Amos del disco
Aprendieron con discos de vinilo, caseteras y ‘tres en uno’, y con el tiempo se convirtieron en referentes de los disc jockeys.
You got it? We do! (¿Lo tienes? ¡Nosotros sí!), se escucha en el salón en penumbras, mientras de fondo, a través de los parlantes, se oyen los latidos de un corazón. En cuanto termina la frase se encienden los reflectores, con luces de colores que se mueven de un lado a otro, en tanto que desde los costados sale humo blanco y una bola de cristal empieza a refractar la energía de una noche de discoteca. De esa manera empieza la fiesta de clásicos, en la que el disc jockey (DJ) deja de ser un ser anónimo y se convierte en un personaje que hipnotiza a la gente, al igual que el flautista de Hamelín, aunque el animador de las pistas de baile utiliza temas grabados para mover a su público y convertirse, por unas horas, en el amo de la fiesta.
En el país hay un sinfín de mezcladores de canciones y sonidos, muchos desconocidos y otros que a través de los años se han convertido en referentes de la animación. Johnny Dávila, Boris Navarro, Andrés Russo, Víctor Melgar, Rafael Vásquez y Juan Carlos García son nombres que figuran entre los melómanos precursores de esta historia.
Pero el paladín de esta prole musical es sin lugar a dudas Ramiro Tarifa, quien no olvida los años que estuvo ligado a los clásicos y a las amplificaciones. “Nunca imaginé que iba a terminar siendo mi profesión”, confiesa quien ahora es considerado el gurú de los DJ por sus propios colegas y que en la actualidad se dedica a la producción musical y grabación de jingles. Además mantiene el gusto por el género del rock y lo refleja en una polera negra, melena y barba de tres días.
Ramiro se inició en el mundo de los enganches a los 16 años de manera casual, cuando aún estudiaba en el colegio y su amigo Paul Araníbar le propuso armar una amplificación para animar las fiestas, solo porque Ramiro sabía de equipos. Por aquellos tiempos todavía no habían llegado los tornamesas de dos discos para realizar los enganches y mezclas musicales, así que “en un momento de la canción había que hacer la transición con un botoncito, era lo mejor que se podía hacer, además de apretar algunos botones de cuatro a cinco reflectores del juego de luces.
Ése era el trabajo. La tecnología no daba para más, era un amplificador y dos decks (caseteras)”.
A finales de los años 70, además de esas carencias, la única manera para tener buena música era obtenerla de manera física, a través de los discos de vinilo, lo que también se dificultaba porque las “novedades” solían llegar al país hasta con un año de retraso.
Como a Ramiro y a Paul les iba muy bien con su negocio, viajaban hasta dos veces al año a Miami, Estados Unidos, con el fin de ampliar la discoteca y conocer a los DJ que estaban de moda. “Ahí nos dimos cuenta de que lo que hacíamos era completamente artesanal”, recuerda hoy con una sonrisa. La técnica del enganche que habían escuchado en el país del norte era distinta, con transiciones suaves y sin golpes abruptos.
Cuando compraron su primer tornamesa, los amigos experimentaron varias semanas para tratar de emular a los DJ estadounidenses, hasta encontrar la técnica perfecta. Sin embargo, el aparato utilizaba un motor que funcionaba con poleas que ocasionaban que la rotación del disco no fuese exacta, por lo que, además de usar el novedoso regulador de velocidad, debían utilizar el dedo para hacer un enganche “más o menos decente”, una técnica que se volvió clásica entre los DJ. Eran tiempos en que los jóvenes iban a las fiestas con tacos altos, ropa brillosa y botapiés anchos emulando a las películas musicales pro- venientes de los Estados Unidos, como Fiebre de sábado por la noche, cuando Ramiro dejaba de lado su gusto por el rock para enganchar música en Candilejas de San Pedro o El Castillo de Miraflores.
Su inquietud lo llevó a ganar experiencia y a ser reconocido en las discotecas; su papel como conductor de la radio Stereo 97 también le sumó fama. De esta manera, con el afán de elevar el nivel de sus compañeros y unirlos, organizó un concurso de disc jockeys, en el que sobresalieron Boris Navarro y Andrés Russo. Entre los participantes también estaba Enrique Kiko Claure, un joven que, como el resto, aspiraba a hipnotizar a su público con los enganches. A sus 12 años, Kiko escuchaba Stereo 97 y FM 90 aspirando grabar las transmisiones en vivo desde discotecas de moda como las nombradas, además de Casablanca en Sopocachi o Hipopótamo en Obrajes.
Para hacer los enganches, él y su primo usaban dos radiocaseteras, de aquellas que parecían cajas con un parlante del tamaño de la palma de la mano; mientras que para animar una fiesta empleaban el afamado “tres en uno”, un aparato que tenía radio, casetera y plato para vinilos.
Obviamente, las mezclas no salían bien, ya que la transición entre tema y tema ocasionaba segundos de silencio (baches) que debían ser cubiertos por la voz del animador.
Como anécdota, en el concurso de disc jockeys realizado por Ramiro, Kiko sentía la ansiedad y el nerviosismo de las primeras sesiones, por lo que, durante su presentación, aumentó el volumen de la música en exceso, lo que ocasionó la saturación del equipo y un silencio sepulcral en la pista. Fue una señal de que debía seguir practicando. Pero mediante las caseteras, el “tres en uno” y los novedosos tornamesas, Kiko aprendió las técnicas y el arte de la mezcla, con secretos “como acercar una oreja al disco de vinilo, escuchar la canción y frenar el plato con el dedo en el instante adecuado”, mientras un ayudante cambiaba de canción. Después de un tiempo y con mucha práctica, Kiko empezó a trabajar en la discoteca Disco Studio, a la que siguieron Pacha, Onix, Forum, New Tokio y Underground, además de sus programas en la Stereo 97 y FM 90.
Julio Callizaya, conocido también como Julio Mortal Mix, escuchaba esos temas y era uno más de los hipnotizados por los DJ. Se puso a practicar desde pequeño para ayudar a mantener a su familia, dándose modos para comprar algún disco de vinilo. En uno de sus tantos empleos, conoció a unos jefes que viajaban una vez al año a Estados Unidos, así que ahorraba lo suficiente para encomendarles alguna producción. También se las ingeniaba para prestarse un tocadiscos y practicar con los enganches. “Ensayaba desde las 11 de la noche hasta las seis de la mañana con tal de aprender un poco más y reproducir los clásicos en una discoteca”, recuerda.
“Agarrar un disco de vinilo y escuchar las versiones que emitían las radios dan una sensación de alegría, de emoción”. La habilidad para el enganche de canciones y su pequeña colección de discos le permitieron ser conocido en las discotecas. Eran los tiempos en que sonaban Roxette, Madonna, Level 42, Pet Shop Boys y New Order en los rankings semanales de la Stereo 97, que conducía Ramiro Tarifa y posteriormente Kiko Claure. Para inicios de los años 90, Julio conoció a Genaro Delgado, un DJ que había residido en Suecia y que retornó al país para enseñar un poco de sus experiencias con la música de moda, como Modern Talking y CC Catch, y sobre la nueva tecnología: el CD y la computadora que ensamblaron de lleno en el trabajo de los DJ.
En las clases de enganchados que impartía Genaro, los alumnos se decantaban por la música tecno y dance. Entonces a Julio se le ocurrió mezclar música tropical, desde Gilda hasta Sonido Mazter pasando por PK2, trabajo que le permitió grabar una colección de mix para la productora musical Santa Fe Récords y una agenda de contratos en las discotecas Color Disco y Buggy Dance. Con los audífonos en el cuello y rodeado por mezcladoras modernas, en la actualidad Genaro es conocido como DJ Julio Mortal Mix y realiza actuaciones en ciudades tan alejadas como Cobija y Tarija, portando una tecnología que actualmente le permite hacer enganches en vivo mezclando videoclips.
Por su parte, Kiko Claure, siempre ligado a la radio, conduce el programa DJ Inc-Comunidad Electrónica en Stereo 97, en el que también presenta mezclas de los clásicos que escuchaba cuando utilizaba la grabadora y el “tres en uno”. Y el gurú disco Tarifa, dedicado actualmente a la producción musical y a enseñar su experiencia en seminarios, continúa siendo un referente de los disc jockeys. Hoy prefiere trabajar con los controladores modernos, guarda un cariño especial por los discos de vinilo por su particular sonido y porque recuerda los inicios de los enganches. Un arte con el que se puede hipnotizar al público y ser por unas horas el amo de los/las discos.
La leyenda de los Technics SL 1200
Cuando la empresa japonesa Matsushita Electric Industrial Co. Ltd. (Panasonic) presentó su modelo de giradiscos de alta fidelidad Technics SL 1200, en octubre de 1972, pocos se imaginaron que ese dispositivo iba a revolucionar la historia de la música contemporánea.
En la actualidad, los disc jockeys se refieren a este aparato como una leyenda. Si bien hace cinco años que Panasonic ha dejado de fabricar estas maravillas, este equipo se ha convertido en un objeto de valor artístico.
El plato Technics nació en 1972 como un giradiscos stereo más, aunque para reproducir vinilos en alta fidelidad, la moda del momento. Pero su excepcional motor de tracción directa se convirtió en una herramienta fantástica para los DJ de radio, ya que les permitía lanzar las canciones desde el punto que deseaban con suavidad en lugar de la brusquedad de los giradiscos de tracción por correa. Este hecho popularizó mucho este modelo entre el colectivo de disc jockeys quienes también pinchaban en las discotecas.
