Ecuador va a las urnas en ola de violencia
Ante este sombrío panorama, más de 13 millones de ecuatorianos acudirán este domingo a las urnas
Alfredo Jiménez Pereyra
Ecuador vive su época más sangrienta y caótica debido al abandono total del gobierno del presidente Guillermo Lasso y porque el Estado ha sido tomado por las mafias del crimen organizado.
El pasado miércoles 9 de agosto, el candidato presidencial Fernando Villavicencio fue asesinado a tiros al salir de un mitin.
Al día siguiente, la candidata asambleísta de Ecuador Estefany Puente salió ilesa de un ataque después que dos sujetos armados a bordo de motocicletas dispararan contra el vehículo en el que se desplazaba.
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Este lunes, un nuevo crimen político segó la vida del candidato por el partido izquierdista Revolución Ciudadana (correísmo), Pedro Briones, quien fue asesinado por el impacto de una bala.
En los últimos tres años Ecuador se ha visto sometido a las bandas del narcotráfico, del cual la ciudadanía y analistas hablan de una narcopolítica que carcome los cimientos de la democracia.
Estos hechos fulminan la esperanza de quienes se resistían a aceptar la evidencia del poder enraizado del narcotráfico y del crimen organizado, que en pocos años ha empujado al país andino a codearse con la Colombia de otros tiempos y el México en la actualidad.
Según el periodista y analista político Orlando Pérez, la presencia de bandas criminales se ha beneficiado por la dolarización que existe en Ecuador, permitiéndoles lavar fácilmente el dinero proveniente del narcotráfico.
Un informe dado a conocer el pasado año por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) indicó que el sistema financiero ecuatoriano lavó $us 3.500 millones.
No hay que olvidar que justamente el presidente Guillermo Lasso es dueño del banco Guayaquil, uno de los bancos más importes del país andino.
Pérez manifiesta que precisamente los grandes banqueros y el sistema financiero se han beneficiado con el lavado de activos provenientes del narcotráfico y otras actividades ilícitas.
Otro elemento clave para entender la desestabilización que impera en el país es la carencia de un Estado fuerte que vele los intereses nacionales, porque lo que impera es un “Estado fallido”.
No es casual que el embajador de Estados Unidos en Quito declarara recientemente la existencia de narcogenerales. Asimismo, políticos y autoridades han declarado públicamente sus sospechas por presuntos vínculos entre la clase política y el crimen organizado.
Esto significaría que el narcotráfico y las mafias criminales han cooptado el sistema policial, militar, político institucional y sobre todo el judicial.
En enero pasado, Villavicencio denunció ante la Fiscalía a 21 candidatos a alcaldes por presuntos nexos con el narcotráfico y aseguró haber entregado información sobre financiación que respaldaba la acusación.
Las denuncias de infiltración del narcotráfico en la Policía, tal vez, hicieron que a la fuerza pública no le convenía que Villavicencio llegara a la Presidencia.
Por otra parte, no hay que olvidar que el juicio político contra el presidente Lasso se inició por la vinculación de sus más cercanos colaboradores con la mafia albanesa, una de las mafias más fuertes del mundo.
La magia albanesa torturó y asesinó a Rubén Charres, principal testigo del proceso de investigación contra Lasso por supuestos vínculos con alguna mafia criminal.
El analista es contundente en afirmar que el asesinato de Villavicencio fue muy bien planificado, con objetivos bastante definidos y con una estrategia para desacreditar al correísmo.
Rafael Correa, durante su gobierno (2007-2017), impuso fuertes impuestos al sistema financiero, quitó la posibilidad que los banqueros sean dueños de medios de comunicación, fue muy crítico con el modelo neoliberal y con el Fondo Monetario Internacional; además de poner cierto orden en las Fuerzas Armadas y la Policía.
Como el expresidente ya no está en Ecuador, los partidos de derecha quieren envenenar el sistema político ligándolo con el asesinato de Villavicencio en desmedro del correísmo.
La última encuesta de la consultora Cedatos y con fecha 9 de agosto —cuando fue asesinado Villavicencio— auguraba un 24% de los votos para Luisa González, candidata de Revolución Ciudadana; un 12,2% para Jan Topic (alianza Por un país sin Miedo) y un 5,1% para Otto Sonnenholzner (alianza Actuemos). Lo que hace prever que habrá un balotaje el próximo 5 de noviembre.
Ante este sombrío panorama, más de 13 millones de ecuatorianos acudirán este domingo a las urnas en un país afectado por el crimen organizado, narcotráfico, corrupción, impunidad y favores políticos que campean libremente.
(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional