Una reflexión sobre estereotipos
Imagen: Internet
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‘Argylle’ es una película de acción que evidencia las construcciones sociales que ha creado el cine sobre los cuerpos
¿Alguien hubiese podido predecir que ganar un Oscar por mejor música original compuesta para una película sería el motivo de cancelación para un artista? El caso del compositor sueco Ludwig Göransson, quien en su discurso agradeció a sus padres por comprarle instrumentos musicales y no videojuegos, desató la molestia de los mencionados gamers, quienes insinuaron que se gana más en la industria de los juegos que en el cine y que de componer un día el autor música para un videojuego, ellos sabotearían la compra de dicho juego.
¿Exagerado? Totalmente. Pero vivimos en un tiempo donde casi cualquier cosa puede convertirse en motivo de polémica. Incluso el mismo intento de ser inclusivos desata la crítica de cualquiera que tenga acceso a un teclado e Internet.
Si la Sirenita es de color, si James Bond es mujer o si la compañera de Buzzlightyear es lesbiana son temas que alimentan debates en la red por meses.
A motivo del estreno de la nueva película de los Cazafantasmas, ¿acaso alguien se acuerda de la remake/reboot que salió con un elenco de todas mujeres? En su momento fue tan blasfemada y odiada por los fans, que en el último lanzamiento del boxset de las películas, apenas se la incluyó como un código digital para descargar por si acaso alguien quería tenerla, tratando de pretender que nunca existió.
Cada vez que la máquina marketera trata de usar algún tipo de inclusión como herramienta para promover un producto, el resultado suele ser catastrófico. O si no vean todas las cancelaciones que ha realizado Disney de los que iban a ser sus estrenos de este y el siguiente año.
Quizás es por eso que cuando salió Argylle: agente secreto, casi nadie dijo nada en la promoción, de Bryce Dallas Howard como una poco probable heroína de acción. Aquí es donde admito ser uno más de los que son el problema de la actualidad: en la película, Bryce Dallas hace de una escritora de novelas de espías que ama los gatos y tiene ataques de ansiedad. De repente, se ve envuelta en una historia de espías de verdad que en un giro inesperado le revelan que ella no está inventando historias, sino que las está recordando. En la película su alter ego es Henry Cavill, el mismísimo Superman, quien de forma predecible realiza proezas de acción en coreografías absurdas y divertidas… que luego debe realizar de la misma manera la actriz. Y aquí es donde me cuestionaba. Bryce Dallas Howard es una mujer que en los últimos años ha defendido su imagen corporal como una forma diferente de encarar el estereotipo de mujer y de actriz hollywoodense. Verla en cuerpo entero realizar las escenas de balaceras, peleas y acrobacias es… por decirlo de alguna manera, extraño. Especialmente porque la película no va a la comedia cuando lo hace (ella no es Melissa McCarthy). La película la presenta como un personaje que es realmente una espía capaz de enfrentarse a un ejercito de mercenarios mano a mano.
Al principio pasé días tratando de asimilar mis propios prejuicios. ¿Yo estaba mal, la película estaba mal? Busqué en internet y por suerte alguien escribió una explicación mucho mejor de lo que yo jamás podría haberlo hecho (El poder del cuerpo de Bryce Dallas Howard en ‘Argylle’, de Belinda Luscombe para la revista Time).
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Yo estaba mal y al mismo tiempo eso estaba bien. El cuerpo de la actriz está allí para hacer lo que está haciendo, romper con esos estereotipos y prejuicios que nos ha impuesto por más de 100 años el cine. Todo el cine: comedias románticas, dramas, acción. Donde en cada personaje principal o secundario femenino tenemos una talla imposible.
Argylle busca generar un debate pero sin involucrarse en tal, de ahí que nada en la campaña publicitaria tocara el tema del peso de la actriz. La idea es que quien la vea, como yo, se sienta incómodo y luego avergonzado por mantener ideas que hoy, en 2024, ya no deberían existir.
De la misma manera que Argylle, el remake de Mean Girls no hizo ningún alegato para defender a su actriz Reneé Rapp, quien es por lejos lo mejor de esa película. Porque no había nada que defender o explicar. Estas son mujeres que representan… a las mujeres. A las de verdad, no a fantasías anoréxicas que tanto daño han hecho a la sociedad.
Admito haber sido un cretino más que tuvo un choque mental al ver a una mujer “oversize” en una mega producción de 200 millones de dólares rodeada de efectos especiales extravagantes y héroes musculosos (sí, John Cena también está en esta película)… pero puedo cambiar. Creo. Y si este tipo de decisiones se normaliza es probable que hayan menos dinosaurios como yo y más personas capaces de olvidar estereotipos que nunca debieron normalizarse tan profundamente.
Texto: Cristian Callejas
Foto: Internet