DIBUJO LIBRE
En los ya más de 30 años de recuperación de la democracia nunca se había visto que se adelante tanto el clima preelectoral. Sin embargo, estos aprestos son muy evidentes en el cada vez más fracturado Movimiento Al Socialismo (MAS), dividido básicamente entre el ala ‘Evista’ y la ‘Arcista’ o ‘Renovadora’.
En cambio, la oposición vive quizás su periodo más incierto desde la irrupción de Evo Morales en las elecciones de 2005. Ese histórico 53,7%, frente al 28,6% de Jorge Quiroga (Podemos); se amplió a un 64,2% en 2009, en detrimento del 26,4% de Manfred Reyes Villa (PPB-CN); y un 61,3% ante el 24,2% de Samuel Doria Medina (Unidad Demócrata).
Luego vendría la frustrada elección de 2019, anulada por un supuesto fraude electoral y que oficialmente había quedado en un 47,1% para Morales y 36,5% para Carlos Mesa.
En todos los casos, la oposición estuvo representada por figuras provenientes de los llamados partidos tradicionales de la época Neoliberal. Tuto provenía de ADN. Manfred había creado la NFR, pero había tenido su paso también por ADN y el MBL y formó parte de la última ‘megacoalición’ que cayó junto con Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003. Samuel era militante del MIR y Carlos Mesa fue vicepresidente de Goni por el MNR.
Para 2020, tras los anulados comicios ya mencionados, aparece una figura disruptiva, la de Luis Fernando Camacho, protagonista indiscutible en la caída o derrocamiento (como se lo quiera ver) de Evo Morales.
Camacho encajaba en el prototipo del ‘outsider’ político, que rompe el establishment. El caso internacional más emblemático es el de Alberto Fujimori en Perú y ahora hay algunos ejemplos como el de Javier Milei, en Argentina, o Nayib Bukele, en El Salvador. El primero, amenaza con romper la dicotomía del kirchnerismo vs el macrismo, lo que el define como la ‘casta’. En tanto, el salvadoreño ha roto el histórico bipartidismo de ARENA frente al FMLN en su país.
Asimismo, el líder cívico cruceño, hoy preso en Chonchocoro justamente por su participación en los hechos de 2019, tenía toda la impronta de venir a jubilar tanto al nuevo establishment generado por el masismo, como a la oposición enquistada en lo que él llamó la ‘vieja política’, que equivaldría a la ‘casta’ de Milei.
Bukele ganó la presidencia y todo indica que se puede prorrogar ahí el tiempo que quiera dada su popularidad, en tanto, Milei todavía está en carrera y falta saber el desenlace, pero propios y extraños le auguran cierto éxito.
No sucedió eso con Camacho. Se podría decir que producto de muchos errores, no logró seducir al electorado nacional más allá de Santa Cruz. Entonces, decidió atrincherarse y logró asirse con la Gobernación cruceña.
Sin embargo, puede que sus errores, algunos de ellos groseros, como el de grabar a escondidas a su propio compañero de fórmula, no sean la principal causa de su desinfle.
Volviendo a los ejemplos internacionales de ‘outsiders’, independientemente de la valoración que cada uno haga si está de acuerdo o no, se trataba de personajes que venían con una propuesta política e ideológica, si se quiere. De hecho, hasta el propio Evo fue un ‘outsider’ e incluso se le considera así al mismo Goni en su irrupción inicial en el MNR.
Está claro que la fuerza impulsora del liderazgo inicial de Camacho era la oposición a Morales, sobre todo por la repostulación a la Presidencia pese a haber perdido el referéndum constitucional de 2016. Pero una vez logrado el objetivo, Camacho, a través de la agrupación política creada denominada Creemos, fue incapaz de irradiar una idea que seduzca al electorado nacional, si bien, tuvo un fuerte asidero en Santa Cruz.
