Cómo el resultado condiciona la percepción
Destacado. Argentina hizo un partido excepcional frente a Colombia. Ninguna selección llegó a niveles de calidad como los logrados.
He leído y escuchado una andanada de criterios y sentencias sobre la obtención chilena de la Copa América y realicé un ejercicio analítico, como otras veces hice, en sentido de qué se estaría diciendo si exactamente con el mismo partido y el resultado de los penales al revés, Argentina estuviera celebrando luego de veintidós años la obtención de un nuevo título.
Es impresionante como tres o cuatro penales bien ejecutados, y dos lanzados de manera defectuosa pueden conducir a valoraciones tan extraordinarias: Chile fue el mejor de esta Copa, se lo tenía merecido. Los penales hicieron justicia (?) El karma y el trauma argentino lleva permanentemente a estos fracasos. Argentina no sabe jugar finales, algo le pasa que defecciona en su rendimiento en estos partidos decisivos. El mejor jugador de la Copa fue Arturo Vidal. Apareció Alexis Sánchez recién ahora…¿por ejecutar bien un penal?
Por favor desmiéntanme si estoy errado, pero hasta donde pude ver, Chile no le ganó a Argentina que dispuso de las opciones de gol más rotundas de todo el partido (Lavezzi, Higuaín), con dos penales no cobrados en su favor, con Gary Medel metiéndole un patadón a Messi por el que se hizo acreedor a una benevolente tarjeta amarilla, y con un trámite en el que me pregunto cómo hubieran evolucionado las intentonas rioplatenses de no mediar tan estratégicas y certeras faltas tácticas no cobradas por el colombiano Roldán.
Lionel Messi no es un piscinero o simulador, le pegan una y otra vez, y se levanta para seguir casi sin reclamar y el sábado no fue la excepción en que fue perseguido sin pausa y de mala manera, mientras sus familiares sufrían insultos y escupitajos en las gradas, al extremo que el Embajador argentino en Santiago tuvo que llevárselos a un palco para evitar que la cosa pasara a mayores. Ejemplar público el santiaguino que respeta en silencio la entonación de los himnos visitantes, pero que a la hora del juego desata una animalidad característica de los barras bravas.
No es Chile mejor selección que Argentina. Los panelistas televisivos pasados de rosca cada vez que el resultado los contraría, empiezan a volar en una especie de torneo de conjeturas, y conclusiones forzadas. ¿Habría sido la misma si Di María no hubiera tenido que abandonar el campo por lesión? Las faltas permanentes, la falta de ecuanimidad arbitral y la salida del jugador más rápido de la albiceleste, no tuvieron incidencia en un partido que en la segunda etapa las dos selecciones fueron más temperamento que buen juego dado el cansancio acumulado de sus protagonistas?
Y no se trata de quitarle mérito a Chile que ha conseguido este gran objetivo como debe hacerlo quien pretenda llegar lejos, con seriedad, continuidad y sostenibilidad, en tanto Marcelo Bielsa le dejó la posta a Jorge Sampaoli para que trabajara en la misma línea a fin de perfeccionar en Brasil 2014, lo hecho en Sudáfrica 2010. El fútbol serio está hecho de procesos de largo aliento y a pesar de las fortalezas de la Roja que tuvo a su mejor exponente en Jorge Valdivia, es muy probable que las cosas se le hubieran dificultado si no había la ayuda “extra” que recibió en sus últimos tres partidos.
Argentina hizo un partido excepcional frente a Colombia. Ninguna otra selección llegó a tales niveles de calidad como los conseguidos en ese partido. Y con una actuación parecida borró del mapa en el siguiente a Paraguay apabullándolo con ese 6-1 en que Higuaín era parte de la gesta y días después se convertía en el villano que mandó un penal a la estratosfera. ¿No era que Javier Pastore apareció como caído del cielo para convertirse en el socio perfecto de Messi? ¿Dónde quedó eso de que si el mejor jugador del mundo no hace goles, los fabrica para sus compañeros? ¿Será un invento de la FIFA, otra maquinación conspiradora, que la selección de Martino pasara al primer lugar en el ranking en los próximos días?
Argentina tuvo a un portero al que le llegaron poco, porque defendió con la pelota y muy arriba, con sus hombres de punta como primeros recuperadores.
Contó con una maquinaria creativa que incluye a Agüero, Di María, a los laterales Rojo y Zabaleta de gran proyección ofensiva, aparte de los ya citados Messi y Pastore. Se dice que Javier Mascherano no estuvo tan preciso y eficaz en la marca esta vez, pero aparte de su terrible pifia contra Chile que pudo significar el gol del triunfo a cargo de Alexis Sánchez, no dejó de ser brújula en el medio, bien asistido por Biglia. Argentina, como el resto de gran parte de las selecciones que participaron en esta Copa América, fue víctima del cansancio y la falta de puntería en situaciones decisivas que seguramente estarían generando interminables recitaciones de loas a los héroes que no fueron, de haber anotado el gol imprescindible para evitar la tanda de penales.
Resultados mandan ya se sabe, ¿pero al extremo de generar miradas tan condicionadas porque otra vez se ha producido una derrota en una final? El fútbol es un juego y requiere, para una lectura ecuánime y lo más cercana posible a lo realmente acontecido en un campo, la indispensable desdramatización de sus consecuencias finales, cuando los que se erigen como candidatos a ganar un campeonato, perecen en el intento por los varios factores que se van presentando durante la evolución de los noventa y pico minutos en que se juega.
No es Chile la mejor selección de esta Copa América, que sin duda es una escuadra excelentemente trabajada y que juega al doble discurso de la calidad con la posesión y a las malas artes cuando pierde la pelota, cosa que sin embargo, no debe restarle mérito a lo conseguido. Y menos mérito debe restársele a la selección que mejor fútbol ha jugado en este torneo y que por los imponderables de una resolución por penales, que nada tiene que ver con lo que debe ser la rigurosa evaluación de cada juego, la derrota es posible.
Los formadores de opinión en Buenos Aires deberían llamarse a una pausa para mirar las cosas en perspectiva. ¿Quién nos dice que nunca de los nuncas en esta era Messi la albiceleste no llegue a ganar nada y por ello el 10 del Barça sea condenado a la hoguera, después de todo lo que nos viene ofreciendo cada fin de semana, desde hace una década? En el fútbol el parámetro justicia no existe. Lo siempre posible es que aparezca periódicamente una injusta valoración de las cosas producto del resultadismo que tiene formateadas las cabezas de muchos que se autonombran especialistas.