Cuadros virales: retrato de pandemia
La artista Ejti Stih expone sus nuevas obras en la galería del Paseo Aranjuez en Cochabamba
Multitudes con barbijos o individuos aislados parecen retratar el miedo, la angustia e incertidumbre de un contexto marcado por la enfermedad. Acuciosa cronista pictórica de todo lo que sucede en Bolivia, especialmente en Santa Cruz, la artista Ejti Stih plasma nuevamente en su trabajo el contexto que hoy trastoca la vivencia humana.
“Pinto lo que pasa en la sociedad, trato de reflejar en los cuadros la realidad que se vive en el momento. Todos, en todas partes del mundo, vivimos desde hace un año la realidad del virus”, cuenta la artista plástica que llegó a Bolivia hace cuatro décadas desde Kranj, Eslovenia, y decidió quedarse atraída por Santa Cruz de la Sierra. Su obra llegó a Cochabamba, donde actualmente se exponen sus Cuadros virales. La exhibición está montada, desde hace unas semanas, en la galería del centro comercial Paseo Aranjuez (ubicado en la avenida América esquina Pantaleón Dalence de la capital valluna), uno de los nuevos epicentros culturales, comerciales y gastronómicos de la ciudad valluna.
“El nombre lo escojo un poco en broma, porque viral es algo que se hace muy popular, pero también un virus que se expande. Esto en muchos sentidos, por la pandemia, por ejemplo, hemos empezado a compartir todas nuestras actividades en las redes”, comenta.
“Todo este material, todos los videos y fotos de las personas buscando formas de sobrellevar la pandemia han generado un buen humor y mucha esperanza; mis cuadros cuestionan estas actitudes y las retratan”.
Uno de los cuadros está marcado por el uso de los barbijos en los rostros de las mujeres y los hombres. “En esta época, muchos dicen que el barbijo sirve, otros dicen que no. Unos hablan de un tipo, otros de otro. A estas incertidumbres me refiero”. En otro de ellos, rostros atentos miran fijamente a una persona que está siendo vacunada. “El cuadro Esperanza retrata a varios ojos atendiendo a una persona que es inoculada, todo el mundo alrededor la mira. Hay mucho asombro al respecto”.
Pintados con fuertes pinceladas de acrílico sobre lienzo en una paleta en que predominan los rojos y amarillos, como evocando La Comedia de Dante, donde sol e infierno se reúnen, las multitudes en muchos de los cuadros parecen cuestionar la vida. “Son tiempos salvajes. Me pareció usar esos colores intensos porque son adecuados para nuestros tiempos. Los colores reflejan lo que se vive ahora. Los colores que uso se los debo a la cultura latinoamericana”, agrega la artista.
A la manera de una crónica satírica, las pinceladas registran su contexto y entrelíneas sugieren nuevos sentidos. “Me interesa mucho estar conectada con la realidad, de esa manera también me conecto con el público. El arte, para mí, es principalmente una forma de comunicación entre lo que dice la obra y lo que rescata el público, su lectura. Se pueden usar diferentes recursos. Mi mirada es a veces irónica, a veces grotesca. Esta vez está llena de humor, el humor no debería ofender a nadie”.
Cuadros virales se exhibe por el momento en Cochabamba. “La gestora de la exposición fue Drina de Guzmán, con ella hemos organizado en distintas ocasiones encuentros artísticos en Santa Cruz y Tarija. En esta ocasión, la gente que transita el centro comercial mira los cuadros y eso está bien. Yo soy partidaria de la idea de que el arte no tiene que estar bajo siete llaves —esto es bueno para el arte y para el artista—, por eso mismo me gustaría mucho que esta exposición viaje un poco por las ciudades del país”.
La exposición está compuesta por más de 10 cuadros. “Los cuadros están a la venta, no sé realmente quiénes querrán mirar en su pared la historia del virus, pero es quizá una forma, en algún momento, de saber que lo hemos superado. Todavía no estamos fuera de esta tristeza viral, pero llegará”.
Ejti Stih (1957), hija de padres artistas —madre pintora y padre escritor—, estudió artes en Eslovenia. En 1982 decidió viajar a Bolivia. Al poco tiempo, la artista se estableció en Santa Cruz. Obtuvo la nacionalidad por su matrimonio y por el asombro que este lado del mundo le causó. “Me pareció un país tan especial, distinto y exótico que fue amor a primera vista”. Desde entonces, realizó exposiciones (ilustraciones para libros y pinturas en diferentes formatos, instalaciones y cerámica) en todo el país y participó en bienales del extranjero.
Obtuvo varios premios que reconocieron su arte, entre ellos el premio en la categoría Pintura del Salón Municiapl Pedro Domingo Murillo (La Paz) con su obra Amor a la costura en 1987 y en 1989 ganó en Dibujo con la obra La siesta, el primer premio en cerámica y pintura en la Bienal de Artes Plásticas de Santa Cruz en 1993 y el premio de la Crítica a la Mejor Exposición de Viña del Mar (Chile) en 1997.
Desde 2005, junto a los artistas Juan Bustillos y Valia Carvalho, dirige el espacio artístico Manzana 1, ubicado en un edificio colonial del centro histórico cruceño.
El uso de colores vibrantes —salvajes como acontece esta vez, pues así lo describe su autora—es uno de los principales rasgos de su obra pictórica. El otro es la lectura del entorno y lo que él evoca. Cuadros virales reúne ambos, convirtiéndose así en un intenso retrato y registro emotivo y en constante cuestionamiento de la pandemia del coronavirus.