Norah Zapata, momentos de ceniza
Imagen: Alma Tunante, Andrés Laguna y Norah Zapata-Prill.
Imagen: Alma Tunante, Andrés Laguna y Norah Zapata-Prill.
La poeta Norah Zapata-Prill regresa al país desde Lausana-Suiza para presentar tres nuevos poemarios en Cochabamba y La Paz
Norah se fue a Europa en los setenta. Cochabambina de nacimiento, vivió en La Paz desde los ocho años hasta que llegó la hora de la partida en medio de la dictadura de Banzer. Iba para odontóloga, luego fue profesora de literatura (otro dolor de muelas) y terminó en Italia y Suiza al frente (durante cuatro décadas) de centros de psicogeriatría. Cuando salió al exilio, Norah Zapata-Prill (luego explicaremos ese “extraño” segundo apellido pegado con guion al paterno) ya era poeta. Norah es hoy una de las voces mayores de la poesía boliviana. Y de cuanto en cuanto regresa a Bolivia, como ahora.
Norah Zapata-Prill presentó el miércoles pasado en la Fundación Patiño de Cochabamba su último poemario Eclipses (2023), editorial Letreo (el sello fundado por Benjamín Chávez y Gary Daher). El libro -con prólogo de Vilma Tapia- tendrá este jueves 4 de abril su presentación en La Paz (pizzería Efímera, Sopocachi, 19.00). Sostiene Vilma que “Eclipses trae al lenguaje lo aparecido y develado en la experiencia liminal: en la vivencia del cuerpo malherido, en la sospecha de muerte, en los episodios de dolor y temor extremos y en los sueños, es decir, en la vasta complejidad que define una situación de clínica”.
Después, Norah volverá a su “Llajta” para leer poesía en la librería Atenea el viernes 12 de abril con motivo de la presentación de dos nuevos libros de la Yerba Mala Cartonera (“Crónicas de un desvanecimiento” de la cubana Maielis Gonzáles y los textos ganadores del II Concurso de Cuentos “Crispín Portugal”).
Cinco días después, el miércoles 17, presentará también en Cochabamba otro poemario Ágape, editorial 3600, con prólogo de su colega Marisol Quiroga quien dice en el prólogo: “Ágape no es sólo testimonio, sino también, y fundamentalmente, un darse a sí mismo y, a través de sí, dar el mundo que se atestigua, la ofrenda no puede ser otra que la palabra, lo escrito y lo (aún) no escrito, el salmo y el grito con que se nombra ese amado y efímero mundo interior/exterior y se entrega”.
Su ajetreada agenda (que también la ha llevado estos días a Santa Cruz) dice que volverá a finales de abril a la ciudad de La Paz para presentar (el 24) el tercer libro de esta gira 2024: Jadis y ahora (Plural editores) donde “vuelve a confirmar su presencia y contundencia verbal” según dice en el prólogo Mónica Velásquez Guzmán quien añade: “el momento escribiente es el de la ceniza y no el del fuego; el de la vejez y no el de la evocada plenitud; el del silencio y no el del diálogo”. Entre idas y venidas, charlamos con Norah, la poeta que siempre regresa.
– Has vuelto en varias oportunidades (me imagino que no tantas como si hubieses deseado) a Bolivia y sus/tus ciudades (Cochabamba, Santa Cruz y La Paz), ¿cómo han sido esos regresos desde que te instalaras en Suiza en el 78? ¿Han sido dolorosos después de 40 años de ausencias?
– Mi niñez y mi adolescencia han sido difíciles por las emigraciones diversas. Mi juventud, igualmente. Muchos cambios y frustraciones. No siempre se realizan los deseos como uno quiere y esto hace daño. Pero, los cambios significan encuentros, descubrimientos. Algunos bienhechores. Es el caso de mi emigración a Suiza donde al fin me instalé, tal vez, definitivamente.
– Tu (atrevida/valiente) poesía erótica de los 70 esconde el desencuentro, el desamor, la pérdida del ser amado. Cito un poema tuyo (lo reproducimos en estas páginas) rescatado de Presencia Literaria del 72 que leí el otro día en la hemeroteca: “¡Qué ideas tienes / poner un cuadro obsceno en el pasillo! / y ¿si me desnudara aquí sin más? / ¿me clavarías en tu lecho? / ¿Buscarías la nueva alcoba para mirarme desconocida / buscarías donde recordarme con mis pocas alegrías absurdas? / ¿un encaje en el sostén / una simulada prostitución en el escote de mi blusa?”. Dice el escritor Guillermo Ruiz Plaza (otro boliviano autoexiliado en las Europas, como tú) que el desgarro y el miedo a la perdida son dos grandes temas de tu poesía. ¿Han sido una constante o han apareciendo/desapareciendo?
– Figúrate que no me acuerdo de ese poema. Guillermo Ruiz Plaza (gran poeta y amigo del alma) tiene razón cuando afirma que el desgarro y el miedo son mis temas. Acaso no preferidos pero constantes. Creo que esos temas recurrentes son la motivación de la escritura de toda poeta existencialista.
– Deseo/beso y viaje. Viaje y pasión casi se confunden. Has vivido en Italia donde incluso has organizado festivales de poesía. Vives ahora en Suiza (donde fuiste directora de un centro médico social psico geriátrico de Lausana, hasta tu jubilación). A ratos te imagino como el personaje japonés de la última película de Wim Wenders, perfect days y su lema de vida: “Ahora es ahora y la próxima vez será la próxima vez”. ¿Nunca sentiste tentación por la nostalgia?
– Desconozco al cineasta que mencionas y su película. Pero igual, el tema de la emigración crea un sentimiento de nostalgia inevitable. Sí, soy nostálgica pero no “pasista”.
– Voy a insistir con el exilio, vas a disculpar. ¿En qué formas partir es en cierta manera morir?
– Dije alguna vez en una entrevista: que partir es morir un poco pero también hacer morir un poco. A quienes abandonamos les hacemos sufrir, morir un poco. Recuerdo a mi madre con un pañuelo en la mano secando sus lágrimas cuando me despedí al irme de Bolivia.
– ¿Qué queda de la Norah que con treinta años ganara dos veces el Gran Premio Nacional de Poesía “Franz Tamayo” de la alcaldía de La Paz con De las estrellas y el silencio (1975) y Géminis en invierno (1978)? Con uno de nuestros mejores poetas de todos los tiempos, compañero Oscar Cerruto, entre el jurado, dicho sea de paso.
– La Norah de ahora ha envejecido, pero en el fondo sigue siendo la misma. Claro que recordar esos años y esos premios me dan placer, pero el pasado es el pasado, ¿No? Ah, Oscar Cerruto, gran poeta y amigo, quedará por siempre en mi corazón.
– ¿Te sientes -de alguna forma- pionera al haber unido desde la intimidad con voz de mujer palabra y sexo, labios y escritura? Te cito: “Fue puro azar mi sexo / mi inteligencia, mi pasión por la palabra”.
– Sigo penando lo mismo. En nuestra unicidad somos Eros y Tánatos. Sí, creo que mi sexo y mi inteligencia no lo tengo merecido, sino dado. Lo que sí me pertenece es la fidelidad y mi pasión por la palabra.
– Vuelves para presentar tres poemarios de golpe pero tu obra publicada es escasa (apenas cuatro poemarios y eso sí, varias antologías). ¿Es por ese afán de celebrar más el silencio que la soledad o por una necesidad de revisión permanente?
– Por las dos razones.
– ¿Te preocupa que tu obra publicada sea tan difícil de acceder para el público/lector boliviano? A Eduardo Mitre le pasa lo mismo.
– Claro que me alegraría que los poetas bolivianos de la diáspora sean mas leídos en Bolivia. Acaso falta más difusión y que nosotros mismo no hacemos gran cosa para la publicidad. Pero es difícil hacerla desde afuera.
