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Sunday 9 Feb 2025 | Actualizado a 03:43 AM

La regulación de precios y los mercados negros

La formación de mercados negros es consecuencia de que el Estado ha perdido su capacidad de fijar precios en mercados estratégicos

Omar Velasco Portillo

/ 29 de diciembre de 2023 / 06:54

Algunos de los hechos más destacados de este año fueron la desaparición de los dólares del sistema financiero y las colas temporales para la compra de combustibles. Ambos están vinculados por un mismo fenómeno: la formación de mercados negros.

Un mercado negro es un mercado no regulado. Se lo denomina con esa tonalidad debido a la naturaleza poco transparente y clandestina de sus transacciones. Se lo puede diferenciar de los mercados grises, donde no todas las transacciones están al margen de la legalidad o la institucionalidad vigente. Su aparición está estrechamente asociada a la escasez relativa de los bienes, cuando existen distorsiones de precios que incentivan a comprar y vender más allá del precio que equilibra el mercado formal, oficial o regulado.

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Si un producto es difícil de adquirir, los consumidores le otorgarán un mayor valor para poseerlo. La mayor disposición a pagar de unos, incentiva a que otros con menor costo de oportunidad —como el tiempo para hacer fila— lo acumulen en grandes cantidades —muy por encima de sus propias necesidades—, para luego revenderlo a un precio más alto. Estos nuevos oferentes son en realidad especuladores que llegan a conformar el mercado paralelo.

Cuando el BCB dejó de proveer dólares al sistema financiero con la misma regularidad que lo hacía —antes del ataque especulativo de febrero—, el mercado paralelo se encargó de suplir esta función, pero lo hizo a un precio más alto. El aumento del tipo de cambio informal refleja la escasez relativa, más no absoluta de la divisa estadounidense. Ello quiere decir que los dólares aún continúan circulando en la economía nacional, pero lo hacen a un costo alternativo más alto.

El hecho que las transacciones domésticas y financieras se realicen mayoritariamente en bolivianos y no en dólares —fenómeno conocido como bolivianización— evitó que la demanda transaccional de dólares sea una fuente adicional de presiones cambiarias. En cambio, la sobredemanda especulativa de dólares fue contenida, pero a un costo alto que derivó en la monetización del oro de las reservas. Ello contribuyó a contener la estabilidad cambiaria y que el dólar paralelo no se aleje a más de 10% del oficial durante el año.

Del otro lado está el mercado negro de combustibles, que tiene su propia estructura. A diferencia del dólar, la provisión de combustibles está monopolizada por el Estado a través de YPFB, que tiene control sobre toda la cadena. Una buena parte de la demanda también está concentrada en grandes consumidores —con un gran poder económico y de movilización—, organizados en gremios de transportistas, asociaciones de agroindustriales y cooperativas mineras legales e ilegales.

Por sorprendente que parezca, la aparición de este segundo mercado contribuyó a disminuir el contrabando de combustibles. Al incrementarse el precio interno no regulado, se redujeron los incentivos de algunos especuladores para reexportarlos. En su lugar, el contrabando de exportación fue desplazado por el mercado negro interno que provee a una parte de los grandes consumidores. Resultado: el costo de la subvención tendría que disminuir.

La regulación de precios también tiene sus límites porque distorsiona los precios relativos. Hace 10 años, un litro de gasolina valía 14% más que un litro de Coca Cola. Hoy la relación se ha invertido y una Coca Cola es 20% más cara que la gasolina. Revertir esta situación no quiere decir que se desregule de golpe los precios de la economía, como está ocurriendo en Argentina, porque elevaría los precios de toda la economía, generando un gran costo social.

La formación de mercados negros es consecuencia de que el Estado ha perdido su capacidad de fijar precios en mercados estratégicos. Si bien el Gobierno continuará definiendo la estabilidad del tipo de cambio oficial, ha cedido al mercado la iniciativa para que éste lo fije en el paralelo. En el mercado de combustibles la situación es parecida.

