Breve historia de un almanaque de 32 años
Imagen: Lulhy Cardozo
Imagen: Lulhy Cardozo
Gráfica del Tiempo es un emprendimiento cultural que cuenta, hasta el momento, con 130 artistas. Ahora se presentará en Santa Cruz
Todo era serigrafía. Incluso la invitación, elaborada con aquella técnica de impresión antigua, con el escudo de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y una explicación del surgimiento de Gráfica del Tiempo, un proyecto de elaboración de almanaques con obras artísticas, que tiene 32 años de vigencia en el país.
Enero
Lunes temprano, Hugo está sentado en una mesa de madera de tres metros de largo en el Laboratorio de Gráfica Experimental de la Carrera de Artes y Diseño Gráfico de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Como parte de su estilo, toma la pluma estilográfica hecha por él mismo para continuar dibujando una de sus tantas obras de arte, como lo viene haciendo desde 1985, cuando llegó a La Paz por primera vez en su vida.
Nacido en Chuquicamata (Chile) hace casi siete décadas, el artista grabador y diseñador gráfico Hugo Salazar Alarcón sufrió el exilio en el gobierno del dictador Augusto Pinochet, por lo que radicó un tiempo en Suecia y, a mediados de los años 80, con la esperanza de retornar a un Chile democrático, llegó a la urbe paceña.
Instalado en la sede de gobierno, un día leyó en el periódico que la UMSA requería un maestro de serigrafía. Salazar se postuló y desde 1988 comenzó a dar docencia.
Febrero
En su estadía en Europa, Hugo conoció a un grupo de uruguayos, pertenecientes el Club de Grabado de Montevideo —jóvenes formados en Bellas Artes y la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República de Uruguay, dedicada a la producción y la promoción del grabado desde 1953—, quienes en 1977 habían elaborado calendarios con obras artísticas.
“Entiendo que el grabado artístico es una expresión de los pueblos por su cuestión de reproducción. Los que hacemos grabados siempre tenemos algo que decir, una cosa social más que todo, no es hacer por hacer arte”, explica el maestro de serigrafía.
Influido por los jóvenes uruguayos y deseoso de emprender un nuevo proyecto, el maestro convocó a sus estudiantes para crear Gráfica del Tiempo, almanaques hechos por bolivianos que tienen obras de arte y que están elaborados completamente con serigrafía.
Marzo
Sin puntaje o dinero como retribución, Hugo consiguió que varios jóvenes se unieran al proyecto, como Fabricio Lara, Mónica Dávalos, Fernando Montes, Jhonny Quevedo y Franklin Molina, quienes se formaron en dicha casa de estudios superiores paceña y que en la actualidad son reconocidos en el ámbito cultural. Entre ellos se encontraba también Mario Yujra, entonces estudiante y auxiliar, ahora director de la Carrera de Artes Plásticas y Diseño Gráfico. El objetivo era recaudar dinero para equipar el taller de serigrafía.
Abril
“Se hacía la serigrafía de manera artesanal. Se trabajaba a través de técnicas con ciertas experimentaciones que daban resultados. Era más una búsqueda para atrevernos a hacer algo que no se podía”, recuerda Yujra de aquellos tiempos en que el naciente colectivo se reunía en los patios a falta de un aula especializada y materiales.
En un trabajo mancomunado entre docentes y estudiantes, cada uno se daba modos para aportar en la creación de los calendarios, con la idea de aprender con la práctica.
Mayo
Hugo Salazar y Mario Yujra rememoran varias anécdotas de aquellos primeros momentos, cuando la serigrafía era algo nuevo en el ámbito boliviano, cuando manejaban las técnicas de estación en papel, cliché en cera, estarceo directo y transparencias, entre otros. “Dibujábamos sobre láminas transparentes con tinta china. Fue una experiencia muy bonita. Por ejemplo, sobre la mesa insoladora echábamos aserrín de metal y sobre ello se dibujaba con imán para generar ciertas texturas”, dice Yujra.