– El primer poemario de los tres que presentarás en esta gira es Eclipses, tercer libro de la editorial Letreo de los poetas “Benjo” Chávez y Gary Daher. Tiene ilustraciones de Fernando “Nano” Ugalde. Y diálogos con poetas como Pessoa y Pizarnik. Chávez y Daher dicen en la solapa de tapa de tu libro: “el título nos previene de una experiencia de oscuridad temporal que amenaza ser definitiva; transcurso que viaja desde la luminosidad y su pérdida gradual hasta la noche. Tinieblas que exigen distinto modo de mirar el mundo y reclaman otra luz, en este caso, una luz interior para alumbrar las cosas”.
– Eclipses es un poemario escrito en dos clínicas suizas donde estuve internada durante seis meses el año pasado a causa de una operación de la columbra vertebral. Fue una experiencia dolorosa. Pero como soy una convencida del valor terapéutico del arte y particularmente de la poesía, gracias a la imaginación convertí los muros blancos de mi habitación en lienzos donde imágenes y palabras ocuparon mi tiempo, mis insomnios, mis delirios Tiene un maravilloso prólogo de Vilma Tapia Anaya.
– Precisamente, Vilma (amiga y poeta) ilumina el concepto esperanza para mirar tu obra. La esperanza del amor que vendrá. La esperanza “en el fondo más desnudo del sollozo”. La esperanza del sobreviviente. “Sé que el sol no tiene sombra / hay que hacerla”.
– Pienso que la acción es creadora y no la pasividad. La confianza del sobreviviente reside en que somos en contínua transformación, seres en devenir, luego, en espera permanente.
– Quiero volver a ese centro de abuelos y abuelas donde has trabajado hasta tu jubilación. ¿Qué te han enseñado sobre la soledad, la locura y la vida?
– En los países del Norte hay una especie de demisión de la comunicación. Mi experiencia con los ancianos dichos “dementes” ha sido capital para mejor comprender la sabiduría oculta en la cual viven. Para mí ellos son reflejos de nuestra condición humana. Aún en sus delirios hay un mensaje. Un mensaje de esperanza. Es como si vivieran protegidos en sus mismidades. Poeta como me siento he penetrado en sus delirios sin ser atrapados por ellos. Lo viví como metáforas de los designios. Nunca fui agredida.
Recuerdo a una viejecita que no podía dormir porque tenía “hombrecitos” en las manos de los cuales no podía desprenderse y a quien le dije con tanta convicción que me los confiara, que los pusiera en mi bolsillo. Se quedó tranquila y tomó su somnífero. ¿Será que un día esos “hombrecitos” salgan de mi bolsillo? Me pregunto de vez en cuando. ¿Ves? Yo veo la singularidad de la metáfora entre la demencia y la poesía.
– ¿Sigue siendo el azul cielo tu color favorito?
– Sí. Por aquello de su inmensidad.
– ¿Qué recuerdos guardas de tu generación poética de los Nisttahuz Parrilla, Shimose, Matilde Casazola, de los que ya no están?
– ¡Guardo bellos recuerdos! Con los medios financieros de la “Casa de Poesía El Cactus” que fundé y poseo en Ostuni-Italia, publicamos una antología bilingüe de poetas bolivianos, en italiano y castellano. Se llamó Il paese degli specchi” (El país de los espejos: Antología de la poesía boliviana de hoy. Incluía a 32 poetas bolivianos. Para mí fue una manera de honrar a la poesía nuestra, a la poesía que me ha dado tanto. Así pude leerlos traducidos al italiano por Emilio Coco, el antologador y gran difusor de la poesía hispanoamericana. De Jaime Nistahuz no sé nada, ni de Pedro Shimose. Con Matilde Casazola estoy en comunicación permanente por “mails”. Soy muy fiel en la amistad. A los que ya no están los llevo en mi corazón.
– La (pen)última y nos vamos. ¿Te sientes valorada?