Se puede interpretar que ese asidero en su tierra está relacionado con un imaginario colectivo creado desde una consigna de una región cuya dirigencia mantuvo un enfrentamiento constante (real o enunciativo, amerita otra discusión) con el gobierno masista, sobre la base de demandas de mayor autonomía.
Creemos creyó encontrar en una improvisada propuesta de Federalismo una alternativa que irradie a las demás periferias nacionales como Pando, Beni, Potosí o Tarija. Tampoco estaba clara su propuesta económica o en todo caso, no se diferenciaba mucho de lo que proponía el otro partido opositor Comunidad Ciudadana (CC).
Camacho hoy por hoy es un jugador fuera del tablero. Más allá de las consideraciones jurídicas o de justicia, el hecho de estar detenido y con una probable condena en puertas, lo cierto es que se encuentra con pocas posibilidades de volver a ser el ‘outsider’ protagonista que pudo ser. Pero entonces, ¿qué pasa con su partido? La respuesta se puede encontrar en el tratamiento que se dio a su ‘no sucesión’. De acuerdo con el estatuto autonómico, tras su detención tenía que asumir su vicegobernador, pero dado el tipo de liderazgo personalista del gobernador, ni siquiera permitieron eso.
Eso repercute directamente en un manejo de la Gobernación a media fuerza, lo cual le restará puntos a la hora de evaluar su gestión, aunque ya venía siendo cuestionada antes de su encarcelamiento.
El paro de 36 días en 2022 también contribuyó a un desgaste de Camacho y dio pie a que surjan nuevos liderazgos regionales con proyección nacional. El más evidente es el del rector de la Universidad Gabriel René Moreno, Vicente Cuéllar, que como cabeza del Comité Interinstitucional forjó una imagen de moderado, al mismo tiempo que técnico.
Cuéllar, un exmilitante del MIR, ha demostrado destreza en la política interna de la UAGRM, de donde salió expulsado por un supuesto plagio en una tesis, fallo que logró revertir y terminó ganando las elecciones. No obstante, su potencial liderazgo tropieza con la falta de una organización o una base política.
Como sea, estamos hablando nuevamente de personas y no de ideas. Hasta aquella impronta regionalista que irradió a la dirigencia cruceña desde el inicio de la era masista se ha ido apagando. El caso del Banco Fassil ha puesto en entredicho el mentado ‘Modelo de Desarrollo Productivo Cruceño’, idea fuerza de las demandas regionales.
Incluso el primer partido que se formó regionalmente con proyección nacional, Demócratas, bajo el liderazgo de Rubén Costas, se ha reducido al papel del concejal Manuel Saavedra. El popular ‘Mamén’, único edil de Demócratas en la capital cruceña se ha convertido en una figura relevante, principalmente en Tik Tok, por su estilo de realizar denuncias de corrupción a través de esta y otras redes sociales.
Más allá de la campaña personal de Saavedra de cara a las elecciones municipales aún lejanas de 2026, pero con la expectativa de lograr antes un revocatorio contra el alcalde Jhonny Fernández, Demócratas no tiene ninguna incidencia en este momento en la política nacional, con una propuesta desde Santa Cruz, como era la idea inicial.
Pero para ser justos, desde el oficialismo cruceño, el aporte masista se reduce a confrontaciones internas, con el peculiar diputado Rolando Enríquez Cuéllar, como cabeza visible. Una excepción puede ser el presidente de la Cámara Baja, Jerges Mercado, que aun conserva un discurso ideológico producto de una formación política.
Enríquez Cuéllar, en tanto, sorprende porque su discurso se centra más en atacar al propio Evo Morales y los militantes que estén identificados con él. Su némesis es su colega Anyelo Céspedes, que se encarga de denunciar las irregularidades de los ‘renovadores’, pero el nivel discursivo es similar al del primero.
Visto lo visto, está claro que la discusión política coyuntural no va por las ideas sino por otros intereses, sin importar que camiseta se tenga.
(*)Gerson Rivero es periodista