El bloqueo del bloqueo
No hay buenos ni malos bloqueadores. Todos los bloqueos generan perjuicios y pérdidas al país de distinta índole
Omar Velasco Portillo
Se entiende un bloqueo a la acción de interceptar, obstruir y cerrar el paso. La real academia de la lengua española también señala al hecho de impedir el funcionamiento normal de algo, dificultar y entorpecer la realización de un proceso.
Los bolivianos bloqueamos prácticamente por todo aquello que no nos gusta. Según el INE el número de huelgas, paros, marchas y otras manifestaciones sociales se han prácticamente duplicado en pocos años. Tan sólo entre 2019 y 2022, los bloqueos subieron de 643 a 2.349 casos. Los últimos 3 años tuvimos cerca de 100 días paralizados en algún punto del país. ¿por qué la gente sale a protestar a las calles?
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Hubieron bloqueos por diversas causas como la demanda de construcción de obras viales inconclusas en Warnes o Okinawa, por falta de recursos económicos en varias alcaldías cruceñas, ante la injusticia de hechos de violación como el ocurrido en Concepción, por la subida de precio de los terrenos en Kara Kara, por protestas medioambientales en el trazado de la línea Km 13 – Buena Vista, por falta de combustibles y en general ante la inatención de las demandas de población por las autoridades locales y nacionales. El instinto a bloquear está impregnado en el ADN de los bolivianos.
La mayoría de estos conflictos suelen ser sectoriales, regionales y son resueltos en pocos días; empero también hubo casos que se prolongaron como el paro de 36 días en la ciudad de Santa Cruz por la fecha de realización del censo. Hoy las más de 20 carreteras que unen a Cochabamba con el resto del país llevan más de 10 días de intransitabilidad. Esta capacidad de movilización de las organizaciones sociales en el campo no se había repetido desde los legendarios bloqueos de principios de siglo organizados por Felipe Quispe (el Malku) en el occidente y Evo Morales en los valles cuando era dirigente activo del trópico.
El bloqueo es una expresión antidemocrática pero legítima de quienes lo ejecutan. Los bloqueadores lo llevan adelante como medida de extrema necesidad y elevado sacrificio y la justifican en base a su derecho a la protesta y la reivindicación de sus demandas sociales. Sin embargo, por lo general sus acciones no tienen ninguna incidencia directa sobre la otra parte involucrada y es el resto de la población que —se ven limitados en su derecho a la libre circulación— terminan asumiendo el costo del conflicto. A nivel macroeconómico afecta a grandes actividades como el transporte, el comercio y el turismo. A nivel micro puede mermar el empleo, reducir los ingresos de los hogares afectados y ser fuente de desabastecimiento de bienes que obligue a las familias a pagar precios más alto.
Empero, el cierre de carreteras no es la única vía de bloqueo en el país, sino que existen otras formas. En la ALP se bloqueó durante 2023 la aprobación de créditos externos por un monto cercano a los USD 1.000 millones, lo que representa un perjuicio porque retrasa la ejecución de obras, posterga la entrada de divisas y limita el crecimiento económico.
La habilitad de bloquear también esta inserta en otros ámbitos. El TSE bloqueó el congreso del MAS realizado en Lauca-Ñ conminando a su directiva a instalar otro congreso y ahondando la división interna en el partido de gobierno.
El bloqueo sistemático del TCP a la realización de las elecciones judiciales desde 2023 no es menos reprochable que el bloqueo de caminos o de créditos. El TCP fue el causante de la dilatación de las elecciones judiciales, de la materialización de la prórroga de los magistrados a través de la sentencia 049/2023 y es la instancia que ha interpuesto en dos ocasiones un recurso contra la ALP para frenar la convocatoria y la preselección de candidatos judiciales. En síntesis, el bloqueo se ha convertido en la principal arma de guerra y estrategia en todas las esferas del poder político.
No hay buenos ni malos bloqueadores. Todos los bloqueos generan perjuicios y pérdidas al país de distinta índole. Las pérdidas económicas del bloqueo de caminos son cuantiosas, pero no son menos importantes que la pérdida de institucionalidad que está sufriendo el Órgano Judicial. Ello no quiere decir que un bloqueo se resuelva provocando otro. Sino todo lo contrario. Se debe establecer acuerdos reales que permitan destrabar ambos bloqueos de manera simultánea. Mientras todos estos bloqueos persistan, la institucionalidad democrática y judicial, así como la estabilidad económica están en riesgo.
(*) Omar Velasco Portillo es economista