Para recuperar su rol regulador, debe incrementar la oferta de bienes. Esta acción se traduce en revertir la tendencia negativa de caída de reservas de gas y divisas, que no es una cuestión de cortísimo plazo. Frente a este dilema sobre política, una acción racional es financiar la política con un mayor endeudamiento externo. Afortunadamente, Bolivia cuenta con un amplio espacio fiscal para hacerlo. La pregunta es: ¿lo hará?

(*) Omar Velasco Portillo es economista

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Cuestionario para la Cainco

Omar Velasco Portillo

/ 29 de enero de 2025 / 06:00

La Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (Cainco) vuelve a ser noticia. Hace unos días, arremetió contra el Gobierno al señalar que su modelo económico ¡ha fallado! Como si fuera poco, elaboró una diatriba de 15 preguntas para el presidente Arce, denostando su gestión económica. El Gobierno no tardó en replicar. En un artículo anterior expuse el mal rato que están pasando los sectores público y privado (La Razón, 15/01/25).

Este agravio se suma a una larga lista de desencuentros que no parecen encontrar un final feliz. Un hecho inesperado ocurrió en febrero de 2024 cuando los directivos de la Cainco visitaron la Casa Grande del Pueblo. La reunión con Arce estuvo repleta de fuertes apretones de mano y sonrisas risueñas recíprocas. A la conclusión se anunció la provisión de dólares y combustibles, y promesas de uso de biotecnología. Empero, esta relación fue tan fugaz como la de un amor de verano. Tan pronto culminó la campaña agrícola veraniega, la amistad se cortó de un sopetón. La Cainco dejó de asistir a las convocatorias del Ejecutivo.

La Cainco dice estar inquieta por la situación económica. Si así lo fuera, sería coherente conocer su aporte para remediarla. ¿Podrían sus directivos tener la valentía de someterse a la misma metodología impuesta al Gobierno y responder un cuestionario? Papel y lápiz, van las preguntas:

1. ¿Cuál es la estrategia de Cainco para abordar el déficit comercial histórico del sector privado, que ha contribuido significativamente en la caída de las RIN en Bolivia?

2. ¿Cuáles son las medidas concretas que proponen los empresarios de CAINCO para asegurar la repatriación efectiva de divisas proveniente de las exportaciones, más allá de las tradicionales justificaciones de falta de seguridad jurídica, que más allá de ser cierta, no azuza dólares?

3. ¿Con cuántas divisas aportó Cainco al fortalecimiento de las RIN en la última década?

4. ¿Cuál es el consumo total de diésel subvencionado que los afiliados de Cainco? y ¿cuál es el costo fiscal estimado para el Estado?

5. ¿Cómo explica la Cainco la escasez de artículos de primera necesidad de bienes producidos por sus afiliados, considerando que somos un país autosuficiente en la producción de ellos?

6. ¿La Cainco piensa que el uso de transgénicos es una estrategia efectiva para revertir la baja productividad agrícola de Bolivia? ¿Cómo explica que, a pesar del uso de OGM en la soya en los últimos 20 años, su rendimiento continúa igual como hace 40 años?

7. ¿Por qué las propuestas de Cainco para cambiar el modelo económico que considera “fallido” parecen retroceder al modelo neoliberal que históricamente ha redituado resultados negativos?

8. ¿Están los ejecutivos y técnicos de Cainco conscientes del impacto social potencial de la eliminación del déficit fiscal y las subvenciones a los combustibles?

9. ¿Podría la Cainco identificar entre sus allegados a las empresas que se beneficiaron de la estabilidad económica del último decenio y reportar a cuánto ascendieron sus utilidades generadas?

10. ¿Cuántos afiliados de la Cainco se favorecieron de las políticas que ahora cuestionan, como ser créditos a bajas tasas de interés, acceso a dólares baratos, eliminación de aranceles para la importación de maquinaria agrícola?

11. ¿Cuánto es el ahorro de sus afiliados por la compra de energía barata en la anterior década? Además, ¿qué empresas gozan de la compra de gas industrial a precio subvencionado?

12. ¿Qué familias y empresas pertenecientes a Cainco gozaron de créditos estatales a través del Banco Agrícola y Findesa en los años 90?

13. ¿Cuál es el monto en impuestos que aportan los afiliados de Cainco en relación a sus ingresos? ¿Cuántos de ellos están inscritos en el RAU y se benefician de la baja presión fiscal?

14. Dada su trayectoria de 110 años, ¿puede la Cainco afirmar que ha mantenido una imagen de credibilidad y confianza en el país?

La Cainco ha mostrado un interés reciente que trasciende el ámbito económico. En el espectro político se sitúa como uno de los actores más críticos al gobierno ¿Con qué objetivo?

15. ¿Será que los jóvenes empresarios cruceños formados en EEUU habrán entendido que, para mantener su liderazgo empresarial y aspirar a posiciones políticas, necesitan adoptar una postura cada vez más radical? ¿Será esta una estrategia por seguir los pasos de figuras como Rubén Costas, Fernando Camacho o Rómulo Calvo? ¿Están las logias cruceñas en buscan de un nuevo interlocutor con occidente?

La Cainco tiene responsabilidades que asumir y muchas preguntas que responder. Gracias a Nicolas H., Huáscar C., Nelson A. Erika P. por sus valiosas ideas que enriquecen este cuestionario.

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La economía boliviana en 2024

Omar Rilver Velasco

/ 2 de enero de 2025 / 06:00

Hoy comienza enero y quiero comenzar esta columna rindiéndole un justo homenaje a nuestra amada Bolivia en su bicentésimo aniversario. Esta columna está dedicada a evaluar la economía en 2024.

La escasez de dólares persiste e incluso se ha intensificado. Bolivia sufre una crisis cambiaria que ocurre cuando una moneda pierde valor de forma sustancial en un corto periodo de tiempo. Esta crisis estuvo alentada por el saldo negativo de la balanza de pagos que proviene de los desequilibrios comerciales persistentes y los flujos financieros negativos del endeudamiento público externo. Este último como consecuencia del bloqueo legislativo y el deterioro de las condiciones de mercado para emitir bonos soberanos. Los bancos endurecieron el cepo financiero restringido al mínimo los retiros de divisas en el exterior, dificultando los viajes, las compras por internet y la entrada de remesas. Con el tiempo, la escasez de dólares se ha convertido en escasez de combustibles y otros bienes de la canasta familiar.

La escasez de combustibles pasó de leve a moderada. La interrupción en el abastecimiento se volvió más frecuente y por periodos más prolongados, afectando al transporte interdepartamental -que operó a un tercio de su capacidad instalada-, al parque automotor urbano que se tradujo en filas interminables en estaciones de servicio y al sector productivo que tuvo dificultades para obtener diésel, que podría perturbar la estabilidad de precios en 2025.

Pero ni la escasez de dólares o combustibles fue la principal inquietud económica de la población boliviana, porque por delante apareció un fantasma mayor, la inflación. Al mes de noviembre, la variación de precios interanual se acercó peligrosamente a los dos dígitos, un fenómeno no visto en el país desde 2008. La inflación tiene varias explicaciones, pero dos son las más importantes. Los precios subieron por el encarecimiento del costo de importación provocado por la devaluación del boliviano en el mercado alterno. Los empresarios y comerciantes traspasaron parcialmente los mayores costos de producción a los precios de los consumidores finales. Por otro lado, coexiste un fenómeno especulativo creciente que ha distorsionado los incentivos privados desviando la producción nacional a la exportación ilegal y generando carestía en el mercado interno.

La conflictividad social y la incertidumbre política tienen su cuota en la inestabilidad de precios. El intento de toma de la plaza Murrillo a finales de julio provocó un salto devaluatorio que podría denominarse el “Efecto Zuñiga” porque a partir del siguiente mes, la inflación promedio pasó de un promedio de 0,4% a 1,4% en los últimos meses del año.

El crecimiento económico también se vio duramente afectado. El aumento del dólar encareció notoriamente la compra de materiales de construcción, desincentivó el comercio, dificultó la logística de importación para la manufactura y otras industrias. Si bien el PIB creció 2,6% al 2T, este será el segundo año de menor crecimiento de las últimas dos décadas y el menor desde que el MAS está en función de gobierno. Este no es un cambio sólo cardinal sino ordinal porque en pocos años hemos pasado de disputar los primeros lugares de crecimiento en la región a situarnos entre los más bajos. Con todo, no estamos en estanflación sino en desaceleración con inflación moderada y con tendencia a ser alta.

Pero no todo fue malo, lo más positivo, tal vez lo único, fue que se afianzó los lazos de integración económica. Bolivia logró consolidarse como socio pleno del Mercosur. Como si esto no fuera poco, fuimos aceptados como miembros asociados de los BRICS. La buena racha continuó con la participación de Bolivia en el G-20, por primera vez en su historia. Estos hechos quedarán en los registros como el año de la integración económica.

El 2024, fue el año más bajo de gestión económica del presidente Arce. Lo que en su momento fue su principal fortaleza ha pasado a ser su principal debilidad. Pero no todo está perdido. Para salir de esta difícil situación se requiere de voluntades políticas, audacia financiera y capacidad de toma de decisiones. Se tiene que transparentar el flujo de dólares de las exportaciones y definir los mecanismo para su retorno, alcanzar acuerdos políticos para superar el cerco financiero en la ALP, tomar definiciones en torno al costo de la subvención, encarar una estrategia audaz de colocación de bonos en los mercados internacionales, retomar la mesa del diálogo entre el sector público y privado estableciendo metas y cronogramas de abastecimiento interno e implementar un plan integral de turismo para el bicentenario. Es necesario que el gobierno cierre su gestión lo mejor posible porque de ello dependerá el bienestar de todos los bolivianos.

Omar Velasco es economista

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Neoliberalismo en acción

A lo largo de la historia, el modelo neoliberal se apoyó en la construcción de una narrativa de crisis económica para luego irrumpir.

Omar Velasco Portillo

/ 18 de agosto de 2024 / 05:45

Dibujo Libre

La falta de dólares ha comenzado a permear en el sentimiento de estabilidad de los bolivianos. En poco más de un año lo que parecía una exitosa contención de la inflación externa, ha encontrado sus grietas. La subvención se ensaña con el presupuesto público y cada vez parece más difícil sostenerla. El dólar no encuentra su techo. Con la escisión del tipo de cambio, muchos precios que se habían mantenido sin cambios empiezan a subir amenazando con deteriorar el poder adquisitivo de los salarios. Los indicadores económicos primigenios se tensionan, mientras los desajustes macro se exacerban. La mórbida economía nacional jadea, pero aún resiste y está firme, aunque necesita ajustes.

Desde la vereda del frente, la oposición intelectual mira con apatía y hasta con júbilo cómo la economía zarandea. Desde sus más profundas aspiraciones contenidas por años, entienden que ha llegado el momento del apronte y la embestida. Es el terreno fértil para el resurgimiento de viejas ideas. Se abren las puertas del parque jurásico y se profanan las antiguas chullpas para despertar de su letargo a los más valerosos guerreros y héroes de los tiempos gloriosos del liberalismo del siglo XX. En pocos meses, las redes sociales se impregnan de descalificativos a la gestión económica. Los intelectuales de la vieja guardia pululan por los medios de comunicación afines a esos intereses. Las encuestas comienzan a dar sus frutos. Se anuncia el fin del mainstream económico regentado por el masismo por más de tres quinquenios. A la par, se oyen voces que proclaman la llegada de un nuevo modelo económico, inspirado en el libre mercado.

Este intento de resucitar al neoliberalismo en Bolivia, lo denuncié hace más de un año -Movimiento al neoliberalismo (MAN), La Razón 03/04/23- . El MAN busca construir una narrativa de crisis para preelectoralizar el país y luego legitimar sus acciones. La expresión más reciente de este movimiento está plasmada en el informe publicado por Fundación Milenio (Julio, 2024). Para Milenio la economía se viene a pique, los desajustes macroeconómicos originados por la cuenta corriente y el déficit fiscal han orillado al país a una profunda crisis. Para revertirla se requerirían acciones contundentes: sanear las cuentas fiscales reduciendo el número de funcionarios públicos y eliminando las subvenciones, cerrar empresas públicas, devolver el dólar a la población a través del mecanismo de subastas, reimpulsar la inversión nacional y extranjera por medio de incentivos tributarios, reestablecer la independencia del banco central limitando el financiamiento al sector público y negociar las condiciones crediticias con el FMI para un plan de rescate.

