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River-Boca, triste cóctel de ineptitud e intolerancia

/ 26 de noviembre de 2018 / 23:59

Por primera vez en la historia de la Libertadores (59 ediciones), acaso por primera vez en la de cualquier torneo importante, una final debió suspenderse por incidentes; más bochornosos que luctuosos. El triste honor corresponde al fútbol argentino y a las fuerzas de seguridad de la ciudad de Buenos Aires. Falló el resorte más elemental desde que existe este juego: custodiar como se debe a la delegación visitante para que llegue sana y salva al estadio donde debe disputar el encuentro. Y en condiciones normales. Algún capitoste de la Policía elaboró un plan tan estulto como demencial: que el bus de Boca atravesara calles con miles de hinchas de River rodeándolo. Como entrar con una antorcha en un polvorín. La barbarie generó la consecuencia esperable: inadaptados destrozaron con piedras varios vidrios del bus e impactaron a algunos jugadores. Boca se negó a jugar. Sin la mínima duda, no estaba emocionalmente apto para hacerlo y allí comenzó el bochorno. La final se pasó del sábado al domingo y del domingo a cuando Dios disponga, porque los hombres, difícil…

Esta vez se dio la lógica en el fútbol: si en un país podía suceder, era en Argentina, y si debía ocurrir en un partido específico era en un River-Boca. Son ciento diez años de rivalidad extrema concentrados en un frasco de 90 minutos. Salió un jugo muy espeso. A tanto han llevado la rivalidad que a esto llegaron, a que casi no puedan jugar. La pasión futbolística es bellísimo experimentarla, aunque cuando alcanza niveles tan irracionales pierde todo sentido y naturalidad. Esa irracionalidad creó un engendro demoniaco: el barrabrava, una deformación del hincha a la que dejaron crecer y ahora cuesta dominar. Ese monstruo montó un negocio fenomenal en derredor del fútbol y no está dispuesto a perderlo. Extorsiona, amenaza, revende y falsifica entradas, vende camisetas, gorros, bufandas, “cuida” autos. Uno encuentra un lindo lugar para dejar el carro a cinco cuadras del estadio y, cuando lo está cerrando, se le acerca un individuo de prontuario y aspecto tenebroso, en cuero, y le dice, con voz entre simpática e intimidatoria: “Dame quinientos que te cuido el auto, papá”. Y como la idea es ver el partido y volver a casa con vida (y con el auto sano), los hinchas normales dan los 500, muy a disgusto. A diez cuadras a la redonda todo es de ellos. Por supuesto, no cuidan nada y se van a ver el partido.

Y en clásicos como este hacen auténticas fortunas. En un allanamiento, el viernes, la Policía detuvo a Caverna, el jefe de la barra brava de River. Tenía 15.000 dólares, 10 millones de pesos (equivalente a otros 255.000 dólares y 300 entradas para colocar). Se cree que, en represalia, Cavernita ordenó a sus secuaces promover los disturbios. Antes reclamaban a los clubes boletos para ver los partidos; ahora para venderlos. Luego entran igual, a la mala: arman malones de a cincuenta, vienen corriendo en tropel y arremeten contra un portón. Los pobres controles y policías que hay en el lugar se corren.

En 2017 sucedió un hecho similar a este River-Boca cuando el bus del Borussia Dortmund fue atacado con tres explosivos mientras el equipo se dirigía a su estadio para enfrentar al Mónaco por la Champions League. Era por los cuartos de final y el juego fue aplazado para el día siguiente. Marc Bartra, defensor español del Borussia, sufrió lesiones serias: fractura de radio en un brazo y vidrios clavados en ambos brazos y manos. Debió ser operado. Pero no fue por violencia entre los hinchas, que mostraron un comportamiento ejemplar (seguidores del Dortmund incluso alojaron en sus casas a sus pares del Mónaco que debieron quedarse) sino un atentado de un particular con fines terroristas o por cuestiones económicas. En diciembre último, centenares de barrabravas de Flamengo sin entradas rompieron las vallas del Maracaná e ingresaron por el sector de oficinas destrozando y generando pánico en la definición de la Copa Sudamericana. Fue gravísimo. No obstante, la final se jugó. Pero ese Flamengo e Independiente, aún siendo un enfrentamiento estelar entre grandes, no tenía el rótulo de redentor del fútbol sudamericano que se le había adjudicado al River-Boca, por lo cual el periodismo mundial puso los ojos en La Bombonera primero y en el Monumental después.

La promocionada “final de todos los tiempos” terminó en “El papelón de todos los tiempos”, como lo definió muy bien Claudio Cerviño en su columna de La Nación. O, como tuiteó Gabriel Meluk, de El Tiempo, “la final del mundo quedó en la del tercer mundo”. Decenas de periodistas de Italia, España, Japón, Inglaterra, Eslovenia, Colombia, Uruguay, Chile, Ecuador, Estados Unidos, se dieron cita el sábado en el Monumental, sobre todo atraídos por el bonito juego del primer duelo, el del 2 a 2. También unos 60.000 hinchas decentes de River que dejaron en boleterías 2,7 millones de dólares. Y millones de aficionados que estaban expectantes frente a la televisión en buena parte del mundo. Todos sentimos la misma tristeza. Ellos vergüenza ajena, los argentinos la propia. No hubo muertos ni heridos, ni siquiera enfrentamientos entre hinchas, pero la sensación de mamarracho, de incapacidad organizativa es vergonzante. Y mucha gente quería que estos partidos se disputaran entre semana, de noche y con público visitante. Un delirio.

Si de por sí el argentino no es un sujeto manso y le cuesta ser amable, la sociedad está viviendo una etapa de especial crispación, exacerbada por una politización extrema y tumultuosa. El portugués António Guterres, secretario general de la ONU que llegará el miércoles a Buenos Aires, reveló en una entrevista su preocupación por una escalada “del miedo, la intolerancia y la desconfianza en muchos países”. Pareció que hablaba de Argentina en particular. Este esperpento del River-Boca le viene bien como llamado de atención al presidente Macri, a cinco días del comienzo de la primera Cumbre del G20 en Latinoamérica, que reunirá a los líderes de los veinte países más grandes o importantes del mundo. La capital del tango quedará blindada por varios días. ¿Podrá cuidar a Putin, Trump, Merkel, Xi Jinping, Macron, etcétera si no pudo con el bus de Boca…?

Boca fue agredido por el público de River a escasos metros de ingresar al Monumental. Llegó conmocionado, alterado y con su capitán Pablo Pérez afectado en un ojo por una esquirla. Así no se puede salir a jugar un partido, menos esta final. Tenía el derecho y la razón de no jugar. “No tuvimos una previa lógica y no tenía nada que ver con la previa de un partido”, declaró su DT, Guillermo Barros Schelotto. Es verdad. No hay que pensar en exageraciones: a Pérez lo revisó un oftalmólogo frente a testigos y comprobó que tenía reducida en un 60% la visión de su ojo izquierdo. Y esto no es el futbolín, que se rompe un muñequito y ponemos otro. Se desnaturalizó deportivamente el enfrentamiento.

La sensación que quedó, por las acciones y palabras del presidente boquense, Daniel Angelici, es que Boca primero buscó salir del Monumental el sábado; luego ver la manera de eludir el compromiso el domingo sin que quedara como “no presentación”, o sea que la postergación corriera por cuenta de la Conmebol. E irá el martes a la reunión de Conmebol en Paraguay no para acordar una nueva fecha de disputa: quiere los puntos y una grave sanción a River. Boca ya no desea jugar, está tomándose revancha de 2015, cuando fue eliminado de la Copa por Conmebol cuando un hincha auriazul arrojó gas pimienta en la cara de varios futbolistas riverplatenses. En ese entonces estuvo bien sancionado y River se coronó campeón. Ahora, ante un suceso muy similar, Boca pide que sea bien sancionado River, al que, además, se acusa de tener un enorme peso político en la Confederación.

Alguien lanzó que Conmebol llevaría el duelo a terreno neutral. Imposible: River no aceptaría. ¿Además, qué político cuerdo querría hospedarlo…? Esto supone recibir a 25.000 hinchas de Boca y otros tantos de River. Hay que destinar un ejército a controlarlos. ¡Atención Santiago de Chile el año que viene, cuando les llegue la final única de la Copa…!
Estos son apenas los primeros capítulos de la historia. Continuará.

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‘¡Marquen a los nuestros…!’

Jorge Barraza, columnista de La Razón

Por Jorge Barraza

/ 9 de febrero de 2025 / 22:04

Con su 5 a 0 a domicilio al Valencia por Copa del Rey, el Barcelona alcanzó un impresionante promedio de 3,11 goles por partido. Desde la llegada de Hansi Flick dejó los pases laterales, la cadencia, la posesión y va directo al ataque.

Juega al espacio para Lamine Yamal, Raphinha y Lewandowski y estraga defensas. En once ocasiones marcado 5 goles o más. Y aunque falta todavía mucha temporada, está a un solo gol de igualar su marca global del curso 2023-2024. El año pasado cerró con 110 goles en 53 partidos, ahora está en 109 con 35 salidas al campo.

