Soltar la mamadera
Días atrás, se puso en marcha un sueño largamente anhelado por gran parte de la población: el traspaso de Identificaciones a manos civiles; con la esperanza de que este importante documento sea emitido y renovado por medio un proceso expedito y transparente, en oficinas descentralizadas instaladas en todas las ciudades del país y en diferentes puntos, tal y como manda la lógica y el buen gobierno.
Días atrás, se puso en marcha un sueño largamente anhelado por gran parte de la población: el traspaso de Identificaciones a manos civiles; con la esperanza de que este importante documento sea emitido y renovado por medio un proceso expedito y transparente, en oficinas descentralizadas instaladas en todas las ciudades del país y en diferentes puntos, tal y como manda la lógica y el buen gobierno. Empero, no todos comparten este entusiasmo. En efecto, los primeros tropiezos del Segip, novel organismo responsable de llevar a cabo esta labor, se están dando no por la falta de experiencia, sino por una suerte de sabotaje de los otrora administradores, que se han dado el trabajo de desconfigurar las impresoras y computadoras, modificar las claves de acceso y otras triquiñuelas para mantener la cualidad morosa del trámite.
Una primera lectura podría interpretar estos actos como una reacción de despecho, cual novio rechazado que no logra asimilar la pérdida de su amada. Pero no, la presencia de individuos que a tiempo de causar problemas en el Segip abogaban, contra toda lógica, por el regreso de la Policía, permite suponer que, después de medrar por muchos años de la burocracia, la paciencia, del tiempo y los bolsillos de los ciudadanos, algunos oficiales aún no se resignan a soltar la mamadera.