La extraordinaria robustez y fiabilidad de este giradiscos y su facilidad para manipularlo le permitieron consolidarse en el mundo de las discotecas. Desde las locas fiestas del Bronx neoyorkino de los primeros 80 a los mejores clubes de Londres, Berlín, Bangkok o Los Ángeles, pasando por cada hogar de DJ o melómano que se precie, más de tres millones de SL 1200 se vendieron y revendieron hasta el infinito. Muchos de ellos continúan girando, se siguen vendiendo en internet y seguirán haciéndolo porque la máquina indestructible del SL 1200 parece que no tiene fin.
Más que pinchadiscos
El disc jockey (DJ) no es solo la persona que reproduce la música en una discoteca, una fiesta o en la radio (pinchadiscos), sino es quien se encarga de elegir las canciones, el repertorio y las mezclas de acuerdo con el público, además de cuidar que no baje la diversión y que se disfrute cada uno de los ritmos.
La primera vez que se empleó el término DJ fue en 1935, cuando el comentarista estadounidense Walter Winchell se refirió de esa manera al productor de radio Martin Block, quien recreó por medio de discos, en su programa Make Believe Ballroom, una actuación ficticia de las mejores orquestas, que en realidad actuaban en directo en otro lugar.
En 1943, en Otley, Inglaterra, Jimmi Savile organizaba una fiesta con DJ, en la que se escuchaban discos de jazz, señala la página Música Electrónica Online.
En París, en 1947, se inauguró un club llamado Whiskey a Go-Go, que es calificada como la primera discoteca, pues se diferenciaba de los otros locales porque no actuaban orquestas o grupos, sino que sonaba música grabada que aportaban los DJ. Después de esa primera experiencia se abrieron discotecas en Europa y Estados Unidos. Durante la década de los 50, los DJ trabajaban con un solo disco y aprovechaban el vacío entre una canción y otra para hablar o presentar la siguiente tanda.
Ron Diggins, un ingeniero de radio de origen británico, construyó en 1947 la primera mesa de mezclas, un mueble portátil de construcción casera que incluía dos platos, luces, micrófonos, un amplificador y una decena de altavoces.
En 1972, Technics lanzó el primer tocadiscos SL-1200, y desde entonces ha sido el referente para los DJ y, por supuesto, sigue siendo un aparato imprescindible para los DJ que continúan “pinchando” con vinilo. Los avances en la tecnología permitieron que los DJ pudieran mezclar la música a su estilo y de manera más suave, convirtiéndose en un arte. El primer evento exclusivo solo para DJ se celebró el año 1985 en el Winter Music Conference, en Florida, Estados Unidos.
El mundo del DJ sigue en constante evolución, al igual que la tecnología que se utiliza para plasmar la creatividad de estos gurús de la música de nuestro tiempo, quienes pueden hipnotizar al público con una selección de canciones.
Glosario de un DJ
Beat: Golpe de ritmo, cada golpe es un beat o bit musical.
Bases rítmicas: Son las zonas del tema en las que predomina el bombo, sin que se oigan voces ni instrumentos, y se usan para mezclar.
B.P.M: Sigla de beats per minute, es decir el número de golpes de bajo, batería o bit de un tema que se contabilizan en 60 segundos.
CUE: Señal o marca para el lanzamiento de un tema, se utiliza normalmente para preparar la canción en una posición exacta, de esta manera el tema retorna al mismo lugar automáticamente y podemos lanzarlo una y otra vez para poder mezclar o hacer efectos especiales.
Loop: Serie de notas o sonidos en forma de bucle, parte de una canción editada y sincronizada para repetirse indefinidamente.
Mix: Mezcla, enganche, pinchar o cruzar discos en perfecta sincronía de ritmo, uno tras otro, para obtener una secuencia bailable, un arte para quienes se consideran verdaderos DJ.
Mixer: Mezcladora, equipo mediante el cual se controlan las salidas de los decks, platos o CD, utiliza potenciómetros o faders para subir y bajar el volumen, las más sofisticadas incluyen samplers, loopers y efectos especiales como echo, flange y otros.
Pattern: Patrón repetitivo en una canción o en un secuenciador. Es una fracción rítmica o melodía que se repite.
Pitch: Potenciómetro lineal o digital que permite acelerar o ralentizar el ritmo del tema, analógicamente utiliza un mecanismo de frenado, digitalmente algoritmos. Es esencial para todo DJ pues le asiste para igualar el bit de una canción respecto a otra.
Remix: Remezcla o reconcepción de un tema con base en sus elementos esenciales (melodía, voces, instrumentos), en el que se introducen nuevos ritmos, proceso de voces, arreglos y efectos especiales.
Spinback: Efecto sonoro consistente en dar marcha atrás al vinilo.
Warm-up: Calentamiento, preámbulo de una fiesta, destinado a preparar el ambiente.
Zapateo: Error en la mezcla cuando los ritmos no están sincronizados; se produce una confusión entre uno y otro tema.
Zip & Zap: Efectos de sonido que suenan como se escuchan, que son utilizados para hacer transiciones en temas de género electrónico.
Glosario de Djinc.org