¡SAR Caranavi al rescate!
En Nor Yungas existen historias de salvataje que se escriben en medio de una accidentada topografía.
Aquel día, Daniel López fue al rescate de las víctimas de un motorizado que se despeñó y desapareció en las aguas del río Coroico. ¿Quién iba a pensar que él se sumaría a la lista de fallecidos? Era parte de los voluntarios del Grupo SAR Caranavi que, por entonces, se estaba especializando en acciones de primera respuesta para los habituales sucesos de tránsito que cobran tantas vidas en la región yungueña.
López, de 23 años, y sus compañeros llegaron al lugar y empezaron su trabajo. No era la primera vez que participaba en este tipo de acciones. Con un chaleco salvavidas, cuerdas y echado sobre un neumático flotaba por el río buscando señales que indiquen la presencia de los cuerpos. Pero las turbulentas aguas del afluente le jugaron una mala pasada ahogándolo en el acto. Es en su homenaje que el nombre oficial de estos héroes de la carretera es Grupo SAR Bolivia Caranavi, 3ra. Cia. Daniel López Luque.
Cuando murió el rescatista, este grupo estaba en etapa de fortalecimiento en cuanto a equipamiento y capacitación; era marzo de 2007. Actualmente, el SAR Caranavi es reconocido en el ámbito nacional como uno de los mejores en el rescate de los accidentados y con técnicas que se adecúan a su singular topografía. Con su valentía y profesionalismo se ganaron el aprecio de la población y el apoyo de sus autoridades municipales.
‘La Carretera de la Muerte’
El tramo de unos 80 kilómetros del antiguo camino que llevaba a Coroico originó que en 1995 el Banco Interamericano de Desarrollo califique a éste como el camino más peligroso del mundo. Las dudosas estadísticas arrojaban —en las décadas del 80 y 90— una cifra anual de 100 muertos (otros hablan de 200 e incluso de 300 muertos) en el “ingreso a los Yungas”.
En ese contexto, en 2002 la organización no gubernamental Servicios Educativos (SERVIR) que tenía proyectos de infraestructura productiva, desarrollo económico y desarrollo humano en la región, decidió organizar un equipo de rescate con los jóvenes del albergue estudiantil de la institución.
A finales de 2003, el grupo SAR Bolivia/Compañía Nuestra Señora de La Paz, acantonada en El Alto, capacitó a 30 jóvenes de Caranavi y en 2005 se retomaron estos cursos de búsqueda y rescate, y se consolidó un grupo estable de voluntarios, vinculado al hospital y las unidades policiales de Caranavi.
“Entonces no teníamos ni vehículo, había que alquilar o prestarnos uno; sin embargo, seguimos adelante con mucho empeño”, recuerda Edwin Molina, promotor de educación de SERVIR y voluntario bombero.
En 2003 la institución SERVIR dejó de trabajar en Caranavi, pero Edwin continúa como voluntario. “En 2007 se fortaleció nuestra institución. Vinieron más personas, había más responsabilidades y se cumplía nuestro reglamento de SAR Bolivia. Ya trabajamos con un jefe operativo, un coordinador, un encargado de logística, un secretario de actas”.
Nuevas carreteras
La ruta a Coroico era de 1935 y la nueva se estrenó en 2006. Desde entonces disminuyeron significativamente los accidentes. En el caso de la carretera a Caranavi, los accidentes también mermaron desde 2017 cuando se habilitó la vía asfaltada, que además estaba ensanchada.
“Antes teníamos entre 20 y 30 intervenciones mensuales, ya sea en búsquedas, choques, despeñamientos. Ahora disminuyeron las cifras, tenemos 10 casos mensuales contando también los primeros auxilios en el centro poblado”, explica Álvaro Borhen, 2do jefe operativo del Grupo SAR Caranavi.
Estas cifras pueden resultar engañosas. “Los accidentes ahora son más fatales. Se trata de choques a gran velocidad, con despeñamientos directos al río, con personas desaparecidas. Un minibús que carga 12 pasajeros que se despeñe a esa profundidad seguro provocará 12 fallecidos”.
Algunos datos de Tránsito reportan más casos de los que tiene registrado el grupo de rescate. Se sospecha que los involucrados no reportan los accidentes, que ellos realizan irresponsablemente el rescate para no comprometerse con el pago del daño civil. Se trataría de casos donde existen autos chutos (ilegales). “Cuando vamos a un rescate nos acompañan efectivos policiales. Por eso prefieren no llamarnos”, dice Borhen.
Organizaciones apoyan con su POA
No todos están de acuerdo con las técnicas desarrolladas por SAR Caranavi, por ejemplo, la línea de vida. Álvaro Borhen cuenta que en su institución matriz, SAR Bolivia, les critican porque ellos no utilizan una segunda cuerda para sus descensos, que les podría salvar si se rompe la línea principal.
“Tenemos que descender a 200 o 300 metros, entonces se hace difícil ingresar con una cuerda más. Las cuerdas sueltan piedras que nos caen encima, además se pueden enredar en los arbustos… para compensar el tema de seguridad utilizamos equipo de primera calidad”.
