‘Mi última cima’: La vida de Juan Carlos Escobar Aguilar
Imagen: Familia Escobar
Juan Carlos Escobar Aguilar, el primer guía de montaña boliviano en coronar el Everest.
Imagen: Familia Escobar
El periodista Marco Fernández relata el proceso del libro nacido tras un reportaje de ESCAPE. La presentación será el 17 de mayo en el Hotel Ritz.
Destino. Con un Teatro al Aire Libre repleto de creyentes católicos, la misa de Corpus Christi estaba por empezar aquel jueves soleado del 26 de mayo de 2016. Durante el recorrido habitual para conseguir buenas imágenes y entrevistas, me di a la tarea de subir y bajar las gradas de aquel recinto paceño. De pronto, el sacerdote Edgar Mena me detiene y me pregunta si era periodista. Ante mi asentimiento, me dijo —sin conocerme todavía— que me tenía una gran nota periodística. Iba a ser así y mucho más.
Días después, el padre me citó en la parroquia El Salvador, en la zona El Tejar —ubicada en el oeste de La Paz—, donde hay un centro para infantes que tiene aulas para la práctica de diversas artes, una piscina pequeña y un bello muro de escalada, que tenía el póster con el rostro de un escalador de tez morena, con lluch’u multicolor, la mascarilla de oxígeno pegada a la cara, una sonrisa que mezcla triunfo y humildad, y con la bandera boliviana extendida en el pico más alto del planeta.
Cuando pregunté al religioso quién era el de la imagen, respondió que se trataba de Juan Carlos Escobar Aguilar, el primer boliviano que llegó a la cima del Everest en su condición de guía de montaña. La conexión fue instantánea. Aquellos ojos enrojecidos por la presión atmosférica y la falta de oxígeno demostraban mucho sacrificio y una infinita alegría. Quería saber más.
De esa manera conocí a la esposa de Carlos, Grissel Gómez, quien aceptó de inmediato cuando le propuse elaborar un reportaje periodístico —en la revista ESCAPE del periódico La Razón— sobre la ascensión del guía de montaña.
Sentí que las cinco páginas de la nota periodística, publicada en junio de 2017, eran pocas en relación con todo lo que se podía contar. No obstante, durante la entrevista, Grissel comentó que Carlos había planeado escribir un libro que resumiera su vida, en especial su ascensión al Everest, y que no lo concluyó por causa de su partida prematura. El destino quiso que, un par de años después, la familia Escobar Gómez retomara el proyecto del libro.
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Todo ser humano es un universo, con alegrías, tristezas, problemas, éxitos y hazañas. La vida de Carlos Escobar fue así y mucho más, porque fue la demostración de una persona que se sobrepuso a las adversidades para superarse y convertirse, sin quererlo, en un ejemplo para su familia, amigos y sus colegas escaladores.
Juan Carlos en la cima
Escribir acerca de alguien que ahora no se encuentra en este mundo ha sido una tarea complicada. La única referencia que tenía en el inicio eran recortes de periódico, el reportaje que había publicado en ESCAPE y grabaciones de Carlos que me permitieron saber que se trataba de una persona tranquila, a pesar de todo lo que le estaba pasando en aquel momento.
Después de haber leído el avance de su biografía, me puse como objetivo personal —más que profesional— conocer más y mejor al escalador, para lo cual había que horadar desde su infancia y origen mismo de sus progenitores: René Escobar Gutiérrez y Leopoldina Aguilar Pinto. Ello ocurrió gracias al tiempo que me dieron sus hermanos, quienes contaron, con mucho sentimiento, cómo transcurrieron los primeros años de la familia Escobar Aguilar.
A ello habrá que añadir charlas extensas con un amigo de la niñez de Carlos, con quien pasaron momentos inolvidables como monaguillos en el templo de La Merced, ubicado en el centro paceño.
El destino y las llamadas correctas posibilitaron que sus amigos de la universidad y del CEAC relaten los cimientos para que el estudiante de Ingeniería se decantara por el montañismo como el oficio al que se iba a dedicar toda su vida. Algunos lo hicieron desde Europa, otros llegaron a La Paz para ayudar en la tarea, mientras que algunos compartieron varias tazas de café mientras contaban aquellos momentos.
De todos esos momentos es difícil olvidar el sentimiento de cariño de cada uno de los entrevistados, de aquellas miradas al vacío que parecían revivir el pasado y de silencios extensos que querían evitar derramar alguna lágrima. Muchos no pudieron evitarlo.
Con todo ello llegó la tarea más complicada, armar un rompecabezas de información para comenzar a escribir un texto que se acercara lo más posible a aquella familia que se formó en una calle tradicional de La Paz, la ausencia del padre como consecuencia de una enfermedad, los problemas económicos y el difícil crecimiento de Carlos y sus hermanos.
A partir de ello, como las montañas que solía escalar, el avance fue complejo y satisfactorio en el encuentro de detalles personales, que tuvo como cúspide la llegada al Everest. Así también, era necesario relatar el descenso de la montaña y, de manera casi paralela, la enfermedad del montañista, una odisea que terminó con otro aprendizaje.
El resultado de este trabajo es Mi última cima, libro que resume 48 años de una vida agitada y exitosa, sin dejar de ser humilde, jovial y protectora. Es el legado que tengo después de conocer a Carlos Escobar Aguilar.
Marco Fernández Ríos es periodista colaborador de Escape