Entrañas de Brasil
Bonito y Jardim guardan atractivos ecoturísticos en los que se convive con la exuberante flora y fauna.
Lo que se viene a la mente cuando se visita esta región es la novela Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, cuando el profesor Otto Lidenbrock, su sobrino Axel y el guía Hans Bjelke entran a las entrañas del planeta para ver otro mundo, a miles de metros de profundidad, donde habitan animales fantásticos.
La impresión es parecida, solo que ahora la aventura no se desarrolla en un cráter del volcán Sneffels, en Islandia, sino en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul (al sureste de Bolivia), a través de una visita al rincón Rio da Prata y a la gruta del Lago Azul, donde se puede nadar al lado de peces azul plateado y dorados, y bajar por un pasaje subterráneo para encontrarse con algo parecido a lo que vieron el profesor y sus acompañantes en la afamada novela de Verne.
En un viaje organizado por la aerolínea boliviana Amaszonas, con el apoyo del gobierno del estado brasileño de Mato Grosso do Sul, un grupo de periodistas visitó los municipios de Bonito y Jardim, donde se internó por varios sitios ecoturísticos. El objetivo, incentivar el intercambio de turistas entre Bolivia y el vecino país. Por ello, la empresa habilitó vuelos (martes, jueves y viernes) entre Santa Cruz de la Sierra y Campo Grande (capital de Mato Grosso do Sul) con un precio promocional de 236 dólares.
Dentro de una pecera
El rincón Rio da Prata se encuentra a 30 minutos de Bonito, una de las principales ciudades de Mato Grosso do Sul, alejado del bullicio y del estrés de las grandes urbes, con todo el encanto que brinda la naturaleza, con ríos cristalinos y una gran diversidad de fauna y flora.
La historia de este paraje se remonta a inicios de la década de los 90, cuando la gente empezó a llegar al municipio de Bonito para conocer las bellezas de esta región brasileña. Fue en ese tiempo cuando el dueño decidió abrir las puertas de su hacienda, en 1995. En un principio, él dirigía a las delegaciones en los paseos por el río, mientras que su esposa preparaba los alimentos.
Luego de varios años de trabajo, la apuesta está dando sus resultados, con la construcción de un refugio rural con todas las comodidades para el visitante. Del emprendimiento, pequeño en los inicios, Rio da Prata ahora cuenta con varias habitaciones de madera rodeadas por plantaciones orgánicas y ganado que sirven para el consumo interno.
Otro orgullo es la cabaña donde el cocinero Jair prepara dulce de leche. “Tiene que probar, va a sentir que es bien diferente al dulce de leche industrial”, comenta mientras remueve, con un cucharón de madera, el postre que se encuentra dentro de una olla que se calienta en una cocina de leña. Después de un almuerzo con feijoada, yuca, carne, verduras y arroz a la campesina, y el delicioso dulce de leche hecho por Jair, es el momento de visitar uno de los lugares paradisiacos de Brasil.
Antes de emprender esta aventura, Iter, el guía al frente de la delegación, explica que para nadar con los peces se debe utilizar máscara y snorkel, un salvavidas, ropa y botas de neopreno. También recomienda no usar repelentes ni protector solar, para resguardar el medio ambiente.
Luego del cambio de vestimenta, un camión lleva a los turistas hasta el medio de la selva, donde comienza una caminata de media hora, aproximadamente. Durante este recorrido, Iter explica las características de la flora, como aquellas plantas que alivian el reumatismo o el árbol que tiene centenares de años y cuya copa parece llegar al cielo amazónico.
Al arribar a un muelle de madera, los visitantes, entre brasileños y bolivianos, se encuentran con el río Ojo de Agua. Lo indispensable antes del recorrido de flotación es acostumbrar la respiración en el agua, es decir “aprender” a inhalar y exhalar por la boca, pues al colocarse el snorkel se tapa la nariz.
El guía reúne al grupo dentro de un círculo, debido a que en el fondo del río hay huevos de peces que hay que cuidar para mantener su reproducción normal. Varios necesitan unos segundos para acostumbrar la respiración y coordinar los movimientos de flotación. A otros les cuesta más. Pese a la ayuda brindada por el guía, uno de los visitantes decide quedarse en la orilla. No sabe de lo que se perdió.
Al meter la cabeza en el agua, lo primero que se observa es un par de dorados, una de las especies más observadas de la región. Es como estar con seres hechos de oro que se mueven y se acercan con la misma curiosidad de los turistas. Nuevamente viene a la mente que quizás algo parecido pudo haber visto el profesor Lidenbrock.
El agua es cristalina, donde los dorados, el azul plateado de los curimbatás y los pequeños lambardis se mueven como en vías amplias a través de la corriente del río y observan a los visitantes sin preocupación. El recorrido de dos kilómetros tiene un par de descansos, momento para expresar a los demás viajeros el asombro que causa el paseo y darse cuenta de lo bello de la naturaleza.
Hacia el centro azul
En el municipio de Jardim, el lugar de una nueva aventura, se cuenta que las viviendas se encuentran encima de un gran queso suizo, por lo accidentado del terreno. Es por eso que no hay edificios de más de cuatro pisos. Esto se debe a que se han encontrado más de 90 cavernas, de las que cuatro están habilitadas para recibir a los turistas. De éstas, la más visitada es la gruta Lago Azul.
Después de una breve caminata por una arboleda, el guía Anderson Vieira hace las recomendaciones finales, la principal: no gritar en la cueva, porque puede asustar a los animales que moran en este lugar.
Este sitio fue descubierto por un indígena terena en 1924, cuando se hablaba de que había una caverna encantada. Luego de unos años aumentó la cantidad de gente que llegaba al fondo de la gruta para nadar en la laguna. “Como en aquellos tiempos no había cámaras ni teléfonos celulares, los visitantes solían llevarse algún recuerdo, especialmente las puntas de las estalactitas”, cuenta Anderson, mientras el grupo desciende más de 100 metros por unas gradas con piso de piedra, con pasamanos de cuerda y metal.
Al caminar por el sendero en zigzag se observan las lianas que cuelgan de lo alto, con estalactitas formadas por miles de años de gotas que atravesaron tierras y piedras, en cuyo fondo se observa un hueco oscuro y un techo con conos de piedra. No está permitido sacar fotos con flash ni gritar, debido a que existe el riesgo de asustar a los animales que moran el subterráneo, como murciélagos y lechuzas. También hay arañas, grillos y escorpiones, “especies bonitinhas”, relata el guía mientras la delegación guarda sus cámaras. Al final de las gradas se llega a una especie de mirador desde donde se aprecia una laguna amplia que se caracteriza por su color azul, que contrasta con las piedras calizas claras del fondo. Lo que ocurre es que los rayos del sol alcanzan a esta parte de la caverna durante la mañana, lo que genera un prisma que se divide en varios colores y que refleja el azul intenso.
Hace unos años, científicos franceses y brasileños ingresaron al fondo de la laguna, de una profundidad aproximada de 80 metros, donde encontraron restos fósiles de un perezoso gigante (de cerca de tres metros de alto) y un tigre diente de sable, que vivieron el periodo del Pleistoceno (hace 6.000 a 10.000 años). La expedición decidió no tocar los huesos, por lo que continúan en el fondo de esta gran ciénaga llamada Lago Azul.
Datos importantes
❂ Clima
La mejor época para visitar esta región es de mayo a septiembre, cuando llueve menos. Entre marzo y abril la observación de la fauna es mucho mejor.
✈ Vuelo
El pasaje Santa Cruz de la Sierra-Campo Grande, a través de la aerolínea Amaszonas, es de 236 dólares. Los vuelos se realizan los martes, jueves y sábados. Desde septiembre, los lunes y viernes.
Documento
Para ingresar a Brasil, los bolivianos pueden hacerlo con la cédula de identidad o el pasaporte, además de llenar una tarjeta migratoria, sin necesidad de visa.
$ Cambio
Un real = 1,97 bolivianos.
El paraíso está en Mato Grosso do Sul
En un principio, estas tierras fueron ocupadas por tribus indígenas, como los guaianás, tapetim, chamacocos y nelique. En el siglo XVI, la zona fue descubierta por colonizadores españoles, quienes construyeron una gran finca, rodeada de grandes espacios naturales llenos de ríos, lagunas y cascadas con piscinas. En 1797 se construyó la Prisión de Miranda, en los terrenos de la hacienda Bonito, donde surgió su población. Gracias a su tierra fértil y sus numerosos ríos y arroyos, se trabajaba principalmente en la agricultura y la pesca.
Jardim es un municipio fundado en 1946, sus primeros habitantes eran trabajadores de la construcción de la carretera que uniría Brasil hasta la frontera con Paraguay, lo que permitió que el municipio se haya convertido en ciudad por tener una posición geográfica privilegiada. Es uno de los cuatro municipios que conforman el complejo turístico del Parque Nacional Serra da Bodoquena (junto con Guia Lopes da Laguna, Bonito y Bodoquena), con un gran potencial turístico. Ambos municipios conservan monumentos de la guerra con el Paraguay.