Del pueblo, la casa y su cáncer
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El tiempo pasa volando. Parece ayer aquel 14 de febrero de 2012 cuando el presidente Evo Morales anunció la construcción de una nueva casa de gobierno (no gusta que la llamen palacio, pese a que el gobernante la denominó así en ese entonces) en reemplazo del colonial Palacio Quemado.
Entre argumentos que reivindican al nuevo Estado Plurinacional, una marcada polémica por el supuesto despilfarro de los recursos y el ahorro de más de $us 20 millones en pago de alquileres, la monumental obra de 29 plantas ha tomado cuerpo y está a punto de ser estrenada. Es la Casa Grande del Pueblo, por lo menos así la denominó Morales.
Ese mismo año, 2012, las estadísticas daban cuenta que 1.986 personas habían sido diagnosticadas con cáncer, un mal que golpea tan duro que, según el Registro Nacional para esa enfermedad (citado en un boletín de la OMS de marzo pasado), cada año hay 19.437 nuevos casos en Bolivia. Solo bastaron seis años para ese exponencial crecimiento.
¿A qué viene este “inútil” parangón? Increíble, pero cierto, por fallas en los vetustos equipos de terapia, los pacientes con esta enfermedad del Hospital de Clínicas de La Paz y de la Caja Nacional de Salud (CNS) deben acudir al Oncológico de la Caja Petrolera de Salud (CPS) de Cochabamba y al hospital privado IBRO para curar, paliar o mitigar su indescriptible dolor. Los costos son otra triste historia.
¿Tan mal estamos? Pues el jueves pasado, el presidente Morales aseguró no haber recibido la orientación adecuada para acelerar la inversión en temas urgentes como el cáncer. “Si hace seis u ocho años algunos hermanos médicos o expertos en medicina nos hubieran dicho ‘va a crecer este problema de cáncer’ ya hubiéramos terminado (los hospitales)”, señaló. Es que, sin duda, hay una crisis que solo fue atendida tras jornadas de protestas, huelgas y un mar de llanto.
¿Acaso Morales tuvo asesores para el nuevo palacio y no para temas de salud? ¿Entonces, qué rol cumplieron Nila Heredia (2006-2008, 2010-2012); Walter Selum (2008), Ramiro Tapia (2008-2010), Sonia Polo (2010); Juan Carlos Calvimontes (2012-2015) y Ariana Campero (2015-2017)? ¿Por qué se esperó el colapso de los equipos para atender la urgencia que data de hace años? ¿No es, acaso, incumplimiento de deberes?
Morales ha encargado una millonaria inversión de casi $us 2.000 millones en una red de hospitales. Un plan destacable, pero es para el mediano plazo; y el cáncer del pueblo, ese que a duras penas tiene para comer, no espera. ¿Puede su gobierno declarar a la enfermedad como problema de salud pública para subvencionar el tratamiento? ¿Desea hacerlo?
* es periodista de La Razón