El fenómeno Galindo y Saavedra
El compadre Palenque y Radio Televisión Popular eran el cobijo mediático que servía de una especie de catarsis
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Sacha Llorenti
Los momentos de crisis también están acompañados por expresiones canalizadoras de la frustración popular, el hastío y la desesperación del pueblo. En los años 80 y principios de los 90, esa frustración encontró un cauce de desahogo y una mano solidaria en la Tribuna Libre del Pueblo de Carlos Palenque y Remedios Loza.
El compadre Palenque y Radio Televisión Popular eran el cobijo mediático que servía de una especie de catarsis que además de entender el sufrimiento del pueblo, ofrecía un altavoz para el grito colectivo ante la indolencia del Estado y de un modelo económico que condenaba a la gente a la miseria. Desde ese espacio, no solo interpelaban al Estado, sino que lo sustituían, convirtiendo el poder simbólico en poder político.
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La presión popular trajo consigo un proceso de transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que llevaron a la gente a confiar en el Estado. Éste aparecía en forma de bonos, rentas, escuelas, carreteras y la construcción de una institucionalidad que, en teoría, estaba diseñada para resolver los problemas individuales y colectivos.
En el presente, con gran éxito mediático y utilizando para ello, con mucha habilidad, las redes sociales, aparecieron los fenómenos de María Galindo y de Mamen Saavedra. Una, desde el occidente, y el otro, desde el oriente, demostraron representar los intereses de la ciudadanía mucho mejor que cualquiera de las instituciones estatales.
María Galindo, con una larga y reconocida trayectoria como activista feminista, militante, escritora y comunicadora, realiza intervenciones en las que el objetivo es la disrupción. Ella irrumpe, abre las puertas de las instituciones que para la ciudadanía están cerradas, interpela a funcionarios, los baja del pedestal del título académico o del cargo circunstancial, increpa al Estado y a sus funcionarios, y acompaña a las víctimas de la apatía o el maltrato. Galindo, al decir y al gritar, traduce la frustración y representa una catarsis colectiva.
Mamen Saavedra, a diferencia de Galindo, es servidor público, pero es un funcionario atípico. Su condición de concejal del municipio de Santa Cruz de la Sierra le ha servido para materializar una campaña de lucha contra la corrupción sin precedentes. También acompañado de las redes sociales, y con mucha sofisticación, ha puesto en evidencia las redes de corrupción, ineficiencia y negligencia, tanto en la alcaldía de esa ciudad como en otras instituciones. Utiliza figuras que en otros países son muy usadas para combatir a la delincuencia, como las del “agente encubierto” o “agente provocador”, registra en video o grabaciones los actos de corrupción y, luego, los difunde masivamente.
Una de las grandes diferencias entre el fenómeno Palenque y el de Galindo y Saavedra es que el primero surgió ante la ausencia de Estado. En cambio, el segundo surge ante el desinterés e inoperancia de una larga lista de instituciones que deberían llenar ese vacío, como la Defensoría del Pueblo, las instancias de lucha contra la corrupción, el Viceministerio de Defensa de los Derechos del Usuario y del Consumidor, las Defensorías de la Niñez y Adolescencia o servicios de defensa de víctimas.
Los fenómenos sociales y políticos como los de Galindo y Saavedra prestan un gran servicio a la población, contribuyen a resolver problemas concretos de las personas, develan la ineficiencia institucional y su surgimiento sirve también como una constatación del lamentable retorno del Estado indolente.
(*) Sacha Llorenti es exministro de Estado