En la cumbre social de 2012 para definir el POA del año siguiente, el representante del SAR Caranavi puso en la mesa de discusión una gran necesidad, la de contar con una camioneta nueva y equipada para realizar rescates. De forma unánime, las organizaciones sociales y vecinales apoyaron la compra de la camioneta y desde entonces hay recursos para los requerimientos anuales de los voluntarios, los cuales bordean los 35.000 bolivianos.
Pintada de anaranjado, haciendo juego al color de sus trajes, la vagoneta 4×4 Land Cruiser fue el primer vehículo de rescate del SAR Caranavi. Donada por una iglesia de Cochabamba en 2005, es recordada por la tozudez de seguir rodando pese a sus innumerables desperfectos.
En 2014 fue reemplazada por una vagoneta Corolla que le prestó el gobierno municipal de Alto Beni. Ese mismo año, la Alcaldía de Caranavi compró la nueva camioneta, la roja, pero no se la pudieron entregar al SAR Caranavi. La concejala Yenny Trinidad Choque explica cómo solucionaron un entuerto legal:
“Cuando en 2015 asumimos como autoridades nos encontramos con un problema. ¿Cómo dar uso al vehículo? El Estado no puede dar un bien a un particular. La solución fue que la municipalidad contrate a un voluntario del SAR como chofer de la camioneta”.
Los voluntarios del SAR Caranavi tienen el mismo cuidado con los vivos que con los muertos. Por eso estabilizan e inmovilizan al herido para evitar lesionar la columna o empeorar las fracturas. Luego lo suben a una camilla de metal que es anclada a la cintura de los rescatistas para que en el traslado no sufra ningún golpe con el suelo. Utilizan el mismo procedimiento para sacar de los barrancos los cuerpos de los fallecidos.
“No podemos sacarlos de otra forma por respeto al ser humano. Los familiares ya están sufriendo mucho para ver que además se daña el cuerpo de sus seres queridos si se los saca simplemente jalando una cuerda”, indica Álvaro Borhen.
Para la búsqueda y rescate en agua prefieren navegar encima de la cámara de una llanta. Se cargan ésta al hombro cuando deben dejar de navegar el río y continuar el patrullaje a pie, lo que no podrían hacer si usaran un bote.
Nuevos grupos de voluntarios
Todos estos gajes del oficio fueron compartidos con representantes de siete municipios del país en un taller realizado en Caranavi durante dos días. De Camiri (Santa Cruz), Punata (Cochabamba) y Villa Charcas (Chuquisaca) llegaron voluntarios con algo de experiencia y de Sucre (Chuquisaca), y de Llallagua (Potosí), Tiquipaya e Independencia (Cochabamba) arribaron entusiastas novatos. Los acompañaron comunicadores locales, quienes impulsan desde las radios la conformación de equipos locales de primera respuesta, dentro de un proyecto que implementa Solidar Suiza por encargo de la Cooperación Suiza en Bolivia.
“Vamos a replicar toda la experiencia. Vimos que con perseverancia podríamos llegar al éxito que lograron los compañeros de Caranavi”, manifestó Fernando Valdivia, comandante de la Unidad Urbana de Bomberos y Rescate Camiri, que tiene año y medio de creación.
“A mí pónganme en la lista como Comandante de los bomberos voluntarios de Independencia”, exigió Álvaro Torres, un mecánico bromista y optimista que escuchó en la radio Ayopaya el llamado a conformar un grupo de voluntarios y se vino a su primera capacitación a Caranavi.
De la instrucción a la extracción
“Mi hermano era voluntario del SAR Caranavi y se fue a Santa Cruz, y yo quería reemplazarlo. Un día me avisaron de la instrucción, fue un jueves que aprendí a hacer descenso nocturno, luego el domingo hice otro descenso y en esa semana me convocaron a mi primera extracción, la más fea. Era una camioneta de una empresa que había estado bajo el agua varios días. Se imaginarán el estado de descomposición de los cuerpos. Como éramos solo tres voluntarios, en ese mi primer rescate hice de todo”. Ese relato es de Alan Azurduy, un joven de 24 años que está por cumplir dos años como voluntario.
“Me incorporé después de ver un accidente en la madrugada. Había muchos heridos y el grupo SAR llegó a auxiliarlos. Lo que más me impactó fue su solidaridad y humanismo”, recuerda el médico Adalid Apaza Siñani, actual comandante del SAR Caranavi.
Ayuda en la carretera
Ser voluntario tiene una gran satisfacción y es el de recibir el agradecimiento de las personas a las que se salva, las de este mundo y las del otro. Álvaro Borhen cuenta el siguiente episodio:
“En una carrera de autos nos dieron la alarma de que un vehículo no había pasado un puesto de control, que se había despeñado. Como nos aseguraron que detuvieron el tránsito de los vehículos, fuimos picando con la camioneta. Al llegar a una curva un viejito nos hizo la señal de que nos arrinconemos, que venía un motorizado. Apenas tuvimos tiempo de entrar a la cuneta cuando pasó volando el auto de carreras, que luego supimos que tuvo solo un pequeño percance. Nos bajamos a agradecer al viejito que nos había salvado la vida y no lo encontramos. Fue raro, estaba lloviznando y en el camino no encontramos ni huellas de pisadas. Nada…”