El tiempo nos gana la carrera
Sin embargo, hoy los jóvenes nos inspiran con su compromiso por las causas ambientales
Natalia Calderón
Estamos en 2024, a tan solo seis años de 2030, un año en el que hemos fijado enormes ambiciones para nuestro clima y nuestro planeta. El nuevo año empieza con la esperanza de que tanto a nivel individual como colectivo hagamos lo suficiente para lograr esas ambiciones.
Cada gramo de carbono que evitemos emitir, cada fracción de grado que evitemos para el calentamiento, cada especie que logremos salvar, cada incendio que logremos prevenir, cada día que actuamos antes, importa. Necesitamos que las declaraciones y compromisos nacionales y globales se traduzcan en acciones reales a gran escala, pero también necesitamos acciones locales e individuales de todos los tamaños.
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El tiempo corre, y todo lo que ha sucedido en 2023 nos indica que el progreso aún es demasiado lento para la acción climática y la protección de la biodiversidad. Mientras tanto, los problemas ambientales parecen agravarse año tras año y las oportunidades para hacer cambios se nos escapan de las manos.
Cambio climático. El 2023 ha sido el más cálido registrado en los últimos 174 años. Y 2024 puede ser peor. Todo indica que los niveles de emisión de gases de efecto invernadero (GEI), debido al uso de combustibles fósiles, seguirán aumentando. Aún requerimos la voluntad política de los líderes mundiales de comprometerse con acciones ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la movilización de recursos financieros para apoyar la acción climática en los países en desarrollo y la capacidad de superar la oposición de los intereses económicos detrás del uso de combustibles fósiles. La conclusión de la COP28 en Dubái fue un ejercicio reciente de aceptación de un resultado menos que perfecto para celebrar el progreso real y preservar el impulso.
Deforestación. En Bolivia seguimos viendo cifras de incremento de deforestación (aproximadamente. 428.908 hectáreas en 2022), que nos posiciona entre los países con mayor deforestación a nivel regional y mundial, mientras que el ámbito internacional existe un consenso de que es necesario tomar las medidas necesarias para frenar la deforestación e inclusive ponerle fin hasta 2030. El desafío de disminuir la deforestación y aumentar la producción requiere un esfuerzo articulado entre diferentes sectores, agendas, intereses y actores, y sobre todo voluntad política para fijar una agenda de sostenibilidad y el fortalecimiento de instrumentos comando y control de la ilegalidad y el tráfico de tierras.
Aunque los problemas ambientales son muchos y la mayoría están relacionados entre sí, hay algunos que, por su gravedad, merecen más atención que otros. Los incendios forestales, la escasez de agua, las sequías extremas, los avasallamientos y el tráfico de tierra, la minería ilegal, el comercio ilegal de fauna silvestre, el narcotráfico, la deforestación y el cambio climático, están poniendo riesgo la viabilidad y permanencia de nuestras áreas protegidas y otros espacios claves para la funcionalidad ambiental y resiliencia climática, y el bienestar de la población boliviana.
El tiempo nos está ganando la carrera. Sin embargo, hoy los jóvenes nos inspiran con su compromiso por las causas ambientales, si bien no son los causantes de los desafíos ambientales que el mundo enfrenta ahora, pero están ansiosos por involucrarse más en resolverlos, y ahora más que nunca juegan un rol fundamental en las urnas y en el progreso y el impulso que nuestro país y nuestro planeta necesitan en estos momentos críticos.
(*) Natalia Calderón es directora ejecutiva de la FAN