Y llegó el shock externo adverso
El problema son las fluctuaciones de los precios básicos, su alta volatilidad, con subas y bajas de sus cotizaciones
Gabriel Loza
Y llegó el adverso shock externo que anunciaba desde agosto del año pasado mientras se vivía el jolgorio del récord del superávit de la balanza comercial de más de $us 2.000 millones, puesto que, según el INE, con datos a noviembre de 2023, el déficit comercial es de 400 millones y probablemente sobrepase los $us 500 millones para todo el presente año, más del 1% del PIB.
¿Qué es un shock externo adverso? Es un evento exógeno a la economía de un país con efectos desfavorables y pueden ser choques comerciales y financieros. El shock de comercio se da con una contracción de la demanda externa y/o por una caída de los términos de intercambio debido al descenso de los precios de exportación. Los choques financieros se expresan en alzas súbitas de las tasas de interés y por salidas netas de flujos de capital.
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Analizaremos ahora solo el choque comercial. El volumen del comercio mundial es un indicador de la demanda externa, que según el FMI, de un crecimiento del 5,2% en 2022 se precipitó a un 0,4% en 2023, prácticamente a un estancamiento. Por su parte, las exportaciones bolivianas, con datos a noviembre de 2023 cuya tendencia no cambiaría con diciembre, nos muestran una caída en el valor total de más del 20% con relación al mismo periodo en 2022. Este desplome es el cuarto en importancia en el presente siglo, después de la crisis de los commodities en 2015 (31,5%), la crisis financiera y del comercio en 2009 (22,3%) y la crisis del COVID-19 (20,6%).
La contracción de la demanda mundial se refleja en el deterioro de los precios de los productos básicos que exporta Bolivia, que a su vez tiene impacto en el déficit comercial. El Índice de Precios de los Commodities, que calcula el Banco Mundial, muestra que con relación a 2022 la caída en 2023 fue del 24,2%, que es la tercera caída en magnitud de las cotizaciones de materias primas en el presente siglo, después de la gran contracción del comercio en 2009 (33,4%), la crisis en 2015 (36,7%) y la crisis del COVID-19 (20,1%). Esta fuerte caída en los términos de intercambio no fue alertada ni es analizada por los organismos internacionales como la CEPAL.
El problema son las fluctuaciones de los precios básicos, su alta volatilidad, con subas y bajas de sus cotizaciones con relación al precio de las manufacturas. Sin embargo, dependerá del commoditie en cuestión, para verificar si se cumple la famosa ley de Prebisch del deterioro de los términos de intercambio, que curiosamente dio origen a la CEPAL que ahora anda en otros temas más importantes.
En todo caso, una característica del shock externo es si éste se manifiesta en todos los sectores de exportación o solo en algunos productos. Según el Banco Mundial, en el caso de los combustibles, ya que somos importadores netos y nos afecta por el lado de las exportaciones y las importaciones, la caída fue del 29,9%. En cambio, los precios de los productos agropecuarios tuvieron una caída del 7,2% mientras que en el índice de precios de minerales y metales el descenso fue del 9,6%. Por el contrario, los precios del oro y la plata, considerados metales preciosos, siguen al alza y crecieron en 7,7%. El precio del oro volvió a romper la barrera psicológica de los $us 2.000 la onza troy fina.
El shock externo se manifestó lamentablemente en todos los sectores de exportación del país y en la mayoría de los principales productos de exportación. En el sector hidrocarburos, las exportaciones de gas, nuestro segundo producto exportador, descendió en 31,6%
Las exportaciones del sector agropecuario cayeron en 26% y, por ejemplo, la castaña disminuyó sus ventas externas en 45%. Cayeron también las exportaciones de los principales alimentos como soya y derivados (19,5%) y derivados de girasol (7,4%).
Las exportaciones de minerales bajaron en 11,3%, con el zinc, nuestro cuarto producto de exportación, con un descenso del 23,1%. En los metálicos, tenemos la caída del emblemático oro, primer producto de exportación que pese a la subida del precio el valor de exportación descendió un 14,1%, habrá que exigir una explicación a los cooperativistas. También le acompañaron en la rodada el estaño metálico (24,6%) y hasta la plata metálica (5,3%).
Lo que está claro es que los astros no se alinearon en 2023, que hubo una caída casi simultánea en los principales productos de exportación y que parece que no todo se debe a la mala suerte sino también a malas políticas (tarea para la casa), porque pese a buenos precios cayeron las exportaciones de los preciosos metales.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista