Janchicoco, patrimonio alimentario boliviano
Juan Curasi es recolector de janchicoco
La vida de la comunidad El Palmar se dinamiza en torno a esta singular palmera que forma parte del escudo nacional de Bolivia
En el departamento de Chuquisaca se encuentra el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) El Palmar. Allí crece una extraordinaria palmera conocida como janchicoco, un vocablo quechua que significa “coco molido” y que da nombre a un alimento de alto valor nutritivo que solo crece en Bolivia.
Esta palmera es como el “papá de la comunidad”, dice Israel Cervantes, recolector de janchicoco en El Palmar. “Nos da muchas cosas: el tallo, sus hojas, el fruto, la semilla”. Todo es comestible; el fruto se usa como forraje; la semilla se consume como mote (maíz desgranado), y se utiliza como ingrediente para elaborar empanadas, ajíes y hay pequeños emprendimientos que preparan galletas y alfajores.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños ingresan a El Palmar y cosechan las semillas; las van acumulando para luego partirlas y llevarlas a sus hogares para consumo familiar o para su transformación en la planta de producción de galletas y alfajores.
Probablemente desconocen que para esto la palmera hizo una travesía de millones de años, según la descripción de la científica Mónica Moraes, botánica y bióloga, directora del Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés.
El janchicoco (Parajubaea torallyi) no es una palmera común, es endémica y es ahí que cobra importancia para la ciencia y el mundo porque los ojos del planeta están concentrados en este tipo de especies de carácter único, sostiene Moraes.
Es una especie impresionante y vistosa, describe la científica. La palmera da frutos todo el año, es capaz de crecer en una altitud de 3.400 metros sobre el nivel del mar, alcanzar una altura de 28 metros y su tronco puede llegar a medir 60 centímetros de diámetro, siendo una palmera longeva porque llega a vivir más de 500 años. Así de extraordinaria es.
De acuerdo con las investigaciones moleculares de especialistas, el janchicoco proviene de un género que se desarrolló en el bosque atlántico del Brasil, lo que significa que le ha tomado millones de años llegar a la parte occidental de Sudamérica antes de que se levanten los Andes, adaptándose bien al clima y adquiriendo una extraordinaria capacidad para subsistir a heladas extremas e insolaciones.
Sin embargo, el janchicoco no pudo poblar el territorio solo, para ello tuvo aliados biológicos. Para la polinización contó con la colaboración de varias especies de abejas y escarabajos curculiónidos, que son pequeños y llevan el grano de polen de una planta a otra. Y para la dispersión contó con el rey de la zona y de toda el área de extensión donde se encuentra el janchicoco, el oso jucumari, que se alimenta de los frutos y lleva la semilla a lugares donde se pueda adaptar y germinar, agrega Moraes.
Esa actividad fue registrada por Marcial Vargas, ex jefe de protección de El Palmar, que en videos comenta cómo una madre jucumari enseña a pelar el janchicoco a sus crías para alimentarse del fruto maduro.
Por todas estas características únicas, el janchicoco forma parte del escudo de Bolivia. Así lo establece el Decreto Supremo 241 del año 2009, el cual le asigna la categoría de símbolo nacional, lo que significa que forma parte del patrimonio natural y cultural del pueblo boliviano.
LA GRÁFICA
Proteína y Omega 3
Temprano por la mañana los recolectores empiezan la caminata por el área protegida cargados de canastas o tejidos. Van por senderos accidentados, interactuando con el oso jucumari. “Juuu”, suena el gruñido del jucumari que llega por la gran caja de resonancia del área a lo que los recolectores responden con una onomatopeya parecida; “juuu”, le dicen para entretenerse mientras llegan a los grandes bolsones de la palmera.
Wálter Chura, técnico del proyecto Agrobiodiversidad de FAO Bolivia, explica que actualmente esta organización da asistencia técnica para elaborar un plan de manejo sostenible en base a dos investigaciones: la primera, para determinar la distribución espacial de la palmera y actualizar el mapa de distribución; y la segunda, orientada a cuantificar la producción del fruto del janchicoco.