“Nuestro espacio parecía más una pastelería que un taller de serigrafía”, sonríe Hugo refiriéndose a los materiales que usaban en ese entonces para la serigrafía, porque querían cumplir el desafío de hacer un calendario artístico.
Junio
Después de días y noches de trabajo, el colectivo de docentes y estudiantes publicó 50 almanaques el año 1991, en una colección que bautizaron como Gráfica del Tiempo, con temática libre, por lo que el calendario se muestra con obras maestras únicas, pegadas en algunas paredes como lo que son: obras de arte. Para ello elaboraron invitaciones hechas completamente con serigrafía.
Julio
Gracias al éxito del proyecto, el colectivo decidió lanzar otro almanaque para el año siguiente, esta vez enfocado en la llegada de la Corona española en América Latina, por lo que las obras tienen imágenes con simbologías prehispánicas como motivo de reivindicación. Para aquella ocasión no participó el maestro Hugo, por lo que Yujra se hizo cargo del proyecto junto a estudiantes y artistas ahora de renombre como Max Aruquipa, Edgar Arandia, Mónica Dávalos, Jhonny Quevedo, Fabricio Lara, Franklin Molina, Miguel Salazar y José Tórrez, entre otros.
“No teníamos horas de trabajo, ni exigencias académicas, sino que todo era espontáneo”, asegura Yujra.
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Agosto
El tiempo se detuvo en la Gráfica del Tiempo, pues hubo una pausa de casi 10 años. En 2012 retomaron el proyecto con una nueva generación de artistas y con otras temáticas, todas acordes con el contexto de entonces.
Septiembre
Cuando el tiempo de los almanaques parecía que iba a desaparecer, el Colectivo de Grabadores Bolivianos se hizo cargo del proyecto en 2015 para continuar lo que había gestado el Club de Grabado de Montevideo. Lulhy Cardozo, como estudiante de grabado y de diseño gráfico —ahora gestora cultural—, se integró al colectivo ese mismo año, animada por las obras de serigrafía que había dejado el profesor Hugo en tapas de libros de los años 90.
Octubre
Para el año siguiente (2016), los artistas armaron el calendario para 2018. En esta ocasión como proyecto Martes de Ch’alla, para obtener 50 ejemplares de los calendarios hechos con técnicas mucho más osadas de serigrafía.
Algo similar ocurrió de 2018 en adelante, con la inclusión de más estudiantes y el apoyo de aquellos que en los inicios fueron jóvenes universitarios y se convirtieron en docentes o artistas reconocidos. “Lo que más me ha gustado de este proyecto es que se busca que el calendario forme parte del cotidiano de la gente, hacer que se conozca esta técnica, porque, queramos o no, la gráfica, el grabado y la serigrafía no son tan conocidos como la pintura y la escultura”, afirma Mariana Villarroel, diseñadora gráfica y gestora cultural, quien se adhirió al proyecto aquel año.
Noviembre
Desde 2020, Martes de Ch’alla incluyó a más mujeres y artistas de todo el país, como el colectivo Gataller, y si bien no había apoyo institucional, siguieron la línea de la Gráfica del Tiempo, que actualmente se encuentra en exposición en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santa Cruz de la Sierra, hasta el 22 de agosto, con participación solo femenina.
Diciembre
Cada año han sido impresas 13 estampas —la tapa con prólogo y los 12 meses—, con casi dos centenares de ejemplares, que reúne a 130 artistas bolivianos. Es el fruto de un maestro chileno enamorado de Bolivia, un estudiante que se convirtió en artista y luego en director de carrera, de dos gestoras culturales que siguen la posta del proyecto y mucho tiempo de trabajo para seguir haciendo una agenda de 12 meses que tiene 32 años.
Texto: Marco Fernández
Fotos: Lulhy Cardozo