Vamos bien: ¿Puede ser mejor?
Después de tantos malos días, pandémicos y políticos, se dice que se avizora la luz al fin del túnel. Esta afirmación está referida al comportamiento del comercio exterior: el balance de exportaciones e importaciones hasta mayo fue de un superávit de $us 638 millones, el mayor porcentaje debido a las exportaciones del sector agroindustrial. Paralelamente se señala que las reservas internacionales se mantuvieron estáticas, aunque la intención es de lograr incrementarlas, recurriendo a la compra de oro.
En realidad, son dos conceptos diferentes. La exportación está referida a lo que sale del país y las reservas se componen de lo que ingresa al país, vía el Banco Central de Bolivia (BCB), y de lo que éste vende. No siempre lo que se genera por ventas en el exterior ingresa al BCB, muchas de estas divisas se quedan en el exterior, por diferentes justificativos. Tajantemente el Lic. Pablo Ramos, expresidente del Banco Central, afirmó que las únicas divisas que ingresan a esa entidad son las generadas por las empresas estatales del petróleo y de fundición de estaño, más las remesas de nuestros compatriotas que residen en el exterior. ¿Y el resto? Ingresa vía el sistema financiero, convertido en bolivianos para cubrir sus costos en el país y lo demás se queda en el exterior.
La entrega de divisas al Estado es una vieja consigna nacional. Busch y Villarroel tuvieron el pecado de obligar y sancionar la no entrega de divisas al Estado, y sabemos cómo terminaron. En la conformación del modelo del nacionalismo revolucionario se impuso esta medida que se prolongó hasta que el modelo neoliberal dispuso la libre exportación de capitales. Hoy exportar no es precisamente crecer.
La característica de nuestra economía requiere que importemos muchos insumos como son el diésel, insumos y maquinarias para la producción y la construcción de carreteras, vehículos y trenes, etc.; éstos viabilizan las exportaciones. Solo en la importación del diésel —mayoritariamente usado en la agroindustria— el país desembolsa $us 1.000 millones al año. Ni qué decir de la necesidad de divisas para importar vacunas. Por lo tanto, es una necesidad estratégica del Estado disponer de divisas para garantizar los requerimientos del aparato productivo nacional. De dónde han de venir éstas: de la exportación de los productos que tienen en esencia origen en los recursos naturales que, por definición constitucional, son de los bolivianos y las bolivianas, propiedad que es inalienable.
Las exportaciones en los últimos años han crecido considerablemente, particularmente en los hidrocarburos, minería y la agroindustria. Veamos el caso de la minería.
En 2006 las exportaciones fueron de $us 1.150.605.573, en 2017 casi se habían cuadruplicado, a $us 4.168.746.140. En la estructura de costos de las empresas mineras se establece que los gastos en el exterior son del 50% del valor de exportación, afirmación que no puede comprobar el Estado boliviano, ingresando al país solo la otra mitad con lo cual cubren sus costos y pagan regalías e impuestos. Si la operación es positiva tendrán el derecho de sacar sus utilidades al exterior, esta vez gravadas con el 12,5% del valor de la remesa.
La iniciativa de la compra de oro por el BCB parece ser una medida correcta para fortalecer la moneda nacional y la economía en general. Recordemos que hasta antes de la imposición del dólar como patrón monetario era el oro la garantía de los bancos estatales para respaldar su moneda. Si bien la propuesta parece correcta, implica una serie de desafíos que tarde o temprano hay que enfrentarlos, resolverlos y no eludirlos. Éstos son: la informalidad de los productores auríferos, la ausencia del Estado en amplias zonas geográficas, la concentración de grandes valores en pequeños volúmenes de oro, la falta de un sistema nacional de acopio y comercialización del oro con control de origen y calidad, y la falta de un laboratorio nacional con certificación internacional.
El comercio exterior es una realidad, donde debemos buscar términos de intercambio justos. En todo caso la exportación de nuestros recursos naturales, hidrocarburos, minerales y productos de la tierra, tienen que estar inscritos en la lógica de ganar nuestra autonomía productiva y tener acceso a los bienes de la humanidad. Lo contrario se convierte en saqueo.
José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero.