La crisis económica ya está y el Gobierno, ‘bien, gracias’
La falta de combustibles también es un termómetro para medir que la economía atraviesa por un mal momento
En el gobierno del presidente Luis Arce, Bolivia se caracteriza por ser el único Estado en la región donde los productos suben, pero la inflación es baja; donde el mandatario afirma que no hay plata, pero al día siguiente dice que la economía crece siendo la envidia de otros países; donde la población siente la crisis día a día, pero no así los gobernantes.
El 11 de mayo, Arce dijo que su Gobierno no puede estar en crisis y, por el contrario, aseguró que el país se encuentra en proceso de industrialización. Fue enfático en aseverar que su mandato continuará con el proceso de crecimiento económico, pero que el escenario es desafiante.
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Para el mandatario, las Reservas Internacionales Netas (RIN) se están estabilizando y llegaron a cerca de $us 1.800 millones a abril de este año. Incluso consideró que el “golpe más fuerte” ya pasó y aseguró que la economía se está normalizando.
Sin embargo, a los pocos días, él mismo indicó que su Gobierno necesita créditos internacionales porque “no hay de dónde sacar plata” debido a la baja de ingresos por concepto de hidrocarburos. Con un llamado lacónico, Arce exhortó a la Asamblea Legislativa Plurinacional que apruebe créditos internacionales.
Recordemos que el último informe dado a conocer por la calificadora de riesgo Moody’s rebajó la calificación de Bolivia de Caa1 a Caa3, lo que pone al país en una posición crítica.
A fines de mayo, Arce reconoció que el país atraviesa por “ciertas dificultades” en el acceso al dólar, pero garantizó que “no estamos en una crisis económica estructural, como han señalado distintos analistas económicos”. Para el Gobierno, la escasez de la divisa estadounidense se debe a un desfase en la producción agrícola producto de la crisis climática, que retrasó la llegada de las divisas de exportación.
Sin embargo, es necesario indicarle al mandatario que los precios de algunos productos han subido en las últimas semanas, así como la oferta de éstos debido a la dificultad de los importadores para obtener la divisa estadounidense al tipo de cambio oficial. Esto implica que los importadores suban sus precios al recurrir al tipo de cambio paralelo, que ronda los Bs 9 por dólar. Los rubros cuya materia prima es de importación, como construcción, farmacéuticas, agroquímicos, insumos para maquinarias y otros, reclaman también la falta de acceso al dólar para realizar el pago de los productos.
Hay que recordar que los importadores en Bolivia se dividen en dos grandes sectores. El formal, que normalmente hace sus operaciones bancarizadas y que enfrenta, por ejemplo, el incremento del costo del dólar a través de una “comisión que el Gobierno ha tratado de regular sin mucho éxito”; y, por otro lado, el informal, que necesita divisas en físico porque gran parte de sus transacciones se hacen en las fronteras y son en efectivo. En cualquiera de los dos casos las consecuencias las sufre la ciudadanía con un incremento de precios.
Según estadísticas del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, el país necesita en promedio cerca de $us 2.500 millones al mes para satisfacer importaciones, servicio de deuda, servicio de deuda privada y otro tipo de obligaciones con el exterior. Actualmente, el Banco Central posee en liquidez apenas $us 200 millones, es decir, no es una fuente confiable de divisas, y el sector privado, los bancos que canalizan los dólares de los exportadores hacia los importadores, está enfrentando una serie de problemas porque nuestras exportaciones han caído fuertemente.
La falta de combustibles también es un termómetro para medir que la economía atraviesa por un mal momento. Cientos de camiones cisternas aguardan en refinerías y puertos de Chile, Perú y Paraguay para adquirir los carburantes. No pueden comprar los líquidos porque el pago se hace en efectivo y con dólares. El Gobierno, en su desesperación y para “marear la perdiz”, acusa sin pruebas a la gestación de un “golpe blando” y que los bloqueos en carreteras impiden el paso de los cisternas con los carburantes.
Con todos estos antecedentes hay que preguntarle al presidente Arce: ¿qué país gobierna? E indicarle que no debe subestimar la inteligencia, ni jugar con el bolsillo de los bolivianos, porque más temprano que tarde “le pasarán la cuenta”.
(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional