Quiebra del Banco Fassil: Qué pasó?
Continúan las investigaciones sobre el Banco Fassil. Foto: Archivo
Irregularidad. Un primer factor es el estilo gerencial de quienes comandaban la entidad.
ECONOMÍA
¿Por qué quebró el Banco Fassil? ¿Cómo se dio el descalabro de la tercera entidad financiera más grande del país? La información tiene actualmente ribetes policiales y de escándalo. Esto es entendible, pero, ¿cómo se explica técnicamente su colapso?
Sintetizando las aristas de la complejidad, y en busca de las respuestas necesarias, conversamos con Horst Grebe, economista boliviano con doctorado en Economía Política, quien asegura que se pueden identificar los siguientes factores principales que contribuyeron al desplome del Banco Fassil: poca disciplina gerencial, transacciones riesgosas, apuesta inefectiva por los bienes raíces, el impacto del encarecimiento del dinero en el mundo durante el último año, vulnerabilidad frente a los cambios tecnológicos y laxitud en las regulaciones.
Un primer factor que se hace notorio, a partir de todas las revelaciones que se van conociendo hasta ahora, es el estilo gerencial de quienes comandaban la entidad. Grebe comienza señalando que “hay varios elementos que la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi) puso en alerta desde hace ya unos dos años. Pero, resulta una cosa extraña que la reacción de los ejecutivos del banco, frente a las exigencias del organismo supervisor de la situación de riesgo en la que estaba, fue iniciarle juicios penales al director, a la autoridad de la Asfi. Eso es una insolencia y una barbaridad, un desconocimiento de las funciones que cumple la Asfi”.
Con ese tipo de conductas, “por donde se le vea, la gestión del Banco Fassil era irregular”, señala el economista. Esta forma de encarar la conducción gerencial de la entidad vino de la mano con otras prácticas en ejercicio mismo de la actividad financiera. “Era una gestión llena de problemas, donde se hacían operaciones de préstamo a gente que no tenía la solvencia, las garantías necesarias, por cantidades muy grandes”, explica Grebe. Esto se ha evidenciado sobradamente a partir de los abonos sobre el límite (over-limit) a personas jóvenes que no acreditaban por sí mismas un respaldo suficiente para recibir los montos millonarios que les entregaron. Por lo que se conoce hasta el cierre de esta nota, se trata de al menos nueve personas con las que el banco incurrió en este tipo de prácticas.
“El Banco Fassil no tenía ya acceso a ningún crédito interbancario, porque ningún banco le quería prestar plata en su situación de iliquidez. Entonces, tuvo que recurrir al crédito de emergencia del Banco Central de Bolivia (BCB), que le dieron en dos ocasiones, pero después ya no. Eran tan grandes las irregularidades que comenzaron las sospechas de que ya no podía cumplir con la gente que quería retirar sus depósitos, su dinero. Entonces se produce la corrida de los depositantes y es cuando estalla la crisis”, indica el especialista.
El saber popular aconseja no poner todos los huevos en la misma canasta. En el caso del ahora extinto Banco Fassil, esa no parece haber sido la lógica. “Operaba con créditos a grandes operaciones inmobiliarias en Santa Cruz y éstas entraron en dificultades porque no se cumplieron las expectativas que tenían los propietarios de las mismas. De alguna manera, no prosperaron”, afirma Grebe.
Cabe recordar aquí que una nota de prensa de mayo de 2021 daba cuenta de que “por medio de un convenio empresarial y financiero, el Grupo Empresarial La Fuente recibirá $us 4.500 millones de Santa Cruz Financial Group S.A. (Banco Fassil), destinados para la construcción de 100.000 viviendas que beneficiarán a 370.000 habitantes, en la Nueva Santa Cruz, ciudad inteligente”. Esta alianza se la anunció como “el mayor acuerdo empresarial y financiero del país”.
El problema con los bienes raíces es que son apuestas en el mediano y largo plazo. Los terrenos y viviendas no son dinero en efectivo ni generan dividendos diarios. “Esto genera un problema de plazo. El activo del banco no puede ser transformado en dinero líquido de inmediato, cuando el depositante requiere su dinero ese momento. Si un banco lo que tiene son bienes inmuebles, eso no los puede vender de la noche a la mañana”, precisa Grebe.
Hasta marzo del año pasado, las tasas de referencia de la Reserva Federal (Fed) de EEUU estaban en 0%. Así, el dinero era barato. Luego de la guerra en Ucrania y las consecuentes disrupciones que se registraron en las cadenas de suministro, comenzaron a observarse presiones inflacionarias en la economía global. La reacción de la Fed y de los principales bancos centrales del mundo fue incrementar las tasas de interés de referencia. La lógica es sencilla de comprender: para evitar que los precios suban, se encarece el dinero, al ocurrir esto, bajan las compras y por lo tanto se pone un freno a la tendencia alcista. El riego es que eso genere eventualmente una recesión, pero ese es ya otro tema.
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En el caso del Banco Fassil, de manera similar a lo que ocurrió con el Sillicon Valley Bank (SVB) en EEUU, hubo un muy mal cálculo del riesgo sobre las colocaciones que estaban realizando, en un momento en que la economía del mundo cambió en los últimos 12 meses. Grebe explica que el encarecimiento del dinero, a nivel mundial, hace que las operaciones a largo plazo tengan que recalcularse. “Ocurre que se da un descalce entre las tasas de interés de las operaciones pasivas y activas de los bancos. Eso crea problemas que los bancos deben corregir inmediatamente”, sostiene.
Paralelamente, la digitalización ha transformado la banca a nivel mundial. Mientras todo está bien, esto se da de una manera positiva. Sin embargo, cuando ocurren problemas, las crisis son mucho más rápidas y contundentes. Grebe apunta que “cuando un cliente no puede retirar su dinero y pone eso en la red, en cuestión de horas se da la corrida. En otras épocas, eso tardaría semanas”.
Finalmente, hubo cuando menos laxitud por parte de la Asfi. Grebe es categórico en afirmar que “el sistema regulatorio ha demostrado que es frágil. Esto es así porque no son independientes las cuatro instancias: Ministerio de Economía y Finanzas, BCB, Asfi y las calificadoras de riesgo. En el caso boliviano, las tres primeras están bajo una misma autoridad”.
En el criterio del especialista, un segundo factor relevante a mejorar es “la calidad del personal a cargo, que también llama la atención y preocupa”.