Es un rodillo. En los dos choques de Copa le anotó 12 al Valencia: 7-0 y 5-0. Esto nos trajo a la mente un suceso acaecido en los albores del profesionalismo, referido por viejos maestros del periodismo que nos dieron aulas de profesión en nuestros inicios.

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Los hijos y los nietos, felices

Hace ya muchos años -86 exactos- el Racing Club de Corbatta y Perfumo, actual campeón de la Copa Sudamericana, produjo un hecho sensacional, que seguramente es un récord mundial, sobre todo por haber acontecido en el máximo nivel de juego. Marcó 8 goles en tres partidos consecutivos.

En tres domingos, uno detrás del otro, 24 gritos. Y en partidos oficiales. El 2 de octubre de 1938, en Avellaneda, aplastó a Platense 8 a 2. Siete días después, en La Plata, goleó a Estudiantes 8 a 2, y el 16 de octubre, nuevamente en su viejo estadio de madera, le hizo 8 a Lanús: 8 a 1.

Una proeza goleadora jamás repetida. Diez de esos goles fueron de Evaristo Barrera, un cordobés tan grandote que le llamaban “El Ómnibus”. Al año siguiente Racing lo transfirió al Lazio de Italia y, dicen, no volvió nunca más, ni de vacaciones, murió allá. Había surgido del mismo club de Dybala, Dertycia y Mario Kempes: Instituto.

Otros seis tantos fueron del Chueco García, de cuya fabulosa pierna izquierda supimos también por nuestros mayores. “La derecha la usaba para caminar solamente”, evocaba mi padre, simpatizante de Rosario Central, donde el zurdo deslumbró. Contaba maravillas del Chueco, refería una costumbre suya de limpiar todo el camino de rivales y dejársela en bandeja al “9” para que anotara, tras lo cual le decía “¡servido…!”.

También fue el ídolo del escritor Osvaldo Bayer, otro centralista irredento. Enrique García rivaliza con Félix Loustau, de River, y con Juan Ramón Verón y Oscar Mas por el cetro de mejor puntero zurdo de la historia del fútbol argentino. No obstante, hay coincidencias en sentar en el trono al Chueco.

Los hinchas y los diarios le amontonaban apodos como si fueran ofrendas florales: El Fenómeno, El Imparable, El Mago; finalmente se impuso y perduró para siempre El Poeta de la Zurda. Era de la época de los wines-wines, esos sujetos peculiares pegados a la raya que hacían maravillas y tiraban centros venenosos, más orgullosos de bailar al marcador que de marcar goles.

Enrique García excitó tribunas en los años ’30 y ‘40. Los futbolistas estaban lejos todavía de adueñarse del fútbol (hoy son los patrones que deciden cuando se van, cuando se quedan). El romanticismo era un manto que abrigaba toda la actividad. Se jugaba por el aplauso, por la camiseta y por el honor. Los jugadores soñaban con el pase a un cuadro grande, pero si se daba, se daba, si no, felices igual.

Con el Chueco se dio el primer caso de la historia en que hubo de recurrirse a una votación para decidir si era transferido o no. Defendía los colores de Rosario Central y Racing ofreció un dineral por su pase. Los hinchas centralistas no querían saber nada de perder al gestor de sus mayores alegrías domingueras. Se opusieron tenazmente. Sin embargo, la plata estaba, y era grande.

La directiva, para no sufrir costos políticos, llamó a asamblea de socios. Que decidieran ellos. Y se votó por el sí. En enero de 1936 Racing pagó unos 12.000 dólares más lo recaudado en un partido amistoso entre ambos. Era una cifra altísima. El Chueco se mudó a Avellaneda, para felicidad de la grey racinguista.

El segundo caso, en Argentina, se dio también en Central. Había surgido otro gigante: Mario Kempes. El Valencia de España lo quería sí o sí. El público canalla decía no y no. Y se llamó a votación. Se impuso, como siempre, el vil metal. Y el Matador se convirtió en el ídolo supremo de la historia futbolera valenciana. Nadie lo supera hasta hoy.

Hubo dos casos más de voto popular, estos dos en Uruguay. El primero fue el de Alcides Silveira, el inefable Cacho, fantástico zaguero y volante. Jugaba en Sud América, clubcito montevideano donde también apareció Alzamendi. Lo pretendía Independiente y la gente se oponía a venderlo.

