El valor de la vida
La cultura es uno de los mejores instrumentos para generar cohesión social
Una supuesta profanación de tumbas en Santa Cruz que se salda con un muerto, intentos de linchamiento en varios municipios del país, la pronta respuesta de una sociedad asustada ante intentos reales o imaginarios de asaltos o robos; no se tienen estadísticas sobre el número de muertos que nuestra sociedad carga por motivos tan absurdos como los antes mencionados.
Tampoco hemos asumido que este es un problema de toda la sociedad, si bien todos esperamos que el Estado sea, como casi siempre, la instancia que asuma la responsabilidad de tomar la primera iniciativa, pues cuenta, gracias a los impuestos de todos, con los recursos para ejercer el monopolio de la fuerza.
Mientras tanto, mientras el Estado asume el rol que la sociedad le demanda, el máximo esfuerzo de los barrios y comunidades se limita a la reacción inmediata de la toma de justicia por mano propia. A lo mucho, la innovación y la sofisticación se quedan en modalidades más modernas para la alerta colectiva, como por ejemplo colocar timbres más potentes con conexiones a todas las casas a modo de alarma barrial.
En un Estado en reconstrucción, que históricamente ha tenido una Policía precaria con recursos escasos (que nunca fue un referente moral para la sociedad), no parece muy coherente esperar que la actual gestión de gobierno resuelva el problema de la criminalidad en pocos años.
El otro lado de la medalla es nuestro sistema judicial, ahora con pluralidad jurídica, por lo tanto, también en construcción. Transformación en proceso que hasta el momento no ha logrado deconstruir los vicios heredados de aquella justicia que quisiéramos superar: la exclusión, el racismo, la discriminación; en suma, el carácter señorial. Doble tarea, por lo tanto, para un Estado en reconstrucción. Y es un esfuerzo que se avizora grande, suficientemente grande como para que su resolución tome varios años más.
¿Significa esto que la sociedad tiene al linchamiento como única —ya no última— solución? Creemos que no. ¿Por dónde salir, entonces? En tiempos de revalorización de las tradiciones y prácticas culturales con las más profundas raíces de nuestra historia, pues la cultura podría situarse como un elemento que nos convoque alrededor de un nuevo conjunto de valores, asociados al respeto de la vida. Así de simple.
Probablemente éste sea un esfuerzo que valga la pena iniciar, el esfuerzo de reavivar, a través de las múltiples expresiones culturales que tenemos, el instinto básico de vivir en armonía. En este caso sí se puede hablar de una iniciativa estatal, pues, más allá de lo que el Estado materialmente está obligado a hacer para mejorar la administración de justicia, también tiene la obligación de generar cohesión social; y la cultura es uno de los mejores instrumentos para lograrlo.