Espíritu democrático
El referéndum de hoy será una nueva confirmación del espíritu democrático boliviano
Llegamos al final de un breve pero muy intenso periodo electoral y al momento más importante de la modificación parcial de la Constitución Política del Estado (CPE). El referéndum de hoy será una nueva confirmación del espíritu democrático boliviano y la creciente importancia de sus instituciones. Pese a los sobresaltos de la campaña, el proceso concluye en paz.
No obstante la tragedia ocurrida el miércoles en El Alto, que a algunos incluso llevó a cuestionar la verdadera dimensión del espíritu democrático de la población, es previsible que la ciudadanía actúe con la mesura e inteligencia que le ha caracterizado en todas las elecciones de las últimas décadas.
En el referéndum de hoy se le pregunta a la ciudadanía si está de acuerdo o no con la modificación del artículo 168 de la Constitución Política del Estado, que actualmente dispone que el Presidente y el Vicepresidente solo pueden ser reelectos de manera consecutiva una vez. La modificación propuesta amplía a dos las veces consecutivas en las que los mandatarios pueden postular a un nuevo mandato.
Estrategas políticos de uno y otro bando apostaron por llevar el debate a un punto en el que se confunde el acto de decidir sobre una posible modificación constitucional con una especie de plebiscito sobre la continuidad del binomio presidencial. Queda meridianamente claro que el mandato de Evo Morales y Álvaro García dura hasta el 22 de enero de 2020, independientemente del resultado de hoy, y que en 2019, la única candidatura que sería impedida es la de los actuales mandatarios si se impusiera la opción de conservar el texto constitucional tal y como fue aprobado, vía referéndum, en 2009.
En el ámbito de la campaña proselitista se pudo observar que algunas argumentaciones doctrinarias acerca de la necesidad de limitar el poder del gobernante electo en el fondo revelaban menos una preocupación por el constitucionalismo que el temor a que una nueva postulación de Morales, incluso a pesar del sistemático desgaste de su imagen, inhiba las posibilidades de cualquier otro candidato.
Las redes sociales, tan propicias para el exhibicionismo como para la confusión, demostraron su creciente influencia sobre la agenda mediática, provocando la publicación de no pocos desaguisados. La desinformación fue alimentada por ambos bandos. El silencio electoral dispuesto por la norma electoral no limitó la libertad de expresión en esos ámbitos, y los activistas no detuvieron su campaña. Lo malo está en los niveles de fanatismo y de agresividad que algunos individuos exhiben, provocando un debate cargado de adjetivos y no de ideas.
Es deseable, si no imprescindible, para la pacífica convivencia, que independientemente del resultado de la votación, vencedores y vencidos sepan aceptar y respetar el veredicto de la votación, aportando así a la construcción cotidiana de la democracia.