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María y la construcción de lenguajes para desear y soñar

‘Me declaro impostora del arte’, dice sobre sí misma. En cambio, el reconocido curador Paul B. Preciado la destaca como una ‘grande del futuro’ en la prestigiosa revista ArtReview. En las calles ella es ‘María’.

/ 17 de abril de 2019 / 04:00

Ni más ni menos que Paul Beatriz Preciado —filósofo y el curador más influyente del mundo, según publicó en noviembre de 2018 la revista ArtReview, especializada en el arte contemporáneo mundial— ha escrito sobre la boliviana María Galindo, destacándola como una de las “grandes del futuro”. Ella es activista, feminista, anarquista… ¿artista? “Cuando estoy en un contexto artístico —que he terminado viviendo de esto por azares del destino— me presento como una impostora”, aclara ella mientras toma un café en la Virgen de los Deseos, en la avenida 20 de Octubre, el espacio del colectivo Mujeres Creando desde donde desarrolla un intenso trabajo de reflexión, discusión y creación.

Es difícil escribir o decir “Galindo”, aunque lo mande la seriedad de una entrevista, pues así como la artista Ejti Stih la ha pintado nombrándola simplemente como “María”, la gente la conoce por su nombre de pila. Pintura en paredes de instituciones, penes pintados y otras acciones polémicas permanecen en el imaginario del boliviano. Es amada y odiada, pero nadie es indiferente. Y la institución del arte hace mucho que tiene puestos los ojos en su obra: ha sido invitada tanto a la Bienal Siart Bolivia como a la Bienal de Sao Paulo —dos veces— y a la Documenta 14, en Grecia.

“Tengo una posición tomada respecto a esta institución, que incluye al museo, la galería, la historia del arte y el concepto mismo de arte. En esos cuatro niveles hay un secuestro del arte. El talento era la moneda que se pagaba en el teatro griego. Hoy ha sido reinterpretado como un don que depende de la naturaleza, además de un privilegio. Yo trabajo desde una visión política de la creatividad como un hecho universal, presente en todos los seres humanos. Pero el conjunto de procesos de dominación nos va extirpando la creatividad, así que preservarte como un ser creativo ya es un acto de rebeldía”, explica María.

Ella es muy crítica ante una historia del arte basada en un canon masculino, patriarcal, de lectura de las fuerzas expresivas de una sociedad desde el punto de vista del poder. “Cuestiono la mercantilización, el manejo de las curvas salariales, donde un curador gana más que el artista y el artista se ha convertido en un accesorio del discurso de un curador. Yo declaro que los museos están muertos, que nacieron muertos, nacieron al servicio de unas élites, con todos sus complejos. Yo no tengo ninguna aspiración de legitimación de parte de esa élite o ese circuito”.

Pero el texto del filósofo y comisario español es distinto, pues quien la convocó cuando era director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona—para presentar los conceptos de despatriarcalización y descolonización— y al Parlamento de los cuerpos en la Documenta 14 aprecia justamente esa mirada crítica. “Eso no quita que haya un ámbito indeterminado e indefinido al que se le llama arte, pero donde confluyen discusiones filosóficas y políticas de la historia contemporánea de la humanidad. En el Parlamento de los cuerpos, por ejemplo, intervienen muchas poéticas al mismo tiempo; ese es un escenario que me interesa, no como legitimación, sino como una confluencia de discusión”.

El texto de Preciado es un reconocimiento al trabajo de María. “Él tiene una enorme paleta de personajes a los que puede poner en pantalla, le dije que esto era algo insólito. Me respondió: ‘Es insólito, pero necesario’”.

La propuesta que destaca Preciado surge de un medio cultural boliviano que María ve anclado en el concepto de las bellas artes, gastado en el siglo XIX. “Nos hemos aferrado al folklore como tabla de salvación porque es más democrático, pero el folklore también es un disciplinamiento a la repetición, a la división sexual rígida y a la confirmación de una regla, no a la ruptura. Los escenarios culturales bolivianos están profundamente colonizados y patriarcalizados”.

Ante este panorama es que surge el trabajo de María Galindo, que no encaja en una específica disciplina o lugar. “El eje es principalmente la reflexión política feminista y la construcción de lenguajes. Las mujeres tenemos mucho que decirle al mundo, pero no tenemos palabras. Las mujeres somos carne sin verbo, no solo porque la Biblia nos ha calificado así, sino porque lo dicta el patriarcado. Las mujeres tenemos mucho que decir y no tenemos lenguajes propios, las herramientas con las que estamos hablando nos niegan de antemano. Y pasa lo propio en las luchas sociales, como con todos los seres subalternizados, enmunecidos y depreciados por la historia y las relaciones de poder. Por eso mi trabajo es producir lenguajes que nos permitan decir lo que somos, pero al mismo tiempo hablar del mundo con el que soñamos y de nuestros deseos. Para eso necesitamos construir lenguajes. Y es ahí donde mi universo se ha chocado con el del arte: hay que reconocer que este mundo es el más permeable a los nuevos debates, es el menos ortodoxo, es el que más disciplinas mezcla”.

Estos nuevos lenguajes nacen en la calle. “El acto de irreverencia de las mujeres más contundente surge cuando una vendedora hace siesta en su puesto de venta.

Ahí hay todo un lenguaje. La calle en Bolivia es un lugar de reconstrucción y destrucción. Hay una ciudad efímera no rígida que es la de las mujeres. Es el único espacio para la democracia y la historia (…) La insurrección la estamos produciendo mujeres en las calles”.

María toma distancia de la función del misionero en la calle, del que predica un mensaje. Sus intervenciones no pretenden una interacción de público y artista, rompe esos esquemas. “Todos somos actores, y cada quien actúa desde lo que es”.

Además se declara una desadaptada social que no se contenta con nada y que trabaja desde la insaciabilidad. “Si queremos justicia, queremos toda la justicia posible; queremos toda la felicidad posible y la imposible, también”. El escándalo no le espanta. “Creo que nadie se expresa de forma más concreta, barata y contundente para generar un debate en muchas líneas. No me interesa dar un mensaje, el significado está disperso para que cada quien lo atribuya según sus iras y sus sentimientos”.

Si bien estas acciones resultan desgastantes —más aún si implican insultos en las redes sociales y forcejeos con la Policía—, María ha desarrollado una forma de controlar esa euforia. “Me cuido mucho la salud; te degastas mucho físicamente. He llegado a quedar herida después de varias acciones, la última vez se sentó sobre mí un policía y me dejó muy dañada. Así como hago un acto de despliegue de energía, luego me retraigo sobre mí. Las acciones tampoco son muy seguidas, pues detrás hay mucho estudio, mucho compartir, mucho debate. Son horas y horas de trabajo en comunidad”.

Obras como El milagroso altar blasfemo, pintado en la fachada del Museo Nacional de Arte, se replicó también en Ecuador y Chile. “Tengo muchas ganas de volver a hacerlo. No sé si en el Vaticano”, se ríe.

Pero la expresión de María cambia: un dejo de tristeza y rabia toma su rostro cuando repasa las acciones que ha hecho con pintura roja en los muros de varios edificios gubernamentales. “Cuando estás en el cuerpo de una mujer y te enteras de una violación tras otra violación, de una ola de violaciones colectivas, sientes un manoseo. No es a ella, es al cuerpo-mujer. ¿Cómo vas a reaccionar? ¿Enviando una carta al Gobierno? ¿a la Alcaldía? Nuestras intervenciones son salvajes y deberían serlo más. El cuerpo ya no me da para todo lo que quisiera hacer”.

¿Qué pasará entonces en 20 años? “No importa. Nosotras no estamos luchando por ser alcaldesas, nuestras luchas son infinitas. Lo que hacemos llega hasta el presidente Evo Morales, llega a todo el país, hasta el último rincón. Y así como las violaciones se reflejan en nosotras, la dignidad también. Es un espacio de rabia, dignidad y rebeldía muy legítimo, se comparte y abre espacio social… Nosotras pasaremos, por supuesto, pero la dignidad queda. Nuestra venganza es ser felices”.

María Galindo

Paul B. Preciado –  curador de arte y filósofo transfeminista

  • Pintura. ‘Las tres Marías’, una obra de la artista Ejti Stih, en la que retrata a María Galindo. Foto: EJTI STIH

María Galindo (La Paz, 1964). “Soy puta, soy lesbiana, soy boliviana. Solo puedo existir construyendo alianzas prohibidas entre estas posiciones discursivas y políticas que están supuestamente en contradicción entre sí. Hablo desde el lugar de la tortura y la violencia, pero no para dar testimonio, sino para imaginar la felicidad desde una posición de desobediencia”. Estas son las palabras con las que se presenta María Galindo, una artista, performer, activista, escritora y cofundadora del colectivo boliviano Mujeres Creando. Trayendo a la conversación las prácticas y los conocimientos subalternos de mujeres indígenas y la tradición política y literaria del anarquismo, el punk y el feminismo no blanco, María Galindo ha creado en los últimos 15 años una práctica artística radical.

¿Pero qué puede hacer el arte en un contexto de neocolonialismo autoritario en el cual las lógicas del feminismo y del discurso identitario indígena han sido absorbidas por los discursos humanistas, religiosos y neoliberales como nuevas estrategias de control? María Galindo responde sacando el arte del mercado y de la galería y devolviéndolo al lugar donde nació: la plaza pública, el ritual social. Contra la purificación racial y sexual del cuerpo, el trabajo de María Galindo exorciza el terror de la historia colonial a través de una teatralización bastarda e iconoclasta de los símbolos católicos y patriarcales. Contra la economía capitalista de explotación y destrucción ecológica, el animismo artístico de María Galindo usa objetos y cuerpos “baratos y rotos”, otorgándoles nueva vida como tótems de una revolución poética que está por venir y que desafía nuestros modos convencionales de la percepción y nuestras economías deseantes. Sus prácticas más-que-artísticas pertenecen a un linaje de artistas-chamanes donde también podemos encontrar las obras de Pedro Lemebel y Las Yeguas del Apocalipsis, Ocaña, Miguel Benlloch, Sergio Zevallos, Beau Dick, Lygia Clark, Michel Journiac, Ulrike Ottinger, Annie Sprinkle y Beth Stephens, Vala Tanz o Guillermo Gómez Peña.

* El texto fue publicado por ArtReview,

revista internacional de arte contemporáneo (Londres).

La traducción es de Liliana Colanzi

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Fabricio Lara: plasmar lo espiritual

El artista orureño reflexiona sobre lo material y lo energético en la muestra ‘Frecuencias de Luz, Materia y Realidad’ en Daniela Mérida Gallery.

/ 2 de noviembre de 2024 / 23:57

Forma y esencia, materia y espiritualidad son las preocupaciones que el artista orureño Fabricio Lara desarrolla en la muestra Frecuencias de Luz, Materia y Realidad, que seexhibe en Daniela Mérida Gallery (Av. Montenegro, entre Enrique Peñaranda y G. René Moreno). En la exposición, que permanecerá abierta hasta el 23 de noviembre, Lara invita a reflexionar sobre el ser humano como energía que vibra y crea realidades, a través de un diálogo entre la luz y la materia.

– ¿Cómo surge el concepto de Frecuencias de Luz, Materia y Realidad?

– Se origina desde antes de la pandemia. Surgió desde una búsqueda e introspección personal, ya que hace tiempo que vengo investigando los orígenes del ser humano. En esta búsqueda pude evidenciar que hay una parte del ser humano que es la más importante, la subjetiva, la no material, la espiritual. Es una vivencia más o menos constante que tengo.

Cada que pinto siempre estoy atento a las noticias, escuchando podcasts, poniéndome al día sobre la física cuántica. En el mundo de hoy hay problemas de diferente índole y mi búsqueda está en tratar de dilucidar el porqué de estas situaciones. El ser humano por lo general no es autocrítico, no tiene un horizonte muy claro sobre lo que significa el transitar por este mundo. Le preocupa más lo objetivo y material, y no lo subjetivo y espiritual.

En esta muestra trato de plasmar esa parte más importante, la espiritual, de todos los seres humanos, la parte energética. Y en esto tiene que ver mucho la física cuántica. Ya no son teorías sobre una búsqueda esotérica del ser humano o el espíritu, sino que hoy en día tenemos pruebas palpables acerca de la importancia de este campo. Hay muchos físicos cuánticos inmersos en esta búsqueda y  han podido evidenciar la presencia de la supraconciencia, como la llaman, o conciencia, que es en realidad la que digita la parte material u objetiva de lo que vivimos día a día.

Si bien este es un proceso que ya lleva un buen tiempo, utilizo nuevos elementos plásticos. La paleta sigue siendo la misma, el color sigue siendo el mismo, la identidad cromática tiene todavía su desarrollo. Eso sigue una línea y también tiene una cierta evolución. Y en esta etapa es para mí muy importante poder conjugar la forma con el contenido, un nuevo contenido que es una preocupación latente y diaria.

– ¿Cómo es su proceso de creación?

– Tengo una visión de lo que es el lenguaje del arte, que básicamente está dado por lo que es la forma y contenido: el contenido es el qué, el tema, y la forma es el cómo se realiza la obra, la parte técnica y formal, el concepto de cómo encararlo formalmente, donde entra la composición, equilibrio, armonía, el uso de elementos creativos que ayuden a expresarse mejor.

En el lenguaje escrito una palabra o una oración tienen una estructura. En el arte sucede lo mismo, pero estas formas de comunicarse se basan sobre todo con colores para que haya armonía. Se debe tener un orden de esos valores, colores, dibujo, cosa de que tenga una lectura lógica.

En mi caso, tengo una inspiración acerca de un determinado tema o elemento que quiero representar, tengo la idea, empiezo a dibujar, a manchar la superficie, a diseñar la forma que quiero expresar  con una idea definida, pero con un desarrollo constructivo. Si bien tengo una idea inicial, esta va desarrollando y evolucionando. Soy lo que se llama en el campo de las artes, un constructor de la obra.

– ¿Cómo enfrenta el lienzo vacío?

– No siempre es fácil. En mi caso no espero el momento de inspiración. Gracias al universo, estos momentos de inspiración sí llegan, pero la idea es poder trabajar y que la inspiración uno la encuentre en medio del trabajo, y no al revés. Muchas veces no tengo una idea muy clara de lo que voy a hacer, o por ahí sí tengo el tema, pero no siempre sé el cómo, y esa es la dubitación del artista al enfrentar el lienzo en blanco. Yo generalmente empiezo a manchar; primero pinto de negro toda la superficie, y sobre ese negro poco a poco voy dibujando y buscando la luz, primero con colores neutros, suaves, oscuros, y de ahí poco a poco se va encendiendo la obra con tonos medios, y tonos un poco más claros, hasta llegar a la iluminación o saturación total de la superficie. Obviamente en este proceso voy componiendo poco a poco.

– El camino artístico que ha recorrido es extenso. ¿En qué etapa de su carrera se encuentra en este momento?

– He pasado por diferentes etapas. Desde la realista, cuando estaba en la universidad. Mi obra se parecía mucho a la pintura que mi padre Gustavo y mi tío Raúl Lara hacían, pero pude encontrar mi camino en esa etapa de formación universitaria. Luego encontré el gusto por los colores quebrados, por la sensación altiplánica que ofrece el país. Esa rica paleta terrosa me atrajo mucho, fue la segunda etapa. Estaba más allá de lo descriptivo, lo figurativo, estaba entrando en un mundo más metafísico y andino. Me sumergí más y me enfoqué en las culturas primigenias, la tiwanacota, la inca; todas las expresiones ancestrales que lindaban mucho con la pintura rupestre originaron mi etapa matérica, con la búsqueda de seres que tenían que ver con los ancestros y también con la relación que tenían estos con el cosmos, los astros. De ahí que tenía parejas lunares, seres astrales. Y se fueron adicionando los acentos de tonos saturados.

Después pasé a otra etapa donde dejé esta técnica, más que todo por practicidad, para poder llevar exposiciones con obras de gran formato. Como trabajaba con mucha materia, no podía llevar mis trabajos en bases sólidas como venesta o trupán, hablo de cuadros de un metro, metro y medio. Transportar 10 obras así al exterior es casi imposible.

Después pasé a pintar en óleo, en acrílico sobre tela, y lograba texturas más que todo visuales, con espátulas, con pintura acrílica y continué con la saturación del color y con una figuración que lindaba con el mundo abstracto y figurativo y con evocación de seres mitológicos, astrales, cósmicos, que tenían que ver con figuras zoomorfas, antropomorfas, caballos, toros, parejas… Y con colores saturados, lindando entre la figuración y la abstracción.

Si bien en la actualidad esta investigación de la forma, del color, de las texturas, sigue su camino, tengo un aditivo: la búsqueda de la parte energética del ser humano, que es la que dirige a la material. Para mí es una vivencia constante, es un mundo en el cual me siento muy bien y en el cual vivo. No es solo un trabajo de investigación, no: es una forma de vida que en esta exposición evidencio y plasmo.

– Es un artista que tiene una gran proyección internacional. ¿Cómo se recibe su obra en el extranjero?

– He tenido la suerte de poder viajar mucho y desde muy temprana edad, de representar al país. Una de las primeras veces fue cuando yo cursaba la universidad el tercer o cuarto año y ya tenía una identidad pictórica bastante matérica. Vino una galerista del Principado de Liechtenstein a elegir tres artistas para llevarlas ahí. Fue la primera vez que tuve la oportunidad de salir representando al país junto a Cecilia Wilde y Raúl Lara, cada uno con expresiones diferentes.

