Líderes jóvenes
Geovana Huanca es jefa de una red de jóvenes en Calamarca, donde se quiere terminar con varios estereotipos. Lucy Flores es líder en Taipillanga (comunidad de Calamarca) y desde ahí quiere empoderar a las mujeres.
Geovana Huanca vive en el municipio de Calamarca. Lucy Flores reside en la comunidad Taipillanga, en Patacamaya. La primera planea estudiar Psicología o Lingüística, mientras que la segunda quiere seguir la carrera militar o policial. Sus vidas —en apariencia distintas— están entrelazadas porque aprendieron a ser líderes, participan de manera activa en las decisiones de su comunidad y recorren los pueblos para enseñar educación sexual.
A las 13.30, los estudiantes de la Unidad Educativa Taipillanga salen sonrientes de sus aulas hacia sus domicilios, con excepción de Lucy (de 17 años), quien prefiere quedarse en la habitación que está destinada a la elaboración de yogur y helados, debido a que tiene que velar —como administradora del emprendimiento— que todo marche bien.
“Es para que, cuando salgamos de aquí, tengamos la posibilidad de abrir una pequeña empresa y no trabajemos para otras personas, sino para nosotros mismos”, afirma. Con el apoyo del proyecto Armonía y Saberes entre Mujeres y Hombres, los estudiantes de la prepromoción aprendieron a elaborar yogur y helados, que venden en Patacamaya con el fin de conseguir más recursos para equipar su pequeño taller. En esta iniciativa, unos se dedican a recolectar la leche, otros se encargan de transformar la materia prima, o de limpiar o vender, mientras que Lucy es responsable de la administración.
Su designación no es casual, ya que se ha convertido en una de las 300 líderes mujeres que han subido su autoestima, han aprendido que existen leyes que los protegen, han aprendido a participar en las decisiones de su comunidad y enseñan educación sexual, en un país que tiene gran cantidad de embarazos en adolescentes.
De acuerdo con un informe reciente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), América Latina y el Caribe es la segunda región en el mundo con la tasa más alta de adolescentes que resultan embarazadas contra su deseo y voluntad. En ese ámbito, Bolivia y Venezuela comparten el último puesto en Sudamérica.
Por esa razón, la ONG Plan International Bolivia implementó el proyecto Armonía y Saberes entre Mujeres y Hombres por los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos y la Protección, mediante el cual pretende otorgar poder a los jóvenes —en especial mujeres— en el área rural.
“Queremos que las jóvenes tengan la capacidad de decidir sobre su cuerpo, que no sean violentadas y aprendan a defenderse, es decir que sean respetadas y no las vean como un objeto”, reflexiona Rodolfo Vargas, coordinador del proyecto que se desarrolla en 14 municipios rurales de los departamentos de Chuquisaca, La Paz, Potosí y Santa Cruz.
En el caso paceño, Armonía y Saberes llega a los municipios de Achacachi, Peñas, Patacamaya y Calamarca, donde, al igual que en las demás regiones, se trabajó en redes juveniles para levantarles la autoestima, además de darles cursos de liderazgo, acerca de leyes que los protegen y capacidad para dialogar con las autoridades de sus comunidades.
“Desde niños te ordenan que te calles, que no hagas esto: eres mujer. Había ese temor, pero desde hace un año he aprendido a expresarme con los niños, a expresarme en el recreo y a contar mis experiencias”, cuenta Lucy, quien a sus 10 años —cuando falleció su padre— empezó a ayudar en la chacra de papa y aprendió que podía luchar por sus derechos.
Con un mandil blanco y un cuaderno, Lucy explica con desenvoltura cómo se elaboran los productos lácteos y cómo se organizaron los 21 alumnos de su curso. Lo contrario ocurrió cuando asistió a sus primeros talleres, pues era miedosa y solo escuchaba. “Después vi cómo los jóvenes, las señoritas y los niños hablaban sin temor”.
Ahora es capaz de disertar sobre la Ley para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (348) y acerca de otras normas, por lo que su anhelo es seguir luchando para que se respeten los derechos de la población femenina. Ello quizá fue lo que la convenció para que quiera seguir la carrera policial o militar.
Sus obligaciones no terminan con las clases o las charlas de la ONG, sino también en su casa, donde colabora a su madre en la crianza del ganado y en el cultivo de los campos, como lo hacía su padre.
A casi 60 kilómetros de Taipillanga, el salón donde hace poco se reunían los concejales de Calamarca está repleto de jóvenes que planifican qué actividades presentarán para la feria de salud.
En orden y cordialidad, ninguno tiene temor de levantar la mano para emitir su opinión. Planean interpretar una canción que tenga un mensaje de esperanza y por ello presentan sus propuestas. En eso, Geovana saca de su bolso un flash memory y lo introduce en el DVD para mostrar su proposición. Ella no ha tenido una juventud fácil, pues ha sufrido de violencia.
“No me gustaría que otra adolescente pase por lo mismo, porque cuando ocurre es muy difícil salir de esto”. Por ello, la canción Creo en mí, interpretada por Natalia Jiménez, resume su lucha en la vida.
La joven de 20 años se ha convertido en líder del grupo de jóvenes, quienes están recibiendo charlas de autoestima y de educación sexual. “Cuando participé en el primer taller me ponía bien roja y sentía miedo de hablar porque hablaban de sexo y todos lo tomaban como algo malo”. Su opinión cambió cuando cursaba segundo de secundaria, pues tres compañeras suyas se embarazaron. Con una pollera azul y una blusa guinda, no duda cuando tiene que pedir la palabra o cuando dirige las dinámicas de grupo. “Por ser mujer no puedes usar ropa negra, jugar en la cancha o salir en las tardes, siempre dicen que nosotras debemos estar cocinando o aseando la casa, son estereotipos que todavía no se rompen en nuestra sociedad”.
Por esa razón, no solo se trabaja con los jóvenes, sino también con los profesores y los padres, para que la comunidad entienda y respete los derechos de las personas, “porque si solo capacito a los jóvenes, van a chocar con la comunidad, porque ellos no les van a entender”.
Al igual que en los otros municipios, la red de líderes —compuesta por jóvenes de entre 14 y 24 años— llegó a las comunidades con charlas sobre las infecciones de transmisión sexual (ITS), el VIH-sida y el uso correcto del preservativo.
Durante las exposiciones en las plazas de las comunidades, muchas personas han lamentado no haber recibido la información antes, aunque hay otro grupo que todavía sostiene que incitan a tener relaciones sexuales y a embarazarse.
Ello no es obstáculo para que los integrantes de la red de líderes continúen con su preparación, lo que motiva a que Geovana afirme: “¡Quiero ser presidenta!”. “Mi sueño es llegar a ser grande para cambiar el mundo, para que no haya violencia y se acaben los estereotipos”.