El bifurcado camino hacia el congreso del MAS en Lauca Ñ
Imagen: la razón-archivo
Las tensiones se disparan, días antes de la cita del partido oficialista. La miltancia se alínea y define entre quienes asistirán y quienes no.
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Una entrevista con el sociólogo cochabambino José de la Fuente sobre el pasado, presente y futuro de la división en el oficialismo.
El punto sobre la i
Una vez más en Bolivia, los tiempos políticos se aceleran y la historia se prepara para rugir. Nuevamente, resignadamente. El congreso del MAS convocado desde el martes hasta el jueves próximos en Lauca Ñ concentra la mirada del país y las tensiones dentro del partido de gobierno. De un modo u otro, estamos frente a un escenario de medición de fuerzas y de definiciones internas en el oficialismo.
A partir de todo lo anterior, surgen algunas preguntas pertinentes para disgregar las cosas y sopesar por partes todo lo que se viene dando. A primera vista, el panorama aparece bastante confuso, en medio de declaraciones estridentes de uno y otro lado, con tanto ceño fruncido pululando como si hubiera algún premio para ello. Sin embargo, las cosas en el fondo no son tan complicadas, sino más bien casi prosaicas.
¿De qué se trata el realmente el conflicto? ¿Qué es lo que, en la coyuntura, caracteriza y divide a los autodenominados arcistas y evistas? ¿Qué está en juego realmente? ¿Tiene solución la brega de marras?
Precisamente, para desenredar la madeja, conversamos con el sociólogo cochabambino José de la Fuente. Con pleno conocimiento de la situación y desde una perspectiva serena y sensata, el analista explica coherentemente lo que podría parecer meramente un desmadre ante una mirada profana.
¿Dónde se origina el conflicto actual dentro del MAS?
En realidad, Evo Morales vuelve en diciembre del 2020 pensando en que este gobierno era sólo un gobierno de transición para preparar su retorno. Eso es lo que va a generar tanta dificultad, en el tiempo, en la relación con el presidente, el gobierno, etcétera, a pesar de los ministros compartidos; porque en el gabinete hubo ministros puestos por Evo Morales. A pesar de ello, nunca hubo una convivencia tranquila ni constructiva, porque Evo Morales siempre entendió que esta era una transición para su retorno. Por lo tanto, de alguna manera, siempre fue un candidato en potencia. El que finalmente, la semana pasada, el domingo pasado, se haya declarado candidato, no es nada más que el cherry de este proceso.
De diciembre del 2020, cuando retorna y se le espera con miles de personas en Chimoré, a la semana pasada, es una sola etapa en la cual sí pasan varias cosas, pero en el fondo es algo que tiene que ver con la idea que él tuvo siempre, desde un principio, de que este era un gobierno de transición. Por eso también puso a una persona de su equipo (Luis Arce) y que él entendía no sólo era de su confianza, sino que además no iba a ser un potencial competidor.
Entonces, esto último, que es su declaración de que ha aceptado ser el candidato, es el coronario de esta etapa. La última fase de esta etapa que tiene que ver con la disputa por la candidatura. Precisamente, desde el 6 de marzo de este año, cuando fue el aniversario del MAS en Ivirgarzama, es cuando ya claramente se evidencia la disputa. Había discursos que ya no eran compatibles. De hecho, Evo Morales reclamó abiertamente sobre la participación de la gente afín al presidente Arce.
Ahí cierra la primera etapa y abre esta segunda, que ya es el cisma, la ruptura definitiva. El corolario de la primera y la apertura de la segunda es esta su candidatura que lanza Evo Morales. Y claro, a todas luces es apresurada. Primero, porque esta semana que viene es el congreso orgánico del MAS, donde tenía como tema central la reelección del presidente del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblo (IPSP), pero también al final la elección del candidato 2025. Entonces, este es un adelanto, un apresuramiento, porque no costaba esperar muchos días para que sea el propio congreso lo reelija como presidente del MAS y al final también lo elija como candidato.
¿Por qué esa premura?
Está la propia declaración de Evo Morales en el sentido de que le están atacando desde la extrema derecha, el gobierno, el imperio, la prensa de derecha, en fin. Él se siente al borde de ser descalificado y entonces declara esta decisión de ser el candidato en 2025.
Entonces, para mí no es nada más que ya el cisma definitivo. En todo caso, queda claro que efectivamente lo que siempre estuvo en disputa o estuvo por debajo de todas las dificultades de convivencia del MAS con el gobierno fue la candidatura en 2025, porque Evo Morales siempre entendió que este era un gobierno de transición para su retorno. Entonces, en ese sentido, yo creo que más o menos se esclarece lo sucedido. Y lo que ahora viene ya es, por supuesto, cada uno moviendo sus fichas desde su propio lado. De hecho, Evo Morales está alistando todo un congreso, que sea absolutamente bajo control, con su gente, sino que al mismo tiempo tenga una línea absolutamente uniforme, homogénea, porque claro, él siente en riesgo el poder sostener la candidatura.
