El partido más loco, el clásico más lindo
Introducción: el Tigre llega con la moral alta tras ganar en Villa Ingenio. Tiene a dos hombres enchufados: Chura y Ortega. El primero no va a jugar de inicio. La “Academia” aterriza en el clásico con 13 partidos sin perder (con tres empates en las tres últimas jornadas).
Ha perdido “punch” arriba con la partida de Savio y Miranda. Este es un clásico que importa, es otra “final” adelantada. El presidente gualdinegro Héctor Montes convoca un almuerzo de confraternidad -vieja y linda tradición que necesitaba ser recuperada- con sus pares celestes mientras desde Europa el dueño transitorio del club Bolívar “calienta” el partido a golpe de “tuit” para sentirse presente en la ausencia. Al millonario le queda grande un equipo tan rico.
El recibimiento de la curva sur es simplemente espectacular. Alejandro Delius canta el himno nacional.
Nudo: la primera media hora es un torbellino celeste. El Tigre luce noqueado, incapaz de salir, encerrado en su jaula. La presión alta bolivarista es asfixiante. Biaggio no sabe cómo sacar a su equipo de la trampa “académica”.
Los bolivaristas dan un espectáculo de juego, por afuera con “Pato” Rodríguez, por adentro con Uzeda. Pero el que perdona, muere y a la media hora reaccionan los gualdinegros con el primer “corner” y después con la primera “contra” de la mano de Arrascaita para poner un dos a cero de película en el descanso. Lucho Cristaldo, en la “Prefe, me confiesa: es la suerte que no hemos tenido todos estos años.
Desenlace: Biaggio mete tres cambios al descanso. Villamil sustituye a un Lino de gran partido (¿es obligatorio sacar al juvenil?); Prost (desaparecido) deja su lugar a Richet Gómez para reforzar la marca; y Chura, por Arrascaita, se pone para montar contragolpes que nunca llegarán. Zago, impertérrito, no mueve ficha. El 3-0, gracias a un gol de Torres de otra liga, parecer cerrar el partido.
Parece. Bolívar -a puro coraje- empata y remonta con cuatro goles que llevan al éxtasis a su hinchada. Y lo hace metiendo centros a la cabeza de “Chico” Da Costa que extraña a Salvio; y lo hace gracias a las falencias defensivas del gualdinegro; y lo hace cuando menos fútbol tenía. El empate en el minuto 107 devuelve el “ajayu” al vapuleado cuerpo de los stronguistas.
Post-scriptum: ha sido el partido más loco de la última era. Es el clásico más lindo de Bolivia que se juega desde 1927. El debate absurdo y montado se ha terminado.
No ganó nadie, ganamos todos los que fuimos a ver este juego tan hermoso como mágico, tan incomprensible como impredecible. El campeonato está para cualquiera de los tres paceños, lo logrará el que tenga mejor cabeza. El resto que lo mire por tevé.
(18/10/2022)