Esta galerista hizo una exposición con los artistas más importantes del país en el Museo Nacional de Arte. Yo era uno de los jóvenes y en plena exposición anunciaron a los tres escogidos. Para mí fue una gran sorpresa que elijan mi trabajo. Fue un premio gigante: una especie de beca residencia de tres meses donde nos pagaban todo, ida y vuelta y exponíamos al final en Vaduz, la capital. También saqué una mención de honor en la Bienal Internacional de Pintura de Cuenca; fueron mis primeros pasos a nivel internacional.

En ese entonces lo que llamaba la atención de mi trabajo era el manejo del color. Si bien esa etapa era bastante matérico y austero, también empecé a incidir en los colores saturados acompañado con colores quebrados para poder medir la temperatura de la obra.

Cuando estuve en la feria de ARCO, en España, pasó lo mismo. Era impresionante ver pequeños stands con obras de Picasso, de Modigliani, de Max Ernst a la venta. Era como estar participando con semejantes personajes de la historia en la misma feria. Allí llamó la atención el uso que hago del color, igual que en el World Art Tokio ( Japón) en 2019. Por lo general los países latinos tienen esa exuberancia. En el color ven lo exótico de lo latino, pero había algo más, un sello más boliviano: la compensación de lo exótico (tonos saturados exuberantes) con una mesura equilibrada por el uso de colores quebrados o tierra.

– ¿Cómo influye en su obra el trabajo de grandes como Raúl y Gustavo Lara?

– Vengo de una tradición familiar artística. La familia de mi padre es una familia de 11 hermanos. Mi padre es el número cuatro o cinco, más o menos. Y a partir de mi padre, todos los hermanos que le siguen se dedicaron al arte; antes de él, no. A partir de mi padre comienza toda la generación de artistas. Estaba primero mi padre, Gustavo; le seguía mi tío Wálter, muy buen dibujante, después le seguía mi tío Otto o Roberto.  Después venía Raúl, muy conocido, obviamente con mi padre Gustavo. Después estaba Jaime, un joven pintor desaparecido político en la dictadura militar argentina, se lo llevaron a sus 25 años, no lo volvimos a ver nunca más. También está mi tío Ramiro, que lindaba entre la arquitectura y la pintura. Y mi tía Blanca, que se dedicaba a la cerámica. También mi tía Judy, mi madre y mi hermana. Mi madre era pianista. Ella daba conciertos en Oruro, ahí conoció a mi padre y también hacía cerámica.

Fue muy difícil decidirme a estudiar Artes en la universidad, porque si bien lo llevaba en la sangre, era una mochila muy pesada competir con el apellido, con la fama de mi padre Gustavo o mi tío Raúl. Implicaba una responsabilidad en la cual no podía fallar. Pero fue mucho lo que pude aprender de ellos, especialmente de Gustavo, y de mi tío Raúl también, porque convivíamos todo el tiempo. Pero Gustavo, mi padre, fue mi maestro en dibujo, pintura, escultura, cerámica, en el concepto del arte, más que en la técnica. Era un placer estar con ellos, tomar el té al final de la tarde con ellos, mi tía Lidia, esposa de Raúl y mi mamá Lidia. Eran charlas donde se recordaban anécdotas artísticas del ámbito cultural en Argentina y Bolivia.

– ¿Cuáles son los siguientes pasos después de esta exposición?

– Tengo una exposición en Fundación Patiño la primera semana de diciembre. Es un proyecto que hace tiempo vengo elaborando en un área que me interesa mucho: las culturas ancestrales, uno de los primeros caminos que tomé en el arte que denominaban telúrico, pero que para mí es más ancestrado, rupestre matérico y donde voy a exponer obras que son de hace 20, 15 y 10 años, acerca de culturas ancestrales, especialmente de Taypikala.

Esta exposición será con un fotógrafo. Ambos hemos estudiado nuestras civilizaciones ancestrales y el producto lo vamos a presentar en Patiño. En la misma línea tendré una exposición individual en Los Tajibos, Santa Cruz, la primera o segunda semana de diciembre. Y para el año hay muchos planes trazados.

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Sergio Haisch relata su viaje de Bolivia a Noruega en retratos

El pintor boliviano radicado en Oslo abre una muestra este viernes 18 de octubre en la Fundación Patiño

/ 17 de octubre de 2024 / 13:24

Transición: Mi viaje a través de retratos es la primera muestra del artista paceño Sergio Haisch Timm en Bolivia, país al que regresa de visita, pues vive desde hace 20 años en Oslo, Noruega. Allí se ha forjado una carrera de diseñador gráfico y paralelamente ha expuesto sus óleos en espacios como la galería Bak Fasaden de la isla de Skåtøy. Este viernes 18, a las 18:30, inaugura la muestra en la Fundación Patiño (Av. Ecuador N° 2294, esquina Rosendo Gutiérrez) de La Paz.

La exposición en Bolivia surgió como una iniciativa de Paola Morales, amiga del pintor y gestora cultural. “Encendió en mí el sueño de exponer mi trabajo en mi tierra y de compartir una pasión que nació en La Paz y me siguió a través de mis 20 años en Noruega. El sueño toma forma con el apoyo y trabajo de amigos (muchos para nombrar) y mis padres, Marina y Julio, que desde aquí establecieron contactos y buscaron posibles galerías. Mientras tanto, en los largos meses de preparación, el apoyo de mi esposa, Cecilie, y mis hijos, Anna y Matheo, me mantuvieron en pie. Al final, con la ayuda de María Tapia, fue el precioso Espacio Simón I. Patiño el que abrió sus puertas, brindándome la posibilidad de hacer el sueño realidad”, relata Haisch.

Como diseñador trabajó para el Estado noruego como líder de sistemas de diseño para NAV – Norwegian Labor and Welfare Administration (Administración de Trabajo y Bienestar de Noruega) y en Digitaliseringsdirektoratet (Dirección de Digitalización), entre otros. Como artista, ha recurrido a los retratos para forjar su discurso. 

La creación en Sergio Haisch

“Mi proceso creativo implica investigación, experimentación e interacción. Es mucho más sistemático de lo que podría atribuirse a un arte plástico. La parte de inspiración es constante, en la ciudad, en la gente que veo y en mi cultura que se transpone en el contexto en el que vivo. Esta inspiración se convierte en conceptos que inician la búsqueda de modelos, tanto reales como imaginarios. Una vez encontrados, comienza un proceso de composición y trabajo con color, llegando a un boceto digital y los respectivos estudios en óleo en miniatura. Cuando los valores y composición son de mi agrado, comienza la pintura en pleno”.

La experiencia del artista como diseñador formado en Noruega se puede apreciar en composiciones directas, sencillas, casi editoriales. “Pero por otro lado, el uso de colores saturados es posiblemente algo que llevo en la sangre”. La influencia de los procesos fotográficos destaca en esta muestra, como puede verse en su página web www.sergiohaisch.com.

La Paz abrazó la visita del artista, ciudad donde empezó de forma instintiva a cultivar su técnica. “La ciudad me recibió con salteñas, llajua, singani, cielo azul, más líneas de teleférico y el caos total que es el tráfico en el centro. Pero más que nada con la dicha de compartir con familia y amigos de toda la vida”. Sergio Haisch desea transmitir al público paceño con su exposición, que estará abierta hasta el 30 de octubre, que con suficiente empeño y dedicación los sueños pueden realizarse. “Por más lejos que uno viaje, a través de tiempo y distancia, el corazón mantiene su identidad. En mi caso, un paceño nacido en Sopocachi que disfruta de pasear en las calles de Oslo, nadar en el fiordo y esquiar de vez en cuando… Intentando no matarse en el intento”.

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Ayo Di: ‘muchas veces la música es la única compañera’

El músico boliviano lanzó en plataformas ‘Ni rebajándome te alcanzó’, el primer sencillo de su nueva producción

Por Miguel Vargas

/ 1 de septiembre de 2024 / 06:06

Ni rebajándome te alcanzó es el primer sencillo que el músico Ayo Di sacó en las plataformas digitales a manera de presentación de su uevo materail. Se trata de una invitación a dejar atrás las lágrimas y abrazar el amor propio.

— Vivió y trabajó como DJ durante cinco años en China, ¿cómo ha influido esto en su vida y su música actual?

— Mi tiempo en China marca en mi vida un antes y un después. La cultura tan distinta y la mezcla de estilos a los que me expuse me ayudaron a abrir la mente y ampliar mi creatividad. Desde la electrónica underground con la que trabajaba en clubs hasta la música que escuchaba en la calle me ayudaron a tener un mayor repertorio de ritmos y sonidos. Cada evento y ciudad dejó una huella que influenció en mi estilo y mi música.

—¿Qué es la música para usted?

—La música es mi lenguaje más puro, mi manera de hablar sin filtros y de transmitir emociones que a veces ni las palabras alcanzan a expresar. Además, es una forma de acompañar a las personas con algún sentimiento o situación, la música es una herramienta poderosa para conectar con los demás y una forma de sanación personal. A mí no me gusta hacer música feliz, porque cuando estás feliz, ya estás lo suficientemente acompañado y cualquier canción o cualquier letra puede sacarte más sonrisas. Pero cuando estás triste es cuando más solo te sientes. Muchas veces la música es tu única compañía, y es en ese estado de tristeza cuando más atención se pone al mensaje. Es a esos momentos a los que me gusta dirigirme, entregando un mensaje que pueda ayudar o letras que resuenen con la situación que la gente está pasando.

—¿Cuál ha sido el proceso de Historias de desamor 1?

—Historias de desamor 1 nació en un momento en que necesitaba canalizar ciertas emociones intensas y complejas. Cada canción del EP fue compuesta y producida en momentos de mucha reflexión, donde la necesidad de crecimiento personal estaba muy presente, y sin querer, terminó siendo un proceso bastante terapéutico. Es un viaje que va desde la tristeza hasta el empoderamiento, cada track está conectado con el desamor, la superación y el amor propio, pero cada uno cuenta una historia diferente y con su propio mensaje.

—¿Cómo surge este primer sencillo?

—Ni rebajándome te alcanzó surge de la idea de que, a veces, ni siquiera rebajando nuestros estándares una persona puede ser suficiente y el problema más grande es que esa persona quiere tratarte como si el insuficiente fueras tú. Quería crear un himno para aquellos que deciden no conformarse, para quienes conocen su valor. Es una canción que te invita a ver una ruptura de diferente forma, a dejar los lamentos y abrazar el amor propio para salir de ese hoyo, porque considero que es la única forma de superar un corazón roto, darte cuenta que mereces más. Escuché muchas veces a mis amigas, una vez superado el ex, decir “¿cómo me fijé en él?”, “Estaba ciega”, “mi momento más humilde” y es porque al fin se dieron cuenta de que son mucho para esa persona, es ahí cuando el ex queda superado, esa es la esencia de esta canción.

— ¿Alguna experiencia personal?

— Es imposible no plasmar en mi música lo que vivo, pienso y siento. Este track tiene algunas frases inspiradas en una relación que me hizo olvidar quién era, pero también me ayudo a ser alguien aún mejor y a saber lo que sí y no merezco. No solamente una ruptura, pero cada evento trágico es una oportunidad para crecer como persona y en el caso de una ruptura, el objetivo debería ser mejorarse a tal punto que dejes a tu ex atrás y estar consciente que esa persona ya no tiene lo necesario para estar a tu lado, por eso la parte de la letra que dice “Ahora obsérvame de lejos, de cerca ya no me mereces” es tan poderosa.

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Texto: Miguel Vargas

Fotos: Ayo Di

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Santa Cruz festeja ‘Días de arte’

La sexta versión del evento creado a iniciativa de Juan Busillos concluye hoy con música, pintura al vivo y conversatorios

Por Miguel Vargas

/ 18 de agosto de 2024 / 06:08

En su sexta versión, Días de arte, bajo el lema “Todo es cultura” celebra la creación artística en Santa Cruz de la Sierra. Esculturas, pinturas e intervenciones forman parte de este evento que se inició ayer y que culmina hoy, 18 de agosto, en la galería Búho Blanco, espacio cultural que está ubicado en la Urbanización Cañoto, calle 9 final, entre av. Piraí y la Radial 17 y medio de la ciudad de los anillos.

“Este proyecto nace a la cabeza y por iniciativa del escultor Juan Bustillos, director general y dueño del espacio. Él posee un taller, un búnker maravilloso en espacio y creatividad, de más de cinco mil metros. Es acá donde él y los artistas que invitó es que empezamos este bello y constante proyecto el 2019, que no paró ni el año de pandemia”, explica Magenta Murillo, artista visual.

14 son los artistas que Bustillos invitó y que se caracterizan por vivir 100% de su trabajo, entre los que están escultores que él formó en su estudio y cuatro artistas extranjeros. “No somos un grupo de amigos que decidieron juntarse para crear algo, somos un compendio de profesionales en el arte y buscamos la excelencia. Trabajamos más de siete meses solo en este proyecto para lograr una exhibición y venta a un nivel alto, como nuestras creaciones”, agrega la artista.

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En este espacio es que cada artista armó una pequeña galería para exhibir su trabajo, transformando la casa en una inmensa sala de formas, colores y creatividad. “La idea es vender, exhibir e invitar al público en general a estos dos días de visita cultural donde pueden pasear familias enteras niños, adultos —además es pet friendly—”, señala la artista. El espacio abre de 09.00 a 22.00 los dos días del evento.

