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Monday 29 Apr 2024 | Actualizado a 16:27 PM

¿Qué ocurrirá en Haití?

La historia registra a Jean Bertrand Aristide como el único presidente haitiano democráticamente elegido desde 1804

Javier Bustillos Zamorano

/ 1 de abril de 2024 / 06:57

Lo que desde hace varias décadas ocurre: un grupo de países, con Estados Unidos a la cabeza, invadirá de nuevo el país con tropas para someter a los insurrectos, conformarán un gobierno transitorio y… pondrán a un nuevo gerente que cuide sus intereses. Con el tiempo, este nuevo gerente será repudiado porque los haitianos ya no quieren más intervenciones extranjeras, habrá nuevas revueltas, otras intervenciones, y así.

Siguen haciendo creer al mundo que los haitianos no pueden gobernarse solos. Francia y Estados Unidos, los mayores saqueadores de este país, no les perdonan aún su atrevimiento de llevar a cabo la primera revolución exitosa de esclavos en América, en 1791, y la primera independencia, en 1804. La rebelión de esclavos que echó de su territorio a Francia y cimbró al gobierno esclavista estadounidense que, tras varios intentos de represión, se vio obligado a abolir la esclavitud en 1863. Desde esos tiempos los castigan imponiéndoles títeres que no gobiernan para ellos, sino para los invasores. Francia invadió Haití en 1697 y se quedó casi 100 años; Estados Unidos, cuatro veces: 1915-1934, 1994-1995, 2004-2017 y 2017-2019.

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Haití tuvo 65 gobernantes, la mayoría militares, que llegaron al poder no a través de elecciones, sino mediante golpes de Estado financiados desde el exterior. Por eso, según Jake Johnston, investigador del Center For Económic and Policy Research, Haití, más que un Estado fallido, es un “Estado dependiente”, un Estado separado de la gente, con un contrato social roto que no representa a la población en sí porque no controla la economía, pues un 80 % de los servicios públicos están en manos de organismos privados, la mayoría conectados con empresas extranjeras.

La historia registra a Jean Bertrand Aristide como el único presidente haitiano democráticamente elegido desde 1804. Fue dos veces presidente, en 1991 y 2001. Fue de los pocos que vio por su pueblo y el único que se atrevió a desafiar de nuevo a Francia: le reclamó la devolución de esa millonaria indemnización que le cobró a la nueva república de Haití, luego de su independencia. Y no le pidió todo, solo $us 21.000 millones para ayudar a su empobrecido país. Lo tacharon de loco y lo único que logró fue un golpe de Estado y una nueva invasión estadounidense que lo sacó del gobierno en 2004.

Ese año, Estados Unidos, Francia y Canadá ocuparon la isla con una nueva coartada: la Minustah  (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití),  “para apoyar al Gobierno de Transición a fin de garantizar un entorno seguro y estable…” ¿Le suena la frase? Se quedaron hasta 2017. Después, estos mismos países, volvieron a invadir Haití en 2017 con la Minujusth (Misión de las Naciones Unidas de Apoyo a la Justicia en Haití) “que busca transitar…” Se quedaron hasta 2019.

¿Qué buscan hoy estos países, cobijados por la ONU y ahora con la complicidad de otras naciones del Caribe? Lo mismo, incluso con las mismas palabras: “Un Consejo Presidencial de transición, integrado por representantes de los diferentes sectores del país, que…”

Pero además de todo, y ya para finalizar con el tema, Estados Unidos, Francia y Canadá tienen otras 20.000 millones de razones para no dejar que los haitianos se gobiernen solos.

En 2012, Dieuseul Anglade, exfuncionario de la agencia minera de Haití, denunció que empresas estadounidenses y canadienses descubrieron nuevas vetas de oro, plata y cobre por unos $us 20.000 millones en colinas que antes no habían sido exploradas. Según una investigación de la organización Haití Grassroots Watch, son las canadienses Eurasian Minerals y Majestor, y las estadounidenses Newmont Mining y VCS Mining que, junto a sus subsidiarias locales, ya habían comprado licencias de explotación y otros permisos, y ya realizaban perforaciones.

En 2023, estudios realizados en otra zona de Haití, conocida como el macizo norte, donde están las localidades de Morne Bossa, Faille B y Grand Bois, descubrieron otros tres grandes yacimientos de oro de unas 26. 800 toneladas, junto a otros de cobre, aluminio, lignito, plata y carbonato de calcio. También petróleo e iridio. Las mineras canadienses y estadounidenses tienen actualmente la concesión de un 15% del territorio haitiano. ¿Se entiende ahora por qué seguirá la intervención extranjera en Haití?