Empero, esta tramoya tiene un final anticipado y lo vivimos a principios de siglo y hoy, la padece el pueblo argentino. Inspirado en las doctrinas del MAN, el gobierno de Milei en sus primeros meses logró reducir el déficit fiscal a cero, pero lo hizo a costa de una recesión económica de 2,6% al eliminar la inversión pública que contrajo al sector de la construcción en 19%. El consumo de las familias se deteriora rápidamente ante el aumento del desempleo a 7,7% y una inflación que ya superó el 72% en 5 meses. El peso argentino no termina de estabilizarse, en contraposición, sufrió una devaluación de 30% en medio de un auge de las exportaciones privadas de aumento en 26% (interanual), que ha sumergido a más de la mitad de los argentinos en la pobreza (55%).

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A lo largo de la historia de los pueblos, el modelo neoliberal se apoyó en la construcción de una narrativa de crisis económica para luego intervenirla. Empero, en el afán de corregir los desequilibrios macroeconómicos y contables, promueve otras injusticias y disparidades sociales. Las propuestas económicas que plantea el informe de la Fundación Milenio, repiten las mismas políticas argentinas y aquí están los resultados.

Para superar la actual situación económica, no necesitamos replicar las viejas políticas neoliberales, copiar los ajustes argentinos o ceder nuestra soberanía económica al FMI, sino diseñar una estrategia inclusiva entre todos los sectores económicos y sociales. También debemos ser muy consciente que la solución a la situación actual no pasa únicamente por decisiones puramente económicas, sino que ameritan pactos y acuerdos políticos de supervivencia. Si hay un motivo más acuciante para comprender al enemigo ideológico es que nuestras diferencias internas los han revivido y nuestros desaciertos, fortalecido. Despojarse de los intereses individuales por un bien mayor es un acto de compromiso con la patria y la historia. Mientras eso no ocurra el MAN continuará creciendo y todos seremos corresponsables.

El título de este artículo lo tomé prestado del libro de uno de los más icónicos economistas de la UMSA como fue el profesor Pablo Ramos Sánchez (1985) quien en su oportunidad denunció el intento de la implementación de las políticas neoliberales en el país como lo hago ahora. Ha comenzado la batalla cultural.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

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Los dólares y la responsabilidad del sector privado

El autor sostiene que, para superar la situación actual de falta de divisas, se requiere avanzar hacia una lógica productiva diferente.

Fotos: LA RAZÓN-ARCHIVO

/ 9 de junio de 2024 / 06:20

Dibujo Libre

Si estas preocupado o molesto por la falta de dólares en el país, este artículo es para ti. Ha pasado poco más de un año desde que los dólares comenzaron a escasear y la población está expectante que el gobierno lo resuelva pronto.

Si eres importador, comerciante o industrial posiblemente estás atravesando un viacrucis de sobrecargos financieros. Entraste a una lista de espera, ansioso de que tu banco confirme la transferencia a tu proveedor. Temes no poder ingresar tu mercadería a tiempo y quedarte sin materia prima para procesar o vender, pues la logística de importaciones ha cambiado.

Si eres ahorrista y tienes dólares en un banco y no los puedes retirar, te sobrecoge -el sólo hecho de pensar deno volver a ver tu dinero. Te incomoda tener que ir todos los días al banco, hacer una fila de 20 minutos o más para retirar sólo $us 100. Ahora recibes tu dinero fraccionado de cortes de 50 y 20 y varios billetes están viejos o deteriorados.

Si eres inquilino de un centro comercial por la Uyustus o en Equipetrol, necesitas de la divisa norteamericana para cubrir tu arriendo. Tienes un bien inmueble que no lo puedes vender o un anticrético que no lo puedes recuperar porque esperas recibir dólares y ¿no los hay?

Si eres turista o viajero, sentirás que encontrar dólares a un precio accesible se han convertido en el principal obstáculo entre hacer tus sueños realidad o quedarte en casa. Te decepciona saber que desde mediados de junio necesitarás de dólares para comprar pasajes de avión. Muchos se han desilusionado cuando al momento de utilizar su tarjeta en el exterior para adquirir regalos o recuerdos no pudieron hacerlo por que superaron el monto de retiros semanales impuesto por los bancos, ipso facto.

Si eres consumidor de las deliciosas galletas colombianas “Oreo”, los famosos alfajores argentinos “Havanna” o los riquísimos wafles uruguayos “Sensación”, utilizas cremas “Dove”, compras leche holandesa o argentina en lugar de la nacional, chocolates “Noka” en vez de “Para Ti” o consientes tu paladar con vino chileno como el “Casillero del diablo”, te habrás dado cuenta que varios de estos productos han subido de precio y la causa es siempre la misma, la falta de dólares.

Según la última encuesta de presupuestos familiares de 2016, los bolivianos destinábamos un quinto de nuestro ingreso a la compra de bienes importados. Si a eso le sumamos las compras que realizan las empresas para producir los bienes y servicios que luego los consumimos, el peso de las importaciones es mucho más alto. Por ejemplo, en 2023 importamos $us 11.489,3 millones a razón de $us 950 por habitante y dos dólares y medio por día. Ello representa, 25% del ingreso medio por habitante.

Más de la mitad de las compras externas las realizaron las empresas de forma directa para la adquisición de materia prima, suministros, bienes de capital y equipos de transporte. Las familias compramos alimentos, bienes duraderos y semi duraderos además de vehículos en un 20%, es decir, unos $us 2.300 millones. El resto lo hace el sector público, principalmente en combustibles que luego los vende a las empresas y consumidores. Te has preguntado ¿de donde provienen las divisas que utilizaste para consumir bienes importados, realizar viajes al exterior, mantener depósitos en moneda extranjera y pagar tus alquileres? Desde principios de siglo, las exportaciones del sector público superaron ampliamente a sus importaciones -en $us 1.880 millones en promedio- logrando acumular una ingente cantidad de divisas que fueron a acrecentar las reservas internacionales. En cambio, el sector privado mantuvo sendos márgenes comerciales negativos de $us 1.180 millones por año.

A partir del 2015, el déficit comercial privado fue mayor que el superávit comercial público, comenzando un ciclo de déficits comerciales globales. Para financiarlos, el Estado tuvo que recurrir a las reservas internacionales que acumuló una década atrás a fin de mantener el nivel de consumo e inversión estable y sin comprometer la estabilidad cambiaria. Este déficit comercial no fue malo porque repercutió en un mayor bienestar que se tradujo en un mayor consumo de bienes extranjeros y menor crecimiento vía importaciones, pero no fue corregido a tiempo.

La escasez de dólares que atraviesa el país se debe íntegramente al déficit comercial privado. Por tanto, la responsabilidad de corregirse debería recaer también en el propio sector. Los bolivianos nos quejamos de no tener los suficientes dólares para atender nuestras necesidades y complacer nuestros gustos, pero no somos conscientes del esfuerzo productivo que se requiere para generarlos. Es comprensible la desazón que se siente ante la falta de dólares, pero en lugar de lamentarnos y esperar que el Estado lo resuelva -por sí sólo-, deberíamos reflexionar en ¿cómo contribuir a generarlos o evitar su despilfarro? Te has preguntado ¿con cuántos dólares aportas a la economía nacional? En realidad, son muy pocas las personas que con su actividad u ocupación los generan.

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Superar la situación actual requiere cambiar nuestra actitud hacia una lógica productiva. Ello implica por un lado incentivar las exportaciones privadas. Se debe reconocer el reciente esfuerzo público-privado por elevar la producción de carne, azúcar, lácteos, piña y estaño, pero además se debe incentivar al sector microempresarial y comunitario. El aumento de las divisas agroindustriales deberá basarse en mejoras en productividad y no únicamente en el avance de la frontera agrícola. Tenemos un gran potencial de exportaciones comunitarias en quinua, café, sésamo, chía entre otros, pero necesitan logística, mercados y capital de operaciones. Pero al mismo tiempo, desarrollar un compromiso social y de responsabilidad empresarial con el país del cual obtienen sus ganancias. La regla es muy sencilla, dólar que se genere en el país debe retornar y tener un uso nacional, aunque no necesariamente sea estatal.

