Diálogos de papel

Es interesante ver cómo los columnistas o colaboradores de un diario van trazando sendas con sus textos. Sin estar en un diálogo cara a cara, van entrelazando sus ideas en las páginas de opinión de esta casa periodística que tiene el orgullo de contar con un abanico de firmas muy valioso y plural para el debate sobre asuntos que están delineando la actualidad de un presente laberíntico.
En estos últimos días, quienes visitan con regularidad nuestras páginas de opinión tuvieron la oportunidad de encontrar por lo menos tres lecturas sobre una problemática que resultó ser uno de los núcleos de la reflexión política boliviana en estos “tiempos del cólera” o de la polarización tanto dentro como fuera del Movimiento Al Socialismo: las clases medias.
El antropólogo Sergio Velasco, en su texto Bautizo de las nuevas clases medias, parte del escenario social modificado que ya se había instalado en el 2019. El ascenso de sectores populares a la franja de las clases medias bolivianas había despertado una molestia (muy parecida a la bronca, francamente) que no era solamente un comentario expresado entre las cuatro paredes de la cocina sobre este “mal necesario”. En este proceso de movilidad social se exige de los recién llegados “moderación” y algo más. Se aplica una suerte de bautizo de los cholos o de los cunumis en el que estos “igualados” tienen que expulsar “toda culpa signada en la evidencia de su origen”. Se espera del pajarito nuevo que agarre, como un caporal, a chicotazos a su indio ancestral. Delante de todos, en la reunión de amigos, en el sauna de su nuevo club, en los puntos de bloqueos pititas, en la puerta del colegio de sus hijos… Sin embargo, este ritual de iniciación indicó falsamente, según Velasco, que los sectores populares eran conservadores. Lo que había es simplemente una autoflagelación, una “expropiación de su propia palabra”. Mucho sacrificio ofrecido en esta prueba de amor, “prueba de lealtad”, para recibir un premio más bien escuálido de parte del nuevo vecindario más blanco (o menos indio) en el que se pretende vivir: “te reconozco, más nunca como igual”, es el veredicto.
Al planteamiento anterior, Carlos Moldiz añade, en su columna Pensamiento político pitita, un factor que conecta: la crítica a los movimientos populares que hacen desde los balcones de las clases medias y de las élites: “en Bolivia deberían mandar los que saben”. O sea, la aspiración a la instalación del “gobierno de los universitarios”. Para Moldiz, estas oposiciones actuales no critican tanto los errores de las administraciones masistas de Morales o Arce como el origen plebeyo de sus autoridades. En este país, se sabe, la educación es un privilegio de pocos y se propone de los balcones de las “casas bien” que gobiernen los que pueden pagarla, denuncia. Carlos le añade así a la grieta de clase, la grieta económica. No es poco. Termina su columna acusando a las “tertulias arguedianas” de explicar los logros masistas solo en función del “factor suerte” y, paralelamente, de no ocultar su prejuicio en torno a la “blancura del saber”, “negando a todos aquellos que no salieron de sus maltrechos colegios”. Moldiz les pide no ser correctos, sí ser honestos; protesta contra los demócratas que dispararon contra un pueblo desarmado. Así, sin anestesia. Ojo, falta Édgar Arandia…
El intelectual nos lanza un anzuelo eficaz con el título de su columna dominical: Pititización. Sin embargo, no crean que es un ataque a quienes bloquearon con pititas o con palos a fines de 2019. Más bien recurre a Borges para recordar que los que se ocupan demasiado de sus adversarios terminan pareciéndose a ellos. Para Édgar, “pititizarse” también es transformarse en oposición cuando no te dan una pega, cuando no puedes meter a tus familiares en alguna estructura de poder y no necesariamente por diferencias ideológicas o de clase. Expresa, a través de una conversación con su compadre, el dolor de las clases populares que hoy ven resquebrajarse la estructura popular levantada por mujeres de pollera, mineros, campesinos o comerciantes. El enojo contra líderes que parecen dejarlos huérfanos. ¿Nuevo laberinto de la soledad? ¿U otros 100 años de soledad?
Así, Bautizo de las nuevas clases medias, Pensamiento político pitita y Pititización permitieron trenzar una de las pichicas centrales de nuestras tensiones de sociedad boliviana en el atardecer de este 2023. Mechones de ideas que nos invitan a más visiones, a más hipótesis y, ojalá, a más horizontes para un país enclaustrado en su racismo y su desigualdad.
Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.