Peter Brennan: ‘No, no hay nadie propuesto para el futuro embajador de Estados Unidos’
Después de tres años y medio (junio de 2014-diciembre de 2017) de encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia, Peter Brennan deja el cargo a Bruce Williamson. Si a su antecesor, Larry Memot, le tocó la expulsión de Usaid, a Brennan, tratar de restablecer la relación con el gobierno del MAS. Falta mucho por hacer de ambos lados, dice.
El encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos, Peter Brennan, se va en unos días. Estuvo en el cargo poco más de tres años y medio, un poco más de lo normal. No quisiera irse, dice, por los amigos que él y su esposa hicieron, pese a los tragos amargos que seguro pasó estos años del tercer gobierno del antiimperialista Movimiento Al Socialismo (MAS); antiimperialista estadounidense, por sobre todas las cosas.
Si alguna definición tendría que haber de este periodo es el del “largo deterioro” de la relación con el país del norte. En noviembre se cumplieron seis años de la firma del Acuerdo Marco (2011) entre ambos gobiernos en Estados Unidos; aquella vez, uno de los objetivos más esperanzadores era la “reposición de embajadores”. Nada más lejos el día de hoy.
Pero es el propio Brennan que reivindica el lado fraterno o positivo o productivo de la relación, no siempre de gobierno a gobierno, dice, sino de pueblo a pueblo. Destaca, por ejemplo, a 5.000 jóvenes becados en la enseñanza del inglés, la posibilidad de que participen en programas de intercambio (becas); también ve promisorio el apoyo en turismo, de la mano de alcaldías y gobernaciones. No es poco decir, además, que el comercio entre ambos países, entre 2006 y 2016 creció en 193%. “Creo que Estados Unidos es uno de los socios comerciales más importantes para Bolivia, pues es uno de los mercados más diversificados”. En su gestión, cuenta, se avanzó mucho en el acercamiento con el Departamento de Comercio estadounidense… Pero he aquí la dura política.
— En 2013 a Larry Memot, su antecesor, le tocó vivir la expulsión de Usaid; tras cortas gestiones de otros encargados, vino usted. ¿Con qué idea vino en esas circunstancias?
— Cuando yo llegué aquí la idea era, primero, tratar de establecer más estabilidad en la embajada misma; eso fue justo después de la expulsión de Usaid. Entonces, eso requería de más tranquilidad en la embajada. Y la otra parte: mis jefes en Washington me dijeron: “bueno, haga lo que pueda para que podamos mejorar la relación con el Gobierno de Bolivia y, si es posible, restablecer el concepto del Acuerdo Marco, retomar esta idea”. Es ahí que cuando el primer año nosotros propusimos mesas de trabajo para enfocarnos en temas puntuales.
— Pero no se pudo avanzar, por ejemplo, en la reposición de embajadores, el lado más político del Acuerdo Marco
— Sí. Bueno, eso es algo que hemos dicho desde el principio, que todo eso es un proceso; y sabemos que lo más importante, cuando hay desconfianza entre dos países o dos gobiernos, es restablecer ciertos niveles de confianza, tratar de buscar áreas de interés común, trabajar en eso; después eso abre otras posibilidades. Siempre estuvimos abiertos: en abril (2017) tuvimos la visita del Subsecretario Adjunto (para Asuntos del Hemisferio Occidental), Michael Fitzpatrick, para ver si había aperturas que podríamos aprovechar.
— Con noviembre son seis años de la firma del Acuerdo Marco. ¿Exactamente en qué está?
— Está un poco estancado en este momento. Seguimos hablando con la Cancillería y otros elementos del Gobierno boliviano, en los temas que hemos identificado en nuestras mesas de trabajo; pero la idea de restablecer embajadores, eso es algo que viene al final, cuando ya tengamos toda la base y el restablecimiento de cierto nivel de confianza o por lo menos entendimiento entre los dos países; desafortunadamente no estamos en este punto; es algo que tenemos que seguir trabajando de ambos lados.
— ¿Pero ya está designado el futuro embajador?
— He explicado a varias personas, incluyendo al Gobierno, que el proceso de nominar y aprobar un embajador para nosotros es un proceso riguroso y bastante largo, que empieza en el Departamento de Estado, después pasa por la Casa Blanca, y luego va al Comité de Relaciones Exteriores de nuestro senado, y cualquier senador puede decir “yo no veo que haya interés, suficientes razones, para restablecer embajadores…”.
— ¿Pero en qué tramo está? ¿Ya está propuesta una persona?
— No. No hay nadie propuesto. Nosotros tendríamos que tener señales muy claras del Gobierno boliviano de que quiera también restablecer plenas relaciones a nivel de embajadores; y en este momento, no diría que estamos en ese punto.
— ¿Una declaración, una carta de intenciones? ¿Qué es lo que se necesitaría? O es un tema más bien político
— Es más un proceso, un tema político; lo primero es bajar las tensiones y la retórica, para que haya un entendimiento de que de ambos lados queremos una mejor relación, y normalmente esas conversaciones se hacen en privado; si está en la luz pública, muchas veces se complica más.
— Tema duro si lo hay: la hoja de coca. Desde las cifras de hectáreas de cultivo estamos distanciados. ¿Cómo justifican ustedes las suyas?
— Primero tengo que decir que, como sabe, ya no estamos en programas de combate al narcotráfico en Bolivia, pero siempre estamos abiertos a consultar, compartir información, a trabajar a nivel regional, porque el narcotráfico es un problema transnacional; no hay ningún país que esté aislado, que pueda protegerse (solo) de estas redes internacionales. (Segundo), que todos los países de la región firmaron los acuerdos internacionales de la ONU y la OEA; es lo que se llama la “responsabilidad compartida”. Nuestro congreso, bajo estos acuerdos internacionales, puso un requerimiento para todas las embajadas y el Departamento de Estado: hacer un reporte cada año sobre la producción en la región y en cada país. Desde hace 20 años o más hemos tenido este requisito y tenemos que cumplirlo, es por ley. Y tenemos también sistemas para vigilar: uno de ellos es el sistema de rastreo satelital en todo el hemisferio; y es puramente técnico: lo que ve el satélite son áreas donde hay producción; ellos lo reportan y esas son las cifras. En Bolivia, no sé por qué exactamente en los últimos años hubo una discrepancia más grande entre las cifras. La ONU tiene también su sistema satelital, pero muchas veces no tiene la definición que tienen nuestros satélites, tampoco la cobertura; entonces, eso puede explicar un poco estas diferencias; pero nosotros no queremos polemizar en esto; lo que hacemos es compartir la información con los países europeos, Brasil, Argentina, la ONU, para ver dónde están las discrepancias.
— El encargado Memot nos decía que EEUU veía con buenos ojos la “nacionalización de la lucha contra el narcotráfico”…
— Sí, ese es el objetivo. Pero reconocemos también que en algunos países no tienen los recursos necesarios y por eso se requiere apoyo, la cooperación internacional; pero no es para imponer: cuando teníamos aquí los programas de la NAS y la DEA, la idea era tratar de capacitar y apoyar con equipo para que el propio país se haga cargo. Incluso nuestro congreso reconoce que es mucho más costoso y menos efectivo si nosotros tratamos de hacerlo; es mucho mejor si lo hace Bolivia o cualquier país.
— Si es así, si la “nacionalización” es buena, ¿por qué sigue vigente la descertificación?
— La descertificación tiene que ver con estos reportes requeridos por nuestro congreso; éste dice que cualquier país que produce o tiene tráfico de droga tiene que hacer un reporte, que es similar a lo que hace la ONU, y forma parte de estas mismas obligaciones. Decir dónde están las debilidades, fortalezas; en qué áreas tienen éxito, dónde no; dónde están cooperando más con nosotros; qué información están compartiendo, etc, etc. Eso con cada país. En el caso de Bolivia, digámoslo claramente: en el reporte de los últimos años sabemos que el Gobierno está haciendo esfuerzos en muchas áreas, pero a nivel de cooperación con Estados Unidos, no existe. No es como una descertificación. Como no tenemos programas directamente con Bolivia, no hay un efecto (descertificación) como en algunos otros países, donde se les corta la asistencia.
— Pero ¿qué finalmente dice el informe, qué certifica?
— Lo que dice, en términos simples, es que no tenemos programas de cooperación con Bolivia; no estamos recibiendo información; (así) no tenemos la capacidad, dado que no tenemos esa cooperación, para decir que Bolivia está cumpliendo o no con sus metas. Algunos tratan de decir que todo eso es político; no es político, es un reporte técnico.
— ¿Qué tendría que hacer Bolivia para no ser descertificada?
— Yo diría que tendríamos que tener un nivel de cooperación mucho más alto, con mucha más información compartida; eso no existe en este momento. Yo no puedo decirle exactamente qué pasos habría que tomar; eso requeriría, primero, conversaciones serias entre los dos gobiernos a niveles muy altos, pero no estamos en esos niveles en este momento.
— Usted vino el 2014. Le ha tocado un periodo conflictivo para el MAS: referéndum 21F, fallo a favor por parte del Tribunal Constitucional, Judiciales con mayoría de voto nulo…
— Yo diría que ha sido un periodo muy interesante, la evolución política y democrática de Bolivia. En cualquier país va a tener partidos que se pelean, es normal, es parte del sistema democrático, y es saludable; también hay partidos que llegan al poder y es difícil a veces ceder el poder, dar espacio a otros elementos políticos, democráticos, pero así es la democracia. Una verdadera democracia plural, pluralista o plurinacional es que hay que respetar a los otros. Nosotros en los Estados Unidos también tenemos peleas muy duras entre nuestros partidos políticos.
— La alternancia. Para el MAS la repostulación no es otra cosa que la ampliación de la democracia; en últimas, es el pueblo, el soberano, que dice quién se va y quién se queda
— En nuestro país fue un debate desde el principio del establecimiento de los Estados Unidos. George Washington dijo que no, un periodo es suficiente, me voy a mi casa; está muy establecido en nuestro sistema la rotación en el poder; en la gran mayoría de sistemas democráticos, así es que hay que dar espacio, oportunidades a otros. Pero, lo más importante es que el pueblo decida y, de nuestra parte, lo hemos dicho en el caso de Bolivia, en las declaraciones en la OEA, desde el principio hemos dicho: “es una decisión para (del) pueblo boliviano”, pero, hemos anotado también, en esta declaración, que el pueblo boliviano se ha pronunciado dos veces sobre el tema (la repostulación indefinida); pero, al final, no es nuestra decisión, es una decisión del pueblo boliviano.
— ¿Por qué cree que el presidente Morales se ha enojado tanto los últimos días?
— Yo sé que él ha tenido sus diferencias ideológicas con Estados Unidos, y eso creo que es parte del trasfondo; posiblemente también hay, y esto lo he visto en otros países, razones de política interna para enfrentarnos o atacarnos, pero, lo he dicho antes también, creo que eso no ayuda mucho en mejorar la relación, nosotros preferimos buscar áreas de encuentro; lo he visto en otros países: ellos piensan que atacar a Estados Unidos les da réditos, lo que yo no veo.
Perfil
Nombre: Peter Brennan
Profesión: Diplomático
Cargo: Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia
Consejero
Fue coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado; Ministro Consejero en las embajadas de Estados Unidos en San José, Costa Rica; Managua, Nicaragua; Montevideo, Uruguay. Agregado Cultural en Caracas, Venezuela; de Prensa en Santo Domingo, República Dominicana.