Guardiola, de Cataluña a Múnich
Todo lo que haga de aquí en adelante será medido en función de lo que hizo en el Barça
El que fuera profesor de La Masía, cantera del Barcelona, y entrenador del Barcelona en el último lustro, luego de un año de descanso, ha aceptado dirigir al Bayern, el equipo más importante de la historia del fútbol alemán. El mundo futbolero esperará que Pep ejerza como genio de la lámpara para convertir al cuadro germano en otro prodigio.
Cuando se daba por cantado que Josep Guardiola aterrizaría en la Premier League inglesa, más precisamente en el Manchester City, el mejor director técnico de fútbol del mundo —Vicente del Bosque no lo es aunque la FIFA haya dictaminado lo contrario— se ha decidido por aceptar el ofrecimiento del históricamente poderoso Bayern de Múnich y así meterse en los intersticios de la Bundesliga, allá donde el fútbol tiene los estadios más concurridos de Europa, las entradas más baratas y a este equipo, ahora presidido por Karl Heinz Rummenige, como el más ganador de su historia, todavía con el ojo en tinta por la derrota soportada en la última final de la Champions contra el Chelsea.
Mientras a este lado del planeta, los superclásicos rivales de Argentina, Boca Juniors y River Plate, se han decantado por “reinicializar” a dos históricos como Carlos Bianchi y Ramón Díaz en la dirección técnica a fin de recuperar sitiales seguramente con nuevas proyecciones hacia la arena internacional, en el viejo continente, donde la UEFA maneja la módica suma de 10 mil millones de dólares anuales para poner en escena sus soberbios e impecables torneos, se esperaba que luego de la entrega del Balón de Oro en Zúrich, con el reconocimiento a la trayectoria para Franz Beckenbauer, Guardiola rompiera el silencio luego de un año de anonimato en Nueva York, dedicado íntegramente a la vida familiar.
Pues bien, transcurridas nada más que dos semanas de la premiación FIFA, y afirmando que aunque la propuesta económica no era la mejor –¡22,2 millones de dólares por año!-, había decidido aceptar el desafío germano sobre la base de los siguientes criterios registrados por fifa.com, y reproducidos por Europa Press y el diario deportivo Marca de España:
«El sistema del Barça, aunque la gente diga que es muy complicado, es tan simple como eso: tenemos el balón y a ver si nos lo quitan; nos lo pasamos lo más posible y a ver si hacemos el gol. Y lo que intentaré hacer en el futuro es lo que he hecho cuando jugaba, lo que sentía, o como hace cinco años que entrené: atacar lo mejor posible, coger el balón y que se la pasen los jugadores de la misma camiseta».
Acerca de sus pretensiones de aplicar el modelo Barcelona en Alemania, hay claros indicios de que la perfección organizativa del Bayern le dará el respaldo necesario para tal cometido: «Eso es lo que yo recibí de mis predecesores y lo que intenté transmitir cuando estuve. Por tanto, lo que es evidente es que cuando uno va a entrenar al sitio que sea tiene que transmitir aquello que siente”. Y sobre su rol profesional y sus motivaciones personales afirmó:
«Como todos los entrenadores, busco que alguien me quiera. Es tan simple como eso. Las pretensiones, por muy bien que hayan ido, no cambian. Sentirte querido es lo más importante de nuestras vidas, por nuestra gente y por un club lo mismo. Que te demuestre que te quiere e imaginar que puedes pasártelo bien. Como dije cuando llegué a Barcelona, no voy pensando en ganar títulos en el mes de mayo, sino en pasarlo bien y a que los jugadores intenten hacer lo que tú crees que es mejor para ganar los partidos. La idea es disfrutar del juego a nivel personal, prefiero seguir así, habiendo hecho lo que he vivido que al contrario, que empezar en un sitio donde tienes que ganártelo. Es un poco distinto. Cuando empecé en mi casa el 86 u 87 por ciento de la gente no me quería».
Las ambiciones profesionales de Guardiola son las que han debido primar al momento de decidir cuál de las varias propuestas recibidas era la más interesante desde la perspectiva del reto de demostrar que su vida como entrenador comenzaba en el Barcelona, pero de ninguna manera terminaba ahí. Fiel a unos preceptos, a una escuela, a un estilo y a unos códigos de comunicación, renuente a la retórica y a declarar por todo y por nada, antimediático en el mejor sentido, el catalán será apretado desde del primer minuto por la parcialidad muniquesa, para ver si el Bayern puede acercarse al funcionamiento del Barça que conduce ahora Vilanova, sin traumas y batiendo récords todas las semanas.
Interesante ejercicio de lectura es el que viene a continuación en la próxima temporada de la liga alemana, ya que así como Guardiola concibe el juego tal como lo practica el Barcelona con exquisitez y eficacia, éste deberá asimilar los códigos que distinguen al Bayern con todo lo que ello implica en términos de trayectoria y palmarés.
Uli Hoenness, director deportivo del Bayern, hombre de selección lo mismo que Rummenige, ya ha recibido el pedido de contratación de dos marcadores centrales y un delantero de área, entre los que figuran como prioridades Neymar del Santos de Brasil y Beñat del Real Betis de España. Una inicial curiosidad periodística y que los futboleros que se precien estarán concibiendo como apetecible para saciar el morbo, está relacionada con la forma en que Guardiola encarará su relación con personajes de especiales características como el francés Franck Ribery y el holandés, Arjen Robben, el primero de sulfúrico temperamento y el segundo pagado de sí mismo como pocos, excesivamente individualista y antipático, aunque indiscutiblemente gran delantero.
Que yo recuerde, desde fines de los años 70, no se había producido tan grande expectativa alrededor del fichaje de un entrenador en el fútbol de élite. Lo que Guardiola le ha dejado al Barcelona es de tan extraordinarias dimensiones, que todo lo que haga hacia adelante, será medido en función de lo alto que ha llegado enseñando como profesor, armando alineaciones como gran estratega y dirigiendo cada partido con una vitalidad tan auténtica así como desprovista de cualquier rasgo de exhibicionismo.