La gente y la ciudad sufren las secuelas del paro de 36 días
Solo el 40% de la ciudad se pudo limpiar en 2 días. Está llena de escombros.
Una pancarta expresa un sentimiento. Lo contrario es lo que se ve alrededor.
Las secuelas de 36 días de paro indefinido tardarán algún tiempo aún en perderse. Las denuncias de violencia, cuantificadas o no, deberán ser atendidas.
Los liderazgos políticos quedaron seriamente afectados y algo más evidente es la ciudad, que sufrió desajustes estéticos y funcionales en su infraestructura y el paisaje.
En lugares como la carretera al Norte, por ejemplo, la circulación hasta ayer era caótica. Montículos de arena o tierra, cascotes, basura, palos y llantas todavía impedían el normal flujo de vehículos.
En el kilómetro 7, en el ingreso a la zona de El Remanso, así como en los puentes vehiculares del séptimo, sexto y quinto anillos, se repetía la escena, con largas trancaderas de vehículos que se daban modos para cruzar montañas de escombros y tierra.
Cientos de llantas usadas se pueden observar a un costado de diferentes arterias de la ciudad. Muchas de ellas fueron quemadas durante la protesta.
En dos días, desde el sábado, la Empresa Municipal de Aseo Urbano (Emacruz) aplicó un plan de contingencia con el que logró recoger 2.167 toneladas de desechos, entre domiciliarios y especiales, que fueron llevados para su disposición final en el vertedero.
Según la gerente de Emacruz, Andrea Hoyos, esto significa, aproximadamente, el 40% de la ciudad que se ha logrado despejar.
Para tener una dimensión de lo que le implica a la comuna esta limpieza, se estableció que 2.500 personas trabajen en diferentes áreas de la ciudad para terminar lo antes posible con la limpieza.
Se cuentan, para ello, con 150 unidades de maquinaria que están en todos los distritos municipales.
“Se está trabajando las 24 horas, en tres turnos, para cubrir todas las áreas de nuestra ciudad”, sostuvo la gerente.
Además, estima que en los dos próximos días recién se pueda culminar con los trabajos y se despejen las vías principales.
PAREDES.
Otra evidencia del caos que generaron los 36 días son las paredes, llenas de grafitis, a favor y en contra del paro, con insultos y hasta con muestras de odio, racismo y otras fobias.
Uno que lo vivió en persona fue el presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Calvo.
Un grupo de manifestantes radicales, descontentos con la suspensión del paro indefinido el sábado, llegó a la casa del líder cívico, al poco tiempo de realizar el anuncio. Atacó cámaras de seguridad cercanas y amenazó con quemar la vivienda.
Con insultos y la detonación de petardos, los movilizados gritaron que el líder cívico no tuvo “los pantalones” para exigir que el empadronamiento se realice en 2023. Llenaron grafitis en la casa acusando a Calvo de “masista”, “traidor”, “vendido” y otros insultos.
En el centro de la ciudad aparecieron grafitis en defensa del Gobierno y atacando al gobernador Luis Fernando Camacho. “Facho Camacho”, “Camacho tengo hambre” o “Soy plurinacional no federal”, eran algunas de las pintadas que aparecieron en los últimos días. El frontis del Arzobispado de Santa Cruz fue uno de los afectados. Incluso escribieron uno que decía “Iglesia fascista”.
También puede leer: Calvo anuncia que se levanta el paro tras realizar varias demandas al Gobierno
AGRESIONES.
Las redes sociales fueron un canal de denuncia de cientos de abusos, agresiones físicas, verbales y humillaciones, que generaron un estado de indefensión en la ciudadanía.
Formalmente, la oficina del Defensor del Pueblo reportó al menos 68 casos de vulneración a los derechos humanos, cuando se cumplían 34 días del paro.
Asimismo, la Casa de la Mujer atendió al menos ocho casos de violación por día, según informó su directora, Paola García.
La protesta también se cobró la vida de al menos tres personas de forma violenta. Julio Pablo Taborga fue victimado por bloqueadores en Puerto Quijarro, el primer día del paro, el 22 de octubre. El 9 de noviembre, Eduardo Arancibia falleció degollado por un cable que cruzaba una calle. Un día después, José Sosa apareció muerto en un punto de bloqueo.
A este recuento se suma el fallecimiento de cinco pacientes renales por no recibir su diálisis a tiempo debido a los bloqueos, según la denuncia de la asociación civil Vida y Esperanza.