Ejti Stih, Juan Bustillos, Darwin Ibáñez, Magenta Murillo, Edgar Márquez, Mauricio Guajardo (Chile), José García, Jamir Johansen, Leoni Manrique, Noemí Oropeza, Jefri Acuña, Oscar Sosa – Ozzo Ukumari, Jaime Tereba y Carlos Paz son los y las artistas participantes.

En esta versión se contará además con la premiación al chileno Osvaldo Peña, escultor que recibirá una estatuilla de bronce hecha por JuanBustillos y su equipo, la Venus de Düsseldorf.

“Apostamos por crear un público que se adiera al arte, crear coleccionistas nuevos, reconocer y vivir la grandeza del arte, para que podamos llegar a ser un destino turístico cultural”, dice Murillo.

Texto Miguel Vargas

Fotos: Días de Arte

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La sed verdadera ¿Qué hacemos cuando se termina el agua?

El fotógrafo Marcelo Meneses presenta un testimonio visual de la desaparición de los lagos Uru Uru y Poopó de Oruro

La sed verdadera

/ 4 de agosto de 2024 / 06:18

El futuro está ante nuestros ojos y no es promisorio. El fotógrafo Marcelo Meneses Vargas (Alma Tunante) presenta una exposición que brinda un testimonio crudo sobre la gravedad de la situación del agua en Bolivia, registrando la vida de las comunidades de Puñaka Tinta María y Chusakeri, en el departamento de Oruro, cuya vida ha dado una vuelta sin retorno tras la desaparición de los lagos Uru Uru y Poopó. La sed verdadera ¿Qué hacemos cuando se termina el agua? es una muestra conformada por 30 fotografías impactantes que se exhibirán hasta fines de agosto en la Casa Museo Inés Córdova – Gil Imaná (av. 20 de Octubre esq. Aspiazu). El ingreso es libre. 

“Con esta muestra buscamos encender llamas de conciencia y prevención que iluminen el camino hacia un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos”, apuntó Meneses, quien pudo concretar este proyecto gracias a los fondos proporcionados por la Convocatoria de Fomento a la Productividad Cultural y la Creación Artística 2024, organizada por el Centro de la Revolución Cultural (CRC), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB).

Para estas imágenes, el fotógrafo nacido en Cochabamba y reconocido por sus fotografías del Carnaval de Oruro viajó hasta las comunidades de Puñaka Tinta María y Chusakeri, donce wevidenció la crisis humanitaria del pueblo Urus, que ha desarrolado su cultura con base en su relación con los lagos Uru Uru y Poopó.

Se exhibe en la Casa Museo Inés Córdova – Gil Imaná, (av. 20 de Octubre esq. Agustín Aspiazu) El ingreso es libre.
Se exhibe en la Casa Museo Inés Córdova – Gil Imaná, (av. 20 de Octubre esq. Agustín Aspiazu) El ingreso es libre.

“Esta muestra nos impulsa a visibilizar las consecuencias sociales y ambientales de este fenómeno, además de inspirar empatía y solidaridad, y promover un diálogo reflexivo sobre la gestión sostenible del agua y la preservación de comunidades vulnerables”, describió Meneses.

Sobre la muestra fotográfica, el escritor Benjamín Chávez escribió: “Las fotografías de Marcelo Meneses son el testimonio gráfico de una realidad inquietante que nos confronta a una posibilidad de incertidumbre vivencial y nos interpela como humanos en relación con el planeta y nuestros estilos de vida.

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”¿Qué hacemos cuando se nos termina el agua? Si bien la pregunta atañe a todo el género humano y nos impele a buscar soluciones integrales para posibilitar la continuidad de la vida sobre la tierra, para muchos, en la actualidad se trata aún de una cuestión latente a la que le dedicamos ciertos momentos de reflexión, confiados en que sabremos hallar soluciones a tiempo, por ejemplo, de mano de la ciencia.

”En casos como los del pueblo Uru, su urgencia se radicaliza porque compromete la supervivencia de una cultura cuya imbricación con el agua es milenaria y total. De ahí que la sed Uru sea ontológica y presente. A ellos ya les ha sucedido lo que para muchos no pasa de ser un futuro distópico.

”Estas fotografías visibilizan la devastación y muestran el rostro de algunos de los supervivientes, cuya voz, es una advertencia que estamos obligados a escuchar”.

Texto: Miguel Vargas

Fotos: Marcelo Meneses Vargas

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