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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México, crónica de un complot

Desesperados, los enemigos de AMLO juntaron a tres partidos de distinta ideología e eligieron a una candidata

Javier Bustillos Zamorano

/ 29 de abril de 2024 / 12:24

1) Hay que doblegarlo. Ante el demoledor triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018, sus enemigos que no pudieron frenarlo con un nuevo fraude, se resignaron y buscaron el abrazo, como hacen los boxeadores que están a punto de irse a la lona. Halagándolo, se acercaron sumisos para ver si por las buenas conservaban algunos privilegios, pero no: los empresarios fueron obligados a pagar sus millonarias deudas al fisco, la Iglesia Católica dejó de imponer su agenda, las autoridades electorales que habían fingido imparcialidad durante 36 años fueron desenmascaradas y los dueños de medios y periodistas, acostumbrados a una relación corrupta con el gobierno, dejaron de recibir financiamientos y embutes. Rabiosos, pero con disimulo, recomenzaron su guerra, ahora subterránea. Lo atacaron con tanta saña, a través de la radio, la televisión y los periódicos, que se le comparó con Francisco I. Madero, líder de la Revolución Mexicana (1910). En toda la historia de este país, solo esos dos presidentes fueron injuriados y calumniados con tanta sevicia.

Consulte: El hombre de Washington

2) Hay que sabotearlo. Como vieron que ni la pandemia lo tiró, ni la economía se fue a pique, que no hubo devaluación ni fuga de capitales, ni ninguna catástrofe que auguraron, buscaron nuevos aliados y los encontraron en los jueces y fiscales del Poder Judicial. Toda iniciativa del gobierno, cualquiera, encontró un muro de rechazo en el Poder Judicial: empresarios extranjeros que medran con recursos energéticos y que el gobierno quiere someterlos a la Justicia, fueron protegidos, lo mismo que estafadores y defraudadores del Estado; hasta una ley eléctrica que beneficiaría a la población, aprobada por el Ejecutivo y el Legislativo, fue echada para abajo. Delincuentes que ya estaban encarcelados, fueron liberados con argumentos tan insólitos como que la hora en que fueron detenidos, no era la misma que aparecía en el expediente. Así, salieron narcotraficantes, asesinos confesos, políticos corruptos, violadores y hasta los secuestradores de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En respuesta, el gobierno propuso cambios constitucionales para que los integrantes del Poder Judicial sean elegidos por voto popular.

3) Hay que destruirlo. En esas estaban cuando les llegó el tiempo de las elecciones presidenciales que serán este próximo 2 de junio. Desesperados, los enemigos de AMLO juntaron a tres partidos de distinta ideología e eligieron a una candidata, Xóchitl Gálvez, a quien apuntalaron con millonarios gastos propagandísticos y todo el apoyo de los medios. Pero como un globo que se desinfla, así se desinfló con el tiempo su candidata. A un mes de las elecciones, su adversaria Claudia Sheinbaum, del partido de AMLO, le lleva 30 puntos de ventaja. Entonces, decidieron jugar su última carta: descarrilar la elección, buscar la forma de que sea anulada; relacionar al gobierno con el narcotráfico y desatar la violencia política, con asesinatos incluidos.

Buscaron ayuda en Washington y la obtuvieron: el mismo día y casi a la misma hora, The New York Times, la agencia Deutsche Welle y un medio llamado Propública, emitieron una nota periodística, en febrero de este año, que decía que agentes estadounidenses habían comenzado una investigación sobre un presunto financiamiento del narcotráfico a las campañas del entonces candidato AMLO en 2006 y 2018. Pero como sus fuentes no eran confiables y no había pruebas, decidieron cerrarla. Fin de la nota. Pero eso bastó para que sus adversarios realizaran una intensa campaña cibernética con el hashtag “AMLOnarcopresidente”, que a la fecha lleva 300 millones de reproducciones, la mayoría de bots y robots, operados desde España, Argentina y Estados Unidos. Según la plataforma Pandemiadigital.net, en marzo se publicaron nuevamente 30 millones de mensajes relacionando a AMLO y la candidata Claudia Sheimbaum con el narcotráfico.

Simultáneamente aumentaron los asesinatos de candidatos a diferentes puestos de elección —55 hasta el momento—, la mayoría del partido de AMLO. Varios más fueron secuestrados y desaparecidos. ¿Hasta dónde llegarán los conspiradores? No se sabe. Pero cuando esos poderes se juntan con los del crimen organizado, todo se puede esperar.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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El hombre de Washington

En sus operaciones clandestinas, la CIA trata de no dejar huellas ni testigos comprometedores

Javier Bustillos Zamorano

/ 15 de abril de 2024 / 07:02

Un día de febrero de 1924, hablando de México, pero que podría aplicarse a cualquier país latinoamericano, el exsecretario estadounidense Robert Lansing dijo: «México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Debemos abandonar la idea de instalar a un ciudadano estadounidense en la presidencia mexicana, ya que eso solo nos llevaría, una vez más, a la guerra. La solución requiere más tiempo: debemos abrir las puertas de nuestras universidades a mexicanos jóvenes y ambiciosos y hacer el esfuerzo por educarlos en el estilo de vida estadounidense, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de los Estados Unidos. México necesitará administradores competentes y, con el tiempo, estos jóvenes llegarán a ocupar puestos importantes y eventualmente tomarán posesión de la presidencia misma, y sin que Estados Unidos tenga que gastar un solo centavo o disparar un solo tiro, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente de lo que nosotros mismos podríamos haber hecho”.

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La descripción de esos “jóvenes ambiciosos” encaja perfectamente en Daniel Noboa, presidente de Ecuador. No solo porque desde niño se educó en escuelas y universidades estadounidenses, sino porque nació en territorio estadounidense, Miami, hace 36 años. Millonario, hijo y nieto de millonarios y con escasa experiencia política, llegó a la presidencia tras una serie de hechos, un magnicidio incluido que, ahora se ve, no fue producto de accidentes, sino de un manual de operaciones de lo que el ejército de Estados Unidos llama “guerra no convencional”. Una estrategia en la que —para  desestabilizar y dominar a un país— ya no se usan tanques y aviones, sino el caos y el miedo a través de una guerra psicológica, con tecnología cibernética y la intervención de agencias como la CIA y la USAID.

En solo seis años, Ecuador pasó de ser el segundo país más seguro de Latinoamérica a ser el más peligroso del mundo, con “bandas de narcoterroristas”, temor en sus calles y caos en la política. Exactamente como lo planifica el manual de esta guerra. A principios de agosto de 2023, la carrera para la presidencia estaba encabezada por Luisa González, del partido del expresidente Rafael Correa, seguida por otros dos candidatos, Fernando Villavicencio en cuarto lugar y en un lejano sexto sitio, Daniel Noboa. Luego del asesinato de Villavicencio, el 9 de agosto, su cónyuge acusó por radio y televisión a Rafael Correa y a su candidata de ser los autores intelectuales y en las elecciones del 20 de agosto… Noboa brincó del sexto a un segundo lugar. Meses después, ganó en la segunda vuelta.

En sus operaciones clandestinas, la CIA trata de no dejar huellas ni testigos comprometedores. En el asesinato de Villavicencio hay elementos que aún no han sido aclarados: 1) Ya había sido víctima de agresiones y amenazas y por eso tenía guardias y un vehículo blindado. El día del crimen, a plena luz del día, sus custodios no lo rodearon, no usaron el vehículo blindado y lo subieron a una pequeña camioneta que no tenía chofer ni otro guardia que cuidara los flancos. Una vez adentro, le dispararon a la cabeza. 2) Luego de los disparos, un sicario fue herido y, en vez de trasladarlo a un hospital para curarlo y que después declarara, lo llevaron a la Fiscalía, donde murió desangrado. 3) Capturaron a otros siete implicados que, nueve días antes de la segunda vuelta de las elecciones, aparecieron muertos en la cárcel donde estaban recluidos. 4) El teléfono celular de Villavicencio sigue sin aparecer.  

La guerra no convencional estadounidense tiene varios objetivos: el control de un país y de sus recursos naturales, pero también el de una plataforma de operaciones contra otros países. El presidente Noboa solicitó la intervención de Estados Unidos y la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, ya estableció en Ecuador su cuartel regional. De ahí salió la orden de invadir la embajada mexicana y dinamitar de ese modo los intentos de integración. De ahí saldrá el golpe final. ¿Se acuerda que hace unos meses Richardson habló de la urgencia estadounidense de tener el dominio sobre el agua dulce, petróleo, gas, litio y otros recursos del área? Pues esa es la siguiente misión del hombre de Washington que, debiera saber, que así como los usan, los desechan cuando ya no les sirven.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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Haití, el precio de la libertad

La antigua Perla del Caribe está hoy en manos de un grupo de pandilleros que amenazan con desatar una guerra civil

Javier Bustillos Zamorano

/ 18 de marzo de 2024 / 07:19

Según un concepto estadounidense inventado en los años 90, luego de la caída de la Unión Soviética, Haití es un Estado fallido porque ya no tiene control de su territorio, sufre un vacío de poder, no puede satisfacer las necesidades básicas de su población y sus instituciones son frágiles. Lo que no dicen es que esto se debe, en gran medida, al saqueo que perpetraron España, luego Francia y después Estados Unidos, de toda la riqueza natural de este país que hace dos siglos era el más próspero del continente y precursor de libertades en América.

Fue el primer sitio al que las hordas españolas llegaron en 1492 y exterminaron a la población nativa de arawaks, que de ser 300.000 fueron reducidos a 200. Robaron todo el oro y mármol que pudieron y establecieron ahí su primera base militar. 150 años después llegaron los franceses que repoblaron el lugar con esclavos traídos de África para la explotación de algodón, café y azúcar. Esclavos que difícilmente llegaban a los 21 años de edad, por el agotamiento y los trabajos forzados en las plantaciones, los castigos brutales y la falta de descanso.

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Fue el tiempo, finales del siglo XVIII, en que esta isla se convirtió en el lugar más próspero del continente, tanto que desde esos días era conocida como la Perla del Caribe. Llegó a tener 600.000 habitantes, 90% esclavos y 10% colonos blancos que detentaban el 80% de la riqueza y todo el poder en el territorio. Más de 100 años duró el despojo, hasta 1791, cuando la poderosa Francia sufrió el revés más humillante que jamás imaginó: al mando de cientos de peones, el líder negro llamado Toussaint Louverture encabezó la primera revolución triunfante de esclavos en América que echó a los franceses de su territorio. 13 años después, otro dirigente, Jean Jacques Dessalines, concluyó la tarea y logró que Haití fuera el primer país de América Latina en independizarse, en 1804.

Dolida por la pérdida de su colonia más productiva, Francia exigió a la nueva república de Haití el pago de una indemnización por la pérdida de sus propiedades. ¿Cuánto? el equivalente a $us 560 millones actuales. ¿No tienen dinero? No hay problema, nosotros les prestamos. Haití tardó 70 años en pagar su deuda a los bancos franceses.

Quedó destruida económicamente y con una población empobrecida. Fue cuando entró en acción el otro imperio, el estadounidense, que invadió el país en 1915 con el pretexto de “no dejar a su suerte a un país muy pobre y demasiado inestable”. El entonces secretario de Estado norteamericano, Robert Lansing, dijo que la ocupación era una misión civilizatoria “para poner fin a la anarquía, salvajismo y la opresión”. Lo que no dijeron, y aún ahora lo esconden, es que un año antes, en 1914, enviaron a un grupo de marines que sacaron del banco nacional de Haití cajas con $us 500.000 en oro que de inmediato fueron trasladadas a las bóvedas del National City Bank que, años después, se convirtió en el actual Citigroup.

Según una investigación del The New York Times (junio de 2022), fue este banco estadounidense que ordenó la invasión de Haití y se apoderó de su administración financiera, con préstamos y otros mecanismos. Estados Unidos se quedó 19 años, asesinando y trasladando dinero haitiano a bancos de Wall Street. Se fueron en 1934, pero siguieron expoliando financieramente otros 13 años más, con la complicidad de dictadores como Francois y Jean Claude Duvalier. ¿Se explica ahora por qué Haití es el país más pobre de Latinoamérica?

La antigua Perla del Caribe está hoy en manos de un grupo de pandilleros que amenazan con desatar una guerra civil y un genocidio. Tienen tomado casi todo el país, atacaron el aeropuerto, liberaron a más de 3.500 delincuentes y obligaron a la población a refugiarse en escuelas y oficinas públicas, y a renunciar al exprimer ministro Ariel Henry. La prensa muestra muertos en las calles y ya hay escasez de alimentos…

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”, hizo decir Miguel de Cervantes a Don Quijote. Pero para los haitianos tuvo un precio muy alto.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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Hijos de la misma madre

¿En qué se parecen el exdictador nicaragüense Anastasio Somoza y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu?

