupar las minas; la represión vino con presos, exilados, asilados, los “poristas” pasaron a la clandestinidad. El intento fue trágico, fue asesinado César Lora (1965), al año siguiente murió Federico Escobar.
En enero de 1967 Filipo fue desterrado a Puerto Rico; allí llegó la noticia de la Masacre de San Juan y la desaparición de Isaac Camacho; fue encarcelado junto a la dirigencia de la Federación de Mineros; con una huelga de hambre lograron la libertad en diciembre de 1968, en abril del año siguiente murió Barrientos.
Con Ovando se reorganizaron los sindicatos. La Federación de Mineros efectuó su XIV Congreso (1970) y aprobó la Tesis Socialista, en cuya redacción participó Filipo y fue electo dirigente de la FSTMB. El avance fue cortado por el golpe de Banzer —1971—, que lo sorprendió en Chile.
El septenio banzerista lo pasó en la clandestinidad, autocríticamente concluyó que las cosas se hicieron mal, planteó a la COB como órgano de poder, y emprendió nuevas relaciones, creó Vanguardia Obrera. Acompañó al líder campesino Genaro Flores como candidato a vicepresidente. Fue de la dirigencia de la COB que enfrentó a los militares que se aferraban al poder. Fue exiliado a España en 1981. La democracia se asentó en 1982, Filipo apoyó a que la UDP fuera gobierno; el gobierno de Siles, acorralado por el Parlamento y la deuda externa, acortó su mandato; Filipo volvió a las bases en 1984, siendo elegido secretario general del Sindicato de Catavi. En 1985 vino el DS 21060, Catavi propuso la tesis de que había que aguantar a toda costa la relocalización y Filipo volvió a la FSTMB. Le tocó dirigir la Marcha por la Vida que fue cercada y desmovilizada el 29 de agosto de 1986; la derrota llevó al desconocimiento de la dirigencia y la dispersión de los mineros. Filipo se alejó de los mineros para trabajar con campesinos e indígenas.
Vivir la gloria, sufrir decepciones, aferrarse a la esperanza, caer y levantarse, enfrentar la última batalla, aceptar la derrota y esperar el Pachacuti. Es la historia del mismo movimiento minero.
(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero