Traspié del ‘proceso progresista’ argentino, el primero?
Que uno de los mayores pilares del proceso de cambio regional haya cambiado de signo es trascendental, en el sentido de que desde ahora se empezarán a plantear innumerables cuestiones.
La historia ha querido que a fines de 2015 y principios de 2106 se concentre la definición, el parteaguas, de algunos de los gobiernos de izquierda más representativos en la región: Argentina en noviembre (elecciones presidenciales); Venezuela en diciembre (elecciones legislativas); Bolivia en febrero (referéndum constitucional). De algún modo Ecuador, cuando el presidente Rafael Correa (también en noviembre) señalaba que ve “cada vez más lejana la necesidad” de ser él el candidato en las elecciones presidenciales de 2017.
Si bien la apretada victoria de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en segunda vuelta en octubre de 2014 (51,45% contra 48,55 de su rival Aécio Neves), ya fue un antecedente del actual “momento más delicado de los últimos 25 años” (Atilio Borón, en Animal Político del 22) en la historia de Latinoamérica, lo del triunfo del liberal opositor Mauricio Macri en Argentina el domingo 22 ya es un balde de agua fría a las cinco de la mañana, aunque uno ya estuviese de pie desde la noche anterior esperando el golpe. El tema es si ésta será la primera caída; primera porque hay una segunda, una tercera, y así. ¿Qué pasó?
Analistas y políticos aún debaten si éste es el “fin de ciclo”, el “empiezo del fin del Socialismo del siglo XXI” (como dijera el líder de Unidad Nacional, UN, Samuel Doria Medina, poco antes de abordar el avión que lo llevaría a Argentina a presenciar la elección).
Para el dirigente de UN Jaime Navarro, que no se llame a engaño, contra las etiquetas que se le pueda poner, éste es el “fin del populismo”, del “populismo antidemocrático que en realidad es el Socialismo del siglo XXI”. Para el exdiputado, la victoria de Macri en Argentina hay que ubicarla en la tensión que a la fecha está viviendo la región (los países de gobierno de izquierda, en realidad) entre “populismo y modernidad”, y lo del 22 de noviembre no es otra cosa que la primera “inflexión”.
ALTERNATIVAS. Para la oposición, el triunfo de Macri, además, es significativo porque muestra la posibilidad de la vigencia de otros proyectos o programas de país alternativos a lo dominante en los últimos diez años, “abre un proceso nuevo que resulta ser la antítesis de los populistas, mostrar a la ciudadanía que es posible plantear una propuesta o proceso que no es del populismo”.
Más cauto es el sociólogo Ricardo Paz, para quien la idea del “fin de ciclo” por lo menos es riesgosa, y por la fuerza de los hechos: el kirchnerismo fue derrotado pero sigue siendo la primera fuerza política del país, es mayoría en el Congreso nacional, mantiene para sí buena parte de gobernaciones provinciales, ha establecido una institucionalidad de 12 años de gobierno y, acaso su mayor poder, está presente o controla de alguna manera la calle, los denominados “poderes fácticos”, los grupos u organizaciones sociales capaces de movilización o presión.
Otra idea engañosa, destaca Paz, es creer que se está frente a un automático “efecto dominó”, el “derrumbe en términos catastróficos (de todos los gobiernos afines)”. Por supuesto que el remezón argentino tendrá influencia en la región, especialmente en Bolivia, “así como fue definitivo el kirchnerismo para el ascenso de Evo Morales” hace casi diez años, “pero no es una influencia automática, inmediata y lineal; es una influencia de tendencia, que genera determinadas condiciones”.
Con Mauricio Macri y su nuevo gobierno, en plena conformación en estos días, el punto es cuánto podrá o cuánto no podrá en las condiciones en que recibe el aparato estatal. La idea de que Macri ganó, pero en la justa medida del empate es graficada por el ahora exembajador de Argentina en Bolivia, Ariel Basteiro, que en entrevista con La Razón (ver la página 10 de este suplemento), sentenció: “Va a haber un país en disputa, hay un Presidente y dos países”.
DIVIDIDO. Hasta el cierre de la presente entrega (viernes 27, 18.00 horas) la Dirección Nacional Electoral argentina había registrado 25.101.742 electores, de los cuales, 12.903.301 (el 51,40%) habían votado por Mauricio Macri, de la coalición Cambiemos; y 12.198.441 (el 48,60%) lo habían hecho por Daniel Scioli, del Frente Para la Victoria (FPV). La diferencia es de 2,8 puntos porcentuales, lo que equivale a 704.860 votos en favor del primero; con una población estimada para 2015 de 42.730.302 habitantes, prácticamente hay un, como dicen, fifty-fifty, 50-50, mitad-mitad.
Se trata de un “país polarizado”, afirma al respecto el sociólogo Paz; así, “Macri no puede tener una actitud como si hubiera ganado con el 90%; no podrá ni siquiera relativizar las conquistas sociales: los bonos, las nacionalizaciones, Aerolíneas Argentinas, YPF; no va a poder tocar; podrá tocar algo del dólar, revisar la economía pero de manera muy lenta, pero no lo va a hacer de manera dramática”.
El vicepresidente Álvaro García Linera, en cambio, ve que la derrota del aliado kirchnerismo si bien puede ser calificada de un auténtico “retroceso”, hay que ubicarla en el contexto de lo que en realidad son las luchas sociales, como procesos, “procesos por oleadas”, con precisión.
“Los procesos revolucionarios no son ascendentes ininterrumpidamente, son procesos por oleadas: avanzan, retroceden, vuelven a avanzar… toda revolución en cualquier parte del mundo tiene esta forma de proceso por oleadas”, señaló el día después en el Palacio de Gobierno.
Como una forma de crítica al kirchnerismo vencido el 22, el Vicepresidente apunta tres “lecciones”, dice, que se pueden sacar de dicha derrota electoral: primero, “la importancia decisiva de los liderazgos; está claro que en Argentina otro hubiera sido el resultado si la compañera Cristina iba a las elecciones…”
Marxista, García Linera no deja de reiterar que “los procesos revolucionarios los hacen los pueblos”, pero, he aquí el rol de los líderes: “el imaginario y la voluntad colectiva de los pueblos se personifica, se vuelve cuerpo en los líderes”, y si la presencia de los líderes ayuda al avance del proceso, su ausencia “abre condiciones para un retroceso”. Cristina Fernández de Kirchner no fue a la reelección por estar prohibida por la Constitución y su partido no intentó impulsar una modificación de la Carta Magna para posibilitar un tercer mandato de la Presidenta.
En este tema, viendo desde la otra acera, el dirigente de UN Jaime Navarro no deja de plantear que el importante peso que García Linera le asigna al liderazgo no revela sino una debilidad del Movimiento Al Socialismo (MAS), al igual que los otros gobiernos izquierdistas de la región: “estos procesos se caracterizan por estar en una dependencia total de un determinado caudillo; el MAS sabe que sin Evo Morales se acabó (…) es el caudillismo, procesos populistas como éstos dependen de un caudillo; no está el caudillo, se acaba el proceso”.
GESTIÓN. La segunda lección, afirma el vicepresidente García Linera, es el manejo económico eficiente que debería mostrar un régimen revolucionario “para generar una estabilidad y una profundización de justicia e igualdad (…) las revoluciones en América Latina se juegan en su gestión económica (…) en su capacidad de gestionar eficientemente la economía, con distribución de la riqueza y crecimiento económico”.
Con respecto al mal manejo económico que sugiere el Mandatario por parte del gobierno kirchnerista, desde otro lado, el economista Horst Grebe apunta: En Argentina hay problemas que se presentaron desde hace bastante tiempo, “uno tiene que ver con la falta de transparencia de las estadísticas oficiales; en segundo lugar, hay una situación en el campo monetario cambiario que distorsiona la situación real de la economía argentina; y, finalmente, hay un tema de juicios por deuda externa; esos tres elementos son los que requieren correcciones”.
Ahora, claro, recomienda Grebe, si lo evidente es que “tienen que haber decisiones importantes en materia de política económica, cambiaria y de gasto social (…) cómo se van a adoptar y bajo qué características, eso ya es especulación”.
Y la tercera crítica-lección que destaca el Vicepresidente de la derrota argentina es que la misma se produjo porque el proceso revolucionario no se radicalizó desde el mismo proceso: “solamente hay dos alternativas: o el proceso continúa desde el proceso, impulsando las transformaciones radicalizando el proceso, pero desde dentro del proceso, o la opción es el retroceso, la derecha, el conservadurismo, la regresión; no hay tercera vía, tercera alternativa; no hay una opción más progresista de lo que existe”.
Y si de aprendizajes se trata, el Vicepresidente inmediatamente empezó a “aplicar” las ‘lecciones argentinas’ a la situación nacional: “el liderazgo del presidente Evo Morales es decisivo para la continuidad del proceso revolucionario…”
Con respecto al efecto concreto regional que tendrá la derrota del kirchnerismo en Argentina, el exembajador Basteiro no se anda con vueltas: “Yo creo que Macri viene con el objetivo de romper la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), el Mercosur (Mercado Común del Sur). La actitud del Gobierno argentino a partir de ahora va a ser totalmente diferente a la que se tuvo en estos últimos años, que era la de pelear por la Patria Grande, de reclamar soberanía, de no intromisión de Estados Unidos”.
MERCOSUR. El presidente electo Macri ya oficializó que, en la Cumbre del Mercosur del 21 de diciembre, pedirá que se aplique la “cláusula democrática” contra Venezuela, por la “persecución” a opositores y a la “libertad de expresión”. Pedir podrá, pero para todos queda claro que aquello lo deciden en consenso los miembros plenos del grupo (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela; Bolivia está en proceso formal de adhesión).
Al margen de los nuevos movimientos o líneas de acción que empiece a ejercer Argentina en su política comercial exterior, el economista Grebe no deja de llamar la atención sobre un hecho, se puede decir, ‘estructural’: la nueva realidad geoeconómica de la región.
Hay un cambio en la geopolítica sudamericana, afirma, y eso en algún momento afectará a todos. “Un cambio de dirección de las tendencias, no se sabe a qué velocidad ni intensidad, pero el cambio ha empezado; Unasur, Celac [su transformación], eso está todavía en el horizonte largo, lejano. Lo que ya está comprobado es que la economía internacional ha cambiado sus características, menor crecimiento, menor comercio internacional, caída de las materias primas; y eso afecta a todos; ahora, ¿cómo afecta en cada caso eso?, depende de las circunstancias internas”.
No es fácil sustituir a los líderes históricos: Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado
No es fácil sustituir a un gran líder, porque los líderes históricos se forman en décadas, no caen del cielo, son circunstancias especiales, y sustituir a un líder por otro no es una cosa que se puede hacer de manera inmediata. Lección: la importancia decisiva de los líderes revolucionarios para preservar, mantener y dar continuidad a los procesos revolucionarios.
Argentina repercutirá de todos modos: Ricardo Paz es sociólogo, especializado en procesos electorales
Argentina es la segunda potencia económica en Sudamérica; el tamaño de su economía, su población, su territorio pesan muchísimo, y mantiene esa influencia, así como la tuvo con los Kirchner en el poder: dio un gran impulso a Evo, Correa y Lugo; difícil entender la aparición y emergencia de Lugo, Morales y Correa sin la influencia de Chávez y Kirchner.
El principal aliado de Macri es la ciudadanía: Jaime Navarro es dirigente de Unidad Nacional (UN)
Desmontar [lo que hizo el gobierno kirchnerista] no es tarea fácil, no es poca cosa; eso es posible solo cuando hay respaldo ciudadano, cuando el electorado respalda y apoya, se puede avanzar, ir adelante; pero si no hay respaldo popular, de la gente, no se puede. En este sentido, la principal alianza que tiene Macri no está en el Congreso, está en la ciudadanía.
Hay un Presidente y dos países: Ariel Basteiro fue embajador de Argentina en Bolivia
Esos sectores [que no votaron por Macri] rápidamente van a reaccionar ante cambios de política que modifiquen lo que tanta alegría nos dio en estos años a los argentinos. Va a haber un país en disputa, hay un Presidente y dos países, un país que aceptó y priorizó la renovación presidencial y otro país que eligió continuar con las políticas que se estaban llevando adelante.