A la par, se trabaja para mejorar la nutrición de las familias dentro del área protegida, lo que implica, también, mejorar las condiciones de producción, transformación y comercialización del fruto, que tiene mucho potencial nutricional. De acuerdo con resultados de laboratorio, la semilla tiene altos valores proteínicos y ácidos oleicos, como el Omega 3, sostiene Chura.
Santos Serrano, administrador del Centro de Transformación El Palmar, dice que la transformación del janchicoco en galletas y otros ha sido un anhelo de la comunidad hecho realidad gracias al apoyo de varias organizaciones. Hoy la fábrica genera empleo e ingresos principalmente para los jóvenes. “En la actualidad la fábrica produce galletas, alfajores y para adelante se sueña con producir humintas (bollos), rosquetes (masa dulce), panetones (pan dulce) y aceites; el consumo del janchicoco ayuda a mantenerse joven y sano, y eso es de mucho valor para otras comunidades”, promociona Serrano.
Con el apoyo del Gobierno Autónomo Municipal de Presto, desde 2016 las galletas de janchicoco son incluidas en la alimentación complementaria escolar de 2.000 estudiantes. “Para futuro se tienen planes para mejorar la conservación del área y realizar un aprovechamiento integral del janchicoco. Se ha tenido acercamientos con una fábrica de chocolates para sacar un producto especializado y con la universidad de Chuquisaca para aprovechar el uso en aceite y jugos”, dice el alcalde, José Luis Paredes.
Mujeres, las gastrónomas del janchicoco
Dentro del territorio el rol de las mujeres es esencial para el resguardo del patrimonio alimentario. Sabina Zurita cuenta que desde pequeña molía el janchicoco para hacer empanadas con ají rojo y cebolla picada. “Ahora enseño a mis hijos sus preparaciones. Ellos son varones y me ayudan picando cebolla, moliendo la semilla, lavando y moliendo los cocos de janchicoco. Cuando no estoy, ellos pueden preparar cualquier plato o un refresco”.
El potencial del janchicoco en la gastronomía es rico, ya que a partir de él se puede preparar nogada (un guiso con pollo) o ají de papa con janchicoco y refrescos, explica Zurita, quien cuenta que las mujeres han formado un grupo de gastronomía para rescatar sus tradiciones.
Por sus características únicas y el valor estratégico para el territorio, el janchicoco es considerado una especie priorizada para garantizar la seguridad alimentaria con soberanía en el país, en el marco del proyecto Agrobiodiversidad ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), y el financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente (GEF).
El turismo, potencial por explorar
El janchicoco ha sido extraordinario para el territorio en lo natural, alimentario y simbólico. A esto se suma el valor turístico que le da a El Palmar, donde se hacen los esfuerzos por contar con un albergue y trazar rutas turísticas. El municipio de Presto, por su parte, ha propuesto su lanzamiento como atractivo departamental a nivel nacional e internacional, informa su alcalde, José Luis Paredes.
Eleuterio Yucra, guardaparque del área, anuncia que en la actualidad se ofrecen rutas para llegar a Yana Q’ocha, que cuenta con pozas naturales de 10 metros y una cascada de 12 metros. Otro atractivo es K’ala Rumi, una formación rocosa de 60 metros que es un gran mirador natural, lugar perfecto para fotografiar, parabas, cóndores, y otras aves. Y, por supuesto, el Cañón Misión donde hay pozas naturales rodeadas por palmeras de janchicoco. En el lugar se hallan unos muros de piedra, posiblemente parte de una construcción que perteneció al expresidente Aniceto Arce y, caminando un poco más está el Cóndor Bañana, una ruta que muestra la riqueza medicinal del pino de monte, shuinto y thola, y donde se pueden observar a los cóndores bebiendo agua o tomando baños.