– Tengo suerte. Me siento valorada. Amigas y poetas como Mónica Velásquez, María Soledad Quiroga Santa Cruz y Alba Paz Soldán se encargan de difundir mi obra, escribiendo prólogos y artículos.
– La yapita: la curiosidad biográfica, ¿de dónde viene ese Prill pegado al apellido Zapata?
– ¡Es una larga historia! Monseñor Juan Quirós, el editor de Presencia Literaria donde publicaba mis poemas, consideraba que mi nombre de pila era muy largo y no poético. Mi apellido materno es Parrilla. Al volver de los Estados Unidos, una vez me propuso llamarme: Norah Zapata-Grill por aquello de que “grill” en inglés significaba “parrilla”. Publicaron, entonces, en Oruro mis apellidos pero por error, transformado en Prill. Fue la ocasión para que Monseñor me bautice como Norah Zapata-Prill. Fue rocambolesco. Mi madre estuvo decepcionada pensando que la estaba renegando.
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POEMAS
PRIMER POEMA “Grano de arena convirtiendo mi dolor en perla no quiero otro vientre. Esta fértil ofrenda de la esperanza es una almeja que me alberga hasta el parto en nueva luna.” (Diecisiete, del poemario “Eclipses”, 2023).
SEGUNDO POEMA “El lamento de la tarde se abría A la confesión del fuego ¡hacer arder! Volverlo todo un rojo intenso. Hacer del viento un mechón de cabellos saliendo de tus brazos. Retorcerte en el fuego y arder arder para consumirte hasta el último grito del sollozo. Arder para hacerse olvido en la ceniza”.(“Arder”, del poemario “Fascinación del fuego”, 1978).
TERCER POEMA “¡Qué ideas tienes! ¡Poner un cuadro obsceno en el pasillo! ¿y si me desnudara aquí sin más? ¿me clavarías en tu lecho?. ¿Buscarías la nueva alcoba para mirarme desconocida? ¿buscarías donde recordarme con mis pocas alegrías absurdas? ¿un encaje en el sostén una simulada prostitución en el escote de mi blusa?.
Me quedo así de espaldas que se me queme la sopa.
No quiero ser un postre que se amasa los ojos con tus lágrimas mientras te niegas en el sexo por costumbre.
No voy a pintarme ni de azul ni de rojo molino de París ni de azul en los sueños.
Estoy cansada de píldoras y cremas para gustarte, estas cansado de tu presencia aquí, sin riesgo.
De hoy en adelante toma tú la píldora, si quieres.
O ve a la peluquería, si quieres.
Yo aquí, noche a noche, día a día más lejos de los escaparates y por eso mismo más cerca de la tarde que te espera volver solo a mi silencio.
Más cerca de este “da igual” que me escuchas diariamente (pero que no es igual sino el acierto de mi grito).
Y ya ves, porque me da igual.
Voy a levantarme y en silencio levemente señalo con el índice lo que está más cerca a nuestros labios.
Sí, me llego a ti para que oigamos juntos que el campanario (también se siente solo asomado en su venta y dobla) como tú, como yo”. (Fragmento de poema publicado en Presencia Literaria, 1972).
CUARTO POEMA “Voladores en mis cielos de niña pelotas de trapo jugando secretas ilusiones en las calles nubes que viajan mis inocencias mangos columpiando cosmos.
Primeras lágrimas sauces llorando lo que se lleva el tiempo en mis andanzas: Comí de otros panes pero sabiendo que el trigal era tuyo sintiendo que el grano ha madurado entre tus surcos cerros redondos ecos míos.
Llámenme viento de la puna desgrana el huayño dime la razón del hombre al lado de la piedra paja brava Abrázame.
Tierra acéptame desnuda y río nocturna mariposa que no sabe dónde malgastó sus horas.
Dios ¡cuan frágil es el valido de la oveja que a su rebaño vuelve! tierra mía dame la paz del ave que retorna al nido.
(“Retorno” del poemario “Ágape”, 2019).
Texto: Ricardo Bajo H.
Fotos: Alma Tunante, Andrés Laguna y Norah Zapata-Prill.