El presidente Luis Arce ha tenido que responder diciendo que esto no es un tema del momento, de la coyuntura y que están preocupados con temas de la gestión. Entonces, veo que esto ya ha dividido las aguas. Ya sabemos lo que va a hacer cada uno en cada escenario. Evo Morales se dedicará a moverse por todo el país, armando su campaña electoral. El presidente tratará de marcar la diferencia, concentrándose en gestión, sobre todo en el control de la economía.
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¿Por qué Evo Morales insiste en ser candidato?
Él volvió poco menos que a reivindicarse. El 2019, después de 14 años de gobierno, fue por supuesto un golpe absolutamente devastador para una personalidad que había sido el presidente con más años de continuidad en el gobierno. Entonces, por supuesto que salir como salió lo dejó absolutamente mal parado. Así, su retorno es el retorno al gobierno.
Pero esto no coincide con la realidad, porque efectivamente Luis Arce lo dijo desde un principio: aquí el que firma soy yo. Aquí el presidente soy yo, a pesar de los ministros compartidos, etcétera. Esto no solo que nunca se pudo controlar, sino que simplemente se fue abriendo la brecha. Y la candidatura de la semana pasada no es más que el corolario de este proceso, que al final no coincidió con esta idea de Evo Morales de que el gobierno debía ser de transición y que él debía retornar el 2025, aupado por su gobierno, soportado, empujado, en fin, por su gobierno. Pero, además, con todo este discurso reivindicativo de que le tocaba retornar para hacer aquello que no pudo concluir el 2019.
¿Por qué el presidente Arce eligió responder esta semana, luego de tanto silencio?
Yo creo que hay dos explicaciones. La primera es que el presidente se ha tenido que dar cuenta que debía hablar más. Él, como presidente. En cierto sentido siempre le favoreció el estar en segunda línea, en guardar la prudencia, la discreción, no aparecer mucho en los medios. Le funcionó más o menos a un principio, pero ya la situación económica, la situación política exige que un presidente hable más, que se dirija a la ciudadanía, que es un poco lo que ha estado haciendo también estos últimos meses. Hay que acordarse que ha estado en la inauguración de la Expocruz, porque hubo un previo trabajo de acercamiento con los empresarios cruceños. En fin, el camachismo ha quedado ahí marginal, en la propia Feria de Santa Cruz porque el presidente tomó la iniciativa política.
Esto nos está diciendo que él ya entendió hace unos meses atrás que no le servía mantenerse en esa especie de excesivo cuidado, no exponerse a los medios de comunicación.
La segunda explicación es que, dada ya la coyuntura y el desafío político que implica la candidatura lanzada por Evo Morales, él decide salir. Claramente lo dice marcando ya un poco más los términos del debate. La diferencia política consiste en decir, bueno, él va por ese lado, yo no. Este no un tema del momento, no es un tema de la agenda. Por el contrario, tenemos que concentrarnos en la situación económica. Esto es un poco por lo que está correteando por todo el país. En Cochabamba lo hemos visto todo el mes entero presentando sus obras, en sus inauguraciones, tratando precisamente de marcar esto.
Más allá de los liderazgos, ¿qué pasa con los entornos?
Yo diría que el 2019, con el golpe, se da un quiebre en la estructura y en el liderazgo de Evo Morales. O sea, la ruptura institucional del 2019 impacta en el liderazgo de Evo Morales y, consecuentemente, en su equipo, su entorno. Porque no hay liderazgo sin entorno. Sus aúlicos, sus corifeos, son lo propio de un liderazgo tan carismático como el de Evo Morales. Pero quedan afectados, impactados. Al mismo tiempo, aparece esta otra dirigencia que, generacionalmente, además, es diferente.
¿Cómo es esta otra dirigencia que pasa al frente entre 2019 y 2020?
Hay dos ejemplos notables, en mi opinión. En primer lugar, Orlando Gutiérrez, el dirigente minero. Orlando Gutiérrez en sus últimas apariciones cuenta cómo protestaba contra la dinámica del Consejo Nacional del Cambio (Conalcam). Entonces, esto no es no es algo que solamente se incuba en la crisis, es algo que ya viene de antes. Había una clara observación, una crítica muy bien dirigida contra este modelo de liderazgo centrado en la personalidad. En esto que finalmente termina siendo un culto a la personalidad. Me acuerdo de sus últimas intervenciones en agosto del 2020, precisamente cuando están cercando al gobierno de Jeanine Añez con el tema de las elecciones. Claramente él está hablando de una otra etapa política, de otra dirigencia. Por supuesto, ya no había Conalcam y, sobre todo. ya no había el liderazgo de Evo Morales. Entonces en mi opinión esto ya sucede antes, es más se incuba probablemente bastante antes, porque en el Conalcam hubo mucha disputa y la crisis, el desastre, la descomposición del Fondo Indígena, habló de una crisis más profunda en las organizaciones que soportan el proceso político.
Eva Copa es el segundo ejemplo. Una muchacha joven, creo que tenía 32 años en 2019, queda de presidenta del Senado y directamente se hace cargo de dirigir la resistencia al gobierno de Añez, pero al mismo tiempo de reflotar la democracia con las convocatorias a las elecciones, y otras acciones. Claramente rompe con Evo Morales, porque evidentemente él estaba pretendiendo dirigir a control remoto la resistencia desde Buenos Aires, desde México. Y esta gente le dice no, aquí mandamos los que estamos, los que nos hemos quedado. Es más, en la elección de los candidatos del 2020 ya se rompieron muchos esquemas porque esta dirigencia empezó a reclamar sobre el dedazo, porque entendían que Evo Morales estaba imponiendo candidatos.
Con absoluta claridad, la dirigencia hasta antes de 2019 es la del Conalcam, que luego es desplazada por la dirigencia que viene del 2020 en adelante y que ya no estaba bajo control de Evo Morales. Por el contrario, estaba buscando su propio espacio político. Y de hecho, cuando a Eva Copa la hacen en un lado en la candidatura a la alcaldía de El Alto, ella le propina una paliza electoral al candidato del MAS, absolutamente enorme. Por supuesto, esto era ya la escisión de la representación del bloque popular. La dirigencia que asume luego de la que estuvo hasta 2019, tenía ya otras manifestaciones en 2020.
Este relevo viene de una ruptura que en realidad se estuvo incubando probablemente desde el propio 2015 o 2016, cuando a alguien en el gobierno se le ocurrió hacer el referéndum, apenas recién empezando la presidencia del gobierno en 2015. Estaban pensando en la reelección ya entonces. Ese hecho se produce en el Conalcam. La idea del referéndum se planteó y se promocionó desde el Conalcam.
Conociendo todo lo anterior, ¿qué pasará con el congreso?
Creo que este congreso no va a tener ya mayor novedad, porque está absolutamente digitado en la línea de la ratificación y la consolidación de esta candidatura adelantada. Ahí no va a haber ninguna variación. Un congreso regularmente es un escenario donde se debate y donde hay diferencias, etcétera. Aquí ya no va a haber lugar para eso. Esto está yendo simplemente a la gente que asume que la candidatura, la presidencia del instrumento, es de Evo Morales.
Con todo, ciertamente va a ser una demostración de fuerza en el sentido de decir: estos grupos, estas organizaciones, representaciones, regiones, municipios, están conmigo. Ergo, los que no están aquí, están al frente. El congreso va a marcar quiénes están de un lado y quienes de otro. Este va a ser el segundo producto que va a marcarse a partir del 5 de octubre.
El tercer efecto, va a ser la convocatoria del bloque, particularmente del Pacto de Unidad, a una concentración, a un cabildo, el 17 de octubre, en El Alto. Ahí se va a hacer más o menos lo mismo. Es decir, todos los que no estuvieron en Lauca Ñ y que no están de acuerdo con la candidatura de Evo Morales mostrarán su presencia para plantear otra cosa.
Y, de hecho, la fecha naturalmente tiene que ver con octubre de 2003. El 17, en particular, es el día cúlmine del derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. Pero, además, se relaciona con la agenda de El Alto, la asamblea constituyente, la recuperación de los recursos naturales, etcétera. Todo ese programa de resistencia al último momento de los 20 años del neoliberalismo. Seguramente van a pretender también hacerlo muy enorme, para jugar esta pulseta de fuerza, pero al mismo tiempo sí va a disparar ya a las diferencias efectivamente ideológicas. Ahí veremos qué sucede realmente en este intento de recuperación de las banderas de octubre del 2003, versus la candidatura y el programa en la versión de Evo Morales.
¿Cómo queda la convivencia dentro del MAS luego del congreso??
Bueno, va a ser muy complicada. Pero, en todo caso, hay un hecho político que va a ser esta ruptura, en mi opinión, de carácter de cisma definitivo. Sin embargo, por el otro lado, significa la apertura de un enorme debate y un enfrentamiento político porque claramente ya las dos candidaturas no caben en el mismo proceso político.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político