El incremento de la productividad agrícola presenta riesgos y beneficios
José Perdomo. El presidente ejecutivo de CropLife Latin America habla sobre la importancia de la biotecnología para el incremento de la producción de alimentos en América Latina. Perdomo, que representa a la industria global de la agrotecnología (defensivos, biotecnología y semillas), destaca el potencial agrícola de la región, importante en un contexto de explosión demográfica que hace necesario incrementar en 70% la producción actual de alimentos, sin aumentar la superficie cultivada.
— ¿De qué forma apoya CropLife la producción agrícola?
— CropLife es una institución que representa a la industria global de la ciencia de los cultivos, a empresas que invierten cada año al menos $us 7.000 millones en todo el mundo en la búsqueda y creación de nuevos y mejores productos para el control de las plagas y el incremento de la productividad de los agricultores (…). Las compañías que representamos son las mismas que hacen la biotecnología, está Monsanto, Syngenta, Bayer y Blast, entre otras (…). Trabajamos en 18 países de Latinoamérica, principalmente con dos programas: Cuidagro, de capacitación en buenas prácticas en la agricultura, y Campo Limpio, de reciclaje de envases plásticos de productos agroquímicos. Invertimos el año pasado $us 20 millones en esos programas.
— ¿Por qué es importante la agrotecnología para la región?
— América Latina es una de las regiones de mayor potencial en el mundo para la producción de alimentos. Representamos el 13% de la población mundial y el 24% de la producción global de alimentos. Pero enfrentamos un escenario en el que para 2050 tenemos que producir alimento para 9.000 millones de personas en el mundo, 2.000 millones más que hoy, y tenemos que aumentar en 70% la producción actual, sin aumentar la superficie cultivada y preservando el medio ambiente. Ahí es donde viene CropLife, promoviendo el uso de tecnología e innovación para aumentar la productividad. En el mundo hay 18 millones de agricultores que usan productos genéticamente modificados, el 90% son agricultores pequeños que cambiaron su vida para bien con el uso de estos productos.
— ¿Cuán retrasados estamos en el uso de estas tecnologías?
— Esto varía dependiendo de los países, mercados y cultivos. Hay países que no tienen nada que envidiar a la tecnología de cualquier parte del mundo (…). La región produce el 80% del banano del mundo y el 40% del azúcar, pero sí hay atraso y lo hay por la lucha política e ideológica en contra de las industrias que invierten en tecnología para los cultivos. En Bolivia, se usa legalmente solo la soya con biotecnología, pero todavía no se ha podido traer el maíz, que puede aumentar la productividad de 1 a 3 toneladas (por hectárea). Para un agricultor pequeño, eso puede hacer la diferencia porque no solo podrá alimentarse, sino que podrá vender y crear nuevas oportunidades para su familia (…). La agricultura crea riqueza y crea independencia alimentaria. En Ecuador, el aumento del 1% del PIB agrícola reduce cuatro veces más la pobreza que el aumento del PIB industrial.
— ¿Puede esta falta de apoyo explicarse con el continuo debate que genera la manipulación genética de los alimentos?
— El 98% de la información negativa no es cierta, son mentiras que asustan al público. EEUU y otros 27 países están usando la tecnología de forma segura. Los productos son inocuos, porque hoy en día se sabe exactamente qué es lo que se está haciendo (…). No ha habido ningún problema por mucho que digan que causan tumores en las ratas, todos esos estudios fueron totalmente descartados. Esta ideología en contra de los productos genéticamente modificados es una paranoia sin base de la que viven ONG que reciben dinero de países europeos, de organizaciones como Greenpeace que exigen que estos productos tengan “cero riesgo”. Nada tiene cero riesgo en la ciencia, siempre hay un riesgo-beneficio. Todo este movimiento se inició cuando EEUU empezó a lanzar esta tecnología y Europa vio que sus agricultores iban a perder competitividad, pero se les fue de las manos porque hoy la necesitan, permiten el uso de biotecnología para alimentar a los animales pero no para alimentar a las personas, no hay un discurso coherente. Pero poco a poco estos beneficios de la tecnología se van a acercar al consumidor final.
— Otra de las observaciones a la manipulación genética de los alimentos es la creación de plagas más resistentes…
— La naturaleza evoluciona y esos organismos van mutando, por eso debe llevarse un plan integral de tecnología. Por ejemplo, en el caso de los herbicidas, no se pude usar siempre lo mismo, la industria recomienda al agricultor alternar los productos (plaguicidas) para que uno controle las plagas que el otro no (puede).
— ¿Cuáles serán los nuevos pasos de CropLife para fortalecer su presencia en la región?
— Nos enfocaremos en buscar la protección de la propiedad intelectual —que es la base para que nuestra industria siga invirtiendo— y en buscar las normas regulatorias que permitan transparencia, eficiencia y seriedad en el uso de las biotecnologías (…). Vamos a seguir trabajando en todos estos países buscando el diálogo y el consenso, buscando que estos gobiernos sean más ágiles en promover el uso de la tecnología y la innovación para el beneficio propio del país y de sus agricultores.
Perfil
Nombre: José Perdomo
Profesión: Ingeniero agrónomo
Cargo: Presidente ejecutivo de CropLife Latin America
Experimentado agroindustrial
Graduado de la Universidad de Texas A&M (Estados Unidos), Perdomo estuvo vinculado a DuPont durante 28 años ocupando distintos cargos para la empresa química en Centroamérica, Estados Unidos, México, Brasil y Argentina. Durante los últimos cuatro años, el guatemalteco se de- sempeñó como presidente ejecutivo de Pantaleón Sugar Holdings, compañía centroamericana productora de azúcar, energía y biocombustibles. Perdomo, con cerca de 30 años de experiencia en la agroindustria en América Latina, se desempeña desde el año pasado como presidente ejecutivo de CropLife Latin America, conformada por nueve compañías internacionales y una red de 23 asociaciones en 18 países de América Latina. La Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA) representa a la organización internacional en Bolivia.