Javier Bustillos Zamorano

/ 4 de marzo de 2024 / 09:53

¿En qué se parecen el exdictador nicaragüense Anastasio Somoza y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu?

1.- En 1838 Nicaragua se convirtió en una república soberana e independiente y 55 años después, en 1893, cayó dentro de la órbita estadounidense que buscaba apropiarse de sus recursos naturales: oro, plata, cobre, café y banano. En 1912, el ejército estadounidense ocupó el país e impuso un gobierno títere que, entre otras cosas, permitió el establecimiento de una base naval, derechos exclusivos para la construcción de un fallido canal interoceánico y el control de la United Fruit Company sobre la industria del banano. Se quedaron hasta 1933, cuando fueron echados por las tropas revolucionarias encabezadas por el general Augusto César Sandino quien, un año después, sería asesinado por órdenes del embajador estadounidense Arthur Bliss Lane.

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Quien lo mató, mediante un sicario, y reprimió sin piedad a sus seguidores, fue un aventurero, hijo de ricos, que había vivido desde chico en Estados Unidos y de regreso al país, se había convertido en cómplice de los invasores que lo premiaron nombrándolo jefe de la Guardia Nacional. Tres años después, ascendió a testaferro de los norteamericanos, mediante un golpe de Estado. Ya en el poder, Anastasio Somoza García inició una dictadura familiar que duró 43 años.

Gobernó a sangre y fuego, dio manga ancha a empresas norteamericanas y convirtió a su gobierno en una gerencia de Estados Unidos. Pero sobre todo se hizo multimillonario no solo con la explotación del oro, sino con la apropiación de los principales recursos económicos del país como el café, azúcar y el transporte, encarcelando, torturando o desapareciendo a quien se le opusiera. Se convirtió en el hombre más rico del continente.

Un día le preguntaron al entonces presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, que porqué protegía a un corrupto y sanguinario como Somoza, a lo que él contestó: “Si, puede ser que Somoza sea un hijo de puta; pero es nuestro hijo de puta” (revista Time, noviembre, 1948).

2.- A finales del siglo XIX, a un periodista austrohúngaro llamado Theodor Herzl, se le ocurrió la idea de crear un Estado judío y buscó sitios donde instalarlo. Primero pensó en Uganda, Chipre, Kenia, Mozambique, el Congo y Argentina, pero se decidió por Palestina y bautizó a su proyecto con el nombre de sionismo. En ese entonces, Palestina estaba bajo el dominio del imperio otomano, región a la que ya le habían echado el ojo Francia y Gran Bretaña que en 1916, habían firmado un tratado secreto: al término de la Primera Guerra Mundial, Francia se quedaría con Siria y Líbano y Gran Bretaña con Jordania Irak y Palestina. Pero no esperaron al cese de fuego y, en 1917, Gran Bretaña invadió Palestina.

Herzl, que ya había creado la Organización Sionista Mundial, buscó de inmediato el apoyo de banqueros ingleses y otros personajes, que, tras una serie de negociaciones, finalmente le ayudaron a convencer al gobierno británico de establecer  “un hogar nacional judío en Palestina”. Lo que los británicos no sabían es que el sionismo no sólo buscaba ese hogar judío, sino también una limpieza étnica del territorio.

Así, comenzó la colonización blanca que, como la humedad, fue avanzando tan rápido que en 1947 Gran Bretaña se lavó las manos de la masiva expulsión de palestinos, pasando la estafeta a Estados Unidos, que se había convertido en mandamás de la naciente Organización de Naciones Unidas. La ONU emitió una resolución que dividió en dos el territorio, una parte judía y otra árabe, cosa que los sionistas no respetaron y en 1948 declararon unilateralmente la creación del Estado de Israel, con la complicidad estadounidense que desde ese año, le proporciona armas, protección política y una ayuda económica que, a la fecha, suma más de $us 130.000 millones. Los palestinos que, de ser dueños de todo el territorio, acabaron amontonados en la franja de Gaza y Cisjordania. El resto es historia que ya conocemos.

Cuando medio mundo le dice al gobierno de Estados Unidos que lo de Palestina no es una guerra, sino un genocidio; que ya van más de 30.000 muertos, la mayoría mujeres y niños; que Netanyahu debe ser juzgado como un criminal, Washington contesta como sabe: Si, puede ser que Netanyahu sea un hijo de puta; pero es nuestro hijo de puta.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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La lección de AMLO

Andrés Manuel se irá a su casa en donde solo quiere vivir en paz, dijo. Que no lo busque nadie, ni para pedirle consejo, advirtió

Javier Bustillos Zamorano

/ 19 de febrero de 2024 / 10:03

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es un político carismático y del tipo popular que tiene un liderazgo basado en lealtades. El afecto que le tienen sus seguidores es proporcional al odio de sus detractores. Los que lo odian, lo odian a muerte y los que lo quieren, estarían dispuestos a todo por él.

