Memorias de Las Comadres
La celebración surgió en Roma, llegó a Asturias y tomó un nuevo color en Tarija.

Era lindo porque bailaban y se alegraban, pero lo hacían en las casas”, cuenta Eliana Gainsborg, una paceña que se casó con el tarijeño Carlos Meyer hace casi 50 años y que tenía planeado vivir en tierra chapaca un tiempo durante el gobierno de la UDP, pero que se quedó allí prácticamente durante toda su vida y se convirtió en una de las precursoras de la fiesta de Las Comadres, celebración carnavalera que surgió durante el imperio romano, se propagó a Asturias (España), se asentó con características nuevas en Tarija y se amplió por todo el país.
La nostalgia envuelve a Eliana mientras repasa fotografías de antaño en las que se la ve celebrando Las Comadres junto a sus compañeras del colectivo Ayuda y Amistad. Todas vestían faldas multicolor y blusas blancas con bordados, con flores sujetas en un costado de sus cabezas.
Si bien no se puede establecer el origen de esta festividad debido a la falta de documentos, al parecer, se originó en la Matronalia, celebración que en la antigua Roma dedicaban las mujeres casadas a Juno Lucina, diosa de la luz, señala el estudio El concejo de Siero en sus fiestas, de la investigadora española María Dolores Alonso Cabeza, quien añade que tiempo después fue incorporado “el parentesco espiritual de la madrina con su ahijado y el regalo del bollo que aquélla entrega”. Esta costumbre se convirtió en Les Comadres en Asturias (España), en específico en el municipio de Pola de Siero, donde hasta ahora se sigue sirviendo bollu preñau (pan relleno de chorizo asturiano) como parte de las carnestolendas.
Una comadre entrega una canasta llena de fruta de la temporada, flores, serpentina, banderines y globos.
La tradición cruzó el Atlántico y llegó a Tarija. En un principio se realizaba en el área rural, como parte del ciclo de la cosecha, cuando los campesinos elegían a una persona para nombrarla compadre o comadre, para lo cual regalaban animales, canastas con frutos y una torta, destaca un estudio del investigador Elías Vacaflor.
En un documento publicado por el PIEB (Programa de Investigación Estratégica en Bolivia) se indica que “las campesinas que llegaron a trabajar a las casas de la ciudad de Tarija llevaron consigo esta tradición. Por eso es que inicialmente se nombró comadres a la patronas o patrones con quienes había mayor afinidad, hecho que posteriormente fue multiplicándose a cada vez más grandes círculos sociales”.
Desde ese tiempo, la fiesta se lleva a cabo el jueves anterior al Carnaval y una semana después de Los Compadres, que si bien es popular en la población masculina, no tiene la misma fuerza que Las Comadres. Sentada en su sala en la capital tarijeña, donde ha establecido su hogar definitivo, Eliana afirma que la fiesta de Las Comadres se celebraba dentro de las viviendas, como una actividad privada. “En la casa se hacía reventar cohetillos, tomaban cerveza, luego hacían tocar a la banda, se bailaba y se comía”, que podía ser un chancho al horno o al palo, un bufet criollo o saice.
Miembros del grupo Ayuda y Amistad, que además de ser comadres, hacían obras de caridad.
Esta tradición es un contrato espiritual mediante el cual las comadres se prometen una amistad que debe perdurar por años. “Por el cariño que te tengo, te nombro mi comadre”, solía decir Eliana, mientras ponía en el cuello de la agasajada metros de serpentina y le entregaba la canasta, que debe contener quesillo, duraznos, higo, uva y pepino. “Otras personas ponen, debajo de la torta, un chanchito al horno”, dice. La unión quedaba sellada cuando las comadres entrelazaban sus meñiques y recitaban: “Cuma, cumita, todo partirse, nunca enojarse”.
En 1982 —un año antes de que Eliana llegara a Tarija— un grupo de comadres de El Molino cambió la tradición de quedarse en una casa para salir a bailar.
“Estando celebrando las fiesta de Las Comadres (…) decidieron salir al son de una pequeña orquesta criolla portando sus canastas y tortas y, con el bullicio del caso, se dirigieron a la plaza Luis de Fuentes y Vargas, donde (…) dieron algunas vueltas y retornaron a su sede”, describe el investigador tarijeño.
No obstante, este cambio quedó aislado y no continuó sino hasta cuatro años después, afirma Eliana, cuando, en 1986 las comadres del barrio San Roque hicieron su fiesta en un domicilio y volvieron a bailar en torno a la plaza principal de Tarija.
“Había comadres de San Roque, comadres de El Molino, comadres de la plaza principal; empezaron a salir de diferentes lugares y ya se hizo una fiesta linda”, rememora Eliana, quien como directora de Turismo y Cultura del municipio —cuando Óscar Zamora Medinacelli era alcalde— ayudó a fortalecer esta tradición que desde hace algunos años se ha ampliado a todo el país y ha cambiado muchos de los elementos tradicionales, adaptándose a las características de cada región. Eso sí, la alegría femenina nunca cambia.
Esta rica historia, cimentada por mujeres del valle tarijeño como Estela Esper, Mercedes Magnus, Emma Monzón o Gloria Gamarra, entre muchas otras, hizo que Las Comadres fuera declarada Patrimonio Cultural, Intangible y Oral de la República en 2006 y esté en gestiones para ser Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Fotos: Esteban Irusta y Archivo La Razón