Hubo sufragio. Aquí la anécdota: todos lo querían a Cacho, mas en la asamblea sorprendieron muchas voces desaprobatorias. “Que se vaya”, “No lo queremos…”, “Fuera, vendido”, “Andate, mercenario…” Resultado: ganó el sí. Pero ¿Qué había sucedido? ¿Por qué esos gritos? Pícaro, Cacho pretendía emigrar a toda costa y llevó a la asamblea a amigos, primos y vecinos. Ellos eran los que gritaban, armaron el clima e influyeron en los votantes.

El último, en 1983, fue el de Enzo Francescoli. Los parciales de Wandereres lo querían matar a Mateo Giri, presidente del club, por intentar cederlo a River Plate. Y el hombre se lavó las manos: que lo decidan los socios en asamblea. Ganó la venta y Francescoli pasó a ser un histórico de los Millonarios. Wanderers sigue igual.

Además de fantástico gambeteador, el Chueco fue un personaje que hablaba todo el tiempo en el campo. Ocurrente, bromista con sus compañeros, irreverente con los rivales. Más de una vez, luego de una jugada genial, volvía por donde había pasado y frotaba el césped con sus botines, como cepillándolo. “¿Qué estás haciendo…?”, le inquirían sus compañeros: “Estoy borrando la jugada para que no me la copien”, respondía.

Ponciano Souto, masajista de Racing durante aquellos años, contaba que cuando le tocaba trabajar sobre la pierna derecha del Chueco, éste le decía: “Esa no, esa dejala, ni la toques que la tengo de palo”.

Sin embargo, aquel Racing ultragoleador lo ponía muy serio a Enrique. Le tocaron años malos, sin títulos. Era un equipo muy irregular. Después de aquella proeza de los 24 goles en tres fechas, perdió con Tigre 2 a 1, con Independiente 3 a 2 y con San Lorenzo 5 a 3. El Chueco deslumbraba, el ataque era contundente, pero la defensa era un peligro, recibía muchos goles, sobre todo de cabeza. Una tarde, ante un nuevo córner para el rival, García bajó gritando “¡Marquen a los nuestros…!”

La frase entró en la mitología popular y el fútbol, constituido en una metáfora permanente de la vida, la incorporó a las cosas cotidianas.

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Ascarrunz y Pacheco, hoy en La Razón

/ 15 de enero de 2025 / 09:01

¿The Strongest es un club secuestrado…? ¿Por qué se perpetúa la crisis institucional en el club de Achumani…? ¿Hasta cuándo será gobernado interinamente…? ¿La Federación Boliviana de Fútbol tiene atenazado al club…? ¿Quién contrata técnico y jugadores…? ¿Montes, elegido democráticamente, no puede reasumir…? ¿En catorce meses no se han podido adecuar un puñado de artículos de los estatutos…?

Todos los interrogantes serán develados hoy a las 12.00 en Fútbol sin Anestesia, por el streaming de La Razón y en Palenque TV a través de una entrevista con Douglas Ascarrunz y Jorge Pacheco, expresidentes atigrados que se reunieron ayer a la mañana con Fernando Costa, titular de la FBF, para tratar de encausar institucionalmente al club oro y negro.

(15/01/2025)

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‘Montes puede asumir, nunca fue notificado’

Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir su cargo se supo en Achumani

Héctor Montes en su etapa anterior en la presidencia de The Strongest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 13:01

Alguien alertó a Héctor Montes de que, pese a que el Tribunal Constitucional Plurinacional lo restituía en el cargo de presidente de The Strongest, no podría hacerlo por una suspensión de 2 años que le habría impuesto la Federación Boliviana de Fútbol, en la que, al parecer, encuentra grandes resistencias.

Por ello, Montes no acudió la mañana de este viernes al club para reasumir sus funciones en prevención de encontrar algún tipo de conato o resistencia. O para evitar un mal momento. The Strongest es un club excesivamente politizado. Por ello fueron de avanzada el vicepresidente Jorge Nolasco y el directivo Marco Villegas para examinar en detalle la situación legal.

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Héctor Montes restituido como presidente de The Strongest

No obstante, apersonados en el Complejo de Achumani para recabar información, periodistas de La Razón fueron informados de buena fuente que Héctor Montes nunca fue notificado de sanción alguna, por lo que podría reasumir hoy mismo su cargo.

Una veintena de periodistas se dieron cita en el complejo de Achumani esperando encontrar a Montes, pero éste no estaba y tras una hora de espera los periodistas fueron notificados de que no habría rueda de prensa, por lo cual se retiraron.

(03/01/2025)

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Héctor Montes restituido como presidente de The Strongest

Las esperadas elecciones en The Strongest no tendrán lugar: Héctor Montes fue restituido como presidente de la entidad decana del fútbol profesional boliviano. El Tribunal Constitucional Plurinacional con asiento en Sucre dejó ayer por la tarde sin efecto la medida por la cual había separado de su cargo al dirigente atigrado.

Héctor Montes delante de un mural en el Complejo Deportivo de The Strpngest

Por Jorge Barraza

/ 3 de enero de 2025 / 10:28

La medida generó un gran entusiasmo en el stronguismo, que ya no soportaba más ver a su club bajo un interinato que en principio debía ser por 45 días y que finalmente se prolongó por un año y 50 días.

La Razón fue el primer medio periodístico que logró comunicarse con Héctor Montes, quien hoy regresaría a su despacho en el Complejo Rafael Mendoza de Achumani, aunque desde las primeras horas de la mañana ya hizo su desembarco en el club parte de su directorio, en las personas de Jorge Nolasco y Marco Villegas.

-¿Feliz, Héctor…?

-Imagínese… Feliz porque se ha hecho justicia y por la dimensión de la gente a la que me he enfrentado, gente muy poderosa.

-¿Cuándo fue informado de que volvía a su cargo…?

-Ayer como a las nueve de la noche. El abogado me comunicó.

-En un encuentro casual, usted nos había adelantado hace mes y medio que podía darse esta resolución.

-Sí, era cuestión de esperar, finalmente se resolvió para bien.

-¿Va a ir hoy a Achumani?

-Estoy analizando diversas cuestiones. Mi directorio ya está allá.

-Están circulando noticias de que Strongest tiene casi contratado como entrenador a Antonio Carlos Zago y a algunos jugadores, ¿se corta todo eso…?

-Hay que ver, lo estudiaremos, no tenemos que apresurarnos.

Héctor Montes ganó las últimas elecciones de la institución atigrada y asumió como presidente el 30 de julio de 2022; el 13 de noviembre de 2023 fue apartado del cargo por una resolución del Tribunal Constitucional Plurinacional, que ahora da marcha atrás.

-Héctor, ¿hasta cuándo entonces estará al frente del club?

-El abogado estudiará bien la sentencia y me dirá, pero entiendo que debo cumplir íntegramente mi mandato de cuatro años.

A último momento circuló una versión de que Montes no reasumiría por estar suspendido internamente por el club por dos años, lo cual está por resolverse.

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Fútbol mundial: Las claves del 2025

Por Jorge Barraza

/ 2 de enero de 2025 / 18:08

¿Cómo viene futbolísticamente el joven 2025…? ¿Qué nos depara…? No habrá torneos de fútbol de selecciones como Copa América o Eurocopa, pero sí de clubes y se abrigan grandes expectativas. 

Lo mejor del fútbol

Individualmente, un nombre apunta directo al Balón de Oro: Mohamed Salah. El egipcio ha tenido un primer semestre hollywoodense: 20 goles y 17 asistencias en sólo 26 partidos. Es una bomba. Y muy difícil que se caiga: vuela.

A nivel de clubes, parece ser el año del Liverpool, que busca engarza un collar de cuatro perlas. Es holgadísimo puntero en Champions, holgadísimo en Premier, semifinalista en Copa de Liga y con todas las posibilidades en la célebre Copa Inglesa.

Mundial de Clubes 2025: grandes premios y equipos

Entre junio y julio tendremos el primer Mundial de Clubes con 32 equipos, en Estados Unidos. Nunca un torneo entregó semejantes premios. Ejemplo, si lo ganara el Real Madrid (el gran favorito) se llevaría 100 millones de euros. Habrá 6 sudamericanos jugando: Boca, River, Flamengo, Botafogo, Palmeiras y Fluminense. ¡Y Messi con el Inter Miami…!

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Bolívar y su sueño libertador en 2025

En el año de su centenario, Bolívar con su gran equipo estará jugando la Libertadores. Los bolivaristas ya se han fijado un objetivo alto: llegar a la final. Lo han dicho Guido Loayza y Flavio Robatto en La Razón: apuntan arriba de todo.

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La Eliminatoria ofrecerá sus últimas 6 funciones. Quedarán definidos los 6 clasificados al Mundial 2026. Y hay seis nombres tallados en piedra: Argentina, Uruguay, Colombia, Brasil, Ecuador y Paraguay. Por puntos y por juego, es difícil que se caigan. Bolivia mantiene el sueño intacto de llegar 7° e ir al repechaje. 

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Santa Cruz afrontará una prueba de fuego: será anfitrión de la final de la Copa Sudamericana en el Tahuichi Aguilera. Habrá que embellecerlo, remodelarlo y estar a la altura de lo que son los eventos internacionales hoy. Y si llegan a la final argentinos y brasileños puede que vengan decenas de miles de visitantes.

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