El actual presidente de México nació en un pueblo de Tabasco rodeado de agua y pantanos, al que solo se llegaba en lancha. Desde niño conoció la pobreza, aunque nunca se dio cuenta, pues sus amigos, hijos de lancheros, pescadores, campesinos e indígenas chontales, vivían como él.

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En 1973 se fue a estudiar Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM, donde tuvo como maestros a exiliados bolivianos, chilenos y argentinos que dieron sustento a sus convicciones y fortaleza a la hora de enfrentar al régimen autoritario y antidemocrático mexicano, al que Mario Vargas Llosa calificó en los años 90 como “la dictadura perfecta”.

Fue candidato a la presidencia en tres ocasiones, 2006, 2012 y 2018. En la primera elección le hicieron un fraude, científicamente comprobado, y en la segunda perdió porque el gobierno de entonces gastó cientos de millones de pesos en la compra de votos. La tercera fue la vencida, y con un nuevo partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ganó con el 53,19% de los votos.

El lema del gobierno de AMLO es “por el bien de todos, primero los pobres”, porque después de 40 años de neoliberalismo, más de 60 millones de mexicanos habían caído en la pobreza, en un país desmantelado, corrupto y sometido a una oligarquía depredadora que evidenció los extremos: hasta hace poco, el hombre más rico del mundo era el mexicano Carlos Slim, con una fortuna de $us 100.000 millones, según Bloomberg.

A la cabeza de un movimiento transformador, López Obrador obligó a los empresarios a pagar impuestos, estableció una política de austeridad, limpió de corruptos el aparato público y encarceló a millonarios que habían estafado al Estado. Con el dinero recuperado instauró apoyos económicos a campesinos, jóvenes, discapacitados y ancianos. Con los bienes confiscados, creó el “Instituto para devolver al pueblo lo robado”, de donde salen otro tipo de ayudas. Saneó la economía mexicana sin préstamos, sin subir impuestos, sin devaluaciones y subió casi al triple el salario mínimo.

En octubre de este año dejará la presidencia con un 73% de aprobación y conservando, según Morning Consult, el segundo lugar como líder mundial más popular, después de Narendra Modi de la India. En cada lugar al que va, la gente le pide que extienda su mandato: “seis años más” le gritan y él tiene que calmarlos, también a gritos, diciéndoles que su ciclo acabará, que no hay imprescindibles, que nadie es más importante que el proyecto político; que su afán no es el poder, que no cree en la reelección y en los líderes únicos e irremplazables. Que el movimiento transformador de México debe continuar sin él.

En 2019, firmó un documento ante notario público en el que se comprometió a no buscar la reelección. «… no quiero que le pongan mi nombre a ninguna calle, a ningún parque, que no me hagan ningún monumento, que no le pongan mi nombre a ningún ejido, a ninguna colonia, a nada… tengo palabra, lo más importante en mi vida es mi honestidad; no soy un ambicioso vulgar… uno de los principales errores de los dirigentes es no saber retirarse a tiempo… Un buen dirigente tiene que ser autocrítico y tener capacidad para rectificar. No se puede caer en la autocomplacencia… cuando se acepta el error, es imprescindible ofrecer disculpas y rectificar, con humildad”, ha dicho y ha escrito en sus libros.

Andrés Manuel se irá a su casa en donde solo quiere vivir en paz, dijo. Que no lo busque nadie, ni para pedirle consejo, advirtió. Quizás ahí, por fin, tenga la calma necesaria para disfrutar esa canción de Silvio Rodríguez que tanto le gusta y que pareciera estar dedicada a esos dirigentes que han perdido el rumbo. La que se titula Ese hombre, que en su último párrafo dice: “Ese hombre que por hechos o por dichos es amado tanto/ Ese hombre que por dichos o por hechos es alabado tanto/ Se cuide de sí/ Se cuide de él solo/ Porque hay un placer perverso en creer merecerlo todo/ Se cuide de sí/ Se cuide de él solo/ Porque el mismo don que lo levantó puede ahogarlo en lodo”.

(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista

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