Elefantes blancos
Construir plantas sin garantizar su funcionamiento es igual, o peor, de dañino
A veces da la impresión de que dondequiera que el Presidente del Estado intenta plantar las bases del desarrollo industrial y el progreso económico, la falta de institucionalidad, cuándo no el extravío de las autoridades locales y mandos medios, hace que la tarea parezca poco menos que imposible. Los casos abundan, entre ellos el de dos plantas de lácteos en El Alto.
En efecto, en 2009 se inauguró sendas plantas industrializadoras de leche en los distritos rurales 9 y 10 del municipio de El Alto. El error no solo estuvo en que cada planta tiene capacidad para procesar hasta 50.000 litros de leche mientras que toda la comunidad apenas puede producir 10.000 litros, sino que, incluso si ése no fuese un problema, las plantas no pueden operar por falta de conexión de agua y gas natural.
Así, cinco años han pasado sin que las dos plantas cumplan el objetivo propuesto cuando se aprobó el presupuesto de construcción: Bs 1 millón en infraestructura y otros Bs 3 millones en equipamiento y maquinaria. Para el actual secretario ejecutivo del Gobierno Municipal alteño, las dos plantas se han convertido en “elefantes blancos”.
Las comunidades de Amachuma, en el Distrito Rural 10, y Pomamaya, en el Distrito Rural 9, no solo han reclamado constantemente a las autoridades municipales por la provisión de los servicios básicos necesarios para poner en operación las plantas, también se han organizado para darle mantenimiento a los edificios y la maquinaria, evitando que el paso del tiempo las dañe hasta el punto de hacerlas inoperables.
Por lo pronto, la planta de Pomamaya cuenta ya con instalación de agua potable, lo cual tampoco fue fácil de lograr porque los vecinos del Distrito 7 se opusieron en su momento, aprovechando la necesidad de ejecutar obras civiles en sus calles para satisfacer demandas locales, e incluso se dieron el lujo de instalar una llave de paso en la tubería, para cortar el suministro a la planta si es que las autoridades incumplen sus promesas. Es posible que ésta sea la más descarnada muestra de hasta dónde es común en el país que las demandas de unos pocos afecten las necesidades y derechos de todos los demás.
Al problema de la falta de agua y de gas y de una producción de leche insuficiente para la capacidad de las factorías se suma la carencia de una planta de tratamiento de residuos. Al respecto, la autoridad municipal informó que se pretende implementar dichas plantas de tratamiento una vez que las factorías estén funcionando, y que para evitar el exceso de residuos se producirá más productos lácteos.
Es bien sabido que en muchos casos los estudios de factibilidad de proyectos como los que se comenta terminan recomendando no ejecutar la obra, lo cual frustra el potencial productivo. Sin embargo, lanzarse a la aventura de construir plantas sin garantizar su funcionamiento es igual, o peor, de dañino.