Con el Chaco en el corazón
Rolando Sandóval y Omar Baldiviezo cuentan las tradiciones de su tierra que mantienen en La Paz.
El hombre chaqueño sueña con ser artista desde que nace. Como muchos aquellos que viven en el campo, suele ser callado, tranquilo, reservado. Pero desde changuito escuchó a sus mayores inventar coplas. Así, para sorpresa incluso de su familia, rodeado de amigos, carne y vino, un día, canta”. Así define a sus paisanos el músico y conductor de Tv Rolando El Chúcaro Sandóval.
Poco después de terminar el colegio, muchos salen de su “pago” para estudiar o trabajar. Los artistas anónimos llegan a ciudades más grandes para probar suerte. La mayoría deja el sueño de lado y busca un oficio, otros regresan porque no se sienten cómodos fuera de su pueblo.
Pero Omar Cuchi Marrón Baldiviezo, fundador de Los Canarios del Chaco, y Rolando El Chúcaro Sandóval, cantante y conductor del programa que lleva su sobrenombre, son diferentes. Ambos nacieron en el Chaco tarijeño, llegaron jóvenes a La Paz —un destino poco frecuente—, se quedaron y la hicieron su hogar.
Si bien las tradiciones del Chaco son en su mayoría rurales —como el juego de la taba, la marcada de terneros o la doma de potros—, hay algunas que ambos han mantenido y que comparten con toda una comunidad de paisanos.
Rolando Sandóval muestra ediciones pasadas de su revista sobre cultura chaqueña.
La música es uno de los ámbitos más fuertes. Cuchi y El Chúcaro se formaron en el ámbito familiar. “Antes —recuerda Omar— era mucho más difícil aprender. No era como si los mayores te sentaran a su lado y te dijeran ‘así se hace’. Si te escuchaban haciendo ruido con el violín, te llegaba una huasca tremenda”.
Él nació en la región de La Cueva (provincia O’Connor) y se mudó joven a Yacuiba. Allí, con algo más de libertad, encontró una carpintería donde se hacían violines y durante mucho tiempo tocó con uno que le prestaban. Vieron tanta pasión y entrega, que a la larga se lo regalaron. “Ese es mi violín compañero, con ese llegué a La Paz, a mis 19 años, en 1981”.
En La Hoyada, Omar cantó sus propias composiciones y poco a poco fue haciendo conocer su música. Fue complicado al principio, porque no había otra referencia del Chaco que la guerra. Situación trágica, muy alejada del humor que caracteriza la vida cotidiana de los paisanos sureños.
Rolando solía escuchar los cantos y coplas de su padre. Llegó a La Paz de Villamontes, poco después de terminar el colegio, entusiasmado por participar en un festival de música folklórica, que ganó.
Las coplas y aros —que son cuatro estrofas, con musicalidad y a veces rima— se transmiten de generación en generación y se las recita todo el tiempo. Pueden hablar del paisaje, de las costumbres, ser un piropo o un suspiro de amor. También existen algunas más picarescas, que salen cuando los chaqueños entran un poco más en confianza con su público. Un buen coplero sabe elegir el momento justo para recitarlas.
“En la soledad del monte, sin necesidad de ningún instrumento, todos vamos escuchando a nuestros abuelos, tíos, hermanos; inventar o recordar coplas.
Así uno se va animando y después suelta las que tiene guardadas en el pecho”, explica Rolando.
En La Paz, una manera importante de sobrellevar la soledad fueron las reuniones, con mate o carne a la parrilla de por medio. La región sureña es conocida por su producción vacuna, así que la carne es una tradición. En la urbe andina, la familia Mendieta aglutinó a la comunidad chaqueña en la década de 1980. En aquellos asados —a los que solían asistir futbolistas como Ovidio Messa, Lucho Chávez y Juan Peña, entre otros—, Omar fue siempre el músico oficial.
Tanto es el cariño que los Mendieta le tomaron al Cuchi, que ahora son los hijos de Pocho, que se fueron a vivir a Estados Unidos, los que organizan espectáculos de cuecas y chacareras en aquel país.
Ya en 1990, cuando Los Canarios del Chaco estaban completamente establecidos y haciendo giras nacionales e internacionales, Omar acogió a Rolando. El mate fue el lazo que los unió y construyó un lazo familiar, lleno de nostalgia. “Solía irme a la casa de Omar, a matear tardes enteras con su mamá, la señora Silvia Segovia. En su casa, entre recuerdos y ‘amargos’ salió la idea de hacer un programa de radio y después el de televisión, para difundir nuestra cultura”, narra el músico Villamontino.
En 2002, Galopando con el Chúcaro comenzó a transmitirse. En 2005, pasó a la televisión, por Bolivia Tv. Este espacio, que cerró un ciclo importante en el canal RTP (Radio Televisión Popular) el año pasado, tuvo como protagonista a la cultura chaqueña. Los sectores de entrevistas estuvieron precedidos por un poro lleno de yerba mate, al son de charareras. Después, El Chúcaro decidió sacar una revista dedicada casi enteramente al Chaco. En sus 32 números se dan a conocer personajes, tradiciones y eventos relevantes, sin olvidar a sus pueblos indígenas.
Omar ‘Cuchi Marrón’ Baldiviezo tocando su violín criollo. Al lado, tomando un mate amargo.
Hoy, 15 de abril, se conmemora la efeméride tarijeña. Y a pesar de cierta rivalidad que aún existe entre chapacos y chaqueños, Rolando y Omar tienen agendas apretadas. Ambos coinciden en que, si bien hay diferencias culturales innegables —que en determinado momento llevó a los habitantes de la provincia Gran Chaco a pedir un décimo departamento—, desde lejos, los sentimientos negativos se desvanecen.
Ante la inevitable pregunta sobre el deseo de volver, ambos responden que ya no está en sus planes. Rolando lo intentó, pero su familia ya no pudo acostumbrarse al ardiente clima de su Villamontes natal. Omar, por su lado, cerró esa opción hace mucho tiempo. “Este año Los Canarios del Chaco cumplimos 40 años de carrera (con conciertos el 21 y 22 de abril en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez). La Paz es donde pude hacer mis sueños realidad, vivo aquí y no quiero irme”, responde con mucha seguridad el Cuchi Marrón.
Cotidianamente, el pueblo paceño goza de su arte. Les abrió el corazón y los trata con mucho cariño. Rolando reflexiona y agradece a las generaciones anteriores, como la de Omar, que con humildad y humor, lograron hacerse querer. “Nos hicieron una buena fama. Siempre que dije que era chaqueño, me hicieron sentir bienvenido. Ahora nos toca hacer lo mismo por los que llegarán. Es otra manera de agradecer todo lo que esta tierra nos ha dado”.