La sustitución de importaciones es también responsabilidad privada y no sólo pública. La estrategia, no sólo incluye mejorar nuestras capacidades productivas sino cambiar nuestros hábitos de consumo. Los bolivianos debemos de valorar más la industria nacional, dejar de creer que todo lo bueno es extranjero y, así como en el futbol, comenzar a ganar mayor amor por nuestra camiseta.

Debemos también sustituir servicios y exportarlos. El turismo es una gran fuente de divisas que no lo estamos aprovechando. De cara al bicentenario elaboremos una estratégica público privado que tenga como meta aumentar en 50% el flujo de turistas extranjeros y mejorar la oferta local para retener al turismo emisor. El Estado deberá estar a cargo de la infraestructura e invertir en publicidad para mejorar nuestra imagen país. El sector privado y socialcomunitario invertir en logística, cadenas de valor y distribución.

A muy corto plazo se tiene que gestionar la escasez mediante una política de racionamiento de dólares explícita que establezca: 1) un cupo mínimo de divisas para pequeños productores cuya producción nacional depende de los insumos importados, 2) otro cupo para alimentos y medicamentos esenciales a fin de mitigar la especulación, 3) instruir a los bancos la devolución de depósitos en dólares para montos menores a $us 10.000, 4) aceptar la compra de pasajes en bolivianos para viajes especiales como salud o estudio, 5) elaborar una ley de inquilinato y anticresis que cubra los vacíos legales y facilite las transacciones.

Este proceso no será exitoso sin la contribución de todos. Los bolivianos requerimos de nuestro propio esfuerzo productivo para salir adelante.

 (*)Omar Velasco es economista

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Censo y avances del Estado Plurinacional

Cifras y apuntes a la espera de los resultados del ejercicio censal que se realizó recientemente en el país.

Martha Oviedo durante la conferencia de prensa

Por Omar Velasco Portillo

/ 31 de marzo de 2024 / 06:45

Dibujo Libre

El 23 de marzo se realizó el tan esperado día del empadronamiento del Censo de Población y Vivienda 2024. Este artículo analiza, extrapola y conjetura los posibles resultados que se observarán luego de las labores censales y la publicación de datos oficiales a partir de las encuestas de hogares de 2011 y 2021, los censos anteriores y otros registros administrados con el objetivo de evaluar algunos avances en la construcción del Estado Plurinacional de Bolivia.

Según el conteo del número de habitantes se confirmará que la población boliviana superó -hace un par de años- los 12 millones de habitantes. Todos los departamentos reportarán un mayor número de habitantes empero, a excepción de Pando, el resto de departamentos alcanzará un menor ritmo de crecimiento poblacional que Santa Cruz. Santa Cruz habrá desplazado a La Paz como el departamento con mayor población boliviana respecto al último censo de 2012.

Estado

Sin embargo, Santa Cruz está lejos de alcanzar los 4 millones de habitantes que estimó el departamento de estadísticas de su gobernación. Para que ello ocurra, tendría que haber crecido a razón de 4% anual los últimos 12 años. En cambio, si tomando en cuenta el crecimiento cruceño entre los dos últimos censos -de 2001 y 2012- que fue de 2,2% y la tendencia nacional e internacional de moderación del ritmo poblacional, lo más seguro es que el crecimiento promedio anual en este último periodo se encuentre a la mitad (2%).

Pero más allá de número de ciudadanos, existen otros datos importantes que deben ser analizados. El censo confirmará la aceleración de la transición demográfica en el país. Entre 2011 y 2021, la población niña, niño adolescente se ha reducido del 33,6% a 29,3%, principalmente en el área rural (de 38,6% a 31,5%). En cambio, la población adulta mayor se incrementó de 8,7% a 11,2% con mayor incidencia en el campo de 10,6% a 15,2%. Para 2024, los nietos duplican a sus abuelos en el campo mientras que en las ciudades son cuatro veces más números aún, confirmando la tendencia mundial de encogimiento del extremo inferior y ensanchamiento de la base superior de la pirámide poblacional. El envejecimiento poblacional tendrá consecuencias fiscales en los presupuestos públicos.

Censo

Bolivia continuará siendo una de las poblaciones más jóvenes del continente. La edad media de los bolivianos se incrementará aproximadamente de 27 a 30 años, aunque la mitad de la población aún poseerá menos de 27 años, lo que sugiere que Bolivia todavía puede explotar -si así se lo propone- su bono demográfico que es la proporción relativa de jóvenes y adultos en edad de trabajar respecto de la población dependiente que está formada por niños y adultos mayores.

El fenómeno migratorio campociudad y occidente-oriente, que comenzó en los años 50, continuó en la segunda década del siglo XXI. Se advierte que los municipios que más crecieron en el país provienen de los departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz y Cochabamba. En cambio, se advierte una posible disminución poblacional en algunos municipios de los departamentos de Oruro, Potosí e incluso La Paz y Cochabamba. Las ciudades capitales de cobija, trinidad, Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba, Tarija y Oruro y algunas ciudades intermedias como Cotoca, Quillacollo, La Guarida, Villamontes por mencionar algunas, podrían ser las mayores receptoras de la migración interna proveniente de los municipios más pequeños y medianos.

Datos del Censo

La recomposición de la estructura poblacional, implicará una redistribución de recursos cada vez más desigual, en términos absolutos, aunque en relación a la población parezca justa. Los municipios más pequeños recibirán menos coparticipación tributaria nominalmente en favor de los municipios más grandes. Tomando en cuenta que los municipios más grandes son lo que también más han diversificado sus ingresos fiscales, la nueva redistribución de ingresos conducirá potencialmente a una mayor concentración de los ingresos fiscales en áreas urbanas y un posible bajo gasto público subnacional en áreas rurales, sino se hace nada al respecto.

Con seguridad el déficit habitacional en Bolivia se ha reducido. En la última década se han otorgado más de 100.000 Créditos de Vivienda de Interés Social que han beneficiado a cerca de medio millón de bolivianos. Las mejoras en las condiciones de habitabilidad de la población estaban previstas en el artículo 19 de la Constitución Política del Estado (CPE).

Según la encuesta de hogares, en 2021 el 80,8% de las personas declararon estar registradas o afiliadas a algún seguro de salud público. En cambio, en 2011 sólo el 38% de la población tenía acceso al sistema de salud. La implementación del Sistema Único de Salud forma parte de la política de universalización de la salud incorporada en el art.18 de la CPE. Empero, se advierten todavía diferencias importantes en el área urbana donde el porcentaje de cobertura llegó 90,2%, en cambio en el campo se sitúa en 76,9%.

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En 2021, el 93% de las mujeres en edad fértil señaló que su parto fue atendido en algún establecimiento de salud frente al 81% en 2011. El sostén financiero al seguro materno infantil y la implementación del bono Juana Azurduy de Padilla desde 2009 fueron esenciales para este logro. Sin embargo, aún existen diferencias importantes en área urbana 97,7% y el área rural 83,5%. Por otro lado, la tasa de deserción escolar bajó de 5,59% en 2011 a 1,46% en 2021, gracias al Bono Juancito Pinto. Esta tendencia se esperaría se mantenga en los ciclos de primaria y secundaria con un mayor número de bachilleres y titulados, aunque con marcadas diferencias nuevamente en el área rural y la ciudad.

La población boliviana también mejoró su acceso a las tecnologías de información. En 2012, el 60% de la población tenía acceso a un celular y 30% al internet. Para 2021 se incrementaron a 75% y 67% respectivamente. Una parte importante de este avance lo dio Entel ampliando su cobertura principalmente en el área rural.

Estas cuantas cifras son un pequeño esbozo de lo que el Censo de Población y Vivienda podría informar a los hacedores de política pública sobre las brechas aún existentes en el país y las demandas insatisfechas de la población. Pero, por otro lado, podrán constatar los avances vinculados. La construcción del Estado Plurinacional de Bolivia ha permitido mejoras en materia de salud y educación, habitabilidad, acceso a servicios básicos, tecnologías de información y otros ámbitos del desarrollo humano que el Censo 2024